Capítulo 15

octubre 01, 2017

En Kowloon, Hong Kong, ShangFan está de pie delante de la ventana de estilo francés. Los nudillos que sujetan su móvil van perdiendo color. Sus cejas siguen rígidas y apuntando arriba, pero no consigue ocultar su descontento.
–¡¿Qué?! ¡¿Hace tres días que no va a la escuela?!
La voz al otro lado del teléfono responde:
–Sí, hace unos días envió un mensaje diciendo que no se encontraba bien y que quería descansar.
–¿Y…?
Los dedos de ShangFan presionan la superficie limpia y brillante del cristal mientras espera su respuesta.
–Y desde entonces nadie me coge el teléfono cuando le llamo. Creo que es un poco raro y por eso le informo.
El entrecejo de ShangFan se crispa y exclama en voz grave.
–Oh. – entonces, añade. – ¿Le notaste algo raro el último día que fue a la escuela?
Hay una breve pausa al otro lado, el tono es claramente nervioso.
–Sí, creo que sí, un muchacho le cogía en brazos…
–¿Qué muchacho?
–Del que ya le había hablado…
ShangFan se aparta de la ventana francesa y camina, lentamente, hasta el marco de la foto que hay junto a la televisión.
–Dices que se lo llevó en brazos…
–Bueno, no lo vi del todo bien, así que…
ShangFan coge la foto y frunce el ceño.
–¡¿Qué quieres decir con que no lo viste bien?!
–Es que salió envuelto en sábanas… – la voz al otro lado del teléfono tiembla.
–Pasa algo así y no me lo dices hasta ahora. Parece que has estado demasiado tiempo viviendo una buena vida y se te ha olvidado lo que deberías recordar, ¿eh?
–Señor, he sido estúpido, como me envió un mensaje diciéndome que se encontraba mal, por eso… No me imaginé que no vendría al colegio.
La punta de los dedos de ShangFan siguen sobre la persona en la foto.
–¿Se trata de ese muchacho, el enfermo mental?
–No he conseguido encontrar su identidad, señor.
–¡Inútil! – ShangFan cuelga.
Recoge la foto y el rostro del hombre se enternece.
–Ya escapaste de mí una vez, no dejaré que vuelva a ocurrir.
ShangFan deposita la fotografía en su sitio con cuidado y enciende un cigarro. Raramente fuma, en general, sólo se acuerda de fumar cuando piensa en la persona de la foto. A pesar de que esa persona se oponía a que fumase.
ShangFan vuelve a la ventana, su sonrisa no se puede considerar amable.
–En brazos y envuelto en sábanas, ¿te has peleado con ese enfermo mental? ¿Eh?
Al principio, cuando drogó a Fang YunSheng y le violó, fue particularmente duro para hacerle daño. El único motivo por el que quiso hacerle daño fue para que temiese tener cualquier relación con hombres. Lo mejor era que le tuviera miedo a los hombres en general.
Ahora que piensa en ello, los resultados no parecen haber sido nada satisfactorios.
Tiene demasiados asuntos personales de los que ocuparse en Hong Kong, en aquel entonces no le quedó de otra y no querría haberse traído a Fang YunSheng a este lugar.
Tiene que asegurarse de que todo es perfecto y permanece oculto. Cuando lo tenga todo bajo control, tomará cartas sobre el asunto. Este es su estilo de hacer las cosas porque, a menudo, un simple error puede ser un desastre.
ShangFang le da una calada a su cigarro y siente como el humo invade sus fosas nasales, abriéndose camino a sus pulmones antes de expandirse por el resto de su cuerpo.
Tanto cuerpo como alma se relajan.
A veces, el tacabo es bueno.
Recuerda aquella noche, aquella noche en la que tomó por la fuerza a Fang YunSheng.
Incluso en estos momentos recuerdo lo mucho que se parecen sus ojos a los de esa persona, y el miedo con el que le miraron. Sin embargo, su cuerpo no pudo moverse. Esa expresión de cuando pretendía parecer tranquilo a pesar de estar tan claramente alarmado y a punto de llorar es hechizante.
Cuando entró en él, su incredulidad, dolor, temblores y alaridos fueron un gozo.
Para cuando llegó la medianoche, su exquisita cara sólo se puede describir como miserable. Le caía saliva de la esquina de los labios, demasiados cansados como para respirar. Bajo la luz parecía particularmente atrayente. Al final, hasta en ese estado, continuaba maldiciéndole.
Maldiciones de una bestia en celo, hijo de puta. Al principio los decía con convicción, pero, hacia el final, parecía que intentaba seducirle con su tono de voz.
Fang YunSheng no lo sabe, pero es muy bello, sobretodo en la cama.
Ese par de ojos negros que relucen, junto con su extremadamente pelo suave y negro como un gato a mitad de la noche. Extremidades suaves, una figura definida y delgada; ni demasiado robusta, ni demasiado flaca. Es vago como él solo, pero es como un lobo orgulloso y los animales como los lobos saben morder a la gente.
Los labios de ShangFan se curvan en una sonrisa mientras retuerce el cigarro ociosamente.
¿Quién se iba a imaginar que después de drogarle, el chiquillo que no podía moverse se le aferraría a la ropa de repente, y le mordería violentamente el hombro, negándose a soltarse? Qué obstinado.
Por desgracia, esa terquedad es inútil. ¿Al final, no le soltó? Con sólo movimiento. Además, al final, fue él quien acabó saliendo herido.
ShangFan no puede evitar reír llegado a este punto, saca el móvil y marca un número.
–Hola, soy yo. Ayúdame a descubrir quién es el enfermo mental que está al lado de Fang YunSheng. Quiero la información más detallada.
En cuanto deja el móvil, el teléfono de la habitación empieza a sonar. Es una réplica de un teléfono antiguo, con ese toque clásico que queda particularmente bien con el resto de la habitación.
ShangFan responde y no puede seguir conteniendo la sonrisa de su cara.
–Muy bien, han transferido la tutoría. Sí, tráeme el certificado.

Al colgar, el hombre reflexiona sobre si debería, o no, cambiar sus planes e ir a la ciudad Liu a ver a su “hijo”. 

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