Capítulo 70: Con la princesa

enero 11, 2017


-¡¿Rose…?!-Gritó Dale histérico al ver a Rose apoyada hacia los utensilios de té.
Wind, que le seguía por detrás, avanzó a su propio ritmo y frotó la cabeza contra Latina, presuntamente pidiendo que le elogiara.
-Gracias, Wind. Dale, bienvenido… Eh, bueno, no lo entiendo del todo, pero… He acabado encontrándome con Rose…
-Esa explicación no me da muchas pistas…
Latina alzó la vista hacia Dale mientras acariciaba a Wind, que se había sentado. Se sintió confusa y ladeó, ligeramente, la cabeza. En contraste A Dale, que estaba más confundido que otra cosa, Rose sonrió y le saludó con humildad. Hasta sus movimientos parecían pulidos. A pesar de que vestía un atuendo polvoriento de aventurero, era obvio que pertenecía a la élite.
-Cuánto tiempo, Dale.
-Sí… ¿Por qué estás aquí?
-Aunque esté así, estoy en problemas… Iré directamente al grano. Hace unos días me secuestraron.
Fue una afirmación bomba.
-¿Eh? ¡¿Eh?!
Dale soltó un gritó extraño. Latina se sorprendió tanto que no pudo no hablar. Wind seguía moviendo la cola, como siempre.
-¿Por… Por el segundo señor demonio?-Murmuró Latina, pensando en lo que había dicho Rose al llegar al Ocelote antes de quedarse callada. Al escucharlo, Rose negó con la cabeza.
-No, fue otro grupo de personas las que me raptaron… Aunque sería difícil averiguar quiénes eran… Ya que el segundo señor demonio les mató.
-¿Cómo estás bien, Rose…?-La voz de Latina se endureció.
Desde pequeña siempre ponía ese tipo de expresión cuando salía el tema del segundo señor demonio. Para los ciudadanos del país del primer señor demonio, Vasirio, el segundo señor demonio que asesinó a su rey era su enemigo mortal. Dale supuso, que era por eso.
-Debe haber sido un capricho porque encontró mi manifestación mágica… interesante.
-¿Te dejó escapar sin un rasguño?
-El sirviente del segundo señor demonio me permitió huir. No conozco los detalles… Pero no parecía seguirle muy lealmente…
-El segundo señor demonio gobierna sobre sus propios diablos… Sus propios seguidores, con miedo. Les trata como esclavos, como juguetes… Es distinto al primer señor demonio que les daba la bienvenida a aquellos que querían ayudarle formando parte de sus diablos y vivir juntos…-La que respondió a cachos fue Latina, que habló con una expresión rígida y un tono indiferente.
-¿Latina?
-El segundo señor demonio da miedo… Hace tiempo, cuando asesinó al primer señor demonio, su única razón fue… básicamente, porque no era divertido matar a gente muerta.
-¿Cómo sabes eso…?-Ante la pregunta de Dale, ella parpadeó y volvió a la normalidad. Miró a Dale y se entristeció.
-Escuché hablar de ello hace mucho tiempo, cuando estaba en mi casa. Me dijeron que el segundo señor demonio daba mucho, mucho miedo así que tenía que tener cuidado. Me dijeron que si te lo encuentras te puede matar, así que tenía que esconderme.
-¿Fue tu padre…?
-No sólo Rag. Fue mi madre… que era quién solía hablarme de los señores demonios.
-La persona que me dejó escapar también me dijo algo así.-Dijo Rose y volvió a mirar a Dale.- Después de experimentar algo así, no fui capaz de saber mi paradero. Me acordé de Dale y, aunque me las apañé para venir hasta aquí, no sabía muy bien dónde estabas hasta que me ayudó la princesa hada.
-Dale…-Latina miró a Dale algo enfadada al escuchar a Rose decir su apodo de nuevo. Dale evitó su mirada sintiendo un sudor frío.
Últimamente, cuando gritaba lo adorable que era su hija, ella solía tener una reacción molesta. Tal vez fuera porque estaba creciendo, pero le hacía sentir algo solo. Y por eso, Latina no sabía que cuando ella no estaba, Dale presumía de su hija y amenazaba por ella. No se contenía en lo más mínimo, y eso no iba a cambiar jamás.
-Como tampoco sabía los antecedentes de los que me raptaron en un principio… No sabía en quién confiar… Así que he venido con Dal-...
-Sí, sí. Si se trata de ese, todo esto no se acabará con una simple preocupación… Y si escribo una carta ahora mismo, tardará un par de días en contestarme, ¿sabes? ¿Qué harás durante ese tiempo?
-Si me recomiendas algún sitio, me alojaré allí. En esta ciudad debe haber unas cuantas posadas para aventureros, ¿no?
-No conozco ninguna posada de lujo, Rose…
-Oh, vaya. No llevo mucho conmigo, así que si fuera barata me harías un favor. También he estado en ese tipo de posadas hasta aquí.
-Rose…
-Eh…
Dale suspiró al escuchar lo que Rose decía con una sonrisa y Latina se sorprendió.
Al parecer Latina había querido controlar sus exclamaciones infantiles a unas más adultas, pero no podía evitarlas.
Aunque el padre devoto pensaba que la muchacha podía quedarse así porque era adorable.
-Si haces algo atolondrado, a saber lo que hará ese tío…
-Es que, me han raptado… ¿No es obvio que no lleve mucho conmigo? Haciéndome pasar por aventurera, he conseguido algo de dinero, pero no me va a durar mucho…
-Espera… Espera… ¿Rose? ¿Qué has hecho?
-Pues he aceptado algún trabajillo por el camino. He matado bestias mágicas y las he vendido a trozos. Así es como me he ganado el dinero hasta aquí. ¿Qué pasa?
-Eh, mmm… Dale…-De repente, como si no pudiese contenerse más, Latina interrumpió. Su expresión ya estaba nublada por la confusión.-Rose… es una princesa, ¿no…?
-Si con eso quieres decir que es la hija de un noble…
-¿No crees?
Llamar a Rose, que se reía, “princesa” no estaba del todo mal, a juzgar por su apariencia y comportamientos, sin embargo, su personalidad era algo diferente.
-Por el camino, no has buscado pelea ni nada, ¿no?
-Dale, he venido de incógnito, no tienes de qué preocuparte.
-Se sabe que los magos no sirven de nada en los ejércitos, pero para alguien como yo, con magia en exceso, ir recitando unos cuantos hechizos no es para tanto.
Dale también tenía un exceso de poder mágico y estaba bendecido por su protección divina. No es como si no comprendiese eso.  Sin embargo, no era algo que una mujer de apariencia frágil como ella debería estar diciendo.
Rose era una conocida de Dale, pero como eran amigos de ocasión, no estaban tan cerca. Nunca había pensado que ella tuviese semejante falta de sentido común. Su apariencia externa engañaba mucho.
Sabía que era una maga extraordinaria, pero…
Suspiró mientras tenía un monologo interno.
-En ese caso, te puedes quedar aquí en el Ocelote. ¿No pasa nada, no, Kenneth?
-Puedo hacer algo por la habitación, pero no voy a cambiar a los clientes a su alrededor.
-Eso será mejor que ir a otras posadas… Como sea, si te quito el ojo de encima, aquel me matará…
Dale reconocía la habilidad de su amigo, y prefería no hacerle enfadar ni pelear en serio.
-Me pregunto si tengo suficiente…
-No es tanto, yo me ocupo…
Esta princesa rosada con su estricta forma de controlar el dinero, reveló una sonrisa brillante, que no pegaba con su apodo. 

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