Capítulo 3: La verdad en la oscuridad

septiembre 22, 2016

En medio de la profunda oscuridad, no cesaban de caer pétalos de cerezo. Una silueta se acercó. Cuando se dio cuenta que yo estaba ahí, él sonrió.
Cual cálido murmullo, un sentimiento cálido inundó mi corazón. Cuánta felicidad… Cuando intenté acercarme, esa persona se fue por donde había llegado.
-¿Hermano…?
Perseguí la silueta que se alejaba de mí, pero, sin importar cuánto corriese, la distancia se agrandaba más y más.
La mano extendida con desesperación era muy pequeña, como una hoja de arce.
-¿Por qué…?
Quería llorar. Esa era la única persona que tenía.
-No te vayas, no te vayas. No me dejes solo.
Los cerezos en flor desaparecieron convirtiéndose en glisterias, osmanthus… Copos de nieve…
La silueta se agazapo en la nieve y se desvaneció. Seguí esperando toda la primavera, todo el verano, todo el otoño, todo el invierno. Siempre.
-No te vayas.
Ni siquiera me atrevía decir esas palabras.
-No te vayas.
Justo cuando sentía que iba a caerme de rodillas de la amargura, alguien me cogió de la mano con fuerza desde atrás.
Sorprendido, me di la vuelta lentamente.

Al despertarse, la cara de un guardia estaba justo a su lado.
-¿Sei…ran…?
-Discúlpeme por entrar sin su permiso. Estaba usted llorando en sueños…
El Emperador se sentó lentamente en su cama. Tras comer con Shuurei y volver a sus aposentos, aparentemente, se quedó dormido.
Estaba cubierto en sudor frío. Cuando le dio por secarse el sudor con el codo, el Emperador, por fin, se percató que estaba cogiéndole la mano a Seiran.
Levantando la mano que todavía cogía, Seiran se dio prisa en explicar:
-Ah… Eh… Alargó la mano y, sin pensar, yo… Ruego me perdone.
El Emperador, aún aferrado a esa mano, la sacudió un par de veces.
-¿S-Su Majestad…?
-¿Qué te parece dormir conmigo esta noche, Seiran?
Seiran se petrificó instantáneamente. Con la misma expresión que pondría si hubiese bebido vinagre. Era obvio que estaba intentando encontrar alguna manera de librarse de tal situación con todas sus fuerzas. El Emperador ladeó la cabeza ligeramente.
-No quieres.
-No… Eh… Todo el mundo tiene sus preferencias. Eso es…
-Era broma.-Le dijo al azorado Seiran el Emperador y sonrió.-Me acabo de decidir. No voy a dormir contigo.
-Fiu…
-Sería un desperdicio.
Seiran se mantuvo sabiamente en silencio. El Emperador observó a Seiran intensamente.
-Como me imaginaba, Seiran, ¿no eres demasiado masculino? Aunque somos de una edad parecida.-Cuando le dijo algo así con tanta solemnidad, Seiran volvió a quedarse sin palabras con las que contestar.-Últimamente he estado pensando que parece que Shuurei confía más en ti que en mí. Eres un buen hombre así que entiendo el porqué. Además, habéis estado viviendo juntos mucho tiempo, pero, como marido de Shuurei, a veces me molesta. Así que creo que iré y acabaré con la distancia que hay entre mi mujer y yo.-Dijo el Emperador muy serio.
Seiran intentando esconder sus intenciones, dudoso, preguntó:
-¿Y… Cómo…?
El Emperador ladeó la cabeza y pensó en silencio durante un momento hasta que, de repente, consiguió un plan.
-Ya sé, haré que a mí también me llame por mi nombre.-Y soltando la mano de Seiran de mala gana, saltó rápidamente de la cama.-Esta noche no hay guardias en mis aposentos.
El Emperador había empezado a alejarse llevando únicamente sus ropas de dormir, dejando atónito a Seiran.
-¡E-Espere un momento!
-¿Eh?
-¡Se resfriará! Aunque sea primavera, sigue haciendo frío de noche, debería llevar algo encima.
El Emperador rio:
-Aunque me gusta Shuurei, tú también me gustas, Seiran.
El Emperador acabó yéndose de sus aposentos con solo sus ropas de dormir, después de todo, dejando a un hermosamente sorprendido Seiran atrás.
La luna relucía aquella noche. El Emperador rememoró el mes pasado mientras la fría brisa le acariciaba las mejillas.
Su corazón estaba sorprendentemente tranquilo. Pensó que esto era lo que significaba estar en paz. Hasta el hecho de que Shuurei le regañase por cualquier cosa le hacía feliz, su cara se relajaba haciendo que Shuurei se enfadase todavía más con él. Queriendo experimentar eso más veces, le había mentido en algunas cosas, pero no pasaba nada, porque la cara enfadada de Shuurei era adorable.
Que alguien se preocupase por uno era una fuente de felicidad.
El Emperador bajó la mirada a sus palmas. De las muchas cosas que había sido capaz de tocar con esas manos, la sonrisa de Shuurei era una de ellas. Entonces, se dio cuenta que s cerraba la mano, podría atraparla, pero si continuaba tal y como había estado hasta entonces, siendo así, dejando sus manos abiertas, haría que todo cayese entre sus dedos.
Hasta entonces, sólo había tenido entre manos lo más superficial.
Shouka, su lugar en los archivos, el tiempo que había pasado allí… Todo ese tipo de cosas, para él eran importantes pero pequeñas cosas. Pero pensó que daba igual. Hacía mucho tiempo que se había rendido en sus anhelos, excepto por uno. Por este, había tomado un trono que no deseaba. Para él, sólo era una posición temporal. No era el que debía estar allí. Para proteger ese trono vacío tenía que ser el Emperador sólo en nombre hasta que esa persona volviese. Por eso, había tomado el trono pero se había negado a ser Emperador.
Pero entonces, conoció a Shuurei.
Pensaba mucho sobre si podría hacerla suya, a esa mujer de extraña calidez. Sin embargo, eso era lo mismo que esperar a que un deseo se hiciera realidad. Ella era una consorte. A no ser que él se hiciera: “Emperador”, ella no sería suya. Una brisa sopló. Él se miró la palma, y poco después cerró el puño.

Shusui miró la luna desde dentro de la habitación.
-El tiempo pasa muy rápido… ¿Ya ha pasado un mes?
Shuurei se apoyó en el sofá y suspiró.
-Sí. Me pregunto si ha valido la pena que haya venido aquí.
-Por supuesto.-Shusui miró de soslayo.-El Emperador parece haber cambiado en muy poco tiempo, mostrando, poco a poco, el prestigio de un Emperador. Va a la corte cada mañana, estudia con los profesores en la tarde… ¿No lo dijo también Sho Tai Shi? Que la impresión que el Emperador da a los oficiales está cambiando.
-Jaja. Tienes razón. El Emperador ha estado esforzándose mucho. He oído que comparte sus opiniones. Además, a menudo, la voz de Su Majestad comenta sabios puntos de vista en sus clases. Aunque el señor Kouyuu siempre le refuta.
Pesé a eso, Kouyuu también escuchaba las opiniones de Ryuuki. Shuei dijo que el hecho de que Kouyuu prestase atención a sus comentarios ya era, para empezar, muy raro.
-Sin embargo, Su Majestad sigue llamando a hombres a sus aposentos cada noche…
Este era el único punto que no se podía corregir, pero, si Ryuuki se hiciera heterosexual, también sería un problema para Shuurei.
Al sonido de unos pasos, Shuurei reajustó su posición al sentarse de inmediato. La persona en cuestión era Korin con una taza de té aromático en las manos
-Exactamente, eso también nos preocupa a nosotras.
Shusui miró como Korin entraba en la habitación, riendo.
-Usted ha estado comiendo con Su Majestad y pasando mucho tiempo con él, y están tan unidos… ¿Así que, por qué dormís separados cada noche? Todo el mundo piensa que es cuestión de tiempo, ¿verdad? Korin.
Korin se puso nerviosa al escuchar la conversación, sonrojándose.
-Todo el mundo dice que Su Majestad atesora a la Consorte Kou, como los dos son todavía muy jóvenes, los sentimientos pueden florecer lentamente, pero los oficiales más ancianos se mueren por ver princesitas y princesitos en poco tiempo.
Shuurei sólo podía gritar internamente.
-Las sirvientas han organizado el horario, Consorte Kou.
A Shuurei casi se le cae la taza de té al escuchar a Korin.
“¿Horario? ¿Qué horario?”
Shuurei concentró toda su atención en su cara, intentando mantener una expresión serena y consiguió sonsacarse una sonrisa.
-Esto… Korin, aprecio tu ayuda. Pero esto… Esto necesita seguir su curso natural… Y no se puede apresurar, así que gracias por tus cuidados.
Korin mostró una expresión de decepción, pero poco después enseñó una sonrisa adorable. Tan encantadora fue su sonrisa que Shuurei sintió el impulso de ir hasta ella y abrazarla.
“Si tan sólo fuese tan mona como ella…”
Después de compararse con ella, su humor cayó en picado, no podía ni competir con la hermosa Shusei.
-Bueno, pues, descanse bien, Consorte Kou.
Kourin se retiró humildemente. Pero al momento, se apresuró a volver. Al verla correr, Shuurei y Shusei se sorprendieron puesto que raramente se veía a una sirvienta entrenada estrictamente correr.
-¡Oh, no!-Korin expresó agitada.- ¡Su Majestad está aquí!

-Es muy tarde… ¿Qué pasa?
Ryuuki no respondió al instante la pregunta de Shuurei. Le desató el pelo a Shuurei. Las olas de cabello hacían que Shuurei todavía más hermosa. Ryuuki la observó de arriba abajo y susurró:
-Eh… Estoy aquí para acortar distancias.
-¿Eh? ¿Distancias?
Este hombre siempre hacía cosas aleatorias y esta acción era aún más confusa. Shuurei estaba aturdida y vio a Ryuuki con una rosa en la mano derecha.
-Ah… ¿Esto es para mí?-Ryuuki asintió como un niño.-De verdad… ¿Qué es eso de distancia…? Si quieres regalar flores, dilo directamente… ¡AH! ¡¿No habrás cogido la flor con las manos desnudas?! ¡Ves! ¡Tienes las palmas llenas de heridas!-Shuurei miró la mano de Ryuuki y no pudo evitar alzar las cejas.-¡¿Y por qué llevas ropa tan fina?! ¡Mira cómo tiemblas de frío! ¡Las noches de verano siguen siendo frías, ¿por qué sales sin abrigo?!
Shuurei arrastró a Ryuuki dentro sin decir nada. El hecho de que su reacción fuese la misma que la de Seiran hizo sonreír a Ryuuki. Vestirse de esa forma había sido, en efecto, una buena elección.
Era la primera vez que Ryuuki entraba en los aposentos de Shuurei y miró el entorno con curiosidad. Sus ojos se posaron en un jarrón de flores, dentro del cual había…
-Una rosa…
Ryuuki había arrancado una rosa amarilla, blanquecina. Al escuchar su suave voz, Shuurei respondió:
-Ah, esto me lo ha dado Seiran hoy, me ha dicho que las rosas han florecido.
Ryuuki frunció el ceño. En efecto, Seiran era el hombre perfecto y siempre ganaba en todos los aspectos. Pero Shuurei malinterpretó la expresión triste de Ryuuki.
-Ah, todavía no te he dado las gracias. Perdona, me encantan estas flores. Gracias.
La sonrisa de Shuurei alivió a Ryuuki. Shuurei puso la rosa en el jarrón y dejó que Ryuuki se sentase en la esquina de la cama.
-Venga, enseñáme la mano.
Ryuuki abrió la palma obedientemente, Shuurei frucnió el ceño. Su mano estaba llena de sangre por las espinas.
-De verdad…. ¿Por qué arrancas flores con las manos? ¿No te duele?
Sí que duele”, pensó Ryuuki. Pero en aquel momento no pensó tanto.
-¡Espera!-Shuurei cogió su caja de medicamentos y sacó unos alicates.-Te sacaré las espinas una a una, voy a tardar un poco.-Los ojos de Shuurei se abrieron como platos al coger la mano de Ryuuki.-Dime, tú…
-¿Eh?
-¿Estás entrenando con la espada…?
Era una mano dura, llena de callos, similar a la de Seiran. Ryuuki cambió la expresión un poco, con algo de duda.
-Es… el trabajo básico de la realeza.
-¿Oh?
Shuurei aceptó de inmediato su respuesta, pues desconocía el mundo de las artes marciales. Ryuuke estaba aliviado y acto seguido, recordó su objetivo inicial.
“¡Es verdad, estoy aquí para acortar la distancia!”
-Shuurei…
-¿Eh?
-¿Por qué no nos llamamos por nuestros nombres?
-¿Nombre?
-Mi nombre.
-Ah.-Shuurei respondió vagamente puesto que estaba concentrada en su trabajo. Cuando por fin entendió el significado tras esas palabras, dejó de trabajar.- ¿Qué…?
-Digo que me llames directamente por mi nombre.
-¿P-Por qué de repente…?
-Es injusto que no me llames por mi nombre.
-Que esto sea justo o injusto…
“¡No tiene nada que ver!”, pensó Shuurei pero Ryuuki no dejaba de mirarla.
-Bueno, pues decidido. Desde ahora me llamarás por mi nombre.
-¿Llamarte… Ryuuki…?-Shuurei farfulló sin poderlo evitar.
Ryuuki parpadeó, dio un salto de alegría con una cara tan llena de felicidad que sorprendió a Shuurei. Su expresión venció a Shuurei.
-De acuerdo… Pero sólo en privado.
Su Majestad, Ryuuki, asintió violentamente, feliz de haber conseguido su objetivo, entonces, por fin, empezó a sentir el dolor de su palma.
-¿Por qué las rosas tienen espinas?-Se quejó enfadado Ryuuki. Shuurei arrancó otra espina mientras le contestaba:
-Porque la princesa de la rosa se enamoró de un hombre.
Ryuuki parpadeó.
-¿Qué quieres decir…?
Shuurei se sorprendió al ver su reacción. Levantó la cabeza y miró a Ryuuki seria.
-¿No conoces esta historia?
La cara de Shuurei se puso seria. Todo el mundo conocía esta historia, era la típica historieta que se contaba a los niños, pero no había nadie a su alrededor para contarle esta historia. Shuurei sintió simpatía por él, y le contó la historia mientras le arrancaba las espinas:
-Hace mucho, mucho tiempo, había una princesa muy hermosa cuyo nombre era: “La princesa Rosa”. Tenía el poder mágico de curar toda enfermedad y herida, así que tenía muchos pretendientes…
La voz de Shuurei parecía una canción de cuna y después de acortar la distancia entre ellos, la molestia que tenía en su corazón Ryuuki se desvaneció.
A pesar de que la pesadilla de antes le había agotado, aunque Seiran había estado allí con él, por fin empezó a roncar. Esta vez… podía dormir bien.
Un rato después, Shuurei acabó su tarea y el tratamiento.
-Bien, trabajo terminado.-la doncella levantó la cabeza y vio a Ryuuki durmiendo como un crío. No pudo evitar suspirar.-No tienes remedio.
Movió el enorme cuerpo de Ryuuki a la cama y le cubrió con una sábano, entonces, Shuurei tenía un dilema.
“…Y yo… ¿Dónde duermo ahora?”
En la cama cabían tres adultos, había espacio más que suficiente. Viendo lo profundamente dormido que estaba, despertarle era imposible y además, le gustaban los chicos, por lo que Shuurei llegó a una conclusión. Tan sólo tenía que despertarse antes que las sirvientas al día siguiente. Por si acaso, Shuurei también puso una frontera de almohadas entre ellos.

Ya bien entrada la noche, Shouka levantó una ceja ligeramente mientras leía su libro al percatarse de que tenía visita.
-¿Señor Kouyuu?
-Siento molestarle tan tarde. ¿Le importa si duermo en los archivos esta noche?-Viendo la fatiga en su cara, Shouka se dio cuenta del problema en el acto. Sin embargo, el cortés Shouka no dijo nada como: “Has vuelto a perder, eh.”
-Por supuesto, ponte cómodo. Aunque es pequeño.
-Como siempre, muchas gracias.
A pesar de callárselo durante mucho tiempo, Kouyuu estaba muy deprimido y desanimado por haber perdido en el departamento de asuntos civiles donde solía trabajar. No pensaba que la causa había sido porque no le había seguido a alguien la corriente como solía hacer. Sentía que alguien movía los hilos.
-Señor Kouyuu…
Al escuchar la voz de Shouka, Kouyuu salió de su trance de victimización.
-Ah, ¿s-sí?
-He oído que se has reunido con el Secretario del Departamento de Asuntos Civiles, pero, ¿ha pasado algo?
Kouyuu sonrió rápidamente sin estar muy seguro sobre si Shouka había visto su tensión momentánea.
-Sí, sobre trabajo, un poco… Ah, es verdad, quería preguntarle una cosa.
-¿Qué?
-Ha pasado un mes desde que me asignaron como tutor del Emperador, durante este tiempo me he preguntado unas cuantas cosas.
La expresión de Shouka cambió ligeramente conforme Koyuu proseguía muy serio.
-Se lo preguntaré sin rodeos. ¿Podría ser que el Emperador…?

A la mañana siguiente, Shuurei se levantó muy lentamente. Por alguna razón, era extrañamente cálido y algo bastante pesado estaba encima de ella pero era un peso cómodo.
-Mmm…
Todavía medio dormida, escuchó el sonido de la puerta al abrirse.
-Consorte Kou, ya es de d-…
-No es la voz de Shusui…-Mientras pensaba eso por alguna razón se escuchó un montón de pasos correr hasta su puerta.
Shuurei intentó levantar el cuerpo, pero no podía moverse.  ¿Qué estaba encima de ella…? O, mejor dicho, ¿qué se aferraba a ella? Todavía medio dormida, Shuurei se obligó a abrir los ojos. Mirando, ligeramente, la cara que tenía allí. Ese rostro tenía las pestañas muy largas y le amargaba la vida a Shuurei.
Era totalmente opuesto a la impresión infantil que daba cuando hablaba pero… En ese momento, mientras pensaba algo así, Shuurei se despejó de repente.
“U-U-UN momento…”
Shuurei había dormido con Ryuuki abrazándola. Intentó librarse del brazo con el que él la envolvía con firmeza pero no podía. Dadas las circunstancias, la cara de Shuurei se enrojeció.
-¡H-Hey! ¡Su Majestad, despierta! ¡¡Emperador, suéltame ya!!
-Mmm…-Ryuuki abrió los ojos adormilado. Al encontrarse con Shuurei entre sus brazos, le acarició la mejilla con la parte trasera de su mano sonriendo felizmente. Entonces, con más fuerza, la abrazó todavía más acercándosela.-Me dijiste que me llamarías por mi nombre…-Y se volvió a dormir.
Shuurei gritó.
-¡No te duermas! ¡Levanta! ¡Despierta! ¡Despiértate ya!

La sirvienta que había ido a despertar a Shuurei aquel día no había sido Shusui y ese fue el final de su buena suerte. Poco tiempo después del almuerzo, todo el mundo sabía los rumores sobre ella y el Emperador.
-¡El Emperador ha compartido lecho con una mujer!-Decían por todas partes, sin embargo, Shuurei no podía negarlo pues se suponía que ella era su mujer.
Korin con los ojos llenos de lágrima terminó de preparar las cosas para la comida tres veces más rápido de lo habitual y huyó de la habitación ya que pensó que dejarlos a solos era lo que debía hacer. No había ni un solo criado esperándoles.
Shuurei levantó la cabeza. Miró a Ryuuki que estaba desayunando resentido. No obstante, por alguna razón, estaba de muy buen humor.
-Ah… Caray… ¿Por qué pasaste del cojín…?
-Tienes la cara roja.
Shuurei le tiró la taza de té. Sin embargo, Ryuuki la atrapó sin problemas. Ya estaba acostumbrado.
-Eso es peligroso.
-¡A diferencia de otros yo no soy inmune a este tipo de cosas! ¡Idiota! ¡Eres lo peor!-Shuurei se hundió en la mesa.-¡Ah…! ¿Qué pensarán papá y Seiran cuando oigan este estúpido rumor…? ¿Qué haré yo si se lo creen…?
Ryuuki frunció el ceño molesto.
“Dejando de lado a Shouka, ¿por qué tienes que mencionar a Seiran?”
-Pero, pero, pero…! ¡Es el corazón de una doncella…! ¡Tú no lo entiendes!-Dijo Shuurei contestando a algo, aunque nadie había dicho nada.-Hey…
-¿Qué?
-No ha pasado nada, ¿no?-En realidad Shuurei sólo sabía un ápice de ese tipo de cosas, y por eso, no podía determinar ella sola si había pasado algo o no. En realidad, como al Emperador le atraían los hombres, ese tipo de cosas no deberían ocurrir para empezar, pero por si acaso… Sólo, por si acaso…
Sin embargo, cuando Ryuuki apartó la vista, la tez de Shuurei palideció. 

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