Capítulo 28: Llegando al pueblo

agosto 15, 2016

A pesar de que había unos cuantos altibajos en el camino, la carretera hacia el puerto fue una distancia fácil de caminar. Como era de esperar de una carretera importante que los países extranjeros usaban para transportar sus bienes a la capital, se renovaba cada cierto tiempo. Incluso en esos momentos se veían obreros rapando y arreglando la parte agujereada del camino. -Hey, Dale. A Chloe le preocupaban los ladrones y eso. ¿Aquí hay? -Bueno, como es un camino para carruajes llenos de cosas valiosas, por supuesto que hay unos cuántos. Pero esta área está cerca de Kroix así que no hay muchos. -¿Ah, sí? -Si se toman mesuras para ocuparse de ellos, los aventureros se reunirán aquí en un abrir y cerrar de ojos, ¿sabes? Aunque también hay ladrones que solían ser aventureros… Normalmente, los que les persiguen son los que tiene problemas. Los dos hablaban con el “clic clac” de las pezuñas de fondo. -El pueblo posada en el que nos quedaremos hoy es un poco peligroso, supongo… He oído que ese tipo de gente se pasa por ahí de vez en cuando. -¿No pasa nada? -Ah, no, porque voy a proteger a Latina. ¿Preocupada? -Latina está bien porque Dale está aquí. Dale respondió a la sonrisa de Latina, llena de confianza, con otra. “Aunque matarles es, en realidad, mucho más fácil, no quiero mostrarle una escena tan cruel a Latina. Ah… Pero si apuntasen con sus armas a Latina, entonces, yo, los hacía mierda”. Mientras pensaba esas cosas, Dale acariciaba a Latina entre sonrisas por lo que nadie sabía lo que estaba pensando por dentro. Para Latina que solía vivir encerrada en Kroix, el mundo exterior le parecía extravagantemente grande. Incluso las vistas que Dale encontraba ordinarias, para Latina era algo enteramente distinto. Al subir la pendiente de la carretera principal, el campo de visión de Latina se amplió, haciéndola gritar de alegría, mirando lo que la rodeaba. Allá a lo lejos se estiraba una sierra azul y brumosa, con un bosque y planas que yacían delante. Y delante de eso, se extendía una región llena de trigo. -¡Qué grande! ¡Guau! -¿Sí? Puede ser… Mira, Latina, eso de allí es el pueblo donde nos quedaremos hoy. -Guaaa. Parecía que Latina miraba más lejos totalmente animada. Su cabello plateado, atado en dos colas, se movía intensamente con reflejos de luz. -No juguetees demasiado, ¿vale? Te acabarás cansando antes de llegar al pueblo. -¡Sí! –Respondiendo con energía, Latina se puso en fila al lado de Dale. Ambos, llegaron al pueblo antes de que se pusiera el sol, tal y como habían planeado, descansando de vez en cuando.
El pueblo posada, Haaz, era un pueblecito que no se podía ni comparar con Kroix. Se podía adivinar por las plantaciones de trigo que la industria principal era la agricultura. Este tipo de pueblos también apoyaba la abundancia de Kroix. También, era un pueblecito próspero, pues era un buen lugar para parar al lado de la carretera principal. Había muchas posadas, desde posadas de alta clase que dirigidas a los mercaderes ricos, a posadas baratas donde se embutía mucha gente en la misma habitación. Dale sobornó al portero de la puerta que protegía la muralla del pueblecito con un poco de dinero y le pidió una cosa. Si sólo hubiera estado él, como de costumbre, no habría tenido problemas con ninguna posada mientras pudiera dormir. Sin embargo, aquella vez llevaba a Latina consigo, por lo que quería pedir cierta seguridad añadida. -Es distinto a Kroix, eh. Hasta el ambiente de las casas es diferente. No obstante, esta área es del lado más animado. Los sitios como mi pueblo natal están muy alejados, en el campo… Creo que Latina se sorprenderá… Los edificios de Haaz eran bastante sosos. No se veían paredes cubiertas de pinturas o murales como en Kroix. Los colores de los techos eran rojos, parecidos al estilo de Raband pero, la pintura parecía distinta, de un rojo aburrido y deprimente. Sin embargo, se podía decir, que las vistas son la gracia del campo.
Dale escogió una posada con un establo de clase media. Descargó el equipaje del caballo del que tiraba y entró. Latina no podía calmarse, no paraba de mirar por todas partes, inquieta. Dale se acercó a la posadera que tenía una buena figura. -¿Hay alguna habitación libre? -Ah… ¿Una habitación va bien? -Sin problemas. También quiero usar el establo. Te dejaré el agua y el forraje a ti. -Te cargará un extra. -Vale. Dale llamó a Latina mirando la llave que la posadera le dio. Hasta durante esa conversación de Dale, la jovencita había estado observando sus alrededores ansiosamente, como poseída. La posada era similar al Ocelote Bailarín y estaba construida de tal manera que la primera planta era el comedor y la segunda las habitaciones. La habitación de Dale y Latina estaba en la esquina más alejada de la segunda planta. Si abrías las ventanas se podía ver todo lo que había más allá de las murallas del pueblo; no era una mala habitación respecto a las vistas. En cambio, si lo que se buscaba era seguridad, las habitaciones del medio eran mejores. Sin embargo, después de ver la cara alegre de Latina, Dale dejó de preocuparse por cosas triviales como esas. Los modales de la posadera eran otro tema pero, la habitación estaba bastante limpia. El espacio entre las dos camas también era suficiente. Dale soltó el equipaje en una esquina y se quitó el guantéele y su abrigo. Latina también, al verle hacer tal cosa, soltó el equipaje que llevaba en la espalda y se sacó el cuchillo. Ahora más ligera, la niña empezó a saltar por ahí, como un conejo. -Mmm… ¿Sabes, Dale? -Si lo que quieres es deambular por ahí, ya te digo ahora que no porque mañana ya caminaremos todo lo que hace falta.-Latina se sorprendió cuando, sin haber dicho palabra, ya había sido rechazada.-Entiendo que quieres mirar por ahí pero, sabes, vamos a pasar por muchos pueblos. Por favor, descansa bien cuando toca. -Sí… Dale dejó escapar un suspiro. No quería que Latina pusiera esa cara de abatida, pero conociendo a la niña si la hubiera dejado ir se habría pasado el rato mirando por todos lados hasta colapsar. -A cambio, cuando lleguemos a la ciudad costera, Cuvare, haremos un poco de turismo. Hasta entonces, contrólate. Ante esas palabras a Latina se le iluminó la cara.
Tal y como era de esperarse de una posada de rango medio, hasta se había preparado un equipamiento para el baño. Latina fue a la mesa después de bañarse y miró alegremente el menú. -Latina, ¿qué quieres comer? -Latina quiere comer algo que no haya comido nunca. Sabes, Kenneth también dijo que comer cosas de otros sitios también cuenta como estudiar. -Ah… Kenneth es así… “En cualquier caso, me pregunto si esta chica quiere ser una chef cuando tenga la edad. De alguna manera parece genuinamente interesada en el camino de la cocina. Bueno… Aunque Kenneth también era un aventurero, también es chef… Supongo que lo ha hecho su profesor…” -¿Mmm…? No había nada particularmente nuevo en el menú, por lo que Latina pidió varios tipos de verduras a la plancha y buñuelos, ya que la región estaba plagada de agricultura. Dale pidió un pollo al horno normal. El pan se servía en pilas y tenía un sistema de “come todo lo que quieras” ya que el área producía trigo. -Mmm… -¿Qué pasa, Latina? -Estas verduras… Estaría mejor si las hubiesen freído un poco más lento y con más cuidado. La respuesta que Dale obtuvo a su pregunta de Latina que inclinaba la cabeza en duda mientras comía, excedió sus expectativas. -Si lo hubieran hecho así, estarían más dulces. -Oh… ¿Notas la diferencia? -Sí, porque Kenneth se lo enseñó a Latina. Este está bueno.-Latina asintió mirando un buñuelo ligeramente amargo. “La habilidad de Latina para la cocina… puede que sea mejor de lo que pensaba, eh…”, pensaba Dale mientras miraba el cuerpecito de Latina que masticaba el pan con firmeza, confirmando el sabor.
Después de bañarse, Dale volvió a la habitación y Latina, que había vuelto antes que él, escribía algo en una pequeña libreta. Cuando Dale intentó echarle un vistazo, la niña, de repente, entró en pánico e intentó ocultarla. Él lo notó. -¿Un diario? -Latina está escribiendo sobre el viaje. Da vergüenza así que no lo puedes ver. -Ya veo… Perdona. ¿Estás escribiendo cosas que si las leyese me preocuparían? -Da vergüenza, por eso no puedes verlo. Era raro ver a Latina sacudir la cabeza. La niña, a no ser que fuera algo importante, no le diría que no a Dale. “Si dices que no puedo me hace tener curiosidad…” Sea como fuere, Dale también pensaba que si seguía insistiendo la niña acabaría aborreciéndole y él no podría volver a moverse si así fuera.
Dado que la noche anterior, Dale sólo había echado una cabezadita, era consciente que estaba fatigado. También se lo había dicho a Latina, que era importante descansar cuando tocaba. Después de comprobar que los cerrojos del cuarto estaban cerrados, se metió en la cama. Al verlo, Latina entró en pánico. Le persiguió y se subió a la sábana que le cubría. -Dale, Dale. Mmm… Sabes… -¿Mmm…? -¿Latina no puede dormir con Dale? -¿Por qué siempre dormimos juntos…? Cuando Dale contestó al comentario, Latina reflexionó unos instantes y: -Latina se sorprenderá si se levanta en un sitio desconocido. Al lado de Dale es más seguro. -Ya veo… Después de todo es un viaje a lo desconocido. Estarías en el límite. Después de que Dale aceptase, se levantó lentamente y miró alrededor. La cama estaba pensada para una sola persona, por lo que dos personas durmiendo en ella estarían apretujadas. La cama de Kroix era bastante grande. -Bueno, mientras estamos en ello, te enseñaré el hechizo para reducir la gravedad. Escucha con atención porque es bastante útil.-Dicho esto, Dale recitó el hechizo más lento de lo que solía hacerlo.-Oh, negra oscuridad, en mi nombre te ordenó cortar la unión de las estrellas, reducción gravitatoria. Con el hechizo, Dale tocó la cama de al lado que bajo los efectos del hechizo se levantó fácilmente. El buen hombre la movió con cuidado para no hacer ruido y la puso al lado de la suya. -No miden lo mismo, pero, ¿está bien? -Sí, gracias, Dale.-Sonrió Latina y se deslizó dentro de la cama. Dale también sonrió, atraído por su expresión de felicidad. “Puede que no sea sólo Latina… Yo también me siento mejor así”, pensó Dale a una distancia en la que podía sentir la calidez del cuerpo de Latina.

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