Capítulo 25

julio 10, 2017


La villa de Li Shi Qing estaba situada en el área residencial más prominente de la ciudad. Xiao Li estuvo asustado todo el camino de ida y esa sensación de miedo se negaba a abandonarle. Ya había dos coches grandes aparcados en la puerta principal de la villa en la puerta principal.
En cuanto entró para aparcar vio a dos de los hombres de Li Shi Qing, Fan Peng y Liu Zi Cheng, saliendo de los coches. Al verle, ambos le miraron con simpatía. Como Liu Zi Cheng era algo más cercano que el otro se apresuró a decirle:
–Rápido, entra. Qing Ye te espera.
Li Shi Qing estaba sentado en el sofá de la cocina fumando cuando Xiao Li entró con el corazón en suspense.
–Qing Ye. – Xiao Li hizo una reverencia. – Mi hermano -…
Li Shi Qing movió la mano para que Xiao Li callase, suspiró y le indicó que se acercase.
–Antes que nada, siéntate. ¿Qué quieres beber?
Xiao Li seguía algo preocupado ya sentado en el asiento frente al hombre.
–No hace falta. ¿Qué pasa con mi hermano?
Li Shi Qing se quedó en silencio unos minutos antes de proseguir.
–Cuando te emboscaron, dijiste que sospechabas de Luo Dong, ¿verdad?
–Sí.
–Después de lo que me dijiste hice que Zi Cheng investigase ya que tenía que ocuparse de algunos asuntos de por ahí. Y me enteré de algo al poco tiempo. – Hizo una pausa. – Cuando Luo Dong escapó de la provincia vecina, un hombre le adoptó. Ese hombre es Lu Wu Ye.
Xiao Li se quedó atónito un momento, aunque era de un lugar lejano, el nombre de Lu Wu Ye tenía alas que se expandían por todo el río Yangtze.
Las cejas de Li Shi Qing se juntaron mientras continuaba hablando.
–Echamos a Luo Dong pero esta vez tiene a alguien que le respalda. Si quiere recuperar el territorio será un problema para nosotros. Por eso busqué a Sun Ze Yu, así puedo conectar con Lu Wu Ye. Contrario a lo que esperaba, Lu Wu Ye estaba encantado y hasta habló muy bien. Dice que no quiere volver a este lugar con una condición. Una condición para no ponernos en una situación difícil.
Xiao Li preguntó aun sabiendo por instinto qué era.
–¿Qué condición?
–Quiere que os entregue a Han Jia y a ti. – Li Shi Qing hizo una pausa. – Dice que Han Jia mintió a Luo Dong y le vendió a la policía y que tú… Le rompiste una pierna. Dice que al resto les perdonará pero que a vosotros no puede dejaros ir. También ha dejado caer que lo del negocio de Han Jia y los ataques hacia tu persona son todo cosa suya.
Xiao Li preguntó, sin sorprenderse.
–Qing Ye, ¿por qué no nos lo habías dicho?
Li Shi Qing se limitó a echarle una mirada de soslayo.
–No quiero entregaros a ninguno de los dos, así que, ¿para qué decirlo?
Xiao Li bajó la cabeza y dijo débilmente:
–Gracias, Qing Ye.
–No vayas con tanta prisa para agradecerme. – Li Shi Qing volvió a suspirar. – Sois mi mano derecha, si os entregase con tanta facilidad quedaría en evidencia. Pero no tengo ninguna capacidad, estuve hablando con él durante un buen tiempo y ha conseguido muchos tratos provechosos pero nunca me ha dado una respuesta precisa. Hasta esta mañana… He recibido un estuche… – Volvió a suspirar. – Está en la mesa, míralo tú mismo.
Dicho esto, giró la cabeza. Inesperadamente no podía soportar ver la expresión de la cara de Xiao Li.
Xiao Li ya había notado el estuche de la mesa pero le preocupó saber que estaba relacionado con él. Una premonición terrorífica nació en la boca de su estómago y le temblaban las dos manos. Todo lo que podía hacer era mantener a raya el miedo mientras abría el estuche.
Dentro del estuche había una mano cortada desde la muñeca. Estaba pálida por la pérdida de sangre y en el lomo de la mano estaba escrito el nombre de su hermano pequeño con un cuchillo afilado.
Xiao Li echó a un lado el estucho cerrándolo de un golpe y se cogió la cabeza que le palpitaba con dolor antes de rugir. Cuando Li Shi Qing se acercó para abrazarle, pudo sentir cómo temblaba. Le daba pena pero no pudo hacer nada más que decir:
–No te pongas tan triste.
Xiao Li sacudió la cabeza sin decir nada. Poco después, recuperó la calma y la compostura y se debatió para liberarse del abrazo de Li Shi Qing, se levantó y fue a buscar al estuche.
–¿Estás pensando en recuperar a tu hermano? – Preguntó Li Shi Qing observando su figura.
Xiao Li asintió con la cabeza.
–Te he llamado para que lo supieras, no estoy de acuerdo con que hagas eso. – Afirmó Li Shi Qing con firmeza.
Xiao Li se dio la vuelta sorprendido.
–Lu Wu y Luo Dong han enviado la mano de tu hermano así que no me queda de otra que contártelo, pero espero que no tires tu vida por la borda. Tienes que entender que Luo Dong os odia tanto a ti como a Han Jia. No conseguirás que tu hermano salga con vida entregándote tú solo, ¿y crees que Han Jia irá contigo?
Xiao Li no pudo decir nada, simplemente se quedó perplejo y eso incitó a Li Si Qing a continuar su discurso.
–Todavía no se lo he dicho a Han Jia, deberías pensártelo un poco.
La expresión de Xiao Li estaba sellada por pensamientos conflictivos y el dolor. Bajó la cabeza y miró el estuche que adornaba la mano de su hermano pequeño.
Li Shi Qing siguió hablando:
–Además, si vais sólo estaréis tirando vuestras vidas por la borda y las otras mafias del país dirán que por una sola frase de Lu Wu yo envíe a mis mejores hombres a la muerte. ¿No significaría eso que mi presencia pasaría a ser como una brisa de verano?
Un escalofrío le recorrió la columna vertebral a Xiao Li.
–Qing Ye, ¿me estás diciendo que ignore lo de mi hermano?
Li Shi Qing se levantó y le dio una palmadita en el hombro.
–Xiao Li hay cosas que se deben hacer y hay momentos en los que se necesitan sacrificios para ello. ¿Cómo te ha tratado este grupo durante todos estos años? ¿Cómo se ha portado Han Jia contigo? ¿Cómo te he tratado yo, Li Shi Qing? Deberías saber qué importa y qué no importa. Piénsatelo.
Xiao Li se quedó callado antes de enterrar el rostro entre sus manos y decir.
–Qi Ye, ¿no hay nada que pueda hacer…? Dame tiempo. Ahora mismo no puedo pensar…
Li Shi Qing suspiró y le miró.
–Vuelve a verme mañana.
Xiao Li asintió, cogió el estuche y se marchó caminando confuso.
–Xiao Li.
Xiao Li se detuvo.
–No importa cómo quieras vengarte, te ayudaré. Si quieres la vida de Lu Wu, te ayudaré a conseguirla.
Xiao Li salió por la puerta sin molestarse en responder. Dejó el estuche en el asiento del pasajero de delante y se sentó durante un buen rato con un torrente de pensamientos.
Pensamientos sobre cuando su hermano era un crío y se escondía detrás de él con una carita adorable; pensamientos sobre las promesas que le hizo a su madre de proteger y cuidarle; pensamientos sobre cómo su hermano le odiaba cada día más y cómo era imponente; pensamientos sobre lo feliz que era su hermano cuando estaba con su novia. Todo este tipo de pensamientos le inundaban la cabeza mientras conducía hacia Jin Ting, pero no podía implicar a Han Jia.
Han Jia era un amigo que había estado en las buenas y en las malas con él. Siempre le había acompañado y permanecido a su lado durante los años más sangrientos de su vida. Conocían el pasado del otro y la grandeza de la alegría que poseían hoy en día. No tenía el derecho a pedirle a Han Jia que abandonase su futuro por el bien de su hermano.
Xiao Li pisó el freno cuando estaba a punto de llegar a Jin Ting y cambió de dirección. No quería volver a la mansión fría y solitaria a la que llamaba: “mi casa”. No quería ver a sus lacayos que le llamaban “Li ge”, le adoraban y que darían su vida por él. No quería ir a ningún lugar de libertinaje y corrupción.
Conduciendo por todas las esquinas de la ciudad, de repente pensó en que no importaba lo grande que fuera el mundo, en realidad no había ningún lugar al que volver. No pertenecía a ningún sitio.


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