Capítulo 90: La mantis religiosa acosa al grillo

febrero 25, 2018


Se levantó de repente y le puso la espada en la garganta a la persona que había entrado.
‒Su Alteza… ‒ Zhuo Er empalideció. ‒ se me ha olvidado llevarme la bandeja del té…
Recibir la jade de Tuoba Zhen la había entusiasmado tiempo que se le había olvidado la bandeja por lo que tuvo que volver porque, ¿cómo iba a explicárselo al mayordomo jefe? Zhuo Er suspiró de alivio al ver que Tuoba Zhen se relajaba. Parecía haberle caído en gracia a Su Alteza, así que no le haría nada, no obstante, justo cuando terminó de pensar aquello su cabeza cayó al suelo con una expresión de incredulidad plasmada: era una escena trepidante.
‒Llévatela. ‒ Tuoba Zhen miró el cuerpo inerte con disgusto.
Aquella mujer había osado compararse con Li Wei Yang.
Li Wei Yang no le atraía sólo por su belleza, lo que le gustaba era su personalidad peculiar y su inteligencia; hasta su voracidad tenía un punto característico. Zhou Er tenía la forma, pero era como una muñeca: sin su personalidad ni su cabeza.
La mirada de Tuoba Zhen se posó en el rostro muerto. Se parecía a Li Wei Yang ahora que sus ojos eran gélidos y afilados como la punta de una espada. En esos momentos sentía un odio irracional hacia la joven noble, y lo que más odiaba de ella era que se atreviese a mirar a otros hombres. Volvió a recordarse lo importante que era el poder y decidió que cuando ascendiese al trono[1] satisfaría sus deseos, aunque para ello tuviese que revolver el mundo entero.

Wei Guo Furen estaba sentada a la vera del lecho de Gao Min, como aturdida, de hecho, cuando se dio la vuelta para mirar a Li Wei Yang, su compostura mandona e impotente ya había desaparecido completamente. Tenía los pómulos caídos y las mejillas tristes. El par de ojos arrogantes que siempre habían incomodado a la joven estaban hinchados de tanto llorar y tenía las pupilas dilatadas. Le habían salido canas, seguramente por el duelo, algo que le daba un aspecto todavía peor.
Li Wei Yang suspiró.
Se lo habían buscado. Ya había comprobado que habían sido ellas quienes habían causado discordia con la concubina Zhang De para que tomase cartas sobre el asunto. Si no hubiesen utilizado unos métodos tan despreciables, no les habría hecho caer tanto.
Gao Min tenía la columna vertebral rota, aunque la obligasen a sobrevivir, se tendría que pasar el resto de su vida postrada en la cama. Para Gao Min, que era orgullosa y arrogante, que su espléndido futuro se hubiese visto reducido a esto era peor que la misma muerte.
Sun Yan Jun, que había venido con Li Wei Yang, la empujó un poco, indicándole que lo mejor sería quedarse detrás y dejarla entrar primero.
‒Wei Guo Furen, sé que debe estar muy triste por el accidente de Gao xiaojie, pero debe cuidarse.
Wei Guo Furen estaba en trance, pero, cuando escuchó la voz, se secó una lágrima y murmuró:
‒Pobre Min Er. ‒ Entonces, de repente, levantó la cabeza y con la mirada fija en Wei Yang rugió. ‒ ¡¿Por qué estás aquí?!
Li Wei Yang era la enemiga que había hecho daño a su hija, tenía unas ganas horribles de despedazarla, pero al ver la expresión gélida de Zhao Yue que portaba su espada justo detrás de su señora, Wei Guo Furen se detuvo.
‒Tía, ‒ dijo Wei Yang. ‒ tranquilízate.
Wei Guo Furen se enfadó y habló con amargura.
‒Li Wei Yang, si no hubieses querido competir con Min Er, no se habría caído. Por tu culpa-…
Sun Yan Jun miró a la mujer con simpatía. No creía que el incidente tuviese nada que ver con Wei Yang. Si Gao Min no hubiese sido tan agresiva, Wei Yang no habría querido competir contra ella.
‒Sun xiaojie, ‒ empezó Wei Yang. ‒ me gustaría hablar con mi tía a solas, ¿te importa dejarnos a solas?
Sun Yan Jun era una chica decente y comprensiva. Pensó que Li Wei Yang quería disculparse con su tía, por lo que sonrió y aceptó.
‒Sí, claro, me voy, ya nos vemos luego.
La muchacha admiraba la franqueza, la inteligencia y la valentía de Li Wei Yang que destacaba entre todas las hijas de nobles que había conocido hasta entonces, y estaba decidida a hacerse su amiga.
Wei Guo Furen se quedó inmóvil un momento cuando Sun Yan Jun se marchó. Su primogénito estaba muerto, su hijo pequeño era un inútil, su hija estaba más muerta que viva y su marido la culpaba por insistirle a su hija que tenía que estar por encima de los demás, e incluso cabía la posibilidad de que la odiase. Era cruel con sus criados de normal y, a parte de su hermana mayor, nadie de su familia tenía nada bueno que decir sobre ella. En esas condiciones, se enfrentó a Li Wei Yang y se sintió sola.
‒¿Has venido a reírte de mí? ‒ Le preguntó.
‒¿Por qué iba a hacerlo, tía? También me entristece que mi prima esté en este estado. ‒ Li Wei Yang no estaba triste y estaba totalmente segura de que Gao Min se lo había buscado. ‒ Entiendo cómo te sientes, pero tengo que decirte una cosa… Esto no ha sido un accidente.
Wei Guo Furen levantó la cabeza de repente.
‒¡¿Qué has dicho?!
Li Wei Yang suspiró antes de continuar.
‒Al principio no iba a decir nada, porque no quería implicar a nadie, pero creo que no me quedaré tranquila hasta que lo suelte.
‒¿No lo has dicho porque no puedes? ¿O me tomas por tonta? ‒ Wei Guo Furen notó que había algo raro en todo aquello y su mirada se agudizó.
Li Wei Yang, fingiendo cierto titubeo, abrió la boca para hablar.
‒Sé que no podía escondértelo… Pero si te cuento la verdad, me temo que tu relación con la concubina Zhang De podría romperse… Mi pecado no tiene perdón ahora que ha llegado a estos extremos… Pero… Si no te lo digo, también me da miedo que no te llegues a enterar nunca…
La cara de Wei Guo Furen cambió radicalmente al escucharla. Le temblaba la voz y se aferraba a la silla de madera como si intentase levantarse.
‒¿Qué has dicho? ¿Tiene algo que ver con la concubina Zhang De? ¿Qué… tratas de decir?
Li Wei Yang suspiró.
‒Los asuntos de palacio son complicados. La concubina Zhang De parece amable y generosa por fuera, pero en realidad es de mente cerrada. Me enteré de que le habías dicho unas cosas malas de mí, me entró miedo y le pedí al séptimo príncipe que me ayudase… Pero cuando volvió, me dijo que la concubina se había enfadado muchísimo porque tenía la sensación de que tú estabas intentando sembrar discordia en su relación con su hijo. Tía, sabes que Er Jiujiu de la casa de Jiang Guo Gong tiene una hija ilegítima que ha entrado a la residencia del príncipe heredero para ser su consorte, ¿no? La concubina Zhang De unió cabos y llegó a la conclusión de que habías estado intentando que hubiese un choque entre los de la casa de Jiang Guo Gong y los de Bo Chang Hou y por eso quería darnos una lección. ¡Ha sido mala suerte!
‒¡¿Qué has dicho?!
Los comentarios de Li Wei Yang partieron a Wei Guo Furen como un rayo. Intentó incorporarse, pero a mitad de camino perdió las fuerzas y se derrumbó sobre la silla, empalideciendo cada vez y temblando como si estuviese perdiendo el alma.
Todo era mentira, pero Wei Yang sabía a la perfección que Wei Guo Furen se lo creería.
‒Puedes no creértelo, tía, pero espero que envías a alguien para que investigue los antecedentes de Zuo Yuan. ¿Cómo ha podido fallar un tiro siendo el comandante del ejército imperial, un arquero excelente y un maestro de las artes marciales? ¡Alguien ha intentado hacernos daño!
‒¡No! ¡No puede ser! ‒ La señora no se la creía.
‒Tía, ‒ Li Wei Yang sonrió. ‒ da igual lo mucho que nos odiemos, para los demás nuestras casas son de la misma familia. La concubina Zhang De debió pensar que me traicionabas para ganarte su confianza y te habrá querido dar una pequeña advertencia, ¿qué tiene de raro? ‒ Hizo una pausa para mirar a Gao Min. ‒ Además, mi prima siempre ha sido muy cercana al tercer príncipe, la gente estaba segura de que iba a ser la consorte imperial… Así que, si algo le pasa a ella, es un ataque al tercer príncipe también… Y ese príncipe es la mano derecha del príncipe heredero, hay muchas relaciones complicadas por el medio y debajo del todo, está mi prima que ha servido como cabeza de turco.
Wei Guo Furen se sentó en su silla como ida, mordisqueándose los labios.
‒¿Por qué me cuentas todo esto?
Li Wei Yang sonrió. Le daba igual que su tía investigase todo aquello porque, el accidente en esencia había sido planeado por la concubina, así que sólo había manipulado un poco la realidad.
‒Porque yo también soy una víctima. Ese mismo día, cuando montaba con la novena princesa apareció un águila entrenada y asustó a nuestros caballos: casi me muero. El culpable quería matar a mi prima y crear una pelea interna entre nosotras. ¿Mi odio es peor que el tuyo?
‒¿Una lucha interna? ¡No lo entiendo! ‒ Wei Guo Furen abrió los ojos como platos.
Una pizca de lamento cruzó la cara de Li Wei Yang.
‒Mi prima y yo competimos porque toda chica quiere quedar por encima de las demás, no nos odiamos tanto… Pero yo me he convertido en la culpable de su accidente para los demás y, además, tío le tiene rencor a padre aunque no lo reconozca. Si alguien se interpone en el camino de alguna de nuestras familias ahora que nuestra unión se ha debilitado, podrían acabar con nosotros: siempre es más fácil acabar con los enemigos uno a uno.
‒Ah…‒ Wei Guo Furen despertó de aturdimiento, más tranquila y suspiró profundamente. ‒ Vete. Vete y no hables de esto con nadie.
Li Wei Yang sonrió un poco.
‒Sí, tía. Descansa.
Wei Guo Furen escupió al suelo mientras veía como la muchacha se retiraba.
‒Furen, la Xianzhu sólo busca discordia. ‒ le advirtió la criada.
Wei Guo Furen se reclinó contra su sillón, con la mirada moribunda y observó el techo de la tienda.
‒Sí, pero lo que ha dicho sobre mi hija no es mentira. ¡La flecha formaba parte de un plan!
Wei Yang no tenía ninguna necesidad de mentir llegados a este punto, de hecho, si no hubiese conseguido esquivar la flecha también habría salido herida. Además, fuera como fuere, las dos habían competido codo con codo, ambas habían estado en peligro. Wei Guo Furen pensaba que su sobrina había tenido suerte, ¿quién se iba a imaginar que una niña planearía algo semejante y hasta se pondría en peligro? Resentía a Li Wei Yang, pero a la concubina Zhang De la odiaba todavía más. Su plan inicial había sido usarla para acabar con Li Wei Yang, ¡pero al final le había salido el tiro por la culata!
Li Wei Yang salió de la tienda de su tía y miró atrás una última vez con una sonrisa.
‒¿Por qué lo has hecho, xiaojie? ‒ Preguntó Zhao Yue extrañada.


El último día de caza, el séptimo príncipe capturó al lobo blanco y que Emperador, regocijado, organizó un banquete para celebrarlo.
Lo que iba a ser una fiesta armoniosa, terminó en caos cuando una criada que resultó ser una asesina se coló para intentar asesinar al Emperador. Sin embargo, los expertos que protegían a la familia imperial descubrieron a la sirvienta cuando acababa de coger el cuchillo de la bandeja y ni siquiera tuvo la oportunidad de intentarlo. El Emperador ordenó que la interrogasen, pero la criada se cortó el cuello y se suicidó.
El Emperador, enfurecido, ordenó que la registrasen y los criados descubrieron un pase imperial: el de la concubina Zhang De.
A todos los presentes les cambió la cara. La concubina Zhang De siempre había gozado del favor del Emperador hasta aquellos días, pero el Emperador, enfadado como estaba, tiró el pase al suelo.
‒¡Qué buen trabajo has hecho, concubina Zhang De!
La concubina empalideció. Llevaba mucho tiempo en palacio y estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, pero nunca había visto al monarca tan enfurecido. La mujer se cayó del susto, olvidó su inteligencia y astucia e, incapaz de explicarse, gritó:
‒¡Me han parado una trampa! ¡Su Majestad, no he hecho nada!
Li Wei Yang observó la escena desde lo lejos con una pequeña sonrisa en los labios.
‒¡Su Majestad, eres muy amable conmigo, ¿cómo iba a conspirar en tu contra?!  ‒ Repetía la concubina con el rostro empapado de lágrimas.
El Emperador había pasado por mucho en el palacio y era algo común que acabase siendo presa de maquinaciones ajenas desde su más tierna infancia, por eso, lo que más odiaba eran estos métodos a escondidas.
‒¡Lleváosla y encargaos de ella! ‒ Ordenó furioso, dejando a todos los oyentes atónitos.
‒Padre, yo-… ‒ Tuoba Yu se apresuró a meterse cuando, de repente, pensó que hasta que no se calmase, el Emperador no atendería a razones y sería imposible pedir justicia.
‒¡Es una trampa! ‒ Una vocecita infantil resonó en medio de la discusión.
La multitud se sobresaltó y se centró en la novena princesa. La princesa Jiu, que se había sentado al lado de Wei Yang, se arrodilló en el suelo, hizo un par de reverencias y continuó.
‒Padre, no puedes decidir el destino de la concubina Zhang De con tan pocas pruebas.
‒¡Su Majestad, ‒ la concubina Rou se levantó de repente. ‒ la novena princesa todavía es una niña, no entiende nada!
‒Padre, hay muchísima gente por aquí, ¿tan difícil es conseguir un pase imperial? Si hubiese sido la concubina Zhang De, ¿por qué iba a dejar que la asesina llevase su pase? ¿Para que la descubrieran? ¡Es una trampa!
Todo el mundo bajo la cabeza era una trampa, pero nadie se atrevía a defender a la concubina delante del furioso Emperador.
El Emperador miró sorprendido a su hija favorita. La niña no era particularmente cercana a su concubina, pero la había defendido. Pensándolo bien, la concubina Zhang De y la concubina Rou no se llevaban del todo bien, pero nadie se había atrevido a decir nada, excepto la princesa que todavía era una niña.
Tenía pruebas y todo el mundo era muy consciente de que quería y respetaba a su concubina. Aunque fuese el Emperador, no podía ultrajar a Zhang De si no quería que su relación con su hijo y con su esposa se hiciera añicos, e incluso su posición podría verse cuestionada.
El Emperador miró a su séptimo hijo que tenía los ojos fijos en su madre, y se tranquilizó.
‒Sí, Su Majestad. ‒ La concubina Wu Xian que había permanecido callada todo este tiempo abrió la boca. ‒ Esto debe ser obra de alguien que está celoso de la concubina Zhang De por tener tu favor y la ha culpado. ¡Hay que investigarlo bien!
La concubina Zhang De se ahogaba con sus propias lágrimas y se tiró a los pies de su esposo llorando y aferrándose a su vestimenta.
‒¡Su Majestad, yo jamás haría algo que pudiese hacerte daño!
El Emperador lo comprendió todo y notó que estaba en una posición difícil.
‒Levántate. Ve y descansa, voy a hacerte justicia. ‒ Entonces, se dio la vuelta para dirigirse a la multitud. ‒ Dispersaos, el banquete se cancela.
Tuoba Zhen estaba terriblemente decepcionado, había esperado que la concubina cayese a pesar de lo malpensado que estaba ese plan. Pesé a que un incidente no podía acabar con la posición que tenía esa mujer dentro de la corte, con que plantase la semilla de la sospecha en el corazón del Emperador bastaba. Le echó un vistazo a la princesa Jiu con rencor y se la encontró conversando alegremente con Li Wei Yang.
¡Li Wei Yang es la que le había dicho qué tenía que decir! ¡Lo sabía! Tuoba Zhen apretó los puños casi haciéndose sangre.

‒¿Quién crees que ha enviado la asesina, Wei Yang jiejie? ‒ Susurró la princesa.
Li Wei Yang sonrió, pero no contestó.
‒¿Por qué? ‒ Tuoba Yu se le acercó.
‒Tengo que decirle una cosa a tu hermano, princesa.
La princesa Jiu parpadeó traviesamente.
‒Vale.
Se levantó la faldilla y se marchó corriendo.
La mirada de Tuoba Yu albergaba cierta incredulidad.
‒Ha sido Wei Guo Furen, he visto su expresión cuando…
Cuando el Emperador había perdonado a la concubina Zhang De, Tuoba Yu había estado ahí para ver la decepción en el rostro de la tía de Wei Yang.
‒Se ha enterado de la verdad. ‒ Li Wei Yang rió.
‒No lo sabía, aparte de nosotros-… ‒ Tuoba Yu apretó los dientes. ‒ ¡¿Cómo has podido hacer esto?! ‒ Tuvo que controlarse para no gritar, pero le fue imposible frenar sus emociones. ‒ ¡Es mi madre y tú estás de mi parte!
Wei Yang se rió con cierta frialdad llenándole los ojos.
‒¿Y si me hubiese matado? ¿Cómo me lo compensarías? ¿Tengo que ser paciente con ella porque es tu madre y dejar que me mate?
Tuoba Yu era consciente que no tenía la razón, pero se negaba a ceder.
‒Ya te había dicho que lo hablaría con ella y-…
‒¿Hablarlo? ¿Para qué? ‒ dijo a la ligera. ‒ ¡No quiero que hables con ella, quiero justicia!
‒Ya lo he hablado con ella, ¡me ha prometido que no te volverá a hacer daño!
‒¿Te lo ha prometido? ‒ Li Wei Yang se mofó. ‒ Príncipe, espero que puedas perdonarme por no creerme la promesa de tu madre.
Si esa mujer fuese a cumplir lo que decía, ¿por qué Zhao Yue había descubierto que todavía había gente vigilando su tienda y intentando meterle serpientes venenosas? Aquello era la prueba de que la concubina no pensaba rendirse. ¡No tenía la menor idea de qué le había dicho su hijo, pero la terquedad de la concubina Zhang De no era ni medio normal!
Tuoba Yu estaba compungido. Se sentía entre la espada y la pared y no sabía cómo explicarse. Su madre pensaba que Li Wei Yang no era apropiada como su primera esposa y por eso le había hecho algo tan horrible.
‒Wei Yang, lo que te ha hecho mi madre no te puede hacer daño, tú eres lista y poderosa-…
Li Wei Yang estalló en carcajadas, sin poder parar.
¿Cómo era lista y fuerte los demás podían conspirar contra ella como les apeteciese?
‒¡¿Entonces, según tú, si no fuese competente, merecería morir?!
Tuoba Yu casi perdió la voz, sabía que todo aquello no podía herir a Wei Yang así que se lo había tomado a la ligera, pero al final había confiado demasiado en la fuerza y la astucia de la muchacha y había ignorado por completo que ella también podía sangrar y hacerse daño y que, por encima de todo, no dejaba de ser una débil mujer. Se arrepintió como nunca momentáneamente. La impresión que tenía de ella le había hecho cometer el error de asumir que la joven podía ocuparse de todo.
‒Wei Yang, ‒ se adelantó involuntariamente. ‒ lo siento, te prometo que-…
‒¡No me prometas nada! Si esto vuelve a pasar, no te garantizo que la concubina Zhang De vaya a seguir sentada en su trono. ‒ Li Wei Yang habló con frialdad. ‒ Soy una piedra suave, pero mi vida es muy dura. Si la concubina quiere matarme, más vale que se prepare para que le rompan la cabeza.
Tuoba Yu la miró.
‒Tienes una lengua viperina, pero sé que eres amable. Si hubieses querido matar a mi madre de verdad no habrías permitido que mi hermana dijese todo eso. Entiendes a mi padre mejor que yo y sabes que la única capaz de hacerle entrar en razón con lo furioso que estaba era mi hermana.
Las únicas palabras que el Emperador estaría dispuesto a escuchar serían las de la princesa Jiu, que era una niña ingenua. Li Wei Yang sabía perfectamente que todo Emperador está en constante sospecha y se había aprovechado de su naturaleza para su plan.
Li Wei Yang le giró la cara. Su rostro estaba perfilado por varias sombras y su voz sonaba tan normal que nadie se percató de lo hastiada que estaba.
‒Lo que he hecho también ha sido por tu propio bien, Su Alteza Qi.
Tuoba Yu la miró sorprendido.
‒Aparentemente, el Emperador ha regañado tu madre, pero en realidad, tu padre es totalmente consciente de que se ha equivocado. Además, cuando se pare a pensar en el asunto, la primera conclusión que sacará de todo esto es que alguien te tiene envidia y que por eso ha conspirado en contra de la benevolente concubina Zhang De. Y, ¿quién crees que te ve como una amenaza y quiere deshacerse de ti?
‒¿Has escogido a Wei Guo Furen a propósito? ‒ Tuoba Yu la miró con incredulidad.
‒Exacto. La hija del hermano de Wei Guo Furen acaba de entrar en el harén del príncipe heredero. ‒ Li Wei Yang habló con una sonrisa. ‒ Mira, Su Majestad creerá que el príncipe heredero tenía la intención de acabar contigo y, desde hoy, le vigilará más. Encima, te tendrá en mayor estima porque te debe lo de tu madre.
Tuoba Yu se la observó. Cada paso y movimiento que hacía era malicioso y aquello le provocó una sensación gélida en su corazón.

El Emperador ordenó que investigasen el asunto a fondo. La criada no tenía nada en su historial. Nunca había interactuado demasiado con nadie de palacio, así que el único motivo por el que alguien la escogería para llevar a cabo un acto como aquel debía ser para acabar con la concubina Zhang De. Sin embargo, los investigadores acabaron descubriendo la verdad y llegando hasta Wei Guo Furen que acabó siendo la principal sospechosa. Cuando fueron a detenerla se la encontraron en su tienda, totalmente vestida y muerta por haber ingerido oro. El marqués de Bo Chang se sorprendió muchísimo y corrió a arrodillarse ante el Emperador en un intento de suavizar el castigo, no obstante, el gobernante decidió ejecutar al resto de su familia.  Li Xiao Ran se enteró poco después y se apresuró a rogarle al monarca que tuviese clemencia, e incluso intentó demostrar que el asunto no tenía nada que ver con el marqués, pero al final, el Emperador le destituyó, le quitó el rango y lo exilió a He Zhou.
Wei Guo Furen había llegado al terreno de caza en un elegante carruaje, sin embargo, ahora la llevaban arrastras sobre una esterilla rota. La apariencia arrogante de Gao Min a lomos de su corcel había desaparecido ahora que su padre cargaba con ella en un pequeño carruaje.
Li Wei Yang contempló la escena desde la lejanía con indiferencia.
‒Qué lástima. ‒ Sun Yan Jun se la había acercado sin que lo notase. ‒ Lo mejor habría sido no participar en esto.
La princesa había tenido un susto con el caballo, Gao Min se había hecho daño, habían conspirado contra la concubina Zhang De y ahora Wei Guo Furen se había suicidado después de tramar algo en contra de la concubina. Todos los acontecimientos estaban estrechamente ligados, pero Sun Yan Jun jamás se habría imaginado que todo tenía que ver con Li Wei Yang.
‒Qué amable eres, ‒ respondió la joven. ‒ pero debe haber sido el destino. Mi tía ya debía saber que acabaría así después de cometer tantos crímenes.
‒Wei Guo Furen no debería haber conspirado contra la concubina. ‒ Sun Yan Jun asintió. ‒ Me he enterado de que Wei Guo Furen tiene una sobrina en la corte del príncipe heredero y de que todo el mundo dice que fue el príncipe heredero quien la obligó a conspirar para que Su Alteza se alejase del séptimo príncipe. ‒ Murmuraba como si temiese que alguien pudiese oírlas.
‒Oh, ¿tú también te crees estos rumores? ‒ Li Wei Yang sonrió con toda tranquilidad.
‒No es un rumor, todo el mundo sabe que el hijo mayor de Wei GUo Furen era el compañero de estudio del príncipe heredero y que perdió la vida por él, y que fue por eso que ella consiguió su título. Además, la primera y la segunda casa del duque Jiang ha tenido cinco hijos, así que al final, han casado a la hija de una concubina con el príncipe porque no tiene mucho estatus. ¿Por qué iba a hacerle daño a la concubina Wei Guo Furen si no fuese por el príncipe heredero? ‒ Sun Yan Jun le explicó el análisis del general Sun a Wei Yang como si nada.
‒¿De verdad? ‒ Li Wei Yang fingió asombro.
‒Deberías estar al tanto, pero no te preocupes. ‒ Sun Yan Jun le profesó su simpatía. ‒ Por suerte, tu padre no ha participado en la lucha por el poder de los príncipes.
¿Qué no había participado? Eso era una fachada. Li Xiao Ran esperaba el momento adecuado para conseguir más beneficio. El único problema era que su sueño había sido convertir a su hija en reina y que aquello ya no entraba dentro de sus planes, por lo que no sabía qué hacer.
‒Se ve que el Emperador lleva unos días intentando tranquilizar a la concubina Zhang De, y también he oído que el séptimo príncipe ha cazado al lobo blanco y que le han recompensado muchísimo… ‒ Sun Yan Jun continuó parloteando mientras que Wei Yang seguía el carruaje del marqués de Bo Chang con la mirada.

La caza terminó. Li Wei Yang rechazó las insistentes invitaciones de Sun Yan Jun con gracia y regresó a la residencia del primer ministro.
Ya en sus aposentos, Li Wei Yang ordenó a todo el mundo que la dejaran sola y es que en soledad no tenía que pretender ser fuerte, podía ser débil sin preocuparse por nada y no valiente.
Tuoba Yu le había dicho que la había creído lo suficientemente fuerte para enfrentarse a todo. ¿Cómo le había respondido? Lo único que recordaba era su ira y enfado. Era su aliado y como tal, le había depositado ciertos sentimientos. Pensaba que podrían ser compañeros y amigos con el mismo objetivo, pero las palabras del príncipe la habían decepcionado.
Era, por supuesto, muy fuerte, pero no lo suficiente como para encargarse de todos los peligros, sobretodo con aquellos que podían ocasionar su muerte. De hecho, era lo que más temía. Cada noche volvía a ese frío palacio desolado, en ocasiones, soñaba con que se arrastraba cual sabandija. Nadie podía comprender un miedo semejante.
Tuoba Yu pensaba que era fuerte y que no le asustaba nada, pero en realidad, era todo lo contrario: tenía miedo y por eso creía que si dejaba la guardia baja, intentarían derrocarla. Por eso eliminaba todo obstáculo costase lo que costase.
Sabía que la flecha atravesaría a Gao Min, pero la invitó de todas formas.
Sabía que Wei Guo Furen haría todo lo que estuviese en su mano para incriminar a la concubina Zhang De, pero le contó quién estaba detrás de todo lo sucedido de todas formas.
Li Wei Yang era una mujer de corazón frío o eso pensaba ella mientras escondía su rostro en la almohada. Olía a hierba fresca y rayos de sol, totalmente diferente al hedor de la sangre y del veneno con el que soñaba.
‒¡Abre la boca!
De repente, escuchó una voz a su vera. Li Wei Yang se sobresaltó, levantó la cabeza y se encontró con Li Min De cogiéndose la mano con una mano y sujetando otra cosa con la otra.
‒¿Qué es eso?
‒Bolas de Lotus. ‒ Respondió Li Min De. ‒ ¿No te gustan?
Li Wei Yang solía comer dulces en el pabellón de jade, pero en esos momentos no tenía mucho apetito.
Li Min De frunció el ceño, tiró las bolas y preguntó:
‒¿Pues qué quieres comer?
‒¡No quiero nada! ‒Li Wei Yang perdía los estribos muy pocas veces.
La joven había ordenado que no dejasen pasar a nadie y, pesé a ello, Zhao Yue había dejado entrar a este muchacho. Era como si Min De hubiese entrado en la habitación sin que se diera cuenta nadie.
Li Min De dejó de hablar y Li Wei Yang abrió los ojos y se lo encontró cabizbajo. No era capaz de ver su expresión, pero notaba su tristeza. La joven, en lugar de creer que al niño le había entristecido ver a su dulce Wei Yang molesta, llegó a la conclusión de que le había contrariado por haber pagado con él su enfado.
‒Oh, no lo he hecho adrede, Min De. No me encuentro bien. ‒ Suspiró, se sentó y le consoló.
Li Min De alzó la vista con los ojos brillantes. Sus expresiones hicieron sentir a la chica que había cometido un pecado imperdonable.
‒Vale, vale. ‒ Li Wei Yang no pudo soportar su expresión inocente. ‒ Perdona.
‒¿Te ha pasado algo malo? ‒ Le preguntó Li Min De.
Li Wei Yang hizo una pausa para reflexionar y contestó.
‒He matado a unos cuantos, estoy un poco disgustada.
‒La ley del más fuerte. Los débiles son las presas de los fuertes, eso es lo que tú me enseñaste. ‒ El joven levantó la cabeza para devolverle la mirada.
Li Wei Yang estaba perpleja, así es como ella actuaba. Si no mataba, la matarían. No perdió el tiempo para ver a Wei Guo Furen llorando a su hija, pero al pensar en su madre…
‒Tienes razón… ‒ Dejó caer la vista.
A Li Min De se le ocurrió algo y contrajo el rostro.
‒¿Te han hecho enfadar? ‒ En cuanto las palabras abandonaron sus labios, se arrepintió.
Probó las aguas extendiendo una mano y, justo cuando iba a levantarle la cara, una lágrima aterrizó sobre su palma de repente. Estaba helada, pero encendió un fuego en el corazón, un dolor penetrante.
Li Wei Yang levantó la cara, no había ni rastro de ninguna lágrima, como si hubiese sido todo una ilusión. Le sonrió al muchacho, que no sabía qué hacer, y empezó:
‒Tú…
Era la única persona en la que podía confiar. Y deseaba que así fuera para siempre.
‒No pienso permitir que nadie te moleste. ‒ Él extendió la mano y le acarició el pelo.
Li Wei Yang sonrió asombrada. En ese momento, creyó que el joven bromeaba, pero poco después descubriría que no era así.


Zhao Nan llegó cabalgando a la residencia de los Li. Entró y se arrodilló delante de su señora.
‒Xiaojie, he fallado.
Li Wei Yang lo estudió con la mirada y le vio la sangre del hombro.
‒¿Tus heridas son muy graves? ‒ Preguntó comprendiendo lo que había ocurrido.
Zhao Nan bajó la cabeza, estaba muy avergonzado y se culpaba.
‒Estoy bien.
‒Ve y ayuda a tu hermano con sus heridas. ‒ Le ordenó a Zhao Yue, que estaba atónita.
Zhao Nan tenía el hombro herido y le habían cortado con una espada larga el pecho.
‒Hermano, ‒ Zhao Yue no daba crédito a lo que estaba viendo. ‒ ¿quién te ha hecho esto?
Zhao Nan sacudió la cabeza. Había estado a punto de traer la cabeza de Li Min Feng, pero por desgracia, un grupo de hombres aparecieron de la nada con un hombre joven a la cabeza. Zhao Nan se consideraba un erudito de las artes marciales, por lo que esas heridas eran increíbles. Los guerreros portaban espadas largas y, al final, se llevaron a Li Min Feng. El joven criado se culpaba.
‒No cabe duda de que eran de la familia Jiang. ‒ Li Wei Yang escuchó la explicación de Zhao Nan y rió.
Li Min De había estado escuchando a su lado.
‒¿La familia Jiang? ‒ Preguntó arqueando las cejas.
¿Por qué Li Wei Yang estaba tan segura de que había sido la familia Jiang? Era extraño.
‒Min De, ‒ Li Wei Yang asintió risueña. ‒ los dos hermanos de Da Furen tienen cinco hijos. ¡Son gente espectacular!
‒Sí que lo había oído, pero… ‒ Li Min De sonrió. ‒ ¿Cómo es que han aparecido por aquí y estaban todos en la frontera?
Li Wei Yang habló tranquilamente.
‒Sí, han dejado su puesto a pesar de que deberían haber estado protegiendo la frontera. Qué lástima que no tengamos pruebas, sino esto podría haber sido motivo de la pena de muerte para todos los Jiangs. ‒ Levantó su taza de té y le dio un sorbito. ‒ ZHao Nan, perder contra los Jiangs no es algo de lo que avergonzarse. Los cinco hijos de los Jiang es lo más importante que tienen, no sus orígenes o su estatus. No me esperaba que se enterasen de las noticias tan rápido, pero ninguno de ellos estaría dispuesto a dejar morir a Li Min Feng, lo que significa que pronto descubrirán lo que he hecho y me vendrán a buscar para ocuparse de todo.


[1] En el texto original, en lugar de: “[…] decidió que cuando ascendiese al trono  satisfaría sus deseos”, pone “decidió que cuando ascendiese al 9-5”. Antiguamente, el número nueve representaba el honor ‒ por ser el más alto de los números “yang” ‒, por otra parte, el cinco significaba armonía y meditación, porque está justo en el medio de los números “yang”. Al juntar ambos números se consigue “un honor armónico” que representa al Emperador.

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2 comentarios

  1. Muchísimas gracias por los 2 capítulos estuvieron muy buenos n_n

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  2. Al final es temor lo que la impulsa

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