Capítulo 7: La dueña bizarra y la mascota

febrero 23, 2017

Ding dong.
Había pasado mucho tiempo desde que alguien llamaba a mi puerta. Yo, que había estado nadando por el suelo con mis tres mascotas y mi humano, me levanté a prisa y abrí la puerta frunciendo el ceño.
-¿Quién eres?
Cuando alguien te visita, es algo feliz y alegre, pero yo era demasiado vaga. Ya era raro que hubiese corrido a la puerta.
-¿Vives aquí?
-Sí.
Veía a esta ajumma muchísimo por ahí. Era la ajumma con la permanente y los pantalones de chándal y una cara muy seria. Incliné la cabeza preguntándome qué ocurría.
-No es nada. ¿Habéis pedido leche o yogures?
-No, sólo pedimos salchichas.
-¿Eh? Bueno, vale, es que está pasando algo raro. Tendrías que saberlo.
-¿Eh?
Cuando las ajummas se ponen serias siempre se trata de problemas relacionados con las tareas domésticas o, sobre todo, con el dinero. Eso hacía que se pusieran en marcha.
-Últimamente hay un ladrón de leche.
-¿Eh? ¿Un ladrón de leche?
-Ya sabes, la leche la traen por la mañana y la gente sale a recogerla cuando se despiertan, pero no deja de desaparecer. Así que si ves a alguien sospechoso, dímelo. Ya nos han robado diez veces. No sé cómo les va al resto.
O sea, me estás diciendo que te han robado diez veces y quieres que atrape al ladrón para ti. ¿Sólo le habían robado a ella? ¿Diez veces? Hasta yo me hubiese hecho algo si fuera ella.
La mujer vivía delante de mi casa y me lo explicó todo con detalles durante un buen rato. Me dio dolor de cabeza, pero después de hablar con ella estaba menos aburrida.
-Bueno, cuídate.
-Vivimos en frente, no te preocupes. Has lo que puedas.
-Sí.
Cuando la ajumma se marchó, cerré la puerta y me dejé caer en el suelo.
-Mmm… Mmm… Darong… ¿Sabes? He querido probar una cosa desde hace un tiempo… Me acabo de acordar. ¿Quieres que lo intentemos? ¿No te aburres? Si lo haces no tendrás que preocuparte por salchichas durante unos días. Te compraré una grande.
Darong se puso en pie de inmediato.
Nuestro obediente Darong, jeje. Bueno, manos a la obra. Por supuesto… ¡No puedo hacerlo ahora mismo!
Saqué el despertador que no había usado durante tanto tiempo.
-Cuánto tiempo, Jjanggu[1]. ¡Estamos en tus manos!
Me puse la alarma a las tres. Todavía era pronto pero para despertarme tan temprano tendría que irme a dormir ya. El gatito, el perrito y el conejito se irían a dormir cuando quisieran, el único problema era Darong…
-Darong, ¡vamos a dormir! Mañana nos despertaremos muy temprano, y cumpliré mi promesa.
Darong se metió entre las sábanas rápidamente. Los otros tres dormían donde fuera, pero Darong era distinto. Por suerte tenía dos habitaciones. Cuando terminé de limpiar el cuarto vacío se lo di a Darong. No paraba de pensar en que tenía que comprarle una cama, pero era demasiado vaga y no paré de dejarlo para luego. No le trataba mal. No le podía tratar a como a un noble, pero me sentía muy mal por ser la única con cama.
-Bueno, hasta mañana.
Hace mucho que no me despierto tan temprano. Jjanggu, ¡despiértame a tiempo!

*        *        *        *        *

-¡Despierta! ¡Despierta! ¡Hola, hola!
-Mmm…
Escuché un sonido a lo lejos. Me pesaban los ojos y el cuerpo, pero mi mano se movía. Apagué el despertador. El cuarto seguía a oscuras, no quería levantarme pero tenía que hacerlo.
-¡Venga!
Me estiré, me lavé la cara con agua fría para despejarme y me di cuenta que también tenía que despertar a Darong.
-¿Darong?
Fui a su habitación, seguía a oscuras. Pensé en encender la luz pero podía sorprenderse así que estiré el brazo para tocarle, y entonces…
-¡Ah!
Con fuerza tiró de mi brazo. Encendí la luz sin querer y me sorprendí de encontrarme su rostro tan cerca al mío.
-¿D-Darong…?
Él también parecía sorprendido y tensó. Me reí incomoda y pronuncié su nombre. Él volvió en sí y me soltó.
-¿Te has… despertado?
Volvía a ser el de siempre. ¿Esa era… su verdadera forma antes de que perdiese los recuerdos? Me gustaba más el Darong en blanco que aquel. El de hacía unos instantes daba mucho miedo. Parecía muy acostumbrado a la oscuridad y parecía incapaz de tranquilizarse. Por eso me asusté.
-¡Darong, ponte esto!
Abrí el cajón y le pase un pañuelo elegante lleno de rosas. Yo ya tenía el mío, uno blanco con puntos azules. Me lo pasé por la cabeza y lo até. Él me copió. Hubiese sido mejor si pudiera hablar, pero ya estábamos listos.
-¡Bueno, vamos!

*        *        *        *        *

Salimos en secreto y fuimos hasta el primer piso.
-¿Darong? Cuando yo vaya ves y coge las bolsas azules y verdes que veas desde ese pasillo. Yo empezaré por ese lado. Ah, tenemos que esperar.
Lo que quería hacer era… robar la leche y los yogures. Era un robo menor que hice una o dos veces con mis amigos cuando era pequeña. El día anterior cuando la señora me contó lo que le ocurría me acordé de ello y decidí hacerlo con Darong. Estábamos sentados en la escalera de emergencia y esperábamos a que la repartidora llegase.
Con esto no tendré que preocuparme por la leche de Ahrong y Yurong.
-¿Cuándo va a venir?
Empecé con ganas per la espera era larga y aburrida. A este ritmo me acabaría durmiendo. De repente escuché unos pasos y supe de quien se trataba.
-¡Oh, bien! ¡La repartidora!
La lechera dejó la leche en la casa de todo el mundo y se subió al ascensor, comprobé a qué piso iba y puse en marcha mi plan.
-¡Darong, vamos!
Bajé la voz todo lo que pude y Darong lo hizo muy bien. La leche ya estaba en mi bolsa y estaba satisfecha solo con eso. Robarlo todo era raro.
¡Mañana le toca a la tercera planta!
-Lalara. Qué bien tenemos mucha leche. ¡Jojo!
Dejé la leche en la nevera, muy nerviosa. Recompensé a Darong y nos dimos una siesta. Y así pasaron un día, dos, tres… Y al cuarto día ya empecé a cansarme. La mitad de la nevera estaba atestado de leche y yogures.
Darong, ¿estás cansado de esto? ¿Ya no te gusta la leche?
Pude adivinar que sí. Me sorprendía que Darong comiera tantas salchichas sin cansarse, y Yurong y Ahrong bebían muy a gusto…
Esto está mal, ¿debería parar? No lo volveré a hacer. Mañana… ¿Qué voy a hacer?
-¿Quién es?
-Soy el presidente de la junta de vecinos.
Su voz era completamente distinta a la de la señora. Una voz tranquila y amable. Fui y abrí la puerta con lentitud.
-¿Qué pasa?
-Ah, bueno. Estos días ha estado pasando por aquí un ladrón de leche.
-Oh, caray. ¡Qué miedo! ¿Un ladrón de leche?
-Sí, han robado todos los pisos hasta el cuarto. Creemos que va a ir a por esa planta hoy, así que nos hemos reunido.
-¿Y?
-Hemos llamado a la policía. Nos han dicho que patrullarán hasta mañana, pero le estoy diciendo a todos los vecinos que vayan con cuidado.
-Es difícil vivir. Es mejor que robar una casa pero… ¿Un ladrón de leche? Como sea, muchas gracias.
-De nada. Bueno…
Después de hablar con el presidente de la junta sentí cierta culpabilidad en mi cuerpo. En realidad, lo lamentaba y me empezaba a aburrir así que iba a parar. Lo hacía por diversión no para ganar dinero. En realidad, había estado pensando en ahorrarme el dinero de la leche de esta manera. Jamás se me habría ocurrido hacer algo así cuando vivía sola, pero ahora tenía una familia que alimentar por lo que lo hice.
Escuché el timbre del vecino de al lado.
-¿Darong? ¿Quieres que nos divirtamos?
Le volví a tentar con salchichas. Esta iba a ser la última cosa. Tenía muchas ganas de hacerlo.
-Dingdong, dingdong, dingdong.
-¡Corre!
Lo que hacía a esas horas de la mañana era despertar a la gente llamando al timbre y huir. Era algo que precisaba mucha estamina y velocidad.
-Dingdong, dingdong, dingdong, dingdong, dingdong.
Llamé cinco veces exactas y huí. Era muy cansado. Nadie iba a salir. La gente solo pensaba: “joder, cuánto ruido” y se quedaban en la cama, y escuchaban el timbre de otra puerta. El sonido se esparcía con un eco. Me escondí y vi como un coche de la policía pasaba de largo.
-¡Esta vez iré a un número distinto… a la quinta planta!
Para ahorrar estamina me subí al ascensor y fui a la quinta planta. Cuando llegué salí y comprobé que no hubiese nadie.
¿Eh? Hay una persona.
Me escondí. Por desgracia la puerta de seguridad estaba cerrada.
¿Qué hago? ¿Qué hago?
-¡Ay!
-¡Ah!
Me choqué con alguien que corría por mi lado. Era grande por lo que me empujó a un lado y me caí. Cuando intenté levantarme había muchas gotas de leche por el suelo. Abrí los ojos como platos.
-Eh… ¡E-El ladrón de l-leche! ¡Mm!
Iba a gritar pero una mano enorme me cubrió la boca.
-¡Mm, mm!
Luché pero la gigantesca mano cumplió con su deber. Ni siquiera podía respirar.
-Joder, últimamente no hay leche así que empecé a sospechar un poco… No me esperaba que hubiese un inspector.
Me lo había buscado. Tendría que haber hecho caso a la señora de delante. Ah, pero no había tiempo para eso. La última vez fue un pervertido y ahora un ladrón. ¡Ah! Mientras fruncía el ceño vi los pies de alguien.
¡Sí…! ¡Darong, Darong! Ah, pero no podía hablar.
-Cállate de una puta vez, ¿vale, zorra?
Asentí en silencio. No podía coger todas las botellas con una sola mano. Apartó la mano porque yo era inesperadamente cooperativa y parecía fidedigna.
Señor, ¿sabes? El corazón de una mujer es voluble.
-¡Darong! ¡Dale!
-¡Que te den!
Estaba a punto de pegarme, pero antes de que su mano me alcanzase, voló por los aires. Después de que casi me violaran estudié a Darong. Tenía las cualidades perfectas para convertirse en mi mascota guardaespaldas y encontré la palabra clave para hacer que se moviese. Era una mascota muy leal y bonita, así que si no le dabas una orden no se movía. Si aquella vez le hubiese llamado y le hubiese pedido ayuda, todo habría acabado antes. Cuando lo descubrí, siempre que estaba en peligro, lo usaba.
-¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Oh Dios mío! ¡Un ladrón!
Grité con toda la fuerza de mis pulmones. Grité mucho y escuché a alguien correr hasta nosotros.
-¡Ajummas, es un ladrón!
Mucha gente vino con el pijama puesto. Todos vieron la leche en el suelo y adivinaron quién era el ladrón. Yo grité todavía más.
-¡Ese ladrón ha estado robando la leche!
Señor, carga con mi pecado. Dicen que la gente se tiene que perdonar unos a otros. Dicen que no se puede pecar sin tener a alguien que cargue con él.
Aquel día Darong y yo nos convertimos en los héroes de al bloque. Explicamos nuestra vestimenta extraña como
Una estratagema para atrapar al ladrón y por una temporada no nos tuvimos que preocupar de qué comer. Las ajummas nos trajeron muchísima cantidad de manjares para mostrarnos su gratitud. Además, una semana más tarde recibimos el premio al ciudadano valiente. “¿Sólo por eso?”, deben pensar algunos, pero ya sabéis cómo hablan las ajummas. Lo exageran todo una y otra vez, así que acabó quedando como que atrapamos a un ladrón famoso.
Jaja, qué divertido, qué divertido. ¡Tenemos que volverlo a hacer, Darong!


[1] Jjanggu: Es el nombre coreano de “Shin-chan”, un famoso personaje de dibujos japoneses.

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