Capítulo 3: Paraporoparun Peroporoparapon

enero 22, 2017


Recé desde todos mis corazones que ella pudiese vivir felizmente en este bello mundo. Miles de docenas de miles de billones de estrellas brillaban en el espacio, iluminando las cenizas que sostenía.  Esperaba que ella, que algún día sería absorbida por el cosmos, pudiese sonreír y reír para siempre. Esos eran mis tontos pensamientos. En ese momento, una imagen de ella en aquel entonces apareció en mi mente.
-Hey… ¿Qué significa vivir?
Lo recordé en el espacio vacío. Las palabras que me había dicho hacía un billón de años. Todavía lo recordaba a la perfección, como si me lo hubiese dicho ayer.

-¡Te amo…!
Me dijo Peroporoparapon, mirando directamente a mis setenta y seis ojos. Estaba gravemente intoxicada después de haberse tragado un macaron y sus mejillas se estaban volviendo de un verde esmeralda flojo. Me desorientó ver a esta Peroporoparapon, tan distinta a lo que solía ser. Después de todo, Peroporoparapon siempre me decía cosas groseras. Era la primera vez que la había oído decir algo tan caprichosamente dulce. Sus perfectos setenta y seis ojos eran adorables, estaba demasiado avergonzado como para mirarle a sus treinta y cinco caras. Y después de lo que había dicho deslizando un tentáculo verde, mi propia cara enrojeció al completo. Bajé la mirada en silencio, pero mis trescientos mil quinientos cuatro corazones latían como alarmas a ciento veinte decibelios. Me pregunté si ella también podía escucharlos. Aunque con lo borracha que estaba, seguramente se olvidaría del asunto a los pocos segundos, pero si no lo hacía, me daría mucha vergüenza.
Peroporoparapon era muy adorable. Su piel lila, sus tentáculos pegajosos, el fluido amarillento que segregaba su sistema digestivo… ¿Qué no se podía amar de todo eso…? A veces, pensaba lo raro que era que estuviese con alguien como yo. Peroporparapon tendría que pasar el tiempo con alguien más guay. ¿Pero por qué?
-¿Qué amas de mí?-Le pregunté nervioso.
Estaba demasiado borracha como para enfadarse conmigo, eso pensaba. Peroporoparapon soltó una risita y me abrazó.
-Bueno, me gustan tus trescientos brazos y todos los pulmones que tienen. ¡Y me gustan tus setenta y seis ojos salidos! ¡También me gusta tu piel de un violeta rojizo…! ¡Lo amo todo! ¡Te amo!-Concluyó ella, empezando a desgarrar mis tentáculos.-Jejeje.-Se rio, mientras los desgarraba uno a uno.
Adorable.
Jodidamente adorable.
Quería casarme con ella.
Pero sabía que eso no iba a pasar nunca. Peroporoparapon tenía treinta y cinco prometidos porque era la única hija de la reina Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapolings. Un mero Roronopusun Ganopiririnronron Peroporoling como yo jamás podría ser su marido. Lo sabía. Lo sabía. Así que sólo podría disfrutar de su compañía un poco más. Cuando llegase el momento, no cabía duda de que Peroporoparapon me dejaría y se casaría con uno de sus treinta y cinco prometidos, y viviría felizmente con él. Sin duda.
Mi humor cayó en picado, justo cuando había sido tan feliz. No había forma de huir de la realidad que siempre era tan dura conmigo.
Suspiré, diezmando unos hierbajos. De repente la luz volvió a los ojos de Peroporoparapon.
-¿Eh? ¿Qué?-Dijo, con los ojos saltones.
Tal vez se había puesto bien.
-Buenos días.
-¿Eh? ¿Estaba borracha?
-Sí, un poco.
Durante dieciséis años para ser exactos. Peroporoparapon había estado borracha durante bastante tiempo, pero le mentí.
-Me duele un poco la cabeza.-Dijo, frotándose la cabeza número treinta y tres. Hasta sus acciones casuales eran adorables. Demasiado adorables. Debía ser una mezcla con un ángel. Sus treinta y cinco caras eran especialmente angelicales.
-Todo es culpa tuya.
-¿Eh? ¡¿Por qué?!-Preguntó Peroporoparapon, aplastando uno de mis corazones. Clásico de Peroporparapon. Siempre era dura y me castigaba, pero tan sólo unos instantes antes había descubierto lo que sentía de verdad. Por supuesto, no podía decirle que lo sabía. No podría soportar que me aplastase más corazones.
-Estoy algo aburrida, supongo que me iré.-Dijo Peroporparapon mirándome.
Podría haberse ido sin decir eso, pero me hizo muy feliz saber que se preocupaba por mí.
-No te vayas. Quédate un poco más.
-Mmm… Si me lo pides así, lo haré, pero…
-¡Bien! ¡Gracias, Peroporoparapon!
-Mmm. ¡Que sepas que no me alegra lo más mínimo que me des las gracias!
Veinticuatro de las treinta y cinco caras de Peroporoparapon no consiguieron esconder la sonrisa. Oh, qué adorable.
-Tú decides qué hacer.
-Mmm. ¿Qué quieres hacer, Peroporoparapon?
-¡Tonto, yo no pierdo el tiempo tomando decisiones!-Peroporparapon abofeteó mi cuerpo, haciendo volar por los aires setenta y dos tentáculos. Era tan adorable cuando estaba enfadada.
Después de eso, nos divertimos aniquilando un planeta que estaba tres planetas más allá del nuestro. Era el típico juego infantil sobre quién podía matar más terrestres, así que me preocupaba si ella iba a estar satisfecha con eso. Estuve nervioso durante toda la masacre, pero Peroporoparapon parecía estar disfrutándolo más de lo que esperaba. Al principio tenía mala cara, pero ahora estaba riéndose y disfrutando de matar a los habitantes del planeta tres planetas más allá del nuestros. Era tan adorable cuando sonreía y mataba gente.
-Mmm, no está mal considerando que eres tú quién lo ha propuesto.
-¿A qué sí? ¡Me alegra que te lo hayas pasado bien!
Las mejillas de Peroporoparapon se volvieron un poco verdes esmeralda. Quizás estos juegos infantiles eran novedosos para ella, a la que habían criado como a una princesa.
Ojalá pudiéramos seguir así, pensé. Lo pensé de verdad.

Habían pasado setecientos sesenta y seis años desde que Peroporparapon y yo nos habíamos ido de parranda a matar al distante planeta vecino. Por fin, pude volver a encontrarme con ella. Los dos habíamos estado demasiado ocupados para quedar. De vez en cuando, como solía pasar tiempo conmigo, que ella era la pricesa de Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapo, así que estaba claro que estaba más ocupada de lo que jamás estaría yo.
-Oh, vaya, cuánto tiempo.
-Sí. No has cambiado.
-Sí lo he hecho. ¿No estoy mucho más guapa? Qué grosero.
Peroporoparapon, a la que no había visto en tanto tiempo, se había vuelto muy guapa. Por alguna razón yo estaba excesivamente triste y le dije:
-No has cambiado.-Para pretender que no lo había notado, pero por supuesto que sabía que era mentira.
Había doblado su número de caras y le habían crecido tres mil pies nuevos. Su cuerpo rezumaba un fluido amarillento pegajoso y los pulmones de sus tentáculos eran nuevos. Sabía cada detalle que había cambiado en Peroporoparapon. Le había crecido vello en el abdomen en su séptimo ombligo. Esa era la prueba de haber llegado a la edad adulta para un Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapoling. Mientras no estaba, Peroporparapon se había hecho mayor.
-Jope. ¿Sabes? Últimamente soy muy popular entre los chicos.
-Estoy seguro. Eres adorable, Peroporoparapon.
Las caras de Peroporparapon se volvieron de un color verde fuerte y bajó las cabezas. Gruñó algo a unos cincuenta decibelios, pero no conseguí entenderlo. Su reacción me divirtió, y miré a las setenta caras de Peroporparapon.
-Éxito con los chicos… Qué bien, Peroporoparapon.
-No, bueno, eso sólo es…
-No es nada. Por supuesto que deben pensar que eres atractiva. Porque eres muy adorable.
-Ay…
-¡Au…! ¡Adorable!
-¡Oh, cállate, idiota!-Gritó sacándome cien tentáculos.
Su apariencia había cambiado pero por dentro, seguía siendo la misma de siempre. Eso me hizo muy feliz, me alivió tanto, que no pude dejar de sonreír mientras destruía un planeta lejano.

Después de pasar cien años destruyendo planetas, me llegó un mensaje telepático de Peroporoparapon por el que pagué una factura mensual.
-¿El año que viene tienes algo que hacer?
-No debes tener mucho tiempo libre con la prisa que tuviste por marcharte hace cien años, Peroporoparapon.
-Cállate. Sólo quiero saberlo, ¿tienes algo qué hacer?
Peroporoparapon me envió un mensaje telepático como si lo de hacía cien años atrás no hubiese ocurrido. Tenía la corazonada de que si insistía más, me pegaría hasta dejarme sin sentido cuando nos encontrásemos así que le dije telepáticamente:
-No, nada.
-Ya veo. Bueno, pues sal conmigo el año que viene. Hay un sitio que quiero visitar.
Esta fue la primera vez que Peroporoparapon me invitaba a salir. Antes, siempre había sido yo quién la había invitado. Eso aceleró a mis setenta y seis corazones.
Intentando no revelar mi exaltación, le contesté:
-¡Claro!
-Muy bien, nos encontraremos a principios del año que viene, en Pisoronopokorun, el que destruimos juntos.
-Entendido. ¡Tengo muchas ganas!
Lleno de alegría, hice explotar el planeta que estaba aniquilando.


-Sí, voy a tener una cita con Peroporparapon el año que viene, ¿qué crees qué debería hacer?
En cuanto llegué a casa, fui corriendo a ver mi vecina Yuuka. No sabía nada sobre romance así que siempre le pedía ayuda a mi amiga de la infancia Yuuka. Aunque a ella le parecía cansado, siempre lo hablaba conmigo. El nombre de Yuuka era uno de esos nombres únicos y vergonzosos de niños, y los adultos no la miraban con buenos ojos, pero yo sabía que era una chica amable.
-¿Otra vez con Peroporoparapon? ¡Aprende a pensar tú solito!
-¡Eso he hecho! Pero no se me ha ocurrido qué hacer…
Yuuka dejó escapar un gran suspiro.
-De verdad que tienes que dejar de depender de mí.
-¡Por favor! ¡Sólo esta vez!
-Ay, vale. Caray… ¿De todas formas, por qué te has tenido que enamorar de una chica como ella…?
Yuuka pareció decir algo a unos cincuenta decibelios, pero no lo pude descifrar.
-¿Mmm? ¿Qué?
-Nada. Bueno, la estrategia para el encuentro.-Yuuka se rascó la cabeza con sus dos brazos.
-¡Gracias! Eres un salvavidas. Qué buena eres, Yuuka.
-Pero solo amabilidad no hace que cambien las cosas…
-¿Mmm? ¿Qué?
-Oh, olvídalo. Empecemos.
Yuuka sacó un bolígrafo y un papel para escribir los puntos que tenía que mejorar.
-Primero, tienes muchas cosas irremediables. Voy a hacer una lista de todo ello.
Yuuka movió el bolígrafo a una velocidad terrorífica.
1.     Tus tentáculos tienen una forma asquerosa. Córtalos para que estén iguales cada año.
2.  A ti te faltan piernas. Haz que te crezcan más.
3.  Tu cuerpo de un violeta rojizo es asqueroso. Píntatelo de marfil o algo.
4.  Tienes muy poca simpatía. Piensa un poco en los sentimientos de los demás.
5.  Tu juego destructivo es súper flojo. Comete a la gente como hacen todos los buenos partidos.
Aprende a entender mejor la mentalidad femenina. Por eso todavía eres virgen.
Etcétera, etcétera. 
-Para ya, me estás rompiendo los corazones…
-Tengo que destacar lo poco que entiendes a las mujeres.
-¿Tan mal lo llevo?
-En mi opinión, eres basura.
-¿Basura…?
-Pero que la basura, eres un desperdicio altamente radiactivo. Tu mera existencia es una molestia.
-Ya veo…
Una de las mejores cualidades de Yuuka era que decía las cosas como eran. No puedo decir que no me gustase eso, pero a veces, me deprimía.
Desperdicio altamente radioactivo…
-B-Bueno, aunque supongo que esas cosas tuyas me gustan un poco…
-¿Mmm? ¿Qué has dicho?
Justo entonces, una ráfaga repentina a noventa metros por segundo me hizo ser incapaz de pillar lo que había dicho Yuuka. Aunque la cara de Yuuka estaba roja, me pregunté qué había pasado.
-Cállate, cállate y ya.
-¿Eh? ¡Tengo curiosidad! ¡Dímelo!
-¡Que te calles!-Yuuka apartó la vista.
Yuuka a veces hacía este tipo de cosas que no entendía. O sea, si tenía un problema podría decírmelo y ya. Dado el tiempo que hacía que nos conocíamos, no es como que me fuese a enfadar por alguna tontería.
-Bueno, como sea. Ordena tus tentáculos y estudia el corazón de una mujer. Tengo cosas que hacer.
-Vale, gracias por todo. Sin ti, Yuuka, estaría perdido.
Yuuka se rio de forma vacía.
-Sí que lo estarías, sí.
-¡Absolutamente!
-Ahora déjame en paz y vete a ser feliz con Peroporoparapon.
-Así lo espero…
-Adiós, y dime si te ha ido bien con ella.
-¡Vale!
-¡Bien, buena suerte!
-¡Lo daré todo!
Y así, me despedí de Yuuka.

Al año siguiente, fui al desolado y vacío Pisoronopokorun. Me había cortado los tentáculos bien, y me había esforzado en que me creciera otra pierna. No sabía cómo estudiar el corazón de una mujer, a´si que intenté leer documentos akashicos, pero eran tan difíciles de entender que me rendí. Pero pensé que no pasaría nada. Ahora sólo quedaba esperar a Peroporoparapon.
A la hora a la que habíamos quedado, Peroporoparapon aterrizó el treinta de marzo.
-Perdona. ¿Me esperabas?
-Acabo de llegar.
Mentí. Le había estado esperando treinta y siete días, pero me daba demasiada vergüenza admitirlo así que mentí.
-¿Qué vamos a hacer hoy?
-Vamos a ir a tomar el sol a la estrella fija.
Ir a tomar el sol a la estrella fija era una idea demasiado común para la princesa Peroporoparapon. ¿Tal vez era para ir conmigo? Si ella se hubiese anticipado para pensar qué podría disfrutar yo, me haría muy feliz.
-Guau, ¿tomar el sol a la estrella fija?
-¿No te gusta?
-No, no es eso para nada. ¡Me encanta!
-¿A qué sí? Bueno, no es que importe mucho si te gusta o no.-Dijo Peroporoparapon con franqueza, pero dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
-¿Lo has escogido por mí?-pregunté.
Las caras de Peroporoparapon se volviron verde y sacudió los tentáculos.
-¡¿Eh?! ¡N-Ni de coña! ¡Quería hacerlo! ¡Sólo te he invitado!
-¡Ya veo! ¡Bueno, me sigue alegrando!
Peroporoparapon me arrancó una de las piernas enfadada. Había pasado mucho tiempo desde que había demostrado semejante violencia. Era tan nostálgico, estaba a punto de llorar.
Me pregunté cuánto tiempo íbamos a estar así. En mi cabeza apareció una ansiedad repentina, pero la desestimé.
Nos dirigimos a la estrella fija.

-Mmm, qué gustito…
Peroporoparapon se bañaba en las llamas de la estrella sin la ropa de la parte superior de su cuerpo. Era algo normal, pero me puso nervioso. La verdad es que yo había visto a Peroporoparapon desnuda cuando éramos jóvenes. Efectivamente, para una Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapoling que la vieran desnuda no era nada, pero en mi planeta, después de convertirte en un adulto el que te vieran desnuda implicaba algo más. Allí, cuando crecías normalmente no te veían desnudo. Sólo las parejas que se amaban podían abrazarse desnudos y confirmar su amor. Me preguntaba si Peroporoparapon lo sabía o no.
-Se está a gusto, ¿verdad? ¡Qué llamas tan buenas!
-S-Sí. Tienes razón.
No podía mirar a ninguna de las caras de Peroporoparapon. Dije todo lo que tenía que decir por encima de los rápidos latidos de mis corazones.
-¿No te estás divirtiendo?
-¡Por supuesto que sí! ¡Es sólo que estoy un poco nervioso por divertirme tanto y estar tan feliz!
-Ya veo. Bueno, vale.-Dijo Peroporoparapon algo triste. Entonces, se dio la vuelta hacia mí y dijo algo con cierta dificultad.-Mmm, eh… En realidad te he invitado porque tengo algo que quiero decirte.
El comentario súbito de Peroporoparapon hizo que mis corazones sonaran como alarmas.
-¿Qué?
-Verás…-Cogió aire y entonces, habló despacito.-Este puede que sea el último año que pueda salir así contigo.
Mis corazones explotaron como si les hubieran dado con bombas. Me quedé de piedra, incapaz de decir nada.
-Verás… Mamá y papá me han dicho que me tengo que preparar para el matrimonio. Sabes lo de mis treinta y cinco trillones de prometidos, ¿no?
-Sí.
-El año que viene los maridos en potencia van a entrar en un torneo de matarse mutuamente, y me casaré con los primeros cien.
Casarse con sus prometidos, un evento corriente en la realeza. Pensaba que estaba preparado para ello, pero Peroporoparapon era una chica normal que era extremadamente violenta conmigo, una chica que solía cruzarse conmigo, una adorable chica que de repente se volvía muy dulce cuando comía macarons, y una chica a la que amaba mucho. Lo entendía en mi cabeza, pero no podía aceptar la realidad. Hasta después de escuchárselo decir a Peroporoparapon, parecía mentira, como si se tratase de alguien muy, muy lejano. Mirando mis caras mientras yo seguía callado, Peroporoparapon habló.
-Por eso te he invitado, para hacer los últimos recuerdos este año. Sentía que era lo mínimo que podía hacer, pero… pero…-Antes de que pudiese terminar la frase, las lágrimas inundaron los mil cuarenta ojos de Peroporoparapon.-No quiero que esta sea la última vez. Quiero quedarme, quiero pasar más tiempo contigo, destruir más planetas contigo y tomar el sol en la estrella fija contigo. Quiero conocerte más y quedarme contigo para siempre.
No dije nada. Mi cuerpo no se movió, duro como el tungsteno. Tenía que decir algo.
Algo…
-Siento ser una molestia así.
-No, para nada. Eso no es verdad…
-Oh, pero lo soy… Si me quedase contigo, papá y mamá te matarían. Voy a tener que casarme con mis prometidos. Siento molestarte. Nunca he podido ser sincera contigo…
Algo para parar a Peroporoparapon…
-Me voy. Ha sido divertido volverte a ver.
-Espera…
Sin esperar a que terminase, los tentáculos de Peroporoparapon revolotearon. Cambiaron de forma visiblemente y se transformaron en una especie de alas.
-Bueno… Adiós.
Peroporoparapon batió las alas y voló el día doscientos. Yo sólo pude mirarla sorprendido.

Al día siguiente, el torneo de prometidos de Ferogaron Sutegoronopusupero Porooparapo estaba en todas las noticias. Cuando lo escuché, Peroporoparapon que había estado al alcance de la mano, de repente, pareció increíblemente distante. Volví al planeta que había dejado a medio destruir para animarme, pero no funcionó nada. Unas nubes negras parecían cubrir mis corazones y todo me hacía daño. Destruí planetas agresivamente para olvidar la realidad.

Cien años más tarde, había acabado de destruir planetas, sin nada más que hacer, me encerré en casa. Un día, en las noticias dijeron que los prometidos de Peroporoparapon se habían reducido a mil. A ese ritmo, se decidirían sus maridos en cuestión de días. No podía soportarlo. El imaginarme a esos maridos bebiéndose su fluido amoroso de su séptimo sistema digestivo me hacía querer explotar. Me dolían los corazones, me sentía enloquecer, pero no podía hacer nada. No podía ser uno de los maridos de Peroporoparapon. No podía casarme con Peroporoparapon.
-¡Hey! ¡Abre!
Mi casa tembló. Cuando miré afuera, me encontré a Yuuka.
-¡¿Qué estás haciendo?! ¡He visto las noticias!
-Lo sé. Déjame en paz.
-¡Al menos déjame entrar!-Yuuka entró y me cogió por el cuello con sus dos brazos.- ¿No me habías dicho que te ibas a una cita con ella?
-Has visto las noticias, ¿no? Es demasiado tarde.
Tal vez me había resignado a la desesperación, así que le dije eso a Yuuka a pesar de que se estaba preocupando por mí. Irritado, hice una fusión nuclear en mitad de mi casa, mostrándole mi enfado.
¡Déjame en paz! Ya sé que no tengo remedio, pero pensar en Peroporoparapon me duele. Déjame en paz.
Yuuka se acercó a mí y me abofeteó con todas sus fuerzas. La fuerza de su bofetón causó terremotos a un radio de dos mil quilómetros.
Yuuka me gritó mientras yo me quedaba ahí, atónito.
-¡Joder! ¡Eso no es lo que sientes de verdad! ¡La has amado por miles, decenas de miles de años! ¡¿Y lo quieres acabar todo así?!
-¡Claro que no!-Le devolví los gritos.-¡Amo a Peroporoparapon! ¡La amo de verdad! ¡Siempre he querido casarme con ella!
-¡Pues ves a hacerlo!
-¡Calla! ¡Aunque fuese y me casase con ella, ¿crees que la haría feliz?! ¡Está claro que Peroporoparapon estaría mucho más feliz casandose con los buenos compañeros que le han escogido sus padres, no con un Roronopusun Ganopiririnronron Peroporoling remoto! ¡No tienes idea de nada, tonta!
-¡Pero sí que la tengo!-De los dos ojos de Yuuka cayeron lágrimas.-Sé todas las cosas buenas que tienes… Porque yo siempre te he amado.
-¿Qu-…?
La confesión repentina de Yuuka hizo desaparecer todo mi enfado de golpe. No podía decir nada más.
-Pero ahora, te odio. Siempre has sido tan honesto con tu amor con ella. No importa lo inferior que te sentías, ni lo frío que fuera, nunca has dejado de amarla, ¿no?-No dije nada. Esperaba todas las palabras entre lágrimas de Yuuka.-Ahora ya no tienes nada de encantador. Ahora sí que eres un desperdicio altamente radioactivo. ¿Eso quieres?
-Pero…
-¡Que te calles! ¡No des excusas!-Yuuka me volvió a abofetear. -Hubo un eco. A diferencia de la bofetada anterior, esta fue muy amable.- ¿Y de verdad crees que Peroporoparapon será feliz casándose con sus prometidos?
-No he dicho eso…
-¡Pues no vayas diciendo qué sabes cómo se siente! ¡No sabes nada!
Espera… Tenía razón. Peroporoparapon había dicho que quería pasar más tiempo conmigo, que quería quedarse conmigo.
Recordé lo que Peroporoparapon me había dicho la última vez que nos habíamos encontrado. Así era. Así es como era. Era un estúpido. Aunque Peroporoparapon no solía ser honesta con sus sentimientos, me lo había dicho sin comerse ningún macaron. Debía haberle costado una enorme valentía y aun así, no había hecho nada. No había hecho nada en absoluto para responder a sus sentimientos. Maldita sea. Era un idiota entre idiotas. Tenía que ir. Tenía que darme prisa.
-Yuuka, tengo que ir.-Dije apresurándome.
-¿Vas a ir?
-Sí.
-Ya veo. Así que me rechazas…
-Lo siento.
-No pasa nada. No es que me gustaras tanto de todas formas.
-Perdona.
-¡No te preocupes! ¡Date prisa y vete! ¡Peroporoparapon se va a casar pronto!
-Sí, me voy.
-¡Adiós!
Yuuka siempre había sido de voluntad fuerte, pero en aquel entonces parecía querer llorar.
-Gracias.
No miré atrás. Volé directamente.

Cuando llegué al suelo del torneo, encontré el suelo con montones de cadáveres de cientos de prometidos. Sabía que el torneo ya había terminado.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡Sólo personal autorizado! ¡Vete a casa!
Un soldado Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapoling me vio y me gritó amenazadoramente.
Le vomité ácido sulfúrico corrosivo y en poco tiempo se desintegró.
-¡¿Esto qué es?!
-¡¿Quién anda ahí?!
Los Ferogaron Sutegoronpusupero Poroparapolings que vieron la escena se acercaron.
-¡Traed a Peroporoparapon! ¡Hay una cosa que tengo que decirle!
-Peroporoparapon se está preparando para la boda. ¡Vete de una vez!
Corrí donde se estaba llevando a cabo la ceremonia diezmandoles como a granos de arena.
Por favor, que llegue a tiempo. Hay una cosa que tengo que decirle. Piernas, cuerpo, moveros tan rápido como podáis.
Mis tentáculos salían disparados y mis músculos se hicieron grumos, pero no pasaba nada. El dolor de mi cuerpo no era nada en comparación al dolor del corazón de Peroporoparapon. Corrí.
-¡Peroporoparapon!
Tras reducir una puerta súper reforzada puerta de tungsteno a atómos, encontré a Peroporoparapon y a cien maridos. Al verlo, grité a doscientos decibelios, haciendo que los canales semicirculares de algunos de los más débiles se volvieran pedazos.
Mirando a Peroporoparapon, era obvio que estaba a punto de casarse. Había un marido hecho de una baba apestosa, y otro hecho como si fuera de un material cuadrado. Había un marido cilíndrico de setenta metros, y un marido como una taza; maridos de todas las variedades. Eran de buen ver, y socialmente hablando, todos hacían buena pareja con Peroporoparapon, pero me dejé de preocupar por eso. No me importaba lo que pensase el mundo. Lo que importaba eran los sentimientos de Peroporoparapon y los míos.
Tan sólo habían pasado cien años desde la última vez que nos habíamos encontrado, pero Peroporoparapon había cambiado drásticamente. Se había quitado la ropa violeta que solía vestir, permitiendo que su hermosa piel de marfil fuera visible. También estaba cubierta en unos fluidos viscosos y pálidos, como marcaba la tradición de la boda.
-¡¿Por qué estás aquí?! ¡¿No te dije adiós?!-Gritó, Peroporoparapon enfadada.
-¡Señorita Peroporoparapon! ¡Retroceda!-Un sirviente Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapoling retuvo a Peroporoparapon.
Los cien maridos me miraron con frialdad. Los padres de Peroporoparapon me miraron a punto de explotar de la rabia, pero no importaba. ¡No importaba!
-¡Escúchame, Peroporoparapon!
-¡¿Ahora qué?! ¡Déjame en paz!
-¡Te amo, Peroporparapon! ¡Te amo!
La boca de Peroporparapon se abrió de golpe de la sorpresa. Ah, estaba tan adorable.
-¿Q-Qué…?
-¡Amo lo recatada que eres conmigo, Peroporoparapon! ¡Amo como cuando sientes vergüenza tu piel se vuelve verde esmeralda de inmediato! ¡Amo tus tentáculos babosos! ¡Lo amo todo! ¡No hay nada que no ame! ¡Cásate conmigo!
Peroporoparapon estaba visiblemente volviéndose de color verde esmeralda. En mis corazones, eso me hizo muy feliz.
-¡Vamos!
Cogiendo a Peroporoparapon por el tentáculo, corrimos a la velocidad de la luz. Los maridos crearon una conmoción detrás de nosotros. Los gritos furiosos de los padres de Peroporoparapon resonaron en mis oídos gracias al efecto Doppler. Me sentía maravillosamente, como el héroe de una historia. Mientras yo le cogía el tentáculo a Peroporoparapon, ella cogía el mío. Jamás volvería a soltarlo. Nuestros tentáculos se aferraron, con fuerza.

-Caray, me has sorprendido…
Habíamos corrido sobre veinte años luz de la ceremonia, y no había rastro de nuestros perseguidores. Peroporoparapon parecía aliviada.
-Así que, lo que has dicho ahí… ¿Es verdad?-Preguntó Peroporoparapon encogida, con los rostros verde esmeralda.
-Sí, te amo. ¡Cásate conmigo, por favor!-Dije cogiendo los treinta y dos miles de tentáculos.
-Oh, da tanta vergüenza cuando lo dices con tanta firmeza…
-Pero tú también lo has hecho, Peroporoparapon. Como cuando te comiste el macaron.
-Espera, ¡¿qué?! ¡¿Qué dije?!
-Es un secreto.
-¡¿Qué?! ¡Caray!
Peroporoparapon me arrancó siete tentáculos. Yo estaba feliz, honestamente, deseé que esos momentos durasen para siempre.
-Hey, Peroporoparapon.
-¿Mmm? ¿Qué? ¡¿Eh?!-Sin esperar su respuesta, besé los labios de su séptima cara con dulzura. Peroporoparapon se petrificó. Fue tan divertido que después de besarla estallé en carcajadas.
-¡Tonto!
Sus caras eran de un color verde fuerte, Peroporoparapon me golpeó el cuerpo.
-¡Jaja! ¡Perdón, perdón!
-¡Jope! ¡Ese ha sido el peor primer beso!
-Bueno, pues esta vez lo haremos bien. Aquí tienes, Peroporoparapon.
-S-Sí…
-Me estaré quieto.
-V-Vale. Bien.
Esta vez, ella fue quién me besó. Duró mucho, mucho más que el anterior. Nos besamos durante tres años.

Estábamos casados. Después de que Peroporoparapon se marchase de Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapo, aparentemente, este se sumió en el caos, y su madre y su padre la buscaron furiosos.
No tuvimos un ceremonia particularmente grande; simplemente destruimos un planeta por el que pasábamos y nos desnudamos cuando no había nadie por ahí.
-Siento que nuestra boda tenga que ser así.-Dije, y Peroporoparapon sonrió.
-Oh, no pasa nada.
-No he podido invitar a nadie, así que sólo estamos nosotros.
-¡No te preocupes! Me encantan los planetas en los que soy la única viva.
-Ya veo… Bueno, está bien eso.
-Y de hecho, hacer la boda en un planeta donde sólo estamos nosotros es muy romántico. Es como si fuéramos el centro de este mundo.-Peroporoparapon me alentó.
Mientras que Peroporoparapon sonriese, daba igual si el universo era destruido.
-Hey, ¿recuerdas cómo nos conocimos?-Me preguntó de repente.
-Sí.
Jamás podría olvidarlo. En aquel entones, era un pequeño e impotente prisionero en cierto planeta. No podía ver el futuro. No sabía por qué seguía viviendo. No conocía la esperanza. El sólo tener tres cientos seis comidas al día era un infierno. Los prisioneros fueron muriéndose de inanición. Durante aquellos días de desesperación, de repente, los Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapoling llegaron para destruir el planeta. Peroporoparapon parecía vivir mucho más libre y con más suerte, y venció a los que me habían esclavizado como si le aburriese. Fue una escena hermosa, y aun así, algo triste. Pensándolo bien, hasta nuestro matrimonio, Peroporoparapon jamás se había desviado del camino que le habían dado a seguir. Vivía una vida que sus padres habían planificado, y debía casarse con quién ellos vieran adecuado. Tal vez, Peroporoparapon se había hartado de todo eso.
Los tentáculos de Peroporoparapon destruyeron numerosos satélites encima de su órbita. La gente de las bases de esos satélites cayeron al suelo como estrellas fugaces. El cielo brilló, iluminando a Peroporoparapon por encima de diez mil tentáculos. Miré la bella escena, Peroporoparapon brillando como una estrella y sus brazos se acercaron a mí.
-Ah… A mí también me va a matar.-Pensé e inconscientemente cerré los setenta y seis ojos.
Pero minutos más tarde no estaba muerto. Abrí los ojos tímidamente para ver Peroporoparapon sonriendo. Habló al borde de las lágrimas.
-Hey… ¿Qué significa estar vivo?
Nunca lo olvidaré. Ni siquiera ahora mismo puedo responder la pregunta de Peroporoparapon.
Me liberaron de la esclavitud. Los Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapolings que destruyeron el planeta se marcharon como si no hubiese pasado nada. Más tarde, me enteré de que el padre de Peroporoparapon había ordenado la destrucción del planeta en un capricho. No había ningún propósito detrás de ello. En cualquier caso, sobreviví y conocí a Peroporoparapon.
-Tengo la respuesta a la pregunta que hice cuando nos conocimos.-Dijo Peroporoparapon, y entonces, me besó.-Vivir… Debe ser estar aquí contigo.-Sus caras se volvieron de un verde fuerte pero me miró directamente a los ojos.
Ah, era tan feliz. Me alegraba estar vivo.
-Te amo, Peroporoparapon.
-Yo también te amo.
En ese planeta vacío, nos hicimos uno.

Peroporoparapon y yo estuvimos juntos durante ochenta y cuatro millones de años después de eso. Éramos felices, jamás había estado tan satisfecho. Pero la esperanza de vida de los Ferogaron Sutegoronopusupero Poroparapolings es mucho más corta que la mía, por el que la hora de Peroporoparapon llegó antes que la mía. Sus tentáculos, gradualmente, dejaron de moverse, su cuerpo se desmenuzó. Y yo sólo podía ver como el cuerpo de Peroporoparapon se volvía cenizas.
-No falta mucho.-Dijo un día Peroporoparapon un día mientras vivíamos en el planeta en ruinas.
El tentáculo que me puso en el hombro se volvió cenizas. Decidí que no lloraría, sabía que si lo hacía, Peroporoparapon no sería feliz, pero no podía dejar de derramar lágrimas de mis setenta y seis ojos. Quería estar más con ella. Quería estar con ella hasta que el universo entero falleciera. Siempre me había ayudado, y no podía hacer nada para devolvérselo.
Te amo.
Te amo tanto.
Quiero comer magma contig y destruir planetas.
Quiero rellenarnos con plutonio y bañarnos en las llamas.
Quiero que nos peleemos a veces, llorar juntos, reír juntos.
Quiero estar contigo siempre. Para siempre jamás.
Jamás te olvidaré, Peroporoparapon.
No quiero olvidarte.
Así que… Así que… Vamos a…
-Gracias.-Murmuró Peroporoparapon mientras se volvía cenizas.
Apenas podía hablar, sus cuerdas vocales empezaban a desmoronarse. Lloré. No podía parar las lágrimas carmesíes que recorrían mis ejillas rojas. Peroporoparapon me arrancó uno de mis débiles tentáculos y habló sonriendo.
-No llores. No te preocupes, siempre estaré contigo.
-Pero, Peroporoparapon, tu cuerpo…
-No pasa nada. Aunque me muera y mi cuerpo se haga pedazos, seguiré existiendo en este universo. No me iré. Sólo me haré una con el mundo.-Por último, dijo mi nombre con un débil susurro.-Paraporopurun… Me alegra tanto tenerte en mi vida. Espero que sigamos así mucho tiempo.
Peroporoparapon se desvaneció como cenizas. Su cuerpo se convertiría en la tierra de ese planeta, en el cielo y, algún día, sería absorbida por el cosmos. Sus últimas palabras me salvaron. A diferencia de Peroporoparapon que era tan lista, yo seguía siendo demasiado tonto cómo para saber lo que significaba vivir, pero el pensar en Peroporoparapon hizo entrar en calor a mis trescientos cinco corazones.
 Y tal vez, eso es lo que significa vivir.
Era sólo un presentimiento, pero es lo que pensé.

En una nave espacial volví a pensar en Peroporoparapon. En esos recuerdos relucientes de ella, días coloridos que jamás se desvanecerían. Ahora, viajaba a cierto planeta que decidí destruir por el bien de los viejos días. Pronto, la nave llegaría a un planeta que formas de vida inteligente. Sostuve el jarrón con las cenizas de la que alguna vez había sido Peroporoparapon. Nunca había fallado al invadir un planeta pero esa vez en especial no podía hacerlo. Aterricé agresivamente. Para asegurar mi éxito decidí dividirme en cien cuerpos cuando llegué. Conectados por un vínculo espiritual, podríamos aniquilar con toda seguridad. Cuando lo destruyese todo, esparciría sus cenizas en  el vertedero. Por el planeta estéril que siempre había amado. Las cenizas se esparicirían y algún día se harían uno con ese hermoso mundo. Así, Peroporoparapon viviría para siempre y cuando todo acabase, yo gritaría mi amor desde el centro del planeta inhabitado. Porque esa era la última cosa que podía hacer por ella.
Ya podía ver el planeta. Estaba a muchos decenas de miles de años luz de Roronopusun Ganopirinronron Peroporo, de donde yo era. Extremadamente lejos. Rebosaba vida inteligente y estaba cubierto con mares azules brillantes. Un planeta perfecto para esparcir las cenizas de Peroporoparapon.
Bueno, hora de trabajar. Esta es mi última misión para Peroporoparapon.
Aterricé en aquel planeta azul. El impactó de mi aterrizaje emitió un sonido explosivo.
Sorprendida por el rugido atronador, la gente de la Tierra empezaron a acercarse. Mientras les diseminaba y diezmaba, recé en silencio:
-Espero que pueda ser feliz.

Cri-cri-cri. Cri-cri-cri.
Bajo el claro cielo azul, sólo se podía oír el zumbido de unas criaturas desconocidas.

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images