Capítulo 16

junio 28, 2017

En el taxi, Qi Xiu Yuan no pudo evitar sentirse mal al ver a Xiao Li temblando en el asiento trasero, así que le abrazó.
El taxi todavía estaba en trance por la emoción que acababa de experimentar cuando un joven en calzoncillos había saltado delante del su coche para pararle. En aquel momento su expresión había sido indescriptible y, cada vez que echaba un vistazo a los asientos de atrás de su coche, empeoraba.
Qi Xiu Yuan se acercó a Xiao Li al ver como sus labios se abrían y cerraban lentamente. Entonces, escuchó como escupía unas cuantas palabras. Seguramente temiendo que Qi Xiu Yuan no comprendiese lo que decía, los ojos de Xiao Li rebosaban una ansiedad imposible de ignorar. Entonces, intentó abrir la boca con todas sus fuerzas como si hubiese algo más que quisiera decir, sin embargo, sus ojos se lo dijeron todo a Qi Xiu Yuan.
–No te preocupes. – Dijo Qi Xiu Yuan mientras le cubría suavemente la boca con la mano.  – Haré todo lo que pueda para no cometer errores.
Sacó el móvil y marcó un número.
–¿Quién es? – La voz parecía algo adormilada pero era obvio que se trataba de Han Jia.
–Señor Han, estoy con Xiao Li. – Dijo Qi Xiu Yuan. – Le han tendido una emboscada y está herido. Ahora mismo no puedo hablar, estamos yendo al Tercer hospital. Por favor, si conoces a alguien de ahí, informa.
–¿Quién eres? – La voz de Han Jia estaba totalmente despierta tras escuchar sus palabras.
–Alguien a quien Xiao Li ha ayudado antes.
Qi Xiu Yuan quería colgar pero Xiao Li no dejaba de mirarle ansioso. Comprendiendo el significado detrás de sus ojos, Qi Xiu Yuan suspiró y añadió:
–Le han emboscado en el callejón trasero del Arco del Triunfo y su coche sigue allí. Deberías enviar a alguien a buscarlo.
Sin molestarse en escuchar la respuesta de Han Jia, Qi Xiu Yuan colgó. Cuando volvió a mirar a Xiao Li, pudo comprobar que estaba mucho más tranquilo.
Xiao Li estaba entre sus brazos, con los ojos aliviados. Unas delicadas gotas de sudor se deslizaron por su rostro jovial humedeciéndole las pestañas. Qi Xiu Yuan apartó la vista.
¿Qué clase de broma es esta?
Sólo llevaba ropa interior, esconderse le sería imposible. El conductor no se atrevía a mirar el asiento trasero después de escuchar el contenido de su llamada. Durante todo el viaje no dejó de apretar el pedal de aceleración y, como un rayo, llegaron al Hospital.
Han Jia ya había avisado a alguien que conocía y justo cuando Qi Xiu Yuan estaba ayudando a Xiao Li a levantarse y salir del coche, un puñado de gente le levantaron y lo subieron a una camilla. El mejor cirujano esperaba para curar las heridas de una pelea de la mafia. ¿Quién se iba a imaginar que Xiao Li estaba envenenado? Organizaron las pruebas, llamaron a los expertos en toxicología y, lo más sorprendente de todo, es que incluso se tomaron el tiempo de dejarle un vestido blanco a Qi Xiu Yuan.
Aunque había un grupo de gente moviéndose afanosamente por la unidad de cuidados intensivos, no había desorden ni confusión. Qi Xiu Yuan no podía ayudar así que tuvo que esperar “pacientemente” fuera, pero para su sorpresa, cuando no hacía ni un minuto que estaba allí, el cirujano salió en su busca.
–El paciente ha dicho muchas veces: “haced que se vaya”, ¿se refiere a ti? – preguntó el cirujano.
Qi Xiu Yuan se quedó pasmado, entonces, asintió con la cabeza. Se dio la vuelta con la intención de marcharse pero, repensándoselo, empujó la puerta y entró a la habitación.
Ya habían pasado a Xiao Li a cama. A su lado había dos personas ocupándose de varios instrumentos médicos que nunca había visto. Debajo de la luz que estaba encima de Xiao Li, Qi Xiu Yuan pudo ver con más claridad las manchas de sangre en la camisa que le había prestado a Xiao Li. Un doctor entró con una tijera médica, le cortó la camisa y se encontró con muchas heridas profundas en el cuerpo de Xiao Li.
Qi Xiu Yuan no tuvo fuerzas para mirar las heridas conforme se acercaba a la cama de Xiao Li.
–¿Estás pensando en que no quieres involucrarme en todo esto cuando lleguen tus subordinados?
Al parecer, Xiao Li era incapaz de hablar por lo que lo único que podía hacer era observarle con atención mientras yacía bajo la luz. No obstante, Qi Xiu Yuan sintió que ya le había respondido así que dijo en voz baja.
–Comprendo. Yo… Volveré a venir a verte mañana.
Cuando terminó de decir estas palabras, miró a Xiao Li con una sonrisa amable antes de darse la vuelta y dejar el hospital.

*        *        *        *

Cuando llegó a casa ya era por la mañana. Susu seguía en el comedor, inesperadamente, esperándole. Además parecía que se había quedado dormida de tanto esperar. Qi Xiu Yuan recordó que Xiao Yang había querido hablar con él con respeto al matrimonio. Seguramente, Susu se había quedado en vela ansiosa por conocer la respuesta de su hermano mayor.
Suspiró y se sentó en el sofá acariciando el cabello de su hermana. No podía estar terriblemente preocupado. En aquel silencio inminente por fin pudo reflexionar sobre lo que había ocurrido. Cuánto más lo pensaba, más se asustaba.
Si no hubiese visto la limusina, si hubieran atrapado a Xiao Li, ¿qué habría pasado? Aunque en su cabeza sabía perfectamente que era miembro de la mafia, sólo llegó a comprender del todo lo qué significaba tras haber experimentado el temor de que un grupo le persiguiera.
La violencia, la sangre y la crueldad disgustaban a Qi Xiu Yuan, sin embargo, hasta entonces, Xiao Li tenía un encanto peculiar. Se debatió durante un largo tiempo entre su disgusto y su anhelo interno por Xiao Li. Creía que por fin estaba mentalmente preparado para cualquier cosa, pero hasta unos segundos antes, no se percató que Xiao Li vivía en un mundo atestado de violencia y sangre y que, por tanto, él mismo debía rodearse de tales cosas. Todos estos pensamientos ya no parecían tan lejanos; ya no parecían una simple idea, sino la realidad.  Se convirtieron en una huida precipitada en la que no le había dado tiempo a vestirse; se transformó en los trozos de cristal que estaban enganchados en el cuerpo de Xiao Li, hiriéndole; se convirtió en los terribles temblores; se transformó en todos aquellas personas misteriosas cuyas caras no consiguió vislumbrar a causa de la oscuridad.
Qi Xiu Yuan no podía quedarse quieto, se levantó y anduvo hasta el balcón, entonces, volvió a entrar al comedor. Siguió repitiendo los pasos incapaz de tranquilizar su corazón.
¿Está acostumbrado a encontrarse en situaciones de vida o muerte? ¿Cómo puedes ser tú mismo si vives en la oscuridad?

*        *        *        *

–Li ge, Li ge, despierta… – Alguien le llamaba.
Xiao Li frunció el ceño. Todavía estaba mareado y fatigado, no quería abrir los ojos.
–Xiao Li, Xiao Li. – Era una voz distinta.
–Dejadme a mí. – Volvió a hablar la segunda persona. Entonces, algo frío le cubrió y le limpió el rostro.
Xiao Li se sacudió y abrió los ojos de repente. Un hombre de unos cuarenta años, tal vez algo más, con gafas estaba sentado a su lado frotándole la cara con una toalla húmeda. Cuando el hombre se dio cuenta de que Xiao Li había abierto los ojos, dejó la toalla a un lado y suspiró.
–El doctor ha dicho que estabas despierto, pero no te levantabas. Estaba muy preocupado.
Xiao Li levantó el hombro. Ya podía moverse como siempre y se sentó de inmediato. Inclinó la cabeza con respeto y dijo:
–Qing Ye[1].
–Me alegra que no te haya pasado nada. Cuéntame lo que pasó ayer. – Dijo Li Shi Qing en tono amable.
Xiao Li miró por la ventana. Todavía estaba oscuro por lo que adivinó que Li Shi Qing había ido a verle la misma noche y comprendió que se trataba de un asunto serio. Apartó la vista y se quedó desconcertado al ver a Lin Zi con los ojos rojos detrás de Li Shi Qing. Poco después, narró los acontecimientos pasados con sumo detalle.
Li Shi Qing se quedó callado un momento y entonces, preguntó:
–¿Qué crees?
–Las mujeres nombraron a Wu Tou Gui y a Lao Bing Gui, puede ser que quieran vengarles. – respondió Xiao Li.
–¿Te refieres a Lao Dong? ¿Todavía le quedan fuerzas para vengarse? – preguntó Li Shi Qing.
–Esas mujeres no eran novatas, eran expertas. Si fueran de este territorio las conocería. Mucho me temo que han encontrado a alguien que les financie. – comunicó Xiao Li.
Li Shi Qing no dijo nada más después de aquello, se limitó a asentir con la cabeza. Un rato más tarde, continuó.
–Entonces, será mejor que descanses. Coge tantos días como necesites para ponerte bueno del todo. – Extendió la mano y tocó la cicatriz de la mejilla de Xiao Li. – Sólo podrás devolverme el favor si sigues con vida.
Xiao Li bajó la cabeza y esquivó su dedo.
–Sí, eso haré, Qing Ye.
Li Shi Qing le echó un último vistazo antes de levantarse e irse con dos o tres hombres más. Lin Zi les despidió y entonces, volvió a entrar con lentitud.
–¿Qué ha pasado? – preguntó Xiao Li de inmediato. – ¿Dónde está hong Tou?
Lin Zi, con la mirada apagada, se secó los ojos y conteniendo un sollozo contestó.
–Li ge, Hong Tou está muerto.
Los labios de Xiao Li se apretaron. Rechinó los dientes enfadado y preguntó:
–¿Qué ha pasado?
Entre sollozos, Lin Zi hizo todo lo que pudo.
–Cuando el jefe Han me llamó ayer, me acordé que Hong Tou se había ido contigo al Arco del Triunfo, pero no me cogió las llamadas sin importar lo mucho que le llamara. Temí que le hubiera pasado algo así que me llevé a unos cuantos hombres conmigo y fui a buscarle. Le encontramos en el baño del segundo piso del Arco del Triunfo. Él… Alguien le había cortado la garganta. Estaba en… la basura. Tenía el cuerpo helado… todavía se aferraba a una pistola…
Xiao Li sintió una punzada de dolor en el corazón cuando se dio la vuelta, bajó de la cama y dio unos pocos pasos. Entonces, giró la cabeza y dijo:
–Lao Wang, él…
–No está muerto. Alguien le apuñaló dos veces cuando estaba sentado en el asiento del conductor. Uno de los golpes fue en el cuello… Y en cuanto a las mujeres que envió Qing Ye... Las pararon y las cambiaron cuando iban de camino al Arco del Triunfo. Les pegaron hasta que perdieron el conocimiento y las dejaron tiradas en un coche en la cuneta. Habían dejado una manguera de vapor en el coche, por suerte había una pequeña grieta en el coche, sino habrían muerto por el monóxido de carbono. Li ge… La gente de esa mafia es muy maligna, ni siquiera Lao Dong es tan malo como ellos…
Xiao Li se quedó callado hasta que los sollozos de Lin Zi desaparecieron, entonces, en voz baja preguntó:
–¿Cuándo es el funeral?
–En tres días.
–Como hermanos que somos, nos despediremos de él de una forma brillante.
–Sí, Li ge.
–¿No tenía un abuelo…?
–Falleció el año pasado. Hong Tou pidió la baja.
Xiao Li asintió con la cabeza.
–Puedes ir a prepararlo todo.
Lin Zi se limitó a acceder a ello y a irse de la sala. Xiao Lu se quedó de pie en el mismo sitio durante un buen rato. El sol se iluminó y la luz del sol acabo haciendo brillar su rostro mientras que observaba la oscuridad nocturna, pero en sus ojos sólo existía un abismo oscuro.


[1] “Ye” es otro honorífico como “ge”, en este caso podría traducirse como: “señor”. 

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