Capítulo 2:

septiembre 18, 2016

-Increíble.-El rostro de Shuurei se crispó de la ira mirando el informe que había hecho durante cinco días.-Así que este es el tipo de persona que es… Nuestro Emperador…-La cabeza de Shuurei cayó sobre el escritorio. Sin importar cuántas veces investigase al Emperador, esto era todo lo que podía conseguir.-Supongo que esta es la razón por la que me pagan quinientas piezas de oro…-Recordó la expresión frenética de Shuurei.
¡Por favor, por favor, convierte a Su Majestad en un Emperador de verdad!”.
No podía sacarse ese ruego de la cabeza.
-No hace su trabajo, le gustan los hombres… ¡Qué Rey tan estúpido! Si sigue así el país se deteriorará. Este es un gran problema. Se ha estado escondiendo así desde que subió al trono hace medio año. Se nota lo mucho que han estado esforzándose Sho Tai Shi y el resto.-Suspiró la doncella, exhausta y asombrada al mismo tiempo.
Escuchó el sonido de pequeños pasos.
-Consorte real Kou.
Shuurei arrugó rápidamente el papel y lo tiró dentro del cajón. Una encantadora jovencita de unos trece o catorce años estaba de pie en la puerta.
-Le he traído té de flores.-Dijo.
-Gracias.-Shuurei le sonrío con gracia.
La cara de la jovencita se enrojeció mientras caminaba hacia ella. Shuurei miró el enorme dobladillo del vestido de la niña y tuvo un mal presentimiento. Por supuesto, acto seguido, sus miedos se hicieron realidad. Tal y como había imaginado, la niña se tropezó con la falda, tirando la taza de té al aire y derramando la mitad sobre el hombro de Shuurei. No obstante, Shuurei no entró en pánico, y cogió en brazos a la chica.
-¿Estás… bien?
La jovencita asintió con la cabeza ante la suave pregunta y se puso tan roja como un tomate en un abrir y cerrar de ojos. Dándose cuenta del estropicio que había hecho, se tiró al suelo temblando.
-¡¿C-Cómo he podido hacerle algo así a la Consorte Real Kou…?!
En un segundo se quitó la horquilla del pelo y se la puso en la garganta. El corazón de Shuurei dio un vuelco, pero su apariencia externa siguió siendo la de una princesa bien cuidada.
-Kourin, por favor, tranquilízate. Estoy bien.
-Y-Yo…
-¿Qué ha pasado aquí?
Shuurei se sintió aliviada cuando vio a la mujer alta que llegó corriendo tras escuchar el sonido de la taza rompiéndose.
-¡Shusui!
Tendría unos veintisiete o veintiocho años con unos rasgos bien definidos. Entendió la situación de un vistazo y dirigió una mirada preocupada a Shuurei.
-Sólo me ha manchado la ropa. Calma a Kourin, por favor, sin regañarla.
-Sí, señora. Kourin, ven conmigo.
Llorando y temblando, la pálida Kourin cogió la mano de Shusui y se levantó delante de Shuurei. Shuurei le sonrió en un intento de tranquilizarla.
-Cuando se te hayan secado las lágrimas, ¿me podrás traer otra taza de té, Kourin?
Entendiéndolo, Kourin asintió una y otra vez con las lágrimas recorriéndole la cara.
Una vez sola de nuevo, Shuurei colapsó en un banco de cansancio. Miró a los cielos y soltó un suspiro pesado. Empezaba a sentir frío por el té que había empapado su ropa, así que empezó a buscar algo con lo que secarlo. En ese momento, Shusui volvió con una toalla.
-¿Qué tal está Kourin?
-He conseguido tranquilizarla. Ha jurado que la seguirá el resto de su vida.-Le mostró una sonrisa torcida a Shuurei que estaba sorprendida mientras le pasaba la toalla.
-Su popularidad en la corte interna anda por las nubes, ¿no es así? Parece cansada, señorita Shuurei.
-Estoy cansada.-Respondió con énfasis Shuurei, suspirando mientras aceptaba la toalla.
Ah, qué bordado tan magnífico. El precio de este trozo de tela te daría de comer un mes. Aquí, seguro que lo usan para limpiar el suelo.”
-Caray… Yo, como Consorte Real… ¡Hasta ahora parece una broma! En realidad, Kourin es más señora que yo y su familia seguro que es más rica que la mía. Es como un espantapájaros disfrazado de persona.
-¿Qué diantres está diciendo? Su pedigrí y su sangre es muchísimo más superior a la de alguien como Kourin. En este país, su sangre es una de las más prestigiosas. Sois  la princesa descendiente directa de los Kou.-Shusui, como confidente de Sho Tai Shi, era la única en la corte interior que conocía las circunstancias y los antecedentes de Shuurei.-Estatus, linaje, refinamiento, educación, etiqueta… Para ser una esposa de primera categoría no le falta nada. Como criada jefa de la corte interior, le prometo que es así.-Río.
A pesar de que los padres de Shuurei eran pobres y no les conocían en las calles, tenían linaje, educación, y, su madre en particular, modales perfectos. Incluso para la criada jefa, Shusui, la forma en como pretendía ser “una princesa que ha vivido siempre en una burbuja” estaba increíblemente bien hecho.
-Bueno… Eso es algo que depende de las finanzas de mi familia…
Pero de todos los trabajos a media jornada, el que tenía la paga más alta era el de sirvienta. Cuando las contrataban para banquetes y demás, en un día podían llegar a hacer muchísimo dinero, pero sólo la gente rica que quería pretender ser alguien las usaba, ya que la mayoría de criadas temporales tendían a ser unas mal educadas. Sin embargo, la apariencia de Shuurei daba la sensación que había sido diseñada para ese trabajo. Podía usar sus buenos modales con ánimo de lucro.
Gracias, mamá.”
-Además, vuestro padre es el jefe de los archivos imperiales. Puede que sea una posición de alto rango en el gobierno, pero, en realidad, no tiene ningún poder en la política. Normalmente, la familia de las Consortes Reales intenta usar esa posición para ganar un renombre dentro de la política, pero la suya no necesita tal cosa. Señorita Shuurei, se puede mover como plazca ya que su posición no va a afectar al gobierno y no tiene segundas intenciones. ¿No sois la Consorte Real ideal para enseñar a Su Majestad?
-Sho Tai Shi dijo lo mismo…
¡Eres la única que puede hacerlo! Después de escuchar la historia del señor Shouka, medité y medité, pero al final, sólo estabas tú. Alguien que conoce la ciudad, con educación y refinamiento, alguien dispuesto a tomar cartas sobre el asunto. Alguien que pensará en el Rey sin intentar engañarle.”
-Bueno, hay tiempo límite, una recompensa, y mi casa tiene la comida garantizada. Él es gay, así que no tengo que preocuparme por mis noches tampoco… Al parecer mi trabajo es enseñar al Rey y hacerle entrar en razón…-Shuurei pensó con mucho cuidado y decidió que, después de todo, no era para tanto. Forzosamente decidió que lo mejor sería tomárselo como un trabajo a media jornada más largo de lo habitual.
Shuurei tenía mucho que decirle al Rey, así que decidió aceptar esa petición irracional.
-Como ya he aceptado, tendré que quedarme hasta el final.-No había nada que pudiese hacer por su preferencia por los hombres, pero podía convertirle en un buen líder. Ese era el rol de Shuurei en la corte interna.-Bueno, y ahora, ¿cómo veo al Rey?
Ya habían pasado cinco días desde que había llegado a Palacio y aún no había oído nada sobre el Rey en absoluto. Descansó la barbilla entre sus manos y suspiró.

-Cinco días ya, eh…-Dentro de una de las habitaciones del Palacio Imperial, Sho Tai Shi se volvió hacia sus compañeros de trabajo.-Al parecer Su Majestad no ha visitado a la señorita Shuurei ni una sola vez.
-Si no se encuentran, ella no podrá hablarle jamás…-Bufó uno de los tres consejeros de la corte imperial, Sou Taifu.
-Bueno, no es que sea imposible…-El buen hombre con expresión preocupada era Sa Taiho.
Por haber servido al anterior Emperador en su ausencia, se premió a los tres con posiciones honorarias. Entre los oficiales, eran los que estaban en la cima. Ejerciendo gran influencia, no era ninguna exageración decir que eran los oficiales más importantes de la Corte Imperial.
-No podemos dejar que esto siga así. Tenemos que hacer algo para remediar esta situación, ¡aunque tengamos que rompernos los huesos!
Los otros dos levantaron las cejas ante las palabras de Sho Tai Shi. Decir que tenían que romperse los huesos era una forma muy basta de decirlo. Sho Tai Shi se sacó un trozo de papel de la manga.
-De momento, si conseguimos que se encuentren, la señorita Shuurei hará algo con ello. Pero atrapar al incoherente emperador será la tarea más dura para Shuurei, ¿cierto?
-Bueno, así es…
-No es que podamos esperar que él vaya a buscarla de mutuo acuerdo…
-¡Exacto! Así que tenemos que crear un encuentro del destino.
Los otros dos alzaron las cejas. ¿Un encuentro del destino?
-Vale, ¿qué os parece comer manjuu y beber té bajo un manto de ciruelos?
-¿Tú eres tonto?-Sou Taifu cogió el papel de las manos de Sho Tai Shi y vio: “ciruelos”, “té” y “manjuu” escrito con grandes letras.-¿Dónde ves tú aquí el encuentro del destino? ¡Parece una reunión de viejos!-Sa Taiho también sacudió la cabeza.
-Caray… Como todavía estás soltero a tu edad no entiendes cómo es un encuentro entre hombres y mujeres jóvenes estos días, Shou. No es para nada bueno. Esto precisa de algo un tanto más dramático.
Y así, los tres oficiales siguieron con su discusión hasta el atardecer. Mientras seguían discutiendo, una chica preparaba té.
“Un encuentro destinado”.
Ninguno de los tres hombres, ninguno de ellos, se dio cuenta que algo así ya había ocurrido.

Bien temprano al día siguiente, Shuurei se dirigió a los archivos imperiales con una cantidad excesiva de manju. Siempre que Shuurei pensaba en algo, tenía que tener las manos ocupadas En vez de pensar a secas, pues si piensas mientras trabajas puedes sacarle algún beneficio.
Dos pájaros de un tiro, este era el lema de Shuurei. Pero dentro de la Corte Imperial, no había ningún trabajo que ella pudiese hacer para estar ocupada. Así que para cambiar un poco, se escabulló en la cocina con Shusui la noche anterior para hacer manju. Inmersa como estaba en sus pensamientos, acabó haciendo demasiados sin querer.
Ah… No creo que sean tantos, pero bueno.”
Su padre, Shouka, era un glotón. Siempre estaba encantado de comer los majus que ella hacía, así que se dirigió a su lugar de trabajo. En ocasiones, los oficiales se pasaban por allí para pedirle favores así que quizás a alguno de ellos también le gustasen los dulces.
-Eh… Qué raro. Hoy no hay nadie aquí.
Shuurei echó un vistazo a los Archivos para confirmar que estaba vacío. Sus ojos se abrieron con asombro.
Dentro de la corte, los archivos eran muy respetados. Para Shuurei, que su padre reinase sobre los archivos como si fuera el mismo rey era algo monstruoso. Por la mañana, normalmente, por asuntos de negocios Shouka era el único en los archivos, así que pasar tiempo con él se había convertido en la rutina diaria de Shuurei, pero aquel día, no pudo encontrar a su padre por ningún lado.
No le veía, pero siempre cabía la posibilidad de que estuviese en algún lado enterrado entre libros.
Aquí hay muchos libros buenos. Hasta yo abandonaría la realidad por ellos.”
Hasta Shuurei entendió ese sentimiento dejando a un lado la recompensa. Por el momento, empezó a preparar los utensilios y a hervir agua. El té de ese día tenía un aroma afrutado.
Cuando abrió la tetera el aroma a cerezo la rodeo. Shuurei levanto a cabeza. Uno de los árboles de cerezo había florecido antes de tiempo. Shuurei puso la tetera y los utensilios en una cesta y se lo llevó a los Archivos.

-Tienes mucho tiempo libre, eh, Kouyuu.
Dentro de una de las habitaciones privadas de los Archivos, el compañero de Kouyuu, Ran Shuuei, miraba los jardines.
Al escuchar su nombre, Kouyuu Li miró con sorpresa, pero no respondió. Siendo conocedor del disgusto de su amigo, Shuuei continuó:
-He sido el guardaespaldas de Su Majestad desde el principio, así que a mí no me importa, pero a ti hace poco que te han transferido a estar con Su Majestad por Sho Tai Shi y aún no le has visto ni una vez, ¿cierto?
La vena de la frente de Kouyuu palpitó.
-Nada que hacer, ningún sitio donde estar… Sin trabajo… Pero vienes cada día porque no puedes negarle nada a tu jefe. Aunque somos funcionarios que deberían subir de rango en un santiamén… ¿Quién habría dicho que acabaríamos como funcionarios que solo miran por la ventana, eh?
Las manos de Kouyuu empezaron a temblar a escuchar el sonido de la charla frívola de Shuuei.
Shuuei sabía que la cuenta atrás para la explosión de Kouyuu había empezado gracias a conocerle de mucho tiempo. A pesar de su corta edad, Kouyuu era conocido en la corte imperial como un hombre de lógica de hierro. Sin embargo, pocos conocían su mal temperamento.
Shuuei se lo había buscado. Últimamente no había muchas diversiones en su vida. En comparación con otras distracciones, molestar a su amigo era la mejor.
-Y pensar que eres el hombre más joven de la historia en conseguir el primer puesto en los exámenes nacionales que estaba en primera línea para el ascenso ya que trabajabas tan duro en el departamento de administración civil. Y ahora, mira, no tienes nada que hacer y te puedes pasar el día en el Archivo imperial leyendo. Vaya, la corte imperial es muy tranquila y liberal, ¿eh? Que te asignen a Su Majestad es, básicamente, que te degraden, ¿eh?
-Cierra esa bocaza inútil tuya.-Junto con esas palabras, un libro con el grosor de cuatro dedos voló rápidamente hasta Shuuei, pero este lo paró con las manos con rapidez. Silbó.
-Guau… Podrías estar en el bosque de bambú con ese brazo. ¿Qué te parece dimitir y convertirte en un oficial del ejército?
-¡Y encima de todo, tú también estás aquí! ¡Eres una molestia! ¡Joder!
-¿Cómo puedes decirle eso a tu mejor amigo?
-¡¿Quién es mi mejor amigo?! –El grito enfadado de Kouyuu entró por un oído y salió por el otro.
-Ah, mira. A mí también me han asignado acompañar a Su Majestad, pero no tengo ni idea de dónde está. Estoy tan libre como tú.
-Si estás matando el tiempo, vete a otro lado.
Estar junto a ti no es una mala manera de matar el tiempo”, susurró la voz interior de Shuuei.
-Un mes… ¡Ha pasado un mes y todavía no he hecho nada!
-¿Por qué no te lo tomas cómo unas vacaciones?
-Cómo si lo fuera a hacer. Es como si hubiese decidido acosarme.
Aunque al decirlo sonaba horrible, su jefe le había dicho eso con una sonrisa tranquila.
Kouyuu, esta es mi decisión. ¿Crees qué es acoso? Da igual cuál sea el resultado, hazlo bien hasta el final.”
-¡Eso es lo que dijo, pero el resultado es que todavía no me lo he podido ni encontrar!
-Sería genial que les pudieras decir eso a los jefes de administración civil.
Kouyuu no tenía respuesta para las palabras de Shuuei. Es cierto, el jefe de Kouyuu era su debilidad. En apariencia, Kouyuu se quejaba de la mala personalidad de su jefe pero, a causa de diversas circunstancias, le seguía como un pollito. Cuando se trataba de un tira y afloja, siempre perdía. Por tanto, esta vez también, había aceptado la derrota y permitió a su jefe dejar que So Tai Shi hiciera lo que quisiera de él. El resultado era esta situación.
-Bueno, pero, ¿no parece que Sho Tai Shi está desarrollando una contra mesura?

-¡¿Conseguirle una mujer al rey es una contra mesura?!
Si Kouyuu fuera un gato, su pelaje estaría completamente erizado.
Shuuei suspiro.
-Veo que tu profundo odio por las mujeres no ha cambiado. Si no vas a usar tu buena apariencia conmigo, hay un montón de hombres que se cambiarían por ti. Qué desperdicio. ¡Te estás perdiendo la mitad de tu vida!
-¡Si me quieren cambiar el sitio, estoy encantado de hacerlo! No tengo ningún deseo de involucrarme con mujeres. No puedo entender para nada por qué tú sí.
-Mira que no conocer el placer de pasar la noche con una mujer… Creo que te estás perdiendo mucho.
Shuuei alzó las cejas al mirar fuera de la ventana. Había una cara que le sonaba de algún sitio paseando por el pasillo.
-Oh, ese es…
-Basta, Shuuei. Encima de molestas, las mujeres son engañosas… ¿Qué? ¿Es uno de tus subordinados del Ejército?
-Ah, es el hombre que ha conseguido un ascenso especial en el ejército.-Shuuei rio, interesado.
Al hombre lo había recomendado Dai Sho Gun directamente. Para un chaval de veinte años, era un avance extraño en su carrera, pero Shuuei no pensó demasiado en ello.
-Bueno, se le da bastante bien. De todos modos, no entiendo por qué hasta ahora tenía una posición tan baja. Se llama Seiran Shi…
Seiran Shi.
Kouyuu alzó las cejas. Ya había escuchado ese nombre antes.
-Por recomendación de Sho Tai Shi, eh. He oído que es el criado de la nueva Consorte Real, así que a lo mejor va a saludar a la Consorte Real Kou.
Los ojos de Kouyuu se abrieron como platos. Recordó el comportamiento diario de Shuuei y sacó pecho.
-Tú… No estarás pensando en ponerle una mano encima, ¿no?
-Si no fuera la hija del señor Shoka, lo consideraría.
-¡¿…del señor Shoka…?!
-Sí, es la hija de uno de los que admiras.-Rio Shuuei.
-Es una mujer algo interesante. Hasta tú la aprobarías.

No… No llego…”
Shuurei saltó arriba y abajo como una rana intentando llegar a una rama de cerezo. Justo cuando parecía que podría alcanzarla, volvía a no poder. Había flores por todos lados, lo que lo hacía más molesto.
Intento llegar a la rama muchísimas veces, pero falló. En medio de su cabezonería, una mano apareció delante de sus ojos.
-¿…Quieres esto?-La voz de un hombre joven llegó de detrás de ella.
Shuurei tenía un nudo en la garganta, pues había pensado que no había nadie alrededor. Simplemente, se dio la vuelta para ver quién era. Un fuerte viento sopló.
Sin pensarlo, Shuurei cerró los ojos. Escuchó el sonido de las hojas. Sus cabellos flotaban en el aire y los pétalos de cerezo caían a causa del viento como nieve. Era como una escena de un sueño, pero Shuurei que era una pensa, ya que los pétalos aún estaban por florecer del todo.
De repente, se acordó de la persona misteriosa detrás de ella.
Shuurei se dio la vuelta con los ojos abiertos.
El hombre tenía unos rasgos extremadamente atractivos. Esa era la primera vez que veía a un hombre ten hermoso como Seiran. Sin embargo, en comparación con el resto de los miembros dela corte, su atuendo era informal. No llevaba el pelo atado, tan sólo echado para atrás. Incluido su obi, todo lo que vestía parecía caro. El simple hecho de calcular el precio de su ropa entristeció a Shuurei.
“¿Quién es…?”
Mientras se preguntaba algo como eso, Shuurei se dio cuenta que tenía la pequeña rama de cerezo en las manos.
-¡¿La has roto?!-Habló sin pensar.
-No quería romperlo, pero con la brisa… Sin pensar…
El hombre miró la pequeña rama y volvió a mirarla a ella. Entonces, le ofreció la rama.
-¿…La quieres?

-Sabes, pensaba que podría poner unos pétalos en el té.-Rio Shuurei.-Levantó la caja con los instrumentos del té que había llevado a los Archivos. Dentro estaba la pequeña rama de cerezo.-Pero gracias. Es muy bonita. Lo pondré en mi habitación.
El hombre sonrió con ojos brillantes, pero su expresión rápidamente cambió a una de perplejidad, y sus ojos parecieron perdidos.
Shuurei hizo flotar unos pétalos de cerezo en el té que había hecho. Sacó unos cuantos manju de la misma caja y los puso en papel.
-Sírvete manju y té, por favor.
El hombre asintió con la cabeza, cogiendo un manju y metiéndoselo en la boca. Masticó con rapidez abriendo mucho los ojos instantáneamente. SU mirada iba de Shuurei a los manju y al revés.
-¿E-Eres… la hija de Shoka?-Preguntó.
-¿Eh? Sí. ¿Cómo lo sabes?
-Esto sabe igual que los manju caseros que Shoka suele traer.
Shuurei estaba sorprendida.
Entonces, ¿puede que pidiera tanto los manju para esta persona…?”
-Estos son nuestros… mis manju favoritos.
Shuurei rio ante su honesto elogio entre susurros. No sentaba mal que te elogiasen así.
-Gracias. Soy Shuurei Kou. ¿Cómo te llamas?
-¿Qué cómo me llamo…?
-Si no tienes nombre no puedo dirigirme a ti, ¿no?
El hombre se sumió en el silenció. Pensativo, descanso su mejilla en la mano. Unos momentos más tardes, murmuró una respuesta:
-R-Ran…
-¿Eres de la familia Ran?
-S-Sí. Me llamo… Shuuei Ran.
Shuurei entrecerró los ojos.
“¿Shuuei Ran…?”
Ese era un nombre que había oído hacía poco en algún sitio. De hecho, lo había oído del hombre en persona cuando se presentó.
“¿Puede ser que seas la Consorte Imperial Kou?”
El hombre que Seiran había traído con él, al parecer a disgusto, era un joven oficial. Le había dejado una impresión inolvidable. Con una sonrisa de oreja a oreja, se había comportado bastante casual con ella y ni siquiera había hecho una reverencia en su presencia.  Era un hombre atractivo, pero por la impresión que le dio, en el fondo, debía tener algo salvaje. Había sonreído elegantemente y le había preguntado y contestado preguntas con entusiasmo. Era imposible olvidarle.
Shuurei se apoyó la mejilla en la mano. Había otro “Shuurei Ran” delante de ella.
-Señor Shuurei Ran, ¿eh?
El hombre evitó su mirada, se metió otro manju en la boca y cambió de tema.
-¿Por qué la hija de Shoka… está aquí?
Shuurei se atragantó por sus palabras.
-Mmm… Trabajo en la Corte Interna.
-¿Trabajas? Pero Shoka no me había dicho nada de eso…
-¿A lo mejor no le parece nada importante como para comentarlo?
Shuurei empezó a sudar. Si fuera una sirvienta no pasaría nada, pero que alguien con el estatus de Consorte se pasease por fuera por la mañana sería una locura.
“¡Soy la Consorte Real!, ni de coña puedo soltarle algo así.
-La hija de Shoka, eh…
El hombre observó a Shuurei, pero ella que estaba mirando los cerezos, no se dio cuenta.
-Los cerezos… Están preciosos ahora que han florecido, ¿eh?-Sus ojos se entrecerraron mientras miraba los árboles.
La doncella tenía una expresión feliz, pero extrañamente, de alguna manera también era triste. El hombre alargó la mano para tocarle la cara.
-¿Eh? ¿Q-Qué?
Los dedos del hombre se enredaron en su pelo y peinaron su frente. Shuurei se ruborizó instantáneamente. Cuando el hombre apartó la mano, tenía un pétalo de cerezo en la mano.
“Ah, o sea que eso era…”
-¿Te gustan? ¿O los odias?-Preguntó con dulzura.
Shuurei parpadeo.
“¿De qué habla?”
Ella siguió su línea de visión y vio que estaba mirando a los árboles. Ella asintió.
-Me gustan los cerezos. Me encanta, pero verás… Los árboles de mi casa… Ya no florecen. Así que cuando los miro me pongo un poco sentimental.
-¿No florecen…?
-Sí, bueno… No sólo los cerezos.-Shuurei no quería hablar más de este tema. Vio que el hombre alargaba la mano para coger su sexto manju y le pegó en la mano.- ¡Basta! ¿Cuántos vas a comerte? ¡Con ese son seis! ¡Seis! ¿No has desayunado bien esta mañana? ¡Te envolveré el resto, así que llévatelos y cómetelos luego! -El hombre retiró la mano obedientemente y lo miró.- ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?-Shuurei entro en pánico.
-No… Me ha sorprendido.
Shuurei miró al hombre mientras envolvía los manju que quedaban. La expresión facial del hombre no cambió mucho, aun así, no parecía una persona fría. Parecía como si estuviese observando desde la distancia.
“Es alguien misterioso”
-Pero no he desayunado, así que dame otro manju.
“¿Eh?
Los ojos de Shuurei se abrieron.
-No, tienes que desayunar como se debe. ¡No voy a tenerte lástima porque tengas hambre!-Aunque dijo eso, Shuurei sacó un manju del paquete.-También deberías beber un poco de té, si sólo comes manju luego te encontrarás mal.
Sus ojos se entrecerraron por el aroma del té.
-El té que Shoka hace siempre está amargo, pero, supongo que tendré que probar esto…-Murmuró sorbiendo el té con obediencia.
Shuurei se sintió mal. El té de su padre era tan amargo que se podría usar como arma. A este desafortunado hombre la habían olvidado a beber el té de papá.
-Lo siento. No pienses que ese té es normal, por favor. A papá no se le dan bien para nada ese tipo de cosas.  Pero, aunque sabes que su té es amargo, te lo bebes igual. Eso me hace feliz, gracias.-Detenido por la sonrisa de ella, el hombre no supo cómo responder y apartó la vista rápidamente.-Aun así, pareces un niño con toda esa pasta de judías por la cara.-la muchacha se rio y alargó la mano para limpiarlo.- ¡Y también te quejas como un niño!
-Ya tengo diecinueve años, no soy un niño.
-¿Ah, sí? Entonces tienes la misma edad que Su Majestad.
“Ran Shuuei” evitó su mirada.
-Me pregunto si hay alguna manera de encontrarme con él…-Shuurei decidió decirlo.
Él alzó las cejas.
-¿Quieres ver al Emperador?
-Sí.
-Si lo consigues, ¿qué harás?
-Bueno, esto y aquello…
“Así no va bien”.
Se estaban escondiendo demasiadas cosas.
-Bueno, tengo que volver ya, no puedo quedarme aquí mucho tiempo. Parece que papá tampoco está por aquí.
Shuurei suspiró pesadamente y se levantó, pero el hombre la cogió por la muñeca para pararla.
-¿Q-Qué pasa?
-Nada…
Al parecer, ni siquiera él sabía por qué le había cogido de la muñeca. Mirándola de arriba abajo, de su delgada muñeca a su cara, el hombre susurró inseguro:
-Conozco al Emperador muy bien. Si hay algo que quieras decirle, puedo pasarle el mensaje por ti.

-Hey, Seiran.
Seiran que había ido a los Archivos a buscar al Emperador, se asustó al ver la cara de un oficial superior aparecer de detrás de la puerta.
-¡¿Shogun Ran?!
-Ven aquí un momento.
Sin decir nada más, arrastró al Seiran dentro de la habitación. Seiran reconoció al otro joven. Un oficial del gobierno… y de bastante nivel a juzgar por el pendiente que llevaba.
-Es la primera vez que os conocéis, ¿no? Este es mi viejo amigo, Kouyuu Li. Es del departamento de administración civil.
-¡¿Quién es tu viejo amigo?! ¡Sólo eres una persona de la que no consigo librarme!
Seiran miró la rápida respuesta de Kouyuu con una expresión de sorpresa.
-Puede… ¿Puede que sea el vicesecretario Li?
-Ves, Kouyuuu, ¡te he dicho que eras famoso!
Kouyuu Li. En el examen nacional que ya es, en sí, difícil de aprobar, consiguió el rango de Jougen con tan sólo dieciséis años. Rápidamente consiguió un puesto en el gobierno central y le ascendieron a vicesecretario del departamento de administración civil. Se rumorea que será el primer ministro. No existe persona que no haya oído hablar de él.
-Pero, aún es pronto. ¿No tiene nada importante que hacer? ¿Por qué están aquí en los archivos?-Preguntó Seiran sin pensar.
La vena de la sien de Kouyuu palpitó. Shuuei suspiró.
-Por eso, en nombre de unos asuntos oficiales, tengo que preguntarte una cosa.
El hombre con la lógica de hierro, Kogyuu, contuvo su enfado.
-Eres familia de la Consorte Real Kou, ¿cierto?
-Bueno… S-sí…
Seiran se preguntó si su secreto mejor guardado se había filtrado entre los oficiales, pero la cara de Shuuei no parecía saber nada de ello.
-¿Es verdad que es la hija del señor Shouka?
-Sí, ¿conoce a mi señor?
No había pensado que Shouka, al tener tan poco que ver con el gobierno central, sería un conocido de unos oficiales como estos.
-Conozco al señor Shouka de los archivos, y me ha ayudado en varias cosas… Pero sobre la consorte nueva…
En ese momento, Shuuei que había estado mirando por la ventana les llamó.
-¡Hey, Kouyuu, mira! Es la persona a la que no has visto por un mes.
Kouyuu se balanceó y se aferró al marco de la ventana tan fuerte como para romperla.
-¿Por eso… se ha saltado el encuentro de esta mañana…? Para deambular por ahí… ¡¡Estúpido Emperador!!
Shuuei alzó la ceja sorprendida al lado de ese rabioso Kouyuu.
-Qué raro. Ese Emperador que es tan famoso por preferir hombres está con una mujer… Espera, esa chica es…-
-¡¿Señorita?!
La cara de Kouyuu se petrificó al escuchar el grito de Seiran.

Shuurei se excusó.
-No puedo quedarme aquí mucho más, pero me alegra haber podido tomar té con alguien más aparte de mi padre. Parece que Seiran está ocupado estos días. Normalmente vengo a tomar el té a los archivos alrededor de esta ahora, así que si no tienes nada que hacer, espero que volvamos a tomarnos algo juntos.
-¿…Tienes algo que hacer con el Emperador?
-Sí. Pero si no se lo digo yo misma no vale la pena.-El hombre se calló.- ¿Siempre estás libre a esta hora?
-Sí…
Los ojos de Shuurei brillaron por su respuesta, pero él no lo notó.
-Ya veo… Bueno, pues, hasta mañana.
Shuurei se giró para alejarse, pero por alguna razón, el hombre la siguió. Ella le miró.
-¿Qué pasa?
-Te acompañaré hasta tus aposentos.
Shuurei se asustó. Si la siguiera hasta los aposentos de la consorte real no estaría bien.
-Puedo  volver sola, así que tranquilo.-Le rechazó.
Por un corto instante, una expresión similar a la de un cachorrito abandonado paso por la cara de él, que normalmente era serena. Pero al parecer, se rindió y asintió con la cabeza obedientemente.

-Mmm…
Sho Tai Shi que les había estado observando desde detrás de unos arbustos puso mala cara.
-Ya se han conocido… Y mira que nos hemos tomado las molestias de pensar en todos esos encuentros del destino…
-La persona que sugirió té y maju no tiene derecho a hablar. Los que se esforzaron en pensar fuimos yo y Sa, ¿vale?
-Sou… “Encuentro casual en un torneo de artes marciales”. ¿No eras tú el que insistía tanto en ese final?-Se quejó Sa Tai Ho mientras sorbía té.
So TaiFu pego un trago de su taza.
-El simple hecho de ver dos espadas cruzándose te acelera el corazón, ¿no? Si se encontrasen ahí pensarían que eso es por amor y no por las espadas.
-Eso sólo te pasa a ti, amante de las espadas idiota.
-¡No quiero oír eso de un vejestorio que sugiere té y manju!
-¡Tú también eres un vejestorio, ¿no?! ¡¿Qué tiene de malo el té y las pastas?!
-No os preocupéis, los dos sois vejestorios.-Remarcó fríamente Sa Tai Ho sin dudar.
Sou TaiFu miró para el otro lado y susurró:
-Kouyuu Li y Shuuei Ran están ahí. Y… El nuevo militar también, eh.
-Oh, tal y como se esperaba de Sou, tienes buenos ojos. Es de la familia de la señorita Shuurei. Le he ascendido yo.
Sou Taifu ignoró la jactancia de Shou Tai Shi.
-Kouyuu parece tan enfadado que podría estrangular al Emperador. La actitud de Shuuei es, como siempre, indiferente.
-¿Shou, crees de verdad que poner a esos dos al lado de su Majestad será algo bueno?-Preguntó Sa Tai Ho terminándose el té.
-¿Quién sabe?-Respondió descuidadamente Shou Tai Shi.
Sou TaiFu miró la espada que descansaba en su muslo. En su empuñadura estaba grabado el símbolo de una flor de Dafne
-Me pregunto si les otorgará flores…
-Si Su Majestad intentase hacerlo ahora, en su estado actual, ellos se reirían y dirían: “no lo quiero”, ¿no es así?
-En otras palabras, no puede dárselas. Después de todo, esos dos ni siquiera son cercanos a él.-Dijo Sou TaiFu levantando la ceja.
-Gracias a ti, el señor Kouyuu está rabioso. Le arrastraron aquí pero ahora ese está cansando. Shou, algún día te apuñalará, sin lugar a dudas.-Suspiró algo preocupado Sa Tai Ho.
-Jajaja. Bueno, eso sólo añadirá otro rencor de algún jovenzuelo al montón, ¿no?-Shou TaiShi se rio a carcajadas.
-Bueno, veamos qué ha conseguido la señorita Shuurei…


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