Capítulo 43

noviembre 16, 2017

–¿No puede tener la libertad condicional por una investigación? – repitió Li Shi Qing con frialdad.
–El análisis de orina ha determinado que Xiao Li no se droga, pero queda la sospecha de que puede ser que fuera él quien la vendía. – dijo Wang Wen, un abogado muy experimentado que llevaba trabajando para la mafia desde hacía tiempo.
–¿Ya le has visto?
–El señor Zhou, nuestro otro abogado, se ha reunido con él esta mañana. – Respondió Wang Wen Si mientras se subía las gafas. Entonces, le echó un vistazo a Li Shi Qing. – Desde hace dos años, las provincias vecinas se han vuelto muy estrictas con el tráfico de drogas. Las autoridades hacen lo que sea para llegar al meollo del asunto e intentan capturar a todos los camellos y traficantes de una sentada. Los días que le esperan a Xiao Li no parecen muy buenos.
–¿Qué ha dicho?  – Bufó Li Shi Qing.
–Dice que se lo dio Lin Yong y que no tuvo suficiente tiempo como para ocuparse de ello como debía, pero que pensó que no sería un problema. ¿Quién se hubiese imaginado que mientras iba por la autopista, se le arrastraría y le interrogarían? – Wang Wen Si hizo una pausa antes de seguir. – Pero en el interrogatorio ha insistido que compró la droga en esa provincia, no aquí. Aparte de eso, no tiene ni idea de qué está pasando. Le han interrogado hasta agotarlo.
Wang Wen, viendo que Li Shi Qing no decía nada, miró a Yan Ming, que estaba a un lado.
–Si tomase medidas legales, podría conseguir que sólo tuviese que estar tres años, o menos, en la cárcel. Pero las posibilidades de salir de rositas con crímenes relacionados con la droga son casi nulas.
Cuando terminó de hablar, miró a Li Shi Qing cuyo silencio le hacía parecer débil.
–Haré todo lo que pueda. Además, Qing Ye, usted tiene un poder tremendo en esta región, y el karma también está de su parte, así que no creo que haya un gran problema, aunque no tomemos medidas legales.
Li Shi Qing asintió.
–Lo sé. Cuento contigo para esto. Yan Ming, acompaña al señor Wang a la salida.
Cuando Yan Ming volvió, encontró a Li Shi Qing al lado de las ventanas con el ceño fruncido, como si estuviese perdido en sus pensamientos.
–Tío, Lin Zi está arrodillado afuera. ¿Qué hago?
–No tiene nada que ver con él. – Dijo Li Shi Qing con frialdad. – Es obra de la estupidez del propio Xiao Li.
La mueca de Yang Ming se convirtió en risa.
–¡Oh! Te has dado cuenta.
Salió y le dijo a Lin Zi que no hacía falta que siguiera arrodillándose allí, que podía volver a casa. Pero Lin Zi no se atrevió a levantarse, pues pensaba que había cometido un error horrible, y continuó en el suelo. Yan Ming se rió de su apariencia tímida, carente de determinación, dura y en forma, y le dio una patada. Hecho aquello, volvió a la habitación.
Li Shi Qing permaneció en la misma posición. Yan Ming, percatándose de ello, se acercó al sofá y se inclinó en él.
–Le he subestimado. El muy bastardo ha traído a Han Jia y ha hecho que su hermano se fuera, no tiene nada de qué preocuparse. Ahora puede empezar a derribar y destruir todos los puentes que ha cruzado para llegar tan lejos. Las drogas, el territorio bajo el control de Lu Wu… Tío, dime, ¿cuánto tiempo crees que lleva planeándolo?
Li Shi Qing se dio la vuelta y le echó una mirada, aún algo sumido en sus pensamientos. Un rato después, por fin habló sin expresión alguna en su rostro.
–Pensé que aprovecharía que su hermano estaba en otro país para dejar la banda.
–Pero no lo hizo. – Yan Ming parecía comprender lo que trataba de decir mientras reía de buena gana. – ¿O sea que todavía crees que tienes una oportunidad? ¿Crees que no podrá escapar de ti?
Cuando Li Shi Qing fue a sentarse en el sofá que tenía delante, la sonrisa de Yan Ming desapareció y se sentó en una posición rígida.
–Pensaba que se quedaría en la banda hasta que él o yo muriésemos. – Li Shi Qing murmuraba para sí, como si algo fuera difícil o se estuviese quejando. Entonces, frunció todavía más el ceño. – ¿Qué ha pasado? ¿Por qué iba a…?
–Tío, no te soporto. – Yan Ming resopló con desdén. – ¿Bajarías las manos si se quedase en la banda hasta que murieras? Como siempre le has mimado y no has querido obligarle a nada, se ha vuelto indisciplinado y se ha salido de control. ¿Cómo están las cosas? ¡Ahora hasta tiene las agallas de jugar contigo! Yo creo que quiere usar este par de años en la cárcel para compensar sus acciones pasadas. – Se inclinó y sonrió maliciosamente. – Su plan es razonable. Tío, este año cumples los cuarenta. Estoy seguro que, Xiao Li piensa que cuando salga, no podrás usar tu “amiguito” de allí abajo.
La fría mirada de Li Shi Qing repasó a Yan Ming en cuanto terminó de hablar, haciéndole sentir una sensación inquieta como si una ráfaga de viento le envolviese de los pies a la cabeza.
A Yan Ming, que se había quedado callado y había vuelto a su posición formal, viendo que LI Shi Qing seguía sin hablar, le fue imposible soportar semejante ambiente pesado.
–Tío, ahora mismo sólo tienes tres opciones.
Li Shi Qing levantó la mirada.
–Dime.
–La primera es matarle. Aunque la provincia vecina sea el territorio de Lu Wu, en realidad, es bastante fácil contratar o enviar a alguien para que le mate. A Lu Wu no le importará porque es un asunto interno de la mafia. – La esquina de los labios de Yan Ming se tiró para atrás, formando una sonrisa. – Cuánta menos gente sepa de esto, mejor. Así que, dejarme ir a mí es la mejor opción. – Un rayó helado le cruzó la mirada a Li Shi Qing: estaba considerando esa opción. – La segunda es dejarle ir y olvidarle. – Yan Ming se apoyó en el respaldo del sofá. – Tío, no eres lo suficientemente despiadado como para ser cruel siempre. No tienes lo que hay que tener para matarle, ni tocarle. Xiao Li también ha contribuido mucho con nosotros durante todos estos años. Te lo puedes tomar como que has perdido la cabeza y has hecho una buena acción. O, también te lo puedes tomar como que le has dado una paga muy alta y haces ver que no le conoces.
–¿Y la tercera? – Li Shi Qing le disparó una mirada.
–La tercera es mi favorita. – Dijo Yan Ming, frotándose la mejilla mientras sonreía sutilmente. – Puedes tentar a la suerte e ir a buscar a Lu Wu. De todas formas, no es la primera vez que le ruegas. Consigue que Xiao Li vuelva de esa provincia. Rómpele las piernas y los brazos, y enciérrale en tu habitación. Así podrás jugar con él todo lo que quieras, todo el tiempo que quieras, y si quieres que sea más placentero, el hijo de tu hermana aquí presente todavía tiene unas cuántas drogas-…
–¿Qué acabas de decir? – Li Shi Qing le interrumpió.
–Eh, que podrás jugar con él todo lo que quieras.
–Lo de Lu Wu.
Yan Ming reflexionó unos instantes.
–He dicho que puedes tentar a la suerte e ir a buscar a Lu Wu. Que tampoco es la primera vez que te sometes a él.
Li Shi Qing frunció el ceño otra vez, antes de murmurarse algo en voz baja para él. Entonces, llamó a uno de sus subordinados y le ordenó que preparase un coche y una enorme suma de dinero.
–Tío, tú…
Sin aviso previo, Li Shi Qing se levantó y le echó otro vistazo a Yan Ming.
–Ayúdame a quedar con el primer ministro Sun. Usaremos su reputación para contactar con Lu Wu.
Sun Ze Yu había trabajado en el ministerio de seguridad pública de una provincia cercana. En aquel entonces, siempre colaboró con Lu Wu hasta que le ascendieron a primer ministro. Lu Wu jamás olvidó a su viejo amigo y benefactor, y solía hacerle visitas para expresar su gratitud además de para continuar su conexión.
Li Shi Qing siempre había admirado a Sun Ze Yu por haberse ocupado de Lu Wu él solo. Sun Ze Yu era un experto en buscar a Li Shi Qing para jugar juegos burocráticos. Sin embargo, esa vez cuando Yan Ming llamó para quedar, se regocijó.
–A las seis y media en Jin Ting, ¿no? Vale. – Contestó Sun Ze Yu. – No, no, no hace falta. Tengo chófer. – Colgó y dejó el móvil.
Cogió la taza de té y le pegó un sorbo antes de hablarle a la persona que tenía delante con frialdad.
–Un hombre que nunca está satisfecho, es como una serpiente intentando comerse un elefante. Profesor Qi, no hace falta que te explique el significado de esto, ¿no?
Estaban en la cafetería más cara de la ciudad. El interior estaba adornado con un decoro elegante que transmitía una sensación antigua. Qué lástima que le humor de los dos clientes lo estuvieran arruinando.
El tenebroso e irascible Sun Ze Yu, se negaba a hablar, y Qi Xiu Yuan, sentado ante él, parecía enfermo.
–Primer ministro Sun, te vas a jubilar pronto, ¿no?  – En el tono de Qi Xiu Yuan había un toque de frialdad mortal. – Si no te aferras a tu integridad, ¿no temes que la gente te ridiculice y eso te lleve a vivir una vida mísera y espantosa en tu vejez?
Sun Ze Yu le echó un vistazo y se rió.
–Bueno, vale, vale. Quieres chantajearme como siempre. Sólo me quedan dos años para eso. Dime, ¿qué quieres esta vez?
–Busco la felicidad. – Qi Xiu Yuan sonrió sutilmente. – Xiao Li, en la facción de la mafia de esta ciudad. ¿Has oído hablar de él?
–Es el líder de la región este. Claro que sé quién es. – Respondió Sun Ze Yu.
Qi Xiu Yuan bajó la vista a su taza y habló con lentitud:
–Hace poco le arrestaron en una provincia vecina. Creo que puedes sacarle de ahí sin que le hagan daño.
Sun Ze Yu habló consigo mismo, entonces, habló.
–No es muy difícil de conseguir.
–Cuando salga, quiere salir de la mafia. Si te presentas y hablas con Li Shi Qing en persona, eso tampoco sería muy difícil de conseguir, ¿no?
La voz de Sun Ze Yu se tornó gélida de nuevo.
–Profesor Qi, tus exigencias son un poco excesivas, ¿Eh? El conejo está nervioso, pero sigue queriendo morder a alguien. Además, ¿me ves cómo alguien de quien se puedan aprovechar o asesinar?  – Sorbió más té y continuó hablando tranquilamente. – Salir de la cárcel o de la mafia, sólo puedo conseguir una. Escoge.
Qi Xiu Yuan alzó la cabeza al escucharle. La expresión seria y terrible de sus ojos se enfrentó a los suyos. No esquivó la frialdad que le abrumaba, en lugar de eso, sonrió y casi rió.
–¿“A las seis y medio en Jin Ting”? Li Shi Qing quiere quedar contigo, ¿verdad?
Sun Ze Yu se quedó atónito momentáneamente.
–Li Shi Qing también quiere que saques a Xiao Li de la cárcel. – Continuó. – Se presentará ante ti con una grandiosa suma de dinero. Primer ministro Sun, eres un oficial del gobierno, si aceptas el dinero, tendrás que ocuparte de cosas para él, así que… – Qi Xiu Yuan también le dio un sorbo a su té. – Para soltar a Xiao Li, tendrás que usar tu reputación, no la mía. Aprovecha la oportunidad y quítale a Xiao Li. Por una parte, no le debes ningún favor, y por otra, tu secreto seguirá bien guardado. ¿Qué te parece?
Sun Ze Yu le miró en silencio un buen rato antes de reír con falsedad.
–Profesor Qi, no lo entiendo. ¿Por qué te estás haciendo amiguito de una mafia, en lugar de estar dando clases en el colegio? Hace unos días me pediste que salvase a Han Jia, y ahora quieres que salve a su amante. Que sean inseparables no tiene nada que ver contigo.
–No te incumbe. – Qi Xiu Yuan frunció el ceño, su mirada era afilada y exigente. – Con que recuerdes que tienes que conseguir que Li Shi Qing deje a Xiao Li, ya vale.
Sun Ze Yu resopló con una actitud de no estar prestándole atención.
–Entonces, será mejor que vigiles lo que tienes entre manos. No olvides que sé dónde está tu casa.
Qi Xiu Yuan se levantó de repente, no quería quedarse ni un segundo más allí.
–Si puedes, ven a por ello.
Pero antes de que se pudiera levantar, una mano se apoyó en su hombro. Sun Ze Yu solía ser un miembro de la policía criminal, por lo que la fuerza tremenda que utilizó imposibilitó a Qi Xiu Yuan de levantarse. Al mismo tiempo, entrecerró los ojos, escudriñándole.
–No te pareces ni a tu padre, ni a tu madre. – Dijo haciendo una pausa entre cada palabra con desdén. – ¿Cómo puede ser que Qi Feng y A Dan tuvieran un hijo como tú?
Qi Xiu Yuan sintió como le temblaba el cuerpo. Apartó la mano de Sun Ze Yu con la sonrisa más despreciable que pudo conseguir. Entonces, contratacó al hombre que tenía delante con un tono desdeñoso.
–¿Tienes las agallas de mencionar esos nombres? – Su mirada cruel llenó el aire antes de reír con frialdad. – Asesino.
Al principio, Qi Xiu Yuan había intentado tranquilizarse mientras salía, pero a mitad de camino, se dirigió al baño, incapaz de tolerar las náuseas. Se aferró a la pica entre arcadas.
Qué asco, has hablado con ese asesino. Qué asco, has tenido que relacionarte con él. Qué asco, has tenido que escuchar el nombre de tus padres con su voz mientras te ridiculizaba. Qué asco, has tenido que chantajearle. Sí… Eso es, ¿no eres el más asqueroso de todos? ¿No eres tú quien está usando el secreto de tus padres para amenazar y matar indirectamente a su asesino? ¿No eres tú quien está usando lo que siempre ha estado evitando para su propio beneficio? ¿No eres tú quien está usando la dignidad de sus difuntos padres para luchar por tu propia felicidad? Tú eres el que permite que esa persona despreciable te menosprecie con la mirada… Tú eres el que está ridiculizando a tus padres… Qué asco. ¡Qi Xiu Yuan, das mucho asco!
El dolor que consumía su corazón y estómago le atacaba sin parar mientras Qi Xiu Yuan se aguantaba en la pared y se inclinaba sobre la pica del baño.
Xiao Li, Xiao Li…
Parecía que la única forma de aliviar su desesperación era repetir su nombre en silencio.
Xiao Li, sólo quiero protegerte. Soy impotente y asqueroso… Sólo quiero protegerte... ¿Tú también has hecho algo así? ¿Tú también has hecho algo tan asqueroso como esto mientras te odias? ¿Tú también has sufrido tanto dolor? Entonces, tú… No me odiarás, ¿no?
Qi Xiu Yuan jadeó en busca de aire con esos pensamientos meciéndose en su mente. Se reincorporó, abrió el grifo y se echó agua fría en la cara. Sus emociones se habían intensificado tantísimo que necesitaba tranquilizarse para no explotar.
Jamás se había sentido tan cerca de Xiao Li y tan lejos al siguiente momento.

Cuando se calmó, se aseó y salió. Su temperamento había cambiado. Inconscientemente, una rigidez fría y apática le había superado. Había visto lo mismo en Xiao Li: un hombre abandonado sus propios valores. Abandonándolo todo. 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images