Clic, clac, clic, clac

El sonido de los geta.
Charcos, abanicos, seis personas.
Salimos en esa noche de verano.

Tú te pusiste un yukata blanco y decoraciones en el pelo.
Cuando te hablaba
no podía verte muy bien.

En el cielo que estaba tranquilo,
cuando un sólo sonido hizo eco
los pies de la gente empezaron a moverme más deprisa.

Una multitud en el cauce del río.
Bajo el cielo lleno de fuegos artificiales expandiéndose.

Cuando me giro, te miro.

Hay globos de agua, yo-yos y peces para sacar con la pala.
En el camino de estantes que continua,
voces llenas de júbilo gritan.

Un pueblo diferente a lo normal.

Una noche diferente a lo normal.
Sentía como que podía cambiar en cualquier momento.

En la multitud de gente que pasa,
te hablo mientras caminamos al lado del otro

para que la corriente no te arrastre.

En esta noche de fuegos artificiales,

no quiero que esto termine
siendo sólo un recuerdo
de antes que termine el verano.

Una multitud en el cauce del río
bajo el cielo lleno de fuegos artificiales rojos que se expanden.
Cojo tu mano y empiezo a correr.