Lo siento, no te pregunté cómo habías estado después de encontrarme contigo.

Tenía curiosidad, para ser sincera, tenía miedo.

Cuando me dijiste que habías estado bien, las lágrimas que había estado reteniéndo cayeron.

Mientras lloro, porque podría decirte que es duro, me quejo.

Podría decirte que sé que ya no tenemos nada que ver el uno con el otro.

Fui yo la primera en decirte que tendríamos que romper.

Me pregunto por qué mi corazón duele al ver tu cara.

Todavía debo amarte pero no puedo advertirte

que no conozcas a otra persona como yo

y sufras otro dolor de cabeza.

Ni siquiera conoces la inmadurez de mi corazón

mientras miras mi cabeza gacha y dices que deberíamos intentar ser felices...

Nos damos la mano incómodos, tu mano

todavía es muy cálida pero no debes sentir lo mismo.

Realmente, debes haberlo olvidado todo.

Debo seguir amándote porque no puedo advertirte

que no conozcas a otra persona como yo

y sufras otro dolor de cabeza.

Ni siquiera conoces la inmadurez de mi corazón.

Mientras miras mi cabeza gacha y dices que deberíamos intentar ser felices...

Soy la única que te echa de menos, soy la única que lo lamenta y llora.

No pareces afectado en absoluto.

Aunque llegue otra persona, he vivido porque creía que tú estabas a mi lado.

Ante mi petición de que te olvides de todo,

mi petición de que lo borres todo,

tú, que lo tiraste todo con tranquilidad, la persona que se fue.

No puedo olvidar esto.

No puedo borrar nada.

Yo, la persona que recibe el castigo por la separación.