Capítulo 76: Hablando de su encuentro con el segundo señor demonio [parte 1]

enero 12, 2017

La habitación de Dale y Latina estaba decorada con el estilo del pueblo natal de él, por lo que para los nobles de Raband, Gregor y Rose les parecía inusual. En comparación con cuando Dale vivía solo, la habitación parecía más cómoda, decorada con pequeños accesorios o telas que le gustaban a Latina. Rose, que había ido a esa habitación en incontables ocasiones para enseñarle magia a Latina, se sentó como si ya estuviese acostumbrada. Aunque Gregor estaba algo confundido, siguió lo que Dale estaba haciendo. Poco después, Latina trajo té. No interrumpió la conversación mientras lo repartía entre todos los presentes y volvía a bajar las escaleras. Rose se humedeció los labios mientras empezaba a narrar lo que le había ocurrido.
Desde que Rose tomó la posición de pertenecerle a su templo, no se había mostrado a la sociedad muy a menudo. A veces estaba en su territorio, y otras veces daba vueltas dando el pésame en varios sitios, respondiendo a las peticiones del templo – la bella y extraña apariencia de Rose era un símbolo del templo del dios índigo, Nili. Para el templo, que se usaba como centro médico, la impresión que la magia curativa de Rose dejaba era de gran valor. La casa de Rose, los Cornelius, no era prospera. Por eso, la princesa llamada Rose no tenía mucho peso como pareja política. Sin embargo, el valor y el talento que poseía era demasiado como para casarla con familias de su mismo nivel. Por esa razón, sabiendo que no tenía ningún control sobre sí misma, Rose se entregó al completo a las actividades del templo.
Mientras estaba en ello, atacaron su carruaje.
Rose siguió a los bandidos obedientemente cuando tomaron a sus sirvientes como rehenes. Juzgó que eso era algo más que un simple secuestro, ya que no amenazaron su vida de inmediato. – Al ver que tenía las agallas de quitarse su propia vida si la humillaban, los bandidos fueron unos caballeros.  Hasta entonces, todavía desconocía la meta de los bandidos, pero seguramente era sobre un intercambio con el escudo de Rose, el duque de Eldishtett. Después de todo, la familia Cornelius no era lo suficientemente rica como para incitar a semejante rapto.
Los bandidos llevaron a Rose y a su criada a una vieja finca a las afueras de un pueblo de campo que seguramente le pertenecía a un mercader rico. Aunque Rose seguía a los bandidos aparentemente, buscaba y esperaba una oportunidad para escapar por dentro. Le confiscaron su herramienta mágica pero no tenía problemas en usar la magia sin la ayuda de eso.
Era un pueblo en el campo – aunque cuando notaron que todo estaba demasiado tranquilo, la situación cambió.
Lo que el grupo vio en la finca, fue a una jovencita. Dentro de la finca, sentada en la barandilla de las escaleras, con la faldilla por encima de las rodillas y mostrando zapatos esmaltados que se movían para adelante y para atrás. Parecía bastante inocente y su larga cabellera dorada, además de sus enormes ojos azures celeste, la hacían parecer una muñeca. Su delgado cuerpecito estaba envuelto en un atuendo de apariencia costosa y no parecía muy práctico. Era una jovencita que parecía estar al principio de la pubertad, en edad humana. Se debe añadir ese último detalle porque tenía las claras características de la raza humana: dos cuernos a la derecha y a la izquierda de su cabeza de color tiza.
Cuando Rose echó un vistazo a la chiquilla, le dio mala espina. Había una rareza que vencía a la extrañeza de que ella estuviese allí. Tal vez, precisamente fue porque sintió eso, que se hizo el silencio entre los bandidos y Rose, la diferencia que cambió decisivamente los siguientes acontecimientos.
La primera víctima de la jovencita fue un hombre que se le acercó a preguntarle quién era. A pesar de no ir con la lamentable figura de la jovencita, eso que habían pasado por alto por ser tan ridículamente obvio – el enorme cuchillo que la chiquilla sujetaba entre ambas manos – se balanceó hacia abajo.
El aire se llenó de sangre. La jovencita bailó con una elegancia que no parecía real. Cuando la persona comprendió lo que estaba pasando y dejó escapar un grito dolorido, y un rugido, ya habían muchos cadáveres de personas – no era necesario confirmarlo, estaba claro que estaban destinados a morir – creando una piscina de sangre en el suelo. 
Los débiles, ante los ojos de semejante ser poderoso, fueron pisoteados sin poderse resistir siquiera. En el hermoso rostro de la jovencita apareció una sonrisa que parecía la definición de la crueldad, como cuando un niño le arranca las alas al insecto que ha atrapado.
Rose estaba entre los pocos que podían aguantar algo así. Sin embargo, su criada no era como ella. Tal vez, cabía esperarse. Daba igual cuánto entrenamiento se le dé a alguien, el estar delante de algo así, removería el miedo más profundo de alguien.
Liberándose del agarre de Rose, que intentaba mantenerla quieta, la criada intentó huir asustada. Incapaz siquiera de levantarse, el verla arrastrarse por el suelo daba risa porque estaba completamente desesperada.
-Vaya, vaya, qué vergonzoso.-Murmuró la chiquilla con un todo de voz agradable, que no iba con la situación, mientras se mecía y la mataba con su cuchillo.
Rose sólo pudo seguir mirando mientras la escena acontecía. Aunque era una maga excelente, eso no significaba que hubiese estado nunca en el campo de batalla. También, precisamente porque era excelente, comprendía que no podía resistirse contra el ser que estaba ante ella. No podía hacer nada y su cuerpo se petrificó.
-Déjalo.
Una voz algo particular llegó a ella, y la Rose estupefacta volvió en sí. Por el rabillo del ojo vio un lila vívido.
-No estás destinada a morir ahora mismo. Ahora mismo, tendrás que aguantar esto.
A pesar de su situación actual, Rose se quedó aliviada al escuchar esa voz. Era la dueña de una voz tranquila que parecía calmar a aquellos que la escuchaban. Se dio la vuelta lentamente, y la que estaba allí de pie era una mujer con las características de la raza demonio. Tenía un cabello largo, liso, de un color lila profundo y unos cuernos enrollados de un hermoso color dorado. Su hermoso rostro perfecto, no contenía ni un pizca de emoción. En su delgado cuello tenía unas letras extrañas que parecían un símbolo.
-¿Por qué has…?-Murmuró Rose con voz ronca y la mujer, como esperaba, le respondió con un susurro en voz baja.
-Nuestro señor no atiende a razones. Si tuviéramos que explicarlo, entonces...-Aunque hablaba de su “señor”, tanto la voz como la expresión de la mujer eran frías.-Sería por el deseo mismo de matar.
-El segundo… señor… demonio…
En ese preciso instante, mientras Rose se percataba de la verdadera identidad de la gente a la que estaba dirigiéndose, uno de los bandidos gritó un ruego. El simple hecho de gritar era temerario.
-No… No me mates…
Al escuchar eso, el segundo señor demonio sonrió.
-Vaya, vaya. En ese caso, no te mataré.
Con todavía más placer, su arma asesina se balanceó hacia abajo.
-No te preocupes, esta sabe muy bien cómo hacerlo para no matarte.
Una y otra vez, la muchacha le cortó.
Aunque intentase esconderse de los gritos del hombre, lo que podía escuchar con claridad era el sonido de la chiquilla recitando. Cuando Rose se dio cuenta de qué estaba haciendo, empalideció aún más.
-Magia curativa…
Y además una bastante poderosa. El segundo señor demonio usaba magia mientras le hacía pedazos. Le curaba intentando no matarle – mientras intentaba no dejarle morir.
Esa escena continuó hasta que la desesperación inundó las palabras del hombre.
-Mátame, por favor.-murmuró.
Si no hubiese sido por la mujer detrás de ella, apoyándola, Rose no había podido mantenerse. Aunque lo ocurrido sólo duró unos momentos, pareció durar mucho más.
Cuando todo el mundo, a excepción de Rose, se había vuelto un cadáver, la adorable muchachita, cubierta de sangre, la miró. Rose tembló sorprendida cuando lo hizo. Sin embargo, hizo un llamamiento al orgullo con el que había nacido y miró hacia adelante con convicción.
-¿Oh?-Ladeando la cabeza, el segundo señor demonio miró a Rose y con curiosidad mientras la miraba dijo en voz alta.-Vaya… Qué color tan bonito. Es como un lapis lazuli.-Dijo la niña en tono agradable, tanto que era la definición de inocencia.
A pesar de ser la autora de la trágica escena ante ella. Era retorcido y desagradable.
-Mi señora… La materialización mágica de esta persona también le ha afectado al pelo.
-¡Caray! ¿Qué color es? Déjame ver.
A los bandidos no les gustaba que Rose destacase tanto por lo que le habían preparado una peluca castaña. Aunque todavía la llevaba, la mujer demonio de cabello violenta afirmó eso sin dudar, como si ya lo hubiese sabido desde un principio. Rose permitió que se viera su melena natural.
-¡Vaya, qué bonito! ¡Deja que lo vea mejor!
El cabello de Rose no era simplemente rosa, tenía un complejo sombreado de tonos, raro y hermoso incluso entre las materializaciones mágicas. El segundo señor demonio extendió un fino brazo como queriendo tocarlo.
-Mi señora.
-¿Qué?
-¿No te disgustaría ensuciarlo con la sangre de esos humildes sirvientes?
Cuando la mujer habló, la muchacha pareció recordar que tenía las dos manos manchadas de sangre, y que todavía estaba sujetando la enorme espada.
-Es verdad. No estaría bien ensuciar una cosa tan bonita.-Apartando la mano repentinamente, el segundo señor demonio se dio la vuelta sonriendo.-Me voy a tomar un baño.
-Disfrute, Mi señora.
Rose se dejó caer en el suelo, como si se hubiese derrumbado, mientras veía al segundo señor demonio entrar en la finca.


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