Capítulo 5

septiembre 07, 2017

En estos momentos ignoro que, cerca de la ventana del despacho del director, el director me mira mientras habla por teléfono. Abandonamos la escuela como dos fantasmas, en una nube de comentarios y él, entonces, dice algo a la persona al otro lado de la línea.
–Sí, por aquí está todo tranquilo. Ya ha roto con su novia. Ahora hay un chiquillo al lado de Fang YuSheng.
–Sí, sí. Ya le he preguntado, parece que es un enfermo mental, así que seguramente le está tratando. El otro día pegó a una profesora porque sí. No está nada bien de la cabeza… Vale, vale. No se lo pondré difícil, estese tranquilo, presidente.
El director se sienta en su asiento giratorio y reflexiona sobre lo mucho que se preocupa el presidente por ese “hijo” suyo.
Al otro lado de la línea, cuando acaba la llamada en Kowloon, Hong Kong, un hombre de unos treinta y siete o treinta y ocho años, se seca la cabeza y sonríe mientras contempla la factura de la mesa. La factura es un historial extremadamente detallado de cada gasto de la cuenta del banco de la ciudad Liu. El hombre se sienta en el sofá ocioso. No parece estar en las puertas de los cuarenta, rebosa astucia y no hay ni rastro de malicia en su rostro. Parece alguien con una posición de control total. Lo que es cierto, en Kowloon es un pez gordo de los negocios.
Se apoya en el sofá y se frota los ojos y las cejas.
–Con que nuestro jefazo, ShangFan, que lo controla todo también tiene dolores de cabeza por cosas.
Una mujer vestida con un vestido largo violeta sale de una habitación extravagante, totalmente seductora y con los ojos rojos. Se acerca caminando despacito al hombre y descansa una mano con las uñas pintadas de rojo sobre el hombro del hombre. Repasa su hombro con la punta de los dedos antes de darse la vuelta para mirar el pecho de él.
ShangFan frunce el ceño y se apoya a un lado, esquivando la mano de la mujer. Recoge la factura y hojea como si nada.
–Ya sabes que no estoy interesado en mujeres. –Le dice como si nada a la mujer que intenta seducirle.
–Vaya, los homosexuales son tan…
Las afiladas cejas del hombre se crispan y mira a la mujer.
–Siguen siendo mejores que una mujer que vende a su hijo por dinero.
La mujer se acaricia la manicura que le ha hecho una de las mejores esteticienes y añade:
–Ni siquiera es mi hijo de verdad.
–No me importa, cuando consiga su tutoría, te vas.
La cara de la mujer se queda de piedra, quiere instalarse en esa mansión.
–¿Por qué eres tan cruel?
El hombre mueve la cabeza para mirarla, con los ojos iluminados.
–Porque soy gay.
–¿Qué tiene de bueno ese asqueroso mocoso? – replica ella desdeñosa.
El hombre suelta una risita, sus ojos pierden un poco de hostilidad y recuperan algo de su ternura habitual.
–La conexión entre él y yo es mucho más profunda de lo que crees.
–¿Os conocéis de antes? –Por fin la mirada de ella abandona sus uñas.
–¿Cómo puede ser? Me enamoré de él a primera vista, y aun así, la que está aquí eres tú: una mujer bellísima. ¿Por qué sigues arrastrando a un niño de otro matrimonio?
La mujer se echa el pelo para atrás y le contesta.
–Sólo le adopté porque el ricachón al que me enganché no podía tener hijos.
–Oh, ¿y dónde está ese ricachón ahora?
La mujer suspira.
–Nos abandonó a Fang YuSheng y a mí para heredar los bienes de su familia y casarse con una mujer rica.
–No es sorprendente que, aunque YuSheng sea tan grande, su madre siga siendo tan joven. – El hombre mueve las hojas.
–¿Quién va a querer adoptar a un niñato que necesita a su madre hasta para cagar?
–Por eso odio a las mujeres.
–Si se enteran de esto, no puedo ni imaginarme cuántos corazones vas a romper.
El hombre ríe.
–Eso no tiene nada que ver conmigo.
–Da igual, me voy. Ocúpate tú de lo de ser tutor legal. Mientras el dinero me llegue a la cuenta del banco, me da igual. Ese niño es todo tuyo. – La mujer le guiña el ojo y se marcha con sus tacones puestos.
El hombre del sofá echa un último vistazo a la mujer que desaparece por la puerta y lanza los papeles que tiene en la mano sobre la mesa. Descansa el cuerpo contra el sofá, exclamando:
–¡Todo el mundo dice que, de tal palo, tal astilla! ¿Por qué YunSheng se parece tanto a ti que le reconocí a primera vista? ¿No te parece cosa del destino, Fu LaoShi[1]?
ShangFan mira las fotografías que hay a la izquierda del televisor, sólo hay una de la graduación de la universidad. A pesar del tiempo transcurrido, el papel no es amarillento, hecho que prueba lo mucho que su dueño atesora la foto.


[1] LaoShi () significa: “profesor” y, al igual que con “sensei” en japonés, la gente lo añade como una partícula después del apellido. 

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