Capítulo 29: Yendo al mar

agosto 15, 2016

Después de irse de Haaz y pasar por muchos pueblos y campos, los dos llegaron a la ciudad costera, Cuvare.
Cuvare tenía una gracia distinta en comparación con los otros pueblos. Los tejados rojos eran iguales al resto pero, todos los edificios tenían las paredes blancas con un brillante emblema verde ya que los ciudadanos de allí querían la protección del dios del azul, Azraq, dios del comercio y del océano en vez del dios del país de Raband, Ahmar.
Por tanto, Cuvare, que estaba impregnado de una fragancia marina, tenía unas vistas brillantes y características.
-¡Es el mar…!
En cuanto llegaron a Cuvare, Latina gritó llena de alegría al ver el mar.
-¡Dale, Dale! ¡El mar! ¡¿Podemos ir al mar?!
-Cálmate, Latina. Primero tenemos que buscar una posada y dejar el equipaje. 
Dale sonrió con ironía mientras señalaba al compañero que estaba al lado de Latina.
-Este también tiene que descansar.
-Ah… Perdona, Braoh.-Dijo Latina mientras le rascaba el morro al caballo.
Al parecer sin que Dale se diera cuenta, Latina ya le había puesto nombre al caballo. Tenía intención de soltarlo cuando se acabara el viaje pero se había dado cuenta demasiado tarde, que Latina se acabaría encariñando con él.

Dale escogió, en Cuvare, una posada muy cara. En cuanto al grado, el establecimiento y las habitaciones no eran muy diferentes a las anteriores, sólo cambiaba el grado de seguridad.
Cada habitación tenía una llave mágica y, precisamente por eso, la gente de la posada era tan consciente que la seguridad era un buen punto de venda. 
Decidieron quedarse en Cuvare tres noches. También se empezaban a notar los estragos de la fatiga por lo que fue una decisión hecha a partir de su deseo por descansar.

Dejaron el equipaje y él se quitó el guantéele y dejó el abrigo y la espada. Después, Dale miró a Latina que se había quitado la mochila y el cuchillo.
-Hey, Dale. Después de este pueblo, ¿Latina puede enviar una carta a Kroix?
-Claro, hay un cartero.
-Pues entonces, luego Latina escribirá a Chloe y a Rita.-Declaró la niña con una gran sonrisa.
-Pues… Para que puedas escribir esa carta tendremos que echarle un vistazo a Cuvare, ¿no?
-¡Sí!

Hacía mucho tiempo que Dale no hacía turismo. Se iba de viaje con frecuencia pero normalmente era para trabajar por lo que era algo nuevo. Además, estaba con Latina, que había estado adorablemente alegre durante todo el trayecto. Era imposible que Dale pudiera evitar sentirse feliz también.
-Fuaaaa.
Saliendo del centro de Cuvare, ambos llegaron al puerto. La luz del sol y el sonido del agua también eran parte de la causa de la emoción de Latina pero, en esos momentos, lo que más la emocionaba era el barco mercantil que acababa de llegar al puerto. Quizás fuera porque tenía que mirar hacia arriba, pero la boca de la pequeña estaba muy abierta.
-Increíble… Dale. Me pregunto de dónde vendrá este barco.
-¿Mmm? Mira, hay una bandera izada ahí. El emblema es…
Cuando Dale lo señaló, Latina asintió rápidamente.
-De un país muy lejano, ¿verdad?
-Ah, sí.
-Increíble… ¡Esto es todo nuevo para Latina!
Latina tiraba de Dale, que la tenía cogida de la mano para evitar que se cayese, para ver el barco con curiosidad. 
Al llegar al punto en el que tenía tal consideración por la niña, Dale se había convertido en un padre espléndido.

En la esquina de una playa rocosa, Latina miraba con los ojos como platos  como las cucarachas del muelle crepitaban. Es cierto que ese tipo de espectáculo no se solía dar en los pueblos. 
Latina se metió bajo una sombra intencionadamente para observar cómo se movían las cucarachas.
No le afectan los bichos... Bueno, Latina ha vencido bestias mágicas seguramente algo como los bichos no son para tanto, pero cogerlos con las manos… Será mejor que la pare…”
Latina era inesperadamente salvaje.

Antes de ir a comer, fueron a ver el mercado por petición de Latina. En el puerto había todo tipo de mariscos en abundantes filas. Hasta en Kroix, a veces se vendía pez de sal marina. Era algo que se transportaba usando magia, el transporte era caro por lo que el marisco era una comida de alta clase que raramente comían los plebeyos. 
La visión de tantos tipos, incomparable con lo que había en Kroix, hacían de esa una vista magnífica.
-Hay muchos peces. 
Latina tenía los ojos muy abiertos mientras caminaba mirando los peces. En cuanto a animales marinos, había muchos tipos con formas individuales y tamaños. Sin embargo, Latina se sorprendió y dio un salto al ver un pez enorme que había en el suelo. 
Entonces, corrió otra vez hacia la tienda.
-Guau… Esto… ¿Cómo se come?-Preguntó Latina tocando el erizo de mar e inclinó la cabeza.
-Te comes lo de dentro.
-Oh…
El erizo de mar, como si estuviera vivo, movió las espinas. Latina asintió curiosa.Comieron en una de las tiendas del mercado. En especial porque había muchos tipos de pez, así que no podían comer otra cosa. Sentados, hicieron a la plancha el montón de peces que les habían traído.  Latina estaba extasiada con las toneladas que tenía en las manos, tanto, que si tuviera cola, la habría estado moviendo sin parar. Parecía extremadamente feliz.-Dale, ¿cómo se come esto? -Verás… Tienes que sacar lo de dentro con un palillo.Dale se lo enseñó conforme hablaba, sacando la carne del crustáceo.-¡Guau! ¡Parece divertido!-¿Quieres probar, Latina? Ten cuidado que quema.-Sí.Con la cara seria, metió el palillo en la cáscara  y sacó lo de dentro tal y como acababa de ver.-¡Está fuera!Parecía tener un poco de problemas por un momento, pero Latina tuvo éxito sacando la carne de dentro de la cáscara. Imitando a Dale, mordió la punta.-¡Fua! Es amargo…Latina se sorprendió por la amargura que iba más allá de sus expectativas. Dale rio y...-La punta es donde están las tripas… Si no te gusta déjatelo.Latina parecía determinada a pesar de lo que Dale le había dicho.-Esto también es aprender, así que no pasa nada.Estaban comiendo una parrillada de peces y gambas.-Cuando Latina conoció a Dale por primera vez, se comió un pez, ¿a qué sí?-Sí.Latina le sonrió y le dio la vuelta al pez en la parrilla.-Hoy Latina le va a dar peces a Dale. Come, ¿vale?-Ah… Tú sigue, si son peces que ha hecho Latina puedo comérmelo todo, sabes.Aquel día Dale era el de siempre.Con los estómagos llenos, se fueron del restaurante y continuaron con su paseo por el mercado.Conforme se alejaban del puerto las pescaderías disminuían. En su defecto, empezaron a aparecer más cosas de otros países. Mientras pensaban en comprar especias y condimentos, llegaron a una tienda que vendía ropa de un diseño extraño, uno distinto al del país de Raband.-Latina.-¿Qué?-Hay mucha gente, sería un problema que te perdieras. Dame la mano. –Dale agarró la mano que ella le ofreció. Y así, después de eso, ambos pasearon por el mercado cogidos de la mano.


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