Capítulo 94: Subiendo de punto

marzo 31, 2018


Zhang Le estuvo encerrada y aislada hasta que terminó el funeral de Da Furen. La bellísima joven se había hecho la idea de que así seguiría el resto de su vida hasta que, cierta noche, la escoltaron hasta el patio He Xiang.
Luo Furen estaba allí de pie acompañada de la criada Luo y otras cuatro sirvientas de aire solemne que no había visto jamás.
Lao Furen estudió a su nieta sin dulzura, sólo cierto desprecio. El salón sólo estaba iluminada por una lámpara de aceite y, antes de que Zhang Le pudiese abrir la boca para preguntar, las criadas la obligaron a arrodillarse en el frío suelo.
‒¿Cómo has tenido el descaro de tener relaciones ilícitas con un hombre, Zhang Le? ‒ La anciana que siempre había parecido sumamente amable era irreconocible.
‒Lao Furen, ‒ Zhang Le perdió todo el color de su carita. ‒ ¡no te creas las acusaciones de Wei Yang! ¡Yo jamás osaría humillar el nombre de nuestra familia de esa manera!
‒Silencio. ‒ Lao Furen volvió a la normalidad, pero sus ojos parecían querer asesinarla. ‒ Te atreves a hacer cualquier cosa por culpa de los mimos de tu padre. Siempre he dicho que una belleza como la tuya es una calamidad. ¡Y mira ahora, nos has deshonrado!
Li Zhang Le abrió los ojos.
‒¡El príncipe San se va a casar conmigo! ‒ Exclamó la muchacha.
‒Da xiaojie, ‒ empezó la criada. ‒ Si te casas con el príncipe algún día la gente se enterará, ¿y qué será de nuestra familia? ‒ Hizo un gesto con la mano.
Las otras cuatro criadas obligaron a Zhang Le a arrodillarse. La muchacha peleó con todas sus fuerzas, pero no consiguió nada.
A la muchacha se le ocurrió una cosa, Lao Furen… Ella… ¿Puede que quisiera…?
Una de las criadas acercó un jarrón de porcelana que bajo la luz de la vela era todavía más terrorífico.
‒Y pensar que hemos criado a una muchacha tan desvergonzada como tú… ¡Todos mis esfuerzos no han servido para nada! Ahora muere por el bien de nuestra familia. ‒ Se lamentó la anciana cubriéndose la nariz con un pañuelo.
‒Soy la Da xiaojie de la familia Li. ‒ Zhang Le no podía creérselo. ‒ No puedo morir porque sí. ‒ Protestó. ‒ ¿Qué harás cuando se entere mi padre?
‒Tu padre no es ningún necio, ‒ La voz de Lao FUren era hostil. ‒ pero te ha mimado demasiado hasta el punto de que eres incapaz de distinguir lo que está bien de lo que está mal. Cuando haya reflexionado se dará cuenta de quién tiene razón.
Lo mejor era que Li Xiao Ran se deshiciera de esta moza lo antes posible, pero por desgracia todavía tenía esperanzas. Puede que Li Zhang Le se consiguiera casar dentro de tres años, pero nada garantizaba que el marido fuera Tuoba Zhen.
‒¡No me lo puedo creer! ¡No me lo voy a creer! ¿Y la familia Jiang qué, Lao Furen? Mi abuelo y mi abuela me quieren con locura. Y tengo dos tías. Cuando madre murió se pusieron furiosas. ¡Nunca te van a perdonar que me mates!
‒No sabes cuándo parar. ‒ Lao Furen suspiró y no vaciló. ‒ Recoges lo que siembras.
Li Zhang Le abrió los ojos como platos, no se lo podía creer.
¿Cómo podían decidir qué hacer con su vida con tanta facilidad? Creía que en el peor de los casos todo lo que le pasaría sería tener que casarse con Tuoba Zhen.
‒No vas a morir porque sí. Vas a morir por un resfriado muy fuerte después de haber estado llorando la muerte de tu madre. Tendrás una reputación envidiable. ‒ La anciana miró a la criada Luo que entendió la señal.
Las criadas le taparon la nariz a Zhang Le para obligarla a beberse la medicina, pero la muchacha consiguió zafarse de ellas y corrió desesperadamente con la intención de escapar.
‒¡Atrapadla! ‒ Ordenó la criada Luo.
Las criadas persiguieron a la joven, que parecía haber perdido la cabeza, como si fueran lobos o tigres.
‒¡Atadla y echádselo encima! ‒ Ordenó con frialdad y bien alto Lao Furen.
Las cuatro criadas volvieron a tirar al suelo a Zhang Le que justo cuando vio lo cerca que tenía el líquido chilló despavorida.
Las puertas se abrieron y Li Xiao Ran entró como el viento que dispersa las nubes.
‒¿Qué haces, Lao Furen? ‒ Li Xiao Ran empalideció y corrió a quitarle las manos de encima a su hija. ‒ ¡Suéltala! ‒ Le ordenó a la criada.
‒¡Limpio la casa! ‒ Respondió la matriarca. ‒ ¡¿De verdad me lo tienes que preguntar?!
Li Zhang Le se arrastró patéticamente por el suelo hasta llegar a su padre.
‒Padre, padre. Sálvame. ¡Lao Furen quiere matarme!
Li Xiao Ran no se la miró.
‒Madre, quiero decirte una cosa.
Lao Furen frunció el ceño y miró a Zhang Le.
‒¿Qué quieres? ‒ Desdeñó.
Li Xiao Ran miró a la criada Luo y ésta ordenó a las otras que se retirasen.
‒Llevaos a Da xiaojie a la otra habitación.
Así lo hicieron las criadas seguidas de la criada Luo que cerró la puerta detrás de ellas.
‒Adelante.
‒No puedes hacer algo así. ‒ Li Xiao Ran estaba solemne.
‒¿Quieres que esa desvergonzada siga humillándonos? ‒ Lao Furen continuaba con las mismas expresiones.
Li Xiao Ran apretó los dientes. Odiaba a Li Zhang Le pero tenía algo que decir.
‒El príncipe San ha prometido casarse con Li Zhang Le dentro de tres años, Lao Furen.
-¿Casarse con ella? ‒ Su voz hizo eco. ‒ ¡Eso dice ahora! ¿Te lo crees después de que haya estado a punto de acabar con tu buena reputación en el funeral de tu propia esposa? Es un príncipe, no puedo castigarle yo. ¡Pero pienso castigar a esa zorra de Zhang Le! ¡Hoy morirá!
Li Xiao Ran se le acercó inquietamente y bajó la voz.
‒Lao Furen, tranquilízate, por favor. ¿Cómo no voy a estar entre la espada  la pared con una situación así y sabiendo lo estricta que es nuestra familia? Pero tenemos que pensar a lo grande. Si sólo me lo hubiese dicho Tuoba Zhen me daría igual, pero quien me ha enviado una carta ha sido otra persona.
‒¿Wu Xian Fei? ‒ Lao Furen frunció el ceño.
‒Sí, ‒ Li Xiao Ran asintió con solemnidad. ‒ Wu Xian Fei nos ha enviado una horquilla y dice que podemos usarla como prueba de nuestra promesa. Cuando acabe el tiempo de luto le pedirá a Su Majestad que acepte el matrimonio y le dé Zhang Le al príncipe San.
A Lao Furen le preocupaban los rumores y la situación de dentro de tres años.
‒¡Qué asusta! ‒ Se sentó. ‒ Va a casarle con Zhang Le para poder tener el apoyo de los Jiang.
Li Xiao Ran tampoco tenía buena cara. Nunca había respetado a Tuoba Zhen y su plan había sido encerrar a Zhang Le hasta que terminase el luto, casarla con quien fuese y así proteger su reputación. Sin embargo, Wu Xian Fei le había enviado una carta con una propuesta formal, así que tenía que considerarla. No podía acabar con la vida de Li Zhang Le porque eso ofendería a Wu Xian Fei y agravaría la situación.
‒Sé lo furiosa que estás, pero ahora que las cosas han acabado así, no podemos matarla, pero…
Lao Furen no estaba de acuerdo. Quería matar a su nieta aunque para ello tuviese que ganare a otro enemigo.
‒Además, mi cuñado está de camino.
Lao Furen alzó una ceja.
‒¿Qué dices?
‒Jiang Xu llegará a la Capital en unos días. ‒ Li Xiao Ran tenía una expresión extraña.
Lao Furen comprendió sus palabras. Jiang Xu era el primogénito de Jiang Guogong y el general a cargo de la frontera oeste. Hacía diez años que no volvía y eso era un mal augurio.
‒¿Por qué?
‒No lo sé, pero mucho me temo que tiene que ver con las muertes de Jiang Rou y Wei Guo Furen.
El brazalete de perlas de rezo budista de Lao Furen petó y las perlitas se esparcieron por el suelo.
‒Lao Furen… ‒ Continuó inquieto el patriarca. ‒ No creo que los Jiang vayan a dejar pasar lo de la muerte de Jiang Rou. Están a flor de piel, si añadiésemos a Zhang Le a la situación serían capaces de venir a por nosotros con un ejército.
Lao Furen suspiró y se reclinó en su sillón. Wu Xian Fei le daba igual, pero el clan de los Jiang eran otro cantar. Jiang Xu quería muchísimo a su hermana, así que su muerte debía haberle hecho sospechar. Si Zhang Le también fallecía sería como abrir la caja de pandora. Los Li no tenían nada que hacer contra la historia y la honra de los Jiang.
‒¿Vamos a seguir tolerando sus escándalos? ‒ A Lao Furen se le hizo un nudo en la garganta.
Li Xiao Ran se quedó callado.
‒Será mejor que la encerremos para evitar conflicto. Le perdonaremos la vida, pero si los Jiang preguntan no les diremos nada. Se lo ha buscado ella solita.
A pesar de todos los problemas familiares que pudieran tener, no iban a hacerlos públicos. Además, era una cuestión de honor que sólo afectaba a los Li, no iban a dejar que el resto se enterase de nada.
‒De acuerdo. ‒ Lao Furen suspiró.
‒Pero madre, ¿cómo te has enterado? Me aseguré de que nadie dijera nada porque sabía que te enfadarías.
Si había sido Li Wei Yang dejaría claro que era un tanto maliciosa.
‒¿Crees que me lo podías esconder? ‒ Lao Furen continuó. ‒ Hace unos días te reconciliaste con ella, pero de repente la vuelves a encerrar. ¿Crees que soy tonta? ¡Insolente!
Li Xiao Ran suspiró, se disculpó y ordenó a unos criados que volviesen a llevarse a Zhang Le al templo de las montañas.

Li Wei Yang durmió extrañamente bien aquella noche. Cuando se despertó al día siguiente Bai Zhi le trajo una jarra de agua para que se lavase la cara, sonrió y parloteó un poco con sus criadas antes de ordenarles que se marchasen. Entonces, practicó caligrafía en sus aposentos hasta que llegó la hora de ir a ver a Lao Furen.
De camino Zhao Yue la paró y le informó que los criados se habían llevado a Zhang Le la noche anterior.
‒Lo sé. ‒ Li Wei Yang asintió sin sorprenderse y continuó con su camino.
Una vez en el patio de Lao Furen, se encontró a la criada Luo susurrándole algo a la anciana.  Cuando la abuela vio a su nieta hizo que su criada se retirase y cerrase la puerta.
‒Tu padre es demasiado blando. ‒ Lao Furen parecía un poco avergonzada. ‒ El príncipe San va a asumir su responsabilidad, pero tendremos que esperar a que acabe el luto para la boda. Además, ni siquiera la quiere de primera esposa, cosa que es una desgracia. ¿Qué opinas tú de todo esto?
La disposición de Lao Furen para hablar del tema transmitía lo mucho que apreciaba a Li Wei Yang. La joven sabía que sería demasiado cruel insistirle a la anciana para que matase a su hermana, además de que sería una estupidez teniendo la presión de los Jiang y de  Wu Xian Fei encima.
‒Eres la cabeza de la familia. ‒ Li Wei Yang empezó hablar después de reflexionar un rato. ‒ Creo que estas cosas las tenéis que resolver padre y tú.  ‒ Suspiró.
Qué lástima que no pudiese intervenir. Si Zhang Le hubiese sido hija de otra familia habría muerto, pero la muchacha era suertuda y tenía protección suficiente para que le perdonasen cualquier fechoría.
‒Estoy harta de estas cosas. ‒ Lao Furen suspiró. ‒ La injusticia siempre pierde. Nuestra familia está perdida si este accidente sale a la luz. Hay que deshacerse de ella, aunque sea por la familia Jiang.
Wei Yang simpatizaba con la anciana y asientía.
‒Esa estúpida niñata sólo piensa en ella e ignora a nuestra familia. Qué bien. Después de cometer un crimen tan atroz pretende que nosotros vayamos a salvarle el pellejo.
Lao Furen no solía entristecerse tanto.
‒Lao Furen, ‒ Li Wei Yang no mostró ninguna emoción determinada mientras hablaba. ‒ ¿por qué dices eso? Dajie sigue siendo parte de nuestra familia. Ha cometido un grandísimo error, pero no podemos abandonarla. Por ella misma y por nuestra familia. Tenemos que pensar en alguna solución. Y el príncipe San ya buscará la manera de acallar al príncipe Wu. Por nuestra parte tampoco tenemos mucho de qué hablar. Si la gente se entera que una xiaojie ha perdido su virtud será fatal para nosotros y para padre. Todos sus esfuerzos se irán al garete… Hay poca gente que lo sepa en casa, pero será mejor que alguien mantenga un ojo sobre Dajie por si acaso.
Lao Furen no tenía nada qué decir. Li Wei Yang había mencionado cada punto del problema, por lo que la anciana asintió.
‒Envía más gente a vigilar a esa mocosa para que no vuelva a pasar nada. ‒ Le ordenó a la criada Luo.
‒Sí. ‒ Respondió ella y le echó un vistazo a Wei Yang.
San xiaojie aparentaba ser frágil y amistosa, dueña de una sonrisa dulce pero sus palabras punzaban como agujas. Todo lo que Da xiaojie había querido era recuperar la confianza y el favor de su padre, y sin embargo, ahora sólo conseguiría salir con vida de tener muchísima suerte.
‒Que así sea.

*        *        *        *


La mayoría de espacio del estudio de Tuoba Zhen estaba a rebosar de libros, pinturas y caligrafía. Normalmente no solía haber nadie en su zona de palacio, sin embargo, en estos momentos su jardín estaba repleto de soldados y en la puerta se alzaba un hombre fornido y alto. Todos los guardias iban armados con sus espadas y rostros vigilantes.
‒Su Alteza, Xian Fei niang niang ha enviado a alguien para que entregue el jade como prueba de la promesa.
‒¡Silencio! ‒ Tuoba Zhen rompió la taza de té y He Jing, el informante, se quedó en el más nervioso de los silencios incapaz de enfrentarse a la furia de su señor.
A Tuoba Zhen le hervía la sangre después de la trampa de Li Wei Yang.  Cada vez que cerraba los ojos podía ver su regocijo y desdén. ¡Cómo se había atrevido a hacer algo así! El muchacho había soportado su propio odio durante años. Odiaba al Emperador por favorecer de esa manera a Tuoba Yu; odiaba a su madre por ser de bajo estatus e incluso se odiaba a sí mismo por tener que obligarse a aguantar semejante humillación… ¡Y aun así había caído de cuatro patas en la trampa de Wei Yang y había acabado teniendo que juntarse con alguien como Li Zhang Le! ¿Por qué Li Wei Yang ayudaba a Tuoba Yu en lugar de comprender sus sentimientos y lo que podría darle?
Si no hubiese sobornado a Tian Jing, uno de los mejores confidentes de Tuoba Rui, con mil monedas de oro todo Da Li sabría de lo ocurrido en esos momentos y estaría rodeado de problemas e impotente. Tuoba Yu tenía el favor del Emperador y, además, a una chica terriblemente astuta a su lado. Miles de palabras asaltaban su corazón llenándolo de odio, rencor y monstruosidad.
He Jing cogió aire y se arrodilló todavía más abajo al ver cómo la cara del príncipe San se retorcía de esa manera.
Tuoba Zhen tiró la mesa por los aires de la rabia, haciendo volar por los aires los papales, pinceles y la tinta de escribir y sólo entonces, se percató de su error. Se dio la vuelta, cogió aire para serenarse y volvió a darse la vuelta con un rostro tranquilo, frío y sonriente.
‒Me siento un poco abrumado. ‒ He Jing empezaba a creer que todo lo que había visto no era más que una ilusión. ‒ Vamos, levántate. ‒ Ayudó al informante a levantarse.
‒Sé que está disgustado, Su Alteza. ‒ He Jing estaba de pie y hablaba con la voz más suave que podía poner. ‒ Pero esto es una oportunidad.
‒¿Cómo puede ser? ‒ Tuoba Zhen frunció el ceño.
‒Xian Fei niang niang lo ha hecho todo por su bien. ‒ He Jing sonrió. ‒ Casarse con Li Zhang Le no tiene porqué ser tan malo.
Tuoba Zhen era consciente de ello, pero Li Zhang Le no le servía para nada y odiaba tener que casarse con una mujer en estas circunstancias. ¡Era humillante!
‒¡Habíamos sobornado a Tian Jing para cosas más importantes! ¡Hemos echado a perder tres años de preparación! ¡¿Explícame cómo no iba a enfadarme?!
A He Jing también le parecía una gran pérdida, pero si se lamentaba le echaría más leña al fuego y no era su intención.
‒Tendrá el apoyo de los Jiang, eso es bueno.
Los Jiang habían casado a una de sus hijas con el príncipe heredero, pero no la favorecían demasiado. No obstante, Zhang Le era otro cuento. Si se casaba con Li Zhang Le, el Emperador y su séquito le tendrían más presente. Pero a pesar de saber todo esto, Tuoba Zhen sabía que si se casaba con Zhang Le tendría muy pocas probabilidades de poder casarse con Li Wei Yang…
‒¡Qué clase de cosa buena sale de algo malo! ‒ Apretó los puños.
¡Qué despiadada era Li Wei Yang! Enfadado, cogió aire y golpeó la silla.
He Jing vio el reflejo de la ira del príncipe en sus palabras y apretó los dientes con las piernas temblorosas. Tenía que ser extremadamente prudente con sus palabras.
‒No se preocupe, Su Alteza. Volveremos a repasar la situación y daremos con alguna solución.


Li Wei Yang salió del patio He Xiang algo molesta. Si Li Xiao Ran hubiese sido un poquito más lento, Li Zhang Le ya sería un cadáver.
Las malas hierbas hay que arrancarlas de raíz para eliminarlas del todo. Zhang Le volvería a hacer de las suyas si se le presentaba la oportunidad.
Li Wei Yang arrancó una peonía y la observó. Entonces, vio un rayo seguido de un trueno y empezó a caer la mundial.
Li Wei Yang contempló la tormenta que borraba todo color del mundo desde su ventana y anduvo hacia ella lentamente.
‒¡¿Por qué llueve tanto de repente?! ‒ Musitó Mo Zhu corriendo a cerrar las ventanas.
Los truenos retumbaban y asustaban a las criadas que se abrazaban entre ellas. Li Wei Yang estuvo de mal humor hasta que vio que un joven con un sombrero se acercaba corriendo hasta su patio.
‒Corre, prepara ropa de recambio. ‒ Ordenó.
‒Sí. ‒ Bai Zhi sacó la cabeza afuera y se rió.
Li Min De entró completamente empapado y las gotas que caían de las puntas de su cabello mojado salpicaban el suelo.
‒¿Qué haces aquí? ‒ Li Wei Yang soltó una risita.
‒A media noche… ‒ Li Min De frunció el ceño.
Li Wei Yang hizo un gesto para que las criadas se retirasen.
‒Zhao Nan te lo cuenta todo, ¿eh?
Tanto Zhao Nan coom Zhao Yue eran sus lacayos, pero aun así, el joven se ruborizó. Al parecer vigilaba cada uno de los movimientos de Wei Yang. Temiendo que la muchacha malinterpretase sus acciones hizo el ademán de explicarse, pero ella le interrumpió.
‒Tampoco iba a escondértelo.
‒Pero mi tío al final no se ha deshecho de Li Zhang Le y, encima, la ha vuelto a mandar a las montañas para protegerla indirectamente. ‒ Continuó Min De.
Li Wei Yang contemplaba la lluvia caer mientras hablaba.
‒Es por los Jiang, sino ya habría desaparecido por lo que ha hecho en el funeral.
Li Min De hizo una mueca.
‒Primero el príncipe Wu, ahora el San… A tu hermana no le va mal.
Li Wei Yang estalló en carcajadas.
‒Tonto. Vaya si le va mal, pero que muy mal.
Li Min De se paró reflexionar unos segundos.
‒¡Oh, claro! El príncipe Wu la quería de verdad y le prometió hacerla su primera esposa, pero ha acabado traicionándole. ¡Tuoba Rui no se lo perdonará nunca a Tuoba Zhen que tendrá las manos llenas con el príncipe Qi y Wu yendo a por él!
Li Wei Yang esbozó una suave sonrisa.
‒Sí, además Tuoba Zhen va a odiar tener que casarse con Zhang Le de esta manera. Conociéndole, estoy segura de que querrá vengarse dando el doble. Me preguntó cómo le irá a esta parejita. ‒Añadió la joven con satisfacción y contento.
Li Min De no notó ese cambió en la mirada de su prima, y de haberlo hecho tampoco habría hecho nada. Siempre apoyaría y confiaría en esta mujer.
‒Pueden cambiar muchas cosas en tres años. Me he enterado de que Jiang Xu vuelve a la Capital.
‒Oh… ¿Sí? ‒ Li Wei Yang sonrió, ahora entendía porqué Li Xiao Ran había cambiado de idea tan rápido sobre el tema de Zhang Le. ‒ Seguro que viene por lo del funeral. ‒ ¿Cómo iba a quedarse quieto después de haber perdido a dos hermanas pequeñas de golpe? ‒ ¿Quién le acompaña?
‒No estoy seguro todavía. Mis informantes sólo me han dicho que llegará en tres días como mucho.
Li Wei Yang asintió y volvió a mirar la tormenta.

A la mañana siguiente la Emperatriz Viuda invitó a Li Wei Yang a palacio, dejando a todos estupefactos.
Li Wei Yang se maquilló y siguió obedientemente a los eunucos hasta la puerta del palacio de la Emperatriz Viuda, donde dejó una bolsa de seda que había preparado con otro criado que lo pesó y sonrió.
‒Adelante, Xianzhu. ‒ La criada le susurró algo más cuando pasó por su lado. ‒ De Fei niang niang se pasó por aquí anoche.
Li Wei Yang frunció el ceño sobresaltada. ¡¿Ahora qué quería esa?! ¡Esta mujer siempre la estaba buscando!
La criada sonrió y la guio por la estancia. Li Wei Yang anduvo por el salón un tanto impaciente. La Emperatriz Viuda la estaba estudiando desde su altísimo trono con dura severidad.
‒Buenos días, Emperatriz Viuda. ‒ La saludó con toda la ceremonia.
La Emperatriz Viuda siempre había sido educada y cordial con ella, sin embargo, en esta ocasión no le permitió ni levantarse, se limitó a estudiar a Wei Yang de arriba abajo.  Ni siquiera sus propias nietas gozaban de semejante refinamiento.
‒Me he enterado de que tu madre ha fallecido. ‒ Suspiró.
‒Sí, señora. ‒ Contestó la joven de rodillas.
‒Una doncella de bien debe permanecer filial durante tres años cuando su madre muere. ‒ La voz de la Emperatriz Viuda era dura. ‒ Será mejor que tengas cuidado con lo que dices y haces durante estos tres años.
‒Sí, así lo haré. ‒ Li Wei Yang recordó que el nieto favorito de esta mujer era el príncipe Qi, Tuoba Yu. A pesar de lo disgustaba que estaba, Li Wei Yang continuó implacable.
Como Zhang De Fei no había conseguido nada la última vez… ¿Habría intentado poner en su contra a la Emperatriz Viuda para que no volviese a juntarse con Tuoba Yu? ¡Le daba igual todo! ¡Aunque Tuoba Yu consiguiese el trono algún día, ella seguiría sin querer saber nada!
‒Me alegra que seas una chica lista ‒ La Emperatriz Viuda sonaba formal y rígida. ‒ y que sepas qué debes y no debes hacer. ‒ Y entonces dejó muy claras sus intenciones.
A pesar de lo inteligente que era LI Wei Yang, no era digna de Tuoba Yu y jamás podría llegar a ser su primera esposa por culpa de haber nacido de una criada. Por muy alta estima que le profesase la Emperatriz Viuda, nunca llegaría a primera esposa.
Li Wei Yang comprendió sus palabras, la conocía a la perfección. En su vida pasada había tardado mucho tiempo en ganarse su favor por el simple hecho de ser la mujer de Tuoba Zhen.
Li Wei Yang también entendía sus sentimientos. Después de todo, esta mujer estaba en la cima de la jerarquía de la capital.
‒Ya que has venido a palacio, podrías copiar alguna escritura Budista. ‒ Comentó la Emperatriz.
‒Sí, señora. ‒ Wei Yang hizo otra reverencia desde el suelo.
La Emperatriz Viuda se levantó de su sillón y pasó de largo. Entonces, Li Wei Yang se puso en pie con la ayuda de una criada y la siguió hasta el templo que había justo detrás de sus aposentos. Ya allí, la Emperatriz empezó a recitar escrituras Budistas y la criada le indicó a la muchacha que se acercase a una tabla roja llena de grabados en la que otras criadas habían preparado papel, tinta y tres volúmenes enormes de escrituras.
‒Cuando acabe de copiar esto se podrá ir, Xianzhu. ‒ La criada repitió las órdenes de la Emperatriz con suavidad.
‒Sí. ‒ Li Wei Yang miró de reojo a la Emperatriz y sonrió.

Habían pasado ya cuatro horas y Li Wei Yang continuaba copiando las escrituras diligentemente. Los caracteres de los libros eran tan pequeños que mareaban al rato y cualquier otra persona se habría quejado ya del dolor de espalda o, al menos, habría ido perdiendo su determinación. Sin embargo, Li Wei Yang continuaba allí copiando, sin quejarse ni pedir una silla. La joven se alzaba ante el papel y copiaba con esmero cada una de las palabras.
La Emperatriz Viuda se la miró y relajó la frente. No le deseaba mal a esa muchacha, todo lo contrario, le gustaba esa astuta niñita, pero el estatus de su madre era demasiado bajo. El Emperador ya le había subido el rango una vez, así que temía que la jovencita soñase con subir todavía más de nivel hasta llegar a ser un fénix y… ¡Li Wei Yang no podía tocar a Tuoba Yu! Eso es lo que la Emperatriz pensaba mientras acariciaba las perlas de rezo que tenía entre manos.
Transcurrieron otras dos horas. La Emperatriz disfrutó de una comida ligera mientras que a Li Wei Yang le gruñían las tripas. La criada que tenía a su lado se la miró con cierta preocupación, sin embargo, la muchacha no pronunció ni una sola palabra. ¡Qué raro!
Aunque, claro. ¿Cómo iban a imaginarse cualquiera de los presentes la de años que había pasado Li Wei Yang en el Palacio Frío y en qué condiciones? Un castigo así no era nada del otro mundo para ella, sin embargo, conforme pasaban las horas empezó a escribir más y más deprisa, e incluso se le empezó a nublar la vista. 
‒Debería descansar, Emperatriz Viuda. ‒ Le aconsejó su criada al ver que la anciana estudiaba a la doncella muy concentrada.
La Emperatriz Viuda se levantó y salió por la puerta, entonces, giró la cabeza y se sorprendió al descubrir que Li Wei Yang ni siquiera había alzado la vista: como si no hubiese notado que se había marchado. La Emperatriz admiró la fortaleza de esa muchacha. ¡Qué lástima que su madre fuese de ese nivel! Aunque tal vez podría casarse con una buena familia noble o un príncipe de menor rango… Y así, la Emperatriz se marchó.

Li Wei Yang terminó casi al amanecer.
‒Ya estoy, ¿hay más órdenes? ‒ Preguntó Wei Yang levantando la vista del papel.
La criada salió a informar y cuando regresó contestó.
‒La Emperatriz Viuda dice que se puede ir ya y que deje lo que ha copiado delante de la estatua de Buda.
Li Wei Yang depositó su trabajo donde le habían indicado sin pizca de resentimiento en su expresión, hizo una reverencia, se levantó y se marchó.
‒Qué perseverante es. ‒ Comentó una de las criadas. ‒ ¡Cuando la Emperatriz Viuda castigó a la princesa Liu con lo mismo, la princesa lloró durante dos horas! ¡En cambio, Xianzhu ni siquiera ha fruncido el ceño!
‒Esto es a lo que llaman refinamiento. ‒ Suspiró otra criada. ‒ La Emperatriz Viuda la ha castigado y le ha recordado cuál es su lugar. De Fei niang niang sigue con su buena reputación porque sigue esto a raja tabla. Los que intentan subir de rango a través del matrimonio sin ser dignos de ello acaban-… ‒ La criada estudió la figura de Li Wei Yang conforme se marchaba y añadió. ‒ Bueno, ella no parecía un pez en un pozo… A lo mejor algún día la suerte se pondrá de su parte.
Una de las criadas volvió a observar a la joven. ¿Suerte? ¡¿Cómo iba a tener suerte después de ofender a De Fei niang niang?!

Li Wei Yang permitió que la guiasen por el palacio unas criadas hasta que se toparon con un eunuco.
‒¡¿Quién anda ahí?! ‒ Preguntó alarmado.
‒Es Anping Xianzhu, eunuco Liu. ‒ Explicó la criada.
El eunuco Liu pasaba los treinta años, era pálido como el papel y sus ojos estudiaron con precisión cada rasgo de la noble antes de sonreír.
‒Con que esta es la famosa Anping Xianzhu… Qué refinada. Xian Fei niang niang está recogiendo un poco de rocío del palacio imperial. ¿No le parece bien pasar a saludarla ya que está de camino?
La única persona de palacio a quién llamaban “Xian Fei niang niang” era Wu Xian Fei, la madre adoptiva de Tuoba Zhen.
Li Wei Yang se tensó.
¿Por qué querría verla la madrastra de Tuoba Zhen? ¿Era casualidad que estuviera ahí? No… No era casualidad.

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