Capítulo 40: La tormenta de darle algo a cambio

junio 03, 2017


Zi Yan trabajó día y noche para crear al poco tiempo un monedero bordado exquisitamente que se envió al joven amo de Xiu Zhu Yuan.
Li Wei Yang observaba aunque pretendía no saber nada y no hablaba de ello delante de nadie. Poco tiempo después, dio la excusa que un mero monedero era demasiado poco e hizo enviar un trozo de jade para usar como roca para tinta. Zi Yan no era consciente de ello, y se limitó a dar saltos de alegría por tener otra razón para ver al joven amo.
El festival de primavera llegaría pronto y el humor de los señores mejoraría. Las criadas y las madres estaban todavía más ocupadas con la esperanza de que los señores les regalasen algo.
Aquel día, la criada Luo que servía a Lao Furen personalmente dirigió a la señorita.
-San xiaojie, Lao furen ha dado órdenes de que se abra el almacén y que se traiga todos los buenos materiales que se hayan guardado para que las señoritas se hagan vestidos.
Li Wei Yang sonrió y dijo:
-Todavía me quedan de los que compró Da ge la última vez…
La criada Luo río y contestó:
-Eso era suficiente sólo para dos vestidos, esta vez Lao Furen le va a dar a cada señorita suficiente tela como para hacerse dieciséis. San xiaojie, no hace falta que te niegues, ven y escoge.
Dicho esto, ordenó que les acercaran la caja llena de brocadas y sedas que no se podía ni comparar con las que había traído Li Min Feng.
Li Wei Yang río.
-Tienes buen gusto, ayúdame a escoger. ¿Qué tejido? ¿Qué color me pega?
La criada Luo no se echó para atrás, bajó la cabeza y escogió una de entre tanto color y entonces, río y comentó:
-La piel de xiaojie es blanca, da igual qué color te pongas todos te quedarán bien. Sin embargo, ya casi es año nuevo y habrá mucha gente en la cena. Xiaojie debería ponerse un color más brillante… Y en cuanto a la faldilla interior y exterior, los calcetines y los zapatos… Todo tendría que combinar…
Li Wei Yang la escuchó hablar y asintió.
-Muchísimas gracias.-Dicho esto, giró la cabeza hacia Zi Yan que estaba de pie al lado de la mesa y permitió que acompañase a la salida a Luo; poco después de que se marchasen, Bai Zhi llegó con su informe.
-Xiaojie, Zi Yan ha cambiado el huso que se había preparado para la criada Luo.
Li Wei Yang alzó una ceja.
-¿Oh? ¿Cambiado por qué?
Bai Zhi se inclinó.
-Un puñado de monedas.
Li Wei Yang sonrió en lugar de enfadarse.
-¡Vaya sí que sabe ahorrarme dinero!
La criada Luo era la subordinada  en la que Lao Furen más confiaba y por tanto, no debía ofenderla y por tanto, habían cambiado el huso de plata que Wei Yang había preparado. ¡Con que ese era su motivo! Mo Zhu frunció el ceño y dijo:
-Xiaojie, si se queda sí la criada Luo pensará que eres una tacaña.
Era algo bastante trivial, Zi Yan deliberadamente estaba presentándole su estatus de pobreza a la criada Luo que era muy cercana a Lao Furen. ¡No era sólo para disgustar a la criada Luo!
Li Wei Yang preguntó.
-¿Qué más te han dicho?
Bai Zhi tomó aire y respondió con honestidad.
-Zi Yan ha dicho que xiaojie ha gastado demasiado dinero últimamente, hasta llegar al límite, y espera que la criada Luo pueda pasarlo por alto esta vez.
Li Wei Yang reflexionó durante un instante y una pizca de risa apareció en la comisura de sus labios antes de decir de repente:
-¡Parece que ahora le es totalmente fiel a Da ge!
Bai Zhi y Mo Zhu se miraron entre ellas, con los corazones llenos de incertidumbre. Era innegable que Zi Yan estaba haciendo todo aquello siguiendo las palabras del joven amo, pero ¿por qué iba a hacerle algo así el joven amo? ¿Para hacer que los demás pensaran que Wei Yang era una tacaña? No, no era tan simple. Pero después de pensarlo mucho no se les ocurrió nada más. En ese momento, escucharon como Wei Yang decía:
-Somos ama y criada, si lo que quiere es dormir al lado de mi hermano mayor… ¡Le haré un favor!

*         *        *        *        *

De buena mañana, al día siguiente, Li Wei Yang se levantó una hora más tarde a propósito y entonces, se llevó consigo a Zi Yan y Bai Zhi a mostrarle sus respetos matutinos a Lao Furen. Tras entrar en la sala del té, hizo el té como siempre, después, entró en la casa con Zi Yan dejando a Bai Zhi fuera.
Zi Yan disfrutaba de su momento de fama; no pudo evitar sentirse encantada pensando que podría ver a su joven amo al entrar, Bai Zhi por su parte, suspiró y bajó la vista. La xiaojie ya le había dado a Zi Yan muchas oportunidades e hizo todo lo que pudo para ganarse su lealtad.
Lao Furen estaba sentada hablando con Li Ming Feng en voz baja, Li Zhang Le se había hecho un moño en forma de nube y vestía una chaqueta de satín con un bordado exquisito en la falda, elegante y grácil allí sentada les robaba la atención al resto de señoritas.
Li Wei Yang sonrió y se acercó a saludar a Lao Furen.
-Buenos días, Lao Furen[1].
Lao Furen la miró y con voz risueña le preguntó:
-¿Ya has terminado de copiar las escrituras budistas?
Sonriendo, Li Wei Yang cogió las escrituras de las manos de Zi Yan y dijo:
-Las acabé de copiar anoche y me he dado prisa en traerlas esta mañana.
Lao Furen vio los círculos oscuros que tenía debajo de los ojos, sonrió y le acarició la mano.
-Las escrituras se pueden copiar en cualquier momento, no te quedes despierta toda la noche.
Li Zhang Le escuchó con desdén en sus ojos. Las palabras que creía que vería escritas a regañadientes, estaban escritas con gran esmero; a Wei Yang no se le daba bien la música, ni el ajedrez, ni la caligrafía, ni la pintura o recitar poemas así que no podía conseguir la atención de todo el mundo; por lo que lo único que podía hacer era copiar las escrituras budistas para Lao Furen y solamente Lao Furen aceptaría algo así.
Li Wei Yang sonrió y asintió, se dio la vuelta y le ofreció una taza del té que acababa de preparar. A Lao Furen no le corría prisa por beber, así que la rechazó.
Li Min Feng alzó la vista y la posó en Zi Yan, ésta aprovechando que nadie les prestaba atención, le asintió en silencio. Una sonrisa apareció en los labios de Li Min Feng.
Lao Furen y Li Wei Yang parecían haber llegado a un acuerdo tácito hablando entre ellas, dejando a Da Furen sola a un lado. Li Chang Xi se disgustó al ver aquello y se volvió hacia Li Zhang Le.
-Dajie, he oído que padre se fue ayer y que volverá con un par de pendientes de rubí que cambian de color bajo el sol para ti, ¿no?
Li Zhang Le sonrió y comentó:
-Sí que cambian de color; he oído que es un tributo que ha ofrecido el diplomático Yi.
Los ojos de Li Chang Xi mostraron su envidia, Li Chang Ru resopló y se dio la vuelta. Li Chang Xiao dijo:
-Dajie deberías traerlos a la próxima para que podamos apreciarlos.
Li Chang Le asintió y miró a Wei Yang deliberadamente antes de decir:
-¿No os dieron un brazalete de gemas a vosotras? Ah, sí. Sanmei, ¿qué te ha dado padre?
Li Xiao Ran había olvidado la existencia de Wei Yang por completo, no le había traído ni un montón de hierba de cuando se había ido unos días antes. Li Chang Le sabía esto sin duda pero se lo preguntó a propósito para que Wei Yang perdiese su compostura delante de todo el mundo.
Li Wei Yang sonrió.
-Que padre vuelva sano y salvo es el mejor regalo que podría tener, no pido más.
Da Furen lo escuchó y puso una cara de cariño a pesar de que su corazón estaba lleno de odio.
-¡Wei Yang entiende lo que es la cortesía! ¡Todas vosotras deberíais aprender de ella!
Lao Furen rozó las palabras de las escrituras budistas y dijo con suavidad:
-Exactamente.
La sonrisa del rostro de Da Furen desapareció. Li Wei Yang presenció el comportamiento tranquilo de Min Feng y de repente, dijo:
-Hablando de regalos, ¿Da ge, estás satisfecho con el regalo que te envíe?
Li Min Feng estaba atónito, entonces, con suavidad contestó:
-El monedero es bonito-…
Li Wei Yang parpadeó, dándose la vuelta.
-¿Monedero? ¡Yo no he enviado ningún monedero!
Todo el mundo se sorprendió y la expresión de Zi Yan cambió un poco.


[1] “Buenos días”: en realidad dice: “le deseo felicidad a Lao Furen”, que es un saludo muy formal, pero en español no tiene sentido así que lo he cambiado.

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