Capítulo 54: Despidiéndose

diciembre 29, 2016


Cuando el abrigo de cuero estuvo listo no parecía muy distinto al anterior. Dale les había pedido muchas exigencias y lo habían mejorado, pero el diseño era más o menos el mismo pues no podía cambiarlo, porque aunque diese algo de vergüenza, era más o menos, su marca.
Había visto la boda de su hermano pequeño con tranquilidad y también había cumplido el objetivo por el que había venido, lo que básicamente quería decir que era el momento de volver a Kroix.
Cuando se decidió, de repente, estuvo atareado. Las preparaciones para la vuelta a casa se hicieron rápidamente. Aunque habían partido de Kroix a mediados de primavera, las estaciones ya estaban a punto de cambiar. También tenían su propia vida por lo que, una vez cumplidos sus objetivos, era imposible que no se inquietaran ahí.
-Gracias por enseñarme.-Dijo Latina con la cabeza gacha y respetuosa a Cornelio, pues era el último día que aprendería a su lado.
-Para nada. Ha sido bastante divertido. Después de todo, los que desean aprender influencian a su alrededor.-Cornelio miró a su pequeña estudiante con una expresión tranquila. Tal y como había dicho Dale, era una niña extremadamente inteligente y sabía. Por lo que Cornelio podía ver, parecía que se guardaba diversos asuntos para sí misma, pero mientras pudiese ayudar a sus estudiantes, pensó que no era la gran cosa.
Lo que esa pequeña chiquilla quería de Cornelio era poder entender a Dale. Cornelio no le enseñó a la pequeña “lo que algún día te contará Dale” ni sus habilidades, pero a cambio, le enseñó diversas cosas sobre las raíces de Dale: Tisroh.
Poco después de que Cornelio empezara a educarla, la joven se las apañó para especular la razón de la oposición entre Tisroh y el distrito del señor. Hasta Cornelio se maravilló.
-Si yo fuera el señor, entonces… Creo que pensaría que Tisroh da mucho miedo.
Él le preguntó a la chiquilla muchas preguntas sobre lo que había dicho y se encontró con las respuestas con el rostro lleno de preocupación. No es que hubiese sólo una respuesta correcta, pero había muchas que no parecían pertenecerle a una jovencita. Le hizo sentir que a la niña la había criado alguien que estaba por encima de la gente. Seguramente, era algo relacionado con los secretos de la niñita.
-Sin embargo, creo, que estaría bien que no hubiesen peleas.
-Aunque no quieras luchar, hay veces en las que te atacan. Si eso ocurre, ¿te da igual que te invadan?
-Los del otro bando también son personas, así que no quiero hacerles daño. Pero… quiero proteger a la gente que quiero. No puedo proteger a todo el mundo, pero creo que estaría bien proteger a los que están a mí alrededor y se preocupan por mí.-Tras esa respuesta, se presionó el pecho y dijo.-Después de todo, odiaría que la gente hiciera cosas malas por mi culpa.
Su respuesta no parecía adecuada para una niña de su edad. Sin embargo, no había motivo para interrogarla intencionadamente. Desde hacía tiempo sentía y mantenía en mente el  presentimiento de que había tocado la punta de algo. Esa frase, seguramente le salió del sentido de la obligación con el que esa dulce niña, sin duda, cargaba. Eso es lo que pudo sacar de eso.
-Latina, sabes, quiere ser una adulta amable, como Dale.
-¿Oh, sí?-Cornelio sintió que entendía por qué Dale, su alumno, la colmaba con tanto afecto. Era una hermosa jovencita, no sólo por fuera, sino que también por dentro.
Seguramente no era libre de defectos, no era perfecta, no obstante, la razón por la que fascinaba a los de su entorno era precisamente por esas imperfecciones.
Latina estaba sentada tranquilamente en la habitación de la abuela Wenn cuando, de repente, le pidió que se girase a mirarla.
-Me pregunto si debería darte un regalo antes de que te vayas, Latina.
-¿Mmm?-Respondió Latina mirando a la abuela Wenn.
Apenas quedaba tiempo para que ese entorno tan familiar al que se había acostumbrado dejase de serlo.
-No es extremadamente voluminoso ni nada, así que como regalo está bien. Llama a mi estúpido nieto.
-¿Mmm?
Latina fue a llamar a Dale con la cabeza inclinada con perplejidad, sus pequeños pasitos sonaron por el suelo. Dale estaría haciendo las últimas preparaciones para el viaje.
-¿Qué pasa, vieja? No mimes demasiado a Latina.-Dijo Dale que acababa de entrar en la habitación de la abuela Wenn frunciendo el ceño.
-Mira quién fue a hablar.-La abuela Wenn se lo tomó a risa antes de reajustar su postura en el asiento.
Al ver a su abuela comportarse de forma distinta a la habitual, Dale también formalizó su expresión.
-Como jefa del clan de Tisroh, te concedo tu nombre.
Ambos, Dale y Latina, perdieron el habla al escuchar hablar a la abuela Wenn en un tono tan solemne. No sólo Dale comprendió el significado de que te otorgaran el deber de un nombre en Tisroh, Latina también lo sabía.
-Tisroh siempre aceptará a los que forman parte del clan. Con esto, Latina podrá volver aquí, a Tisroh, cuándo quiera.
-¿Abuelita?
-Incluso cuando yo haya muerto y mi nieto ya no esté, e incluso cuando todos los de aquí hayan cambiado. Aunque nos vayamos de este lugar y nos mudemos a otro lugar, Tisroh mantendrá la importancia de su clan por encima de todo. Puedes volver cuando quieras.-Dale acarició la cabeza de Latina como si estuviese honrado cuando la Wendelgard dijo tal cosa.-Normalmente, no se te otorga un nombre hasta que llegas a la edad adulta. Sin embargo, para entonces, no puedo asegurar de que esté cerca de ti, Latina. Por eso, hasta entonces, toma esto y cuídalo bien, cuando el momento llegue podrás preguntarle a Dale lo que significa.-Continuó y señaló el pecho de Latina con el dedo, dándole un toque.
Otorgar nombres era el deber del líder del clan y precisamente el que te otorgaran un nombre era la prueba de que se llegaba a la edad adulta. Para ese clan, esa era la ceremonia de adultez. En el Tisroh actual, la autoridad estaba reservada sólo a Wendelgard.
Tisroh no prohibía la aceptación al clan de los forasteros. Como un clan de sacerdotes del dios de la prosperidad, poseían un amplio conocimiento, por tanto eran conscientes que arraigarse al linaje durante generaciones, no aportaba beneficios. Para no estancarse demasiado, también era indispensable dar la bienvenida a nuevos linajes por el bien de la prosperidad del clan.
Lo más común era los matrimonios como el de Freeda pero se limitaba a eso. La primera y más importante regla era vivir trayendo orgullo al clan. Cualquiera que aceptase eso sería aceptado. Además, quién se encargaba de asegurarse que los nuevos eran capaces de hacerlo era, de nuevo, una habilidad del jefe del clan.
Prohibir saber el significado de sus nombres no era una costumbre, pero estaba claro que ese nombre se lo había dado por el camino por el que iba a pasar y por su naturaleza, si la niña supiese el significado de su nombre, podría acabar siendo un estorbo para esa jovencita con la habilidad de dejar huella en tantas, tantas formas. Después de todo, ese no era el propósito de las acciones de Wendelgard. Por esa misma razón, la anciana le prohibió a la niña preguntar a Dale. No había pruebas que asegurasen que su nieto no se vería influenciado por el nombre de la niña, estrechando las posibilidades de la pequeña. En su opinión, su nieto seguía siendo joven e ingenuo y todavía tenía que aprender. Cuando Latina se convirtiera en una adulta, aunque viviese de una forma muy distinta a su nombre, no pasaría nada. Lo único necesario era ser capaz de reconocer su rol como miembro del clan. Al menos, Tisroh se convertiría en un lugar de protección para esa niña que incluso su nieto había aceptado en su vida. Seguramente, Tisroh se convertiría en el lugar más seguro al que volver. Aunque no pudiese regresar a su pueblo natal cuando nació, era innegable que la niña crearía un lugar al que pertenecer en una localización nueva.
Aunque su nieto desease eso, no era algo que él, sin ser el jefe del clan, tenía el poder de otorgar. Era su abuela quién lo estaba otorgando. Era un regalo que su abuela le daba al ver que su nieto seguía trayendo orgullo a su clan a pesar de agonizar por su importante deber.
-Si llega el momento en el que no te siga gustando mi estúpido nieto, dímelo, ¿vale? Te encontraré alguien mejor, ¿vale?
-Dale es el mejor.-Dijo Latina con una vocecita ahogada y sonrió.-Gracias a Dale, Latina ha podido conocer a la abuelita. Dale siempre le da muchas, muchas cosas a Latina.
La abuela Wenn rio felizmente como siempre acariciándole la cabeza a Latina, que se había emocionado, con dulzura.
-Latina, cuando crezcas serás una buena chica. Seguro.
-Latina quiere ser, abuelita, como tú.
-¿Eh? Espera, Latina. Repiénsatelo. –Dale entro en pánico absoluto al escuchar las palabras de Latina. Al ver a Dale sacudir la cabeza con todas sus fuerzas, la abuela Wenn chasqueó la lengua sonoramente dejando perpleja a Latina.
-Bueno, pues a comernos el festín de esta noche. Después de todo, será la despedida hasta que Latina vuelva a venir.
-Sí.
Así es como pasaron su último día en Tisroh, sentados alrededor de la mesa de la cena, no con una cara llorosa, sino con una sonrisa.
Cogiendo un montón de regalos, algunos de los cuales no tenían forma, ambos iniciaron su camino de vuelta a Kroix.


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