Capítulo 18: Cubriéndose las espaldas

noviembre 11, 2016

Bai Zhi entró en pánico hasta casi desmayarse al presenciar tal escena. A diferencia de lo que había esperado, unos cuantos minutos antes, Li Wei Yang había subido a la superficie arrastrando a Li Min De fuera del agua. Aunque Li Min De todavía era joven, era un chico y por tanto, a Wei Yang le costó empujarle. Si hubiese aflojado su agarre tan sólo un poco, se le habría caído el muchacho al agua otra vez. Bai Zhi se apresuró a ayudarla. Juntas, las dos arrastraron al niño a la orilla.
Li Wei Yang le tocó el pecho.
-Aún está caliente.
Entonces, empezó a usar todas las técnicas que había visto usar a los aldeanos para salvar a alguien que se ahogase. Primero presionó su pecho dos veces, después, usó la rodilla para hacer presión en su estómago. Un poco después, Li Min De que se había desmayado por asfixia, se dio la vuelta y pudo volver a respirar. Tosió dos veces, escupió agua de su organismo y recuperó la consciencia.
Por fin volvía a respirar. Li Wei Yang suspiró aliviada.
Li Min De se dio la vuelta. Sus ojos eran negros pero, a la vez, claros y brillantes como las estrellas del cielo. Tenía un conjunto de pestañas largas con gotas en ellas. Li Wei Yang se sorprendió al notar que sus rasgos eran más deslumbrantes que el sol. Dios santo, era tan hermoso que era increíble. Sus ojos eran atrayentes y atractivos, aunque no sonriese. Tenía una piel suave de porcelana. Si fuese una chica, en términos de belleza podría competir con Li Zhang Le. Sin decir, que probablemente tendría unos diez años.
Sus ojos cristalinos brillaron y a punto estuvo de decir algo, pero Li Wei Yang le interrumpió. Le tapó la boca.
-¡No grites! ¡Si grites, te abandonaré aquí ahora mismo!
Bai Zhi se estremeció. La voz de Xiaojie sonó como la de un bandido robando las pertenencias de otra persona.
Li Wei Yang notó cuán aturdido parecía Li Min De mientras la miraba. Extendió el brazo y le tocó la cara. Era suave y blanca, como el tofu aguado.
-Soy tu San jie, Li Wei Yang.-Mientras hablaba, le hizo señas a Bai Zhi para que se quitase su falda exterior seca para Min De. Entonces, prosiguió a quitarle la camisa mojada a Li Min De pero, de repente, de su cuello cayó una jade de media luna con un hilo rojo. Sin mirar el collar, Wei Yang se lo volvió a atar al cuello. Entonces, recogió todas sus ropas mojadas juntas.
Li Min De se sentó quieto, mirándola con un par de ojos brillantes.
Li Wei Yang le miró. Realmente, cuánto más le miraba la cara, más hermosa le parecía. Sin embargo, cogió el cuello de su camisa y dijo:
-Vuelve con tu madre y dile que Da furen quería matarte y que yo, tu San jie, te he salvado. ¿Entendido?
Esto pareció una escena de intimidación y amenazas. La voz de Bai Zhi se quedó atrapada en su garganta mirándola con los ojos como platos.
Li Wei Yang miró intensamente a Li Min De. Estaba a punto de abandonarle pero lo que más temía Li Min De, que acababa de pasar por una experiencia cercana a la muerte, era quedarse solo. Extendió sus brazos y le cogió la punta del vestido, entonces, rápidamente, lanzó sus brazos a su alrededor.
-¡San jiejie!
Un sentimiento cálido la envolvió, además de que su voz de debilitó, de repente, se sintió torpe. Un buen rato más tarde, finalmente, respondió al abrazo de Li Min De. Era un niño verdaderamente bueno. Le recordaba, abruptamente, a su hijo Yu li de su vida pasada. Él solía actuar siempre así delante de ella. Cada vez que la veía, corría a su encuentro y se tiraba sobre ella. Sintió un dolor en el pecho. Incapaz de controlarse, le pellizcó la cara a Li Min De antes de acariciarla. Li Min De aún era joven y consentía mucho. Se quedó quieto sentado en el sitio y dejo que esa extraña hermana mayor le tocase hasta deformarle la cara.
Bai Zhi frunció el ceño. Pensaba que xiaojie había olvidado que ese niño sólo tenía diez años, lo que significaba que sólo tenía tres años menos que la misma xiaojie. Pensando en ello, Bai Zhi tosió ruidosamente. Li Wei Yang se sobresaltó y soltó a Li Min De.
Le recordó a Li Min De:
-No te preocupes más por nada. Recuerda, en la próxima hora, no aparecerás delante de nadie. Déjales pensar que ya estás muerto. ¡No debes contarle a nadie a parte de a tu madre lo que ha pasado hoy aquí!-Sus uñas se hundieron en sus hombros y sus ojos ardían con una llama fiera, intimidante. Bajo esa fiera mirada, Li Min De estaba petrificado y estupefacto. Sin darse cuenta, asintió con la cabeza.
Li Min De se fue arrastrando la camisa grande de Bai Zhi. Fue inteligente y tomó un camino que nadie usaba. Al verlo, Li Wei Yang asintió satisfecha. Antes, en el momento más crítico, incluso había hecho ver que se desmayaba para que las mumus pensasen que ya había muerto. En efecto, era un chico listo.
Bai Zhi dio unos pasos. Li Wei Yang lo notó. En la hierba había una grulla muerta. En Da Li, las grullas blancas se consideraban un símbolo de buena suerte. Eran excepcionalmente raras y atesoradas. Ni siquiera la finca del Primer Ministro tenía grullas blancas aún, pero aun así, ahí había una. Una gélida sonrisa se formó en el rostro de Li Wei Yang. Entonces, cavó un hoyo y enterró la grulla.
Cuando todo estaba hecho, un fuerte viento sopló haciendo que Bai Zhi temblase.
-Xiaojie, ¿ahora qué hacemos?
Li Wei Yang reflexionó y dijo:
-Vuelve y tráeme un cambio de ropa, uno que pueda llevar a dieario. Recuerda tener cuidado y no hacer ningún ruido que capté la atención de alguien.
Bai Zhi asintió.
Al ver cómo desaparecía Bai Zhi, Wei Yang se escondió detrás de unas rocas.
El azuelo estaba preparado, obviamente era el momento de usarlo. Sabía que esa gente estaba a punto de llegar.
En ese momento, Da furen y Li Xiao Ran, además de Wu xiaojie, Li Chang Xi se dirigían hacia Nan Yuan.
-Laoye, una grulla blanca, de repente, ha volado hacia la finca, dirección al lago Bibo detrás de Nan Yan. ¡Tienes que venir a echar un vistazo!-Dijo Da furen entre risitas.
Li Xia Ran asintió con la cabeza. Era un símbolo de buena suerte.
Li Chang Xi irradiaba felicidad también, el sólo mero pensamiento de las miserias que le esperaban a Li Wei Yang era suficiente para emocionarla.
A mitad de camino, vieron a Hua Mei corriendo desde el otro lado del camino con una expresión en pánico.
-¿No eres la criada de San Jie? ¿Qué haces aquí?-Gritó Li Chang Xi.
Había una pizca de inquietud e impaciencia en el rostro de Hua Mei. Quería decirle a Da furen que no conseguía encontrar a San xiaojie por ningún lado. Quizás, San xiaojie se había ido a Nan Yuan antes que ella, pero laoye estaba llí y no se atrevió a decir nada.
Li Chang Xi no tenía paciencia y la instó:
-¿Dónde está San jie? ¡Tendrías que estar sirviéndola!
Antes, Hua Mei había corrido a los aposentos de Da furen para darle las noticias pero cuando volvió, no encontró a Li Wei Yang por ningún lado. Estaba asustada y exclamó.
-San xiaojie se ha enterado de la enfermedad de Qi yiniang y quería visitarla. Nubi… Nubi…
El rostro de Li Xiao Ran se oscureció mientras le decía a Da furen:
-Esta niña no sabe cuáles son las reglas. Aunque quisiera ir a verla, tenía que habértelo dicho antes.
Da furen sonrió alegremente como la diosa de la merced.
-La niña ha estado tanto tiempo fuera… Es normal que no sepa cuáles son los protocolos y las normas.
Li Xiao Ran se burló en voz alta. No estaba satisfecho con Li Wei Yang. No sólo había nacido en el mes de la mala suerte, Febrero, sino que además no cuidaba sus acciones y comportamientos. Aunque quisiera visitar a su madre, al menos, debería decirle algo a Da furen. ¡Qué ignorante!
La luna ya había salido y brillaba sobre la procesión de gente debajo de ella.
La interrupción había desalentado a Li Xiao Ran y sus ganas de ver la grulla blanca. Camino lentamente hacia el lago Bibo y miró el agua clara que reflejaba la luna. Allí sólo había hierbas altas, salvajes y ni un solo rastro de grullas blancas. Su expresión empeoró.
-¿No dijisteis que había una grulla?
Hasta Da furen se sorprendió. Había ordenado que pusieran una grulla blanca muerta en ese lugar, pero, ¿cómo podía ser que no veía? A pesar de todo, siguió tranquila y compuesta.
-Quizás es demasiado oscuro y se ha escondido entre las hierbas.
El buen humor de Li Xiao Ran se desplomó todavía más y frunció el ceño. Estaba a punto de darse la vuelta cuando, de repente, una mumu en pánico corrió hacia ellos. Detrás de esta había otras tres o cuatro personas. Cada una de ellas con una linterna en mano.
-¡San shaoye! ¡San shaoye! ¡¿Dónde estás?!
La expresión rígida de Da furen empezó a relajarse mientras intentaba reprimir el sentimiento de felicidad de su interior.
-¿No eres la niñera de Min De? ¿Qué pasa? ¿Por qué le buscáis?
¡A quién le importa si no se podía ver una grulla! ¡Lo importante era Li Min De!

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