Capítulo 80: Al festival nocturno del dios rojo [parte 3]

febrero 02, 2017

El trío abandonó a Marcel y por fin consiguieron llegar a la plaza de la ciudad. Tal y como cabía esperarse, había mucha más gente de lo normal. El día empezaba a oscurecerse, y el cielo y su puesta de azul brillaban y las seguía desde atrás.
Las muchachas no tenían muchas oportunidades de ir al templo de Ahmar en sus días normales. A diferencia de los templos del dios azul, Azraq, que se usaban como bancos o de los del dios amarillo, Asfar, a los que habían acudido de niñas, no había muchas razones por la que los ciudadanos de a pie fueran allí.
Los que guardaban la ciudad y mantenían la paz en Kroix eran los soldados que había contratado el alcalde, pero como quién sustentaba la ley era Asfar, los sacerdotes de este dios también estaban relacionados con el control de los acontecimientos de la ciudad.
-Me pregunto dónde estará Anthony.
-Fufu… Antes de eso, mi superior me ha dicho que, al parecer, desde aquí se puede ver a los soldados sacerdotes antes de que empiece la ceremonia.
-Je… ¿O sea que vamos a mirar el “detrás de la escena”?
-Sí.
Las tres se miraron entre ellas antes de dirigirse a la dirección que señalaba Silvia mientras intentaban no reírse. Sus corazones se aceleraron conforme continuaban en secreto, parecía como si estuvieran cometiendo un crímen juntas.
Aunque había una gran fuerza bélica en fila allí, tan inmensa como la retaguardia del templo de Ahmar, también se podía sentir el entusiasmo y la aceleración que conllevaba los momentos antes del evento en sí. Las tres se quedaron ahí mirándoles a escondidas.
No es como si estuvieran haciendo algo por lo que pudiesen regañarlas, pero no respiraron y se mantuvieron calladas.
-Fijándome bien, parace que hay una diferencia entre los uniformes de los sacerdotes guerreros.
-Tienes razón.
-Sí… Hay una pequeña diferencia con los guerreros que trabajan para el alcalde.
Se estaban divirtiendo hablando en voz baja. Aunque este era una conversación infructuosa desde el punto de vista de un adulto, para las chicas de su edad, era algo especial, como si cada momento contuviera la primavera.
-Ese parece de ahí es genial, ¿no creéis?
-¿Cuál?
-Mirad, el que tiene dos líneas en el hombro… El que tiene el pelo castaño olivo.
-Je… ¿Ese es tu tipo, Silvia?
-Eh… En lugar de ese, ¿el chico de cabello dorado de ahí no está mejor?
-Mmm… Na. Si va ligando con chicas todo el rato habrán problemas.
-¿De dónde has sacado eso, Silvia?
-Jojojo…
Divirtiéndose mucho, hablaron de las cosas de las que hablan las chicas de su edad. Aunque Latina también participó en la conversación, sus amigas no le preguntaron por su: “tipo”. En primer lugar, porque ya estaba decidido, y en segundo, por Latina no era alguien que juzgase por las apariencias. Teniendo en consideración que Latina había nacido con la habilidad de sentir el peligro, era alguien que valoraba más la personalidad que las apariencias. Era difícil valorar el tipo de Latina en una escala normal.
-¿Nos vamos?
-Sí.
Asintiendo a las palabras de Chloe, por fin se marcharon al lugar principal del festival, a la plaza central. Las tres chiquillas se dirigieron allí a través de la multitud.
Anthony había seguido estudiando. En esos momentos se encontraba cerca del ayuntamiento con una sonrisa grácil en el rostro ya que estaba rodeado de los superiores y compañeros de trabajo de su padre. Aunque su padre trabajaba como oficial de clase baja en el ayuntamiento no quería decir que cuando Anthony se graduase fuera capaz de trabajar en la misma línea de empleo, sin embargo, tampoco era imposible. Para aumentar la probabilidad de que así fuera, seguía a su padre y saludaba a la gente. Entonces, se dio la vuelta al escuchar unas voces que no había oído en bastante tiempo.
-¡Anthony! ¡Cuánto tiempo!
Era imposible confundir esa voz. Ahí estaba con su inocente sonrisa – que no había cambiado desde que eran pequeños – la risueña Latina con Chloe y Silvia a su lado.
Las tres comprendieron de inmediato que al estar en una situación rodeado de adultos desconocidos al mozo le sería difícil contestarle y era precisamente por eso que habían escogido a Latina para hablar. Seguramente idea de Silvia.
Aunque Latina no se percataba de ello, con solo aparecer ya conseguía calmar y callar sus alrededores un poco. Todos los adultos ahí presentes, empezando por el padre de Anthony, estaban estupefactos.
-Padre, estos son amigas mías del templo de Afmar, el dios amarillo.
La razón por la que el muchacho enfatizó a propósito que eran amigas era para darse ventaja de alguna forma.
-Eh… ¿Oh…?
Al parecer, su padre también vio a Chloe. Además de vivir cerca, su padre también sabía que ambos eran amigos y que solían jugar juntos cuando eran más jóvenes.
-Es la princesa hada…
No sólo su padre habló sin cautela alguna diciendo en voz alta el mote de su amiga, sino que los adultos que les rodeaban se alborotaron.
-¿Qu-…? Ella es la del rumor…
-¿Existe de verdad…?
De alguna forma, parecía que estaban tratando a su amiga de la infancia como a un animal extraño o como a una leyenda urbana. Los rumores sobre ella habían alcanzado el ayuntamiento.
En la ciudad de Kroix, era importante saber qué actitud tenían aquellos conocidos como “aventureros”. A sabiendas que esa criatura se había ganado todo su apoyo, era imposible que los oficiales que trabajaban en el ayuntamiento y que gobernaban la ciudad no le prestasen atención. No había evidencia de que la muchachita no iba a incitar una sublevación de los aventureros, o en otras palabras, de aquellos con un gran poder combativo. Sin embargo, en el caso de la princesa hada, los soldados que trabajaban en el ayuntamiento también habían informado que la niña era inofensiva por lo que no era un problema ni era vista como uno. – ¿Quién se iba a imaginar que el líder del ejército era uno de los miembros más activos de su club de fans? En el ayuntamiento nadie era conocedor de semejante asunto ridículo.
El centro de operaciones de Latina estaba en el distrito sur, en el Ocelote, además de en el distrito este, el distrito comercial. No tenía muchas oportunidades de ir al distrito oeste donde vivían tantos oficiales y los que vivían allí, no visitaban establecimientos como el Ocelote, donde se reunían los rufianes. Esa es la razón por la que la existencia de Latina había permanecido como nada más que un rumor.
-Nos hemos pasado por donde Marcel antes de venir, así que nos ha dicho que estarías aquí, Anthony.
Aunque la risueña Latina parecía haber madurado, su forma de reír o había cambiado lo más mínimo.
-Cuánto tiempo. Me alegra que no hayáis cambiado.
-Tú estás más alto, Anthony.
-¿No os molesta un poco qué os miré desde arriba?
-Aunque no pueda hacer que deje de crecer, no pasaría nada si le hiciera arrodillarse, ¿no?
-Vosotras no habéis cambiado nada, Chloe, Silvia.
A pesar de que él, como hombre, tenía ventaja en cuanto a físico y estatura, por alguna razón a esas dos no parecía poderles ganar. Anthony sudaba por dentro.
-Como siempre estoy con Dale no sé qué tienen de bueno los festivales. Marcel me ha dicho que tú lo sabes, así que…
-Ah, sí, ya veo… Es peligroso que vosotras vayáis solas por aquí con tanto aventurero…
Latina había ido al festival cada año con Dale. Él solía saludar entre la multitud y a veces la dejaba sentarse sobre sus hombros para mirar el festival. En ocasiones se deslizaba a una esquina donde sus conocidos tenían algo montado, no obstante, aquel día no podría hacer algo así.
-Si voy donde están los clientes habituales, será como si fuera con Dale.
Al parecer, Latina se había tomado las palabras de Anthony de una forma que él no pretendía.
-¿Qué le pasa a Latina?-Preguntó Anthony a la persona que había conocido durante más tiempo y Chloe, sonrió amargamente, bajó la vista y contestó.
-Los de casa de Latina son unos exagerados, sabes. Por lo que parece que han seguido insistiendo bastante incluso cuando se estaba yendo.
-Ah, ya veo.
-Aunque seguramente sólo se preocupan porque Latina es una cabeza hueca.
-Bueno, yo creo que lo es porque la han estado protegiendo tanto.
Mientras hablaban el ambiente se hizo más cómodo. Los amigos conversaban entre ellos como si se hubiesen olvidado del montón de tiempo que había transcurrido.
-Le preguntaré a mi padre y al resto. Creo que si miráis desde aquí estará bien.
El motivo por el que Anthony dijo eso es porque se había dado cuenta de que los adultos de por ahí, empezando por su padre, estaban todos intrigados por la rumoreada: “Princesa hada”, y también sabía que si su amiga vagase sin rumbo, entonces había muchas posibilidades de que le pasase algo, causando un pánico terrible por todos lados.
-Padre, te voy a presentar. Ella es Latina. La chica que vive en la tienda con la bandera del dios verde, Ahdar.
-Encantada, me llamo Latina. Perdone mis modales, nací en una región donde no existen los apellidos.
-Y esta es Silvia Fal. La hija del vicecomandante Fal de las tropas del alcalde.
-Encantada.
Tal y como esperaba Anthony los acompañantes del alcalde invitaron a las jóvenes que le sonreían a mirar el festival desde ahí.
Anthony había hecho un movimiento decisivo.


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