Capítulo 36: Disfrutando de la suavidad

agosto 20, 2016


En la plaza central del pueblo, de la mano de Maaya, Latina abrió la boca plasmada.
-Ese jabalí es enorme…
Lo que Maaya señalaba era el resultado de la caza de aquel día.
-Calnee.
-Maaya, ¿te gusta la carne?
-Me gutaaa.
La imagen de las dos niñas hablando entre ellas podía curar el alma. Por eso, Dale se quedó embobado un instante pero de repente, volvió a sus cabales.
-Latina…
-¿Sí?
-Eso es porque es una bestia mágica. Si lo pusieras al lado de un jabalí normal, ese parecería un bebé, ¿lo sabías?
-¿De verdad?
Al parecer la cacería fue un éxito.
La divina protección de Banafsaji que Miko tenía era la de predecir los peligros en un área limitada. Esta vez, fue gracias a ello, que pudo sentir la existencia de una bestia mágica. Se ve, que ese tipo de jabalí solía rondar por el pueblo y por ello, era un tipo de carne que los ciudadanos comían a menudo. Sin embargo, eso no significa que no fuera peligroso y esa era la mayor razón para la existencia de Miko de Vanafusegi, capaz de prever el peligro con antelación.
-Hey… El descuartizamiento es asqueroso, ¿sabes?
-Había pensado que esto también sería una experiencia de la que se puede aprender.
-No sería mejor que lo hiciera un carnicero… Además, no creo que pudieras hacer mucho con esto porque es demasiado grande.
-Mmm… eso es verdad.
El cuchillo que el hombrebestia llevaba no se podía llamar cuchillo, era más como una espada que podías coger por los dos lados. Latina pensaba que ni creciendo podría aguantar el peso de eso, ni esforzándose. No era una medida razonable para nada
-Atiaa. Jugaaaallll.
Al parecer, para Maaya era una escena habitual y no tenía nada de interesante. Estiraba de la mano de Latina, cuando Latina la miró, la niña empezó a caminar satisfecha.
-Dale.
-Ah… Ten cuidado, no os vayáis del pueblo.
-Sí.
Latina consiguió el permiso de Dale mientras Maaya tiraba de ella. Las dos se fueron a dar una vuelta por el pueblo.
-Eres muy blandita, Maaya.
Latina que vagaba con Maaya, se hartó de ello al poco rato y se encontraba disfrutando de la suavidad de su pelaje. A Maaya no le disgustaba, daba vueltas y chillaba con regocijo. Como si le hiciera cosquillas.
-¿Atiaa, bandita?
-Qué blandita.
Hablaban de cosas sin importancia y se reían.
Latina notó que el pelaje debajo de la cabeza de Maaya era especialmente suave, empezó a acariciarle allí y Maaya, río ronroneando con placer.
Como Maaya era muy pequeña su pelaje era suave y velloso.
Maaya parecía cómoda con Latina acariciándola. Después de acostumbrarse al cosquilleo empezó a estar soñolienta. A medio camino, sus cabezaditas le traicionaron y se posiciono como pidiendo más caricias.
-Atiaaaa. ¡Caricia, cariciaaa!
-¿Dónde?
-Más.
-Sí.
Latina acaricio a la hombrebestia como si intentase ser una niñera. Fue un momento donde se pudo ver el talento de Latina.
Cuando Maaya que estaba llena de energía y Latina que parecía cansada pero seguía llena de energía volvieron, de la mano, ya se había hecho oscuro.
-Atiaaa.
Hasta dentro de casa, Maaya perseguía a Latina.
-Jugal.
Dale que había estado comprobando el mapa las miraba con una expresión gentil.
-Te has esforzado, Latina.
-Sí, me he hecho amiga de Maaya.
La imagen de Latina sonriendo mientras abrazaba a la pequeña Maaya fue un impacto similar a una revelación divina que atravesó el corazón de Dale y ahí decidió que cuando volvieran a Kroix le tenía comprar un peluche y se preguntó por qué aún no lo había hecho.
-¿Raro?
-¿Eh? No es nada. A veces Dale es así.
La sentencia de Maaya y Latina sobre la situación no llegó, por suerte, a los oídos de Dale.
Maaya arrastró a Latina a su propia cama. Latina miró a Dale y dudó un poco pero al pensar en la salida al día siguiente, parecía que odiaba la idea de separarse de Maaya.
Las figuras de Latina y Maaya satisfechas, hicieron que sus padres no pudieran dejar de sonreír. Y aun así, pesé a ser tan íntimas, el momento de partir llegó.
-¡¡No!! ¡Atiaa, no!
De madrugada en el pueblo de los hombresbestia resonaban los gritos de Maaya. La niña luchaba por liberarse de los brazos entre gritos de Josef.
-¡No! ¡Te odio! ¡Atiaa es mejol!
El dolor causado a Josef por su hija que le había rechazado totalmente y le había dicho que le odiaba era insondable. Las orejas que solían apuntar siempre al cielo cambiaron de posición, caídas.
Al lado de Dale, Latina empezó a atragantarse con las lágrimas influenciada por Maaya.
-Es hora de despedirse. Volveremos a pasar de camino a casa, ¿vale?
-Sí…
Latina se acercó a Maaya con el rostro entristecido mientras que Maaya luchaba con todas sus fuerzas intentando alcanzar a Latina con sus bracitos.
-¡Atia! ¡¡Atiaa!!
-Maaya…
Latina frunció el ceño y se paró, pensando en qué decir.
-Cuídate, ¿vale, Maaya? ¿Puedo volver a venir a jugar…?
-Atiaa…
Maaya dejó de llorar con las palabras de Latina y sonriendo movió las manos para despedirla.
Ni de coña.
-¡¡No!! ¡¡Atiaa, no!!
Las palabras solo la hicieron llorar todavía más. Ningún niño se calmaría con una frase.
-¡Ah, caray! ¡Iros ya! ¡Se calmará al rato!
Gritó Josef, batallando con su querida hija que intentaba huir de él entre quejidos.
-¡Gua! ¡Atiaa! ¡Atiaa!
-Si esperáis a iros a que Maaya deje de llorar, se os hará de noche. Iros y tened cuidado.-Le dijo Wuute a Dale a pesar de sonreír amargamente por escuchar los lamentos de su hija.
-De acuerdo. Pues entonces… Gracias. Creo que nos volveremos a pasar cuando vayamos para casa.
-Vale, tened cuidado.
-Perdonad por las molestias. Maaya, adiós…
La razón por la que la que Dale subió a Latina al caballo fue porque había visto a través de ella y sabía que sus pasos se volverían más pesados.
-Venga, venga, ya está bien, iros. ¡Cuidado, eh!
Escuchando la voz de Josef de fondo, Dale tiró de las riendas y caminó. Tal y como cabía esperarse, Latina se dio la vuelta de inmediato, siguiendo a Maaya con los ojos.
Aún después de abandonar el poblado y de ser incapaces de ver las figuras de la familia Byunt, todavía se escuchaban los gritos y el llanto de Maaya con claridad.
“Me pregunto si les habremos causado problemas a los vecinos…”
Dale entro a un pequeño caminito del bosque con un sudor frío recorriéndole la espalda.
Decidió no mirar a Latina que estaba sorbiendo la nariz.
-Estaría bien que jugarais al volver otra vez.
-Sí…
Seguramente, que Latina notase que la separación era algo doloroso era algo bueno… O eso es lo que pensaba Dale mientras seguía adelante.
Finos rayos de luz se filtraban entre las hojas del bosque iluminando su camino.

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images