Especial: Cierto día caluroso

febrero 03, 2017

-Kenneth, ¿qué es eso?-Preguntó con la cabeza inclinada.
Era el primer verano del primer año desde que Latina había llegado a Kroix.
Kenneth rio afilando y aplastando zumo de fruta congelada que había enfriado con una herramienta mágica.
-Es algo que cuando acabe querrás.
-¿Sí?
-¿Quieres tocarlo?
-¿Eh?-Curiosa, Latina extendió la mano y tocó el recipiente del zumo de frutas y dio un bote.-¡¿Frío?!
-Bueno y frío, ¿a qué sí?
Sonriendo de oreja a oreja por la reacción que había precedido que tendría Latina, Kenneth volvió a meter el recipiente en la nevera. Ese aparato era una herramienta mágica que enfriaba lo que tuviese dentro y hacia hielo.
El hombretón podía adivinar con solo mirar a Latina que jamás había comido nada frío. Lo qué Kenneth estaba haciendo como aperitivo era un granizado en un bol frío. Al ver a Latina observándolo con curiosidad, Kenneth sonrió casi con ironía, entonces, le pasó una cuchara.
-Si tardas tanto, se derretirá.
-¿Ah, sí?
Latina clavó la cuchara deprisa y se sorprendió por la textura suave, distinta a lo que había imaginado. Y así, dio un bocado y se llenó la boca de granizado. En vez de sentir el sabor, se quedó helada.
-¿Latina?
-Ay, ¿por qué?
Latina que jamás pensó que la comida la atacaría, miró a Kenneth con un aspecto aterrorizado. Era bastante divertido ver lo sorprendida que estaba y cómo temblaba como un animalillo.
-Intenta comértelo más poco a poco, y deja que se te derrita en la boca.
Dócilmente, Latina volvió a meter la cuchara en el granizado, tal y como le había dicho Kenneth, y se la metió en la boca.
Miró a Kenneth sorprendida, distinta a antes.
-¡Se ha derretido! ¡Está frío y dulce!
-Desde ahora empezará a hacer más calor, sabes. Por eso querrás algo frío, ¿a qué sí? Puedes hacerte de esto tú misma, Latina.
-¿Sí?
-Dale te ha enseñado magia, ¿no? No es difícil usarla para bajar la temperatura y congelar cosas. Si no sabes cómo hacerlo, pregúntaselo a Dale.
-¡Sí!
Desde ese entonces, después de probar el helado que Kenneth había intentado hacer con huevo y mucha leche, Latina se quedó completamente cautivada por los dulces fríos. Ella, siendo capaz de congelar cosa con su magia oscura, empezó a trabajar en hacer chucherías frías de inmediato con la recete que le habían enseñado. Era obvio quién quería Latina que lo probase el primero.
Aquel día, cuando Dale volvió a casa, Latina corrió a él, con un tazón de helado enorme que acababa de hacer aprisa. Quería que Dale se lo comiese antes de que se derritiera, tenía el corazón impaciente. Y fue porque había estado pensando así que con un golpe, se tropezó.
Fue un impacto pequeño pero el helado salió volando.  Haciendo parábola en el aire, se hizo una montañita delante de Dale, en el suelo.
Latina cayó de rodillas, dejando escapar un grito inaudible, delante del tazón vació.
-Eh… Eh… ¿Latina? ¿Estás bien?
Dale llamó a Latina caminando hacia ella que parecía estar sumida en la tristeza, pero no hubo respuesta.
Y pensar que no sólo me ataca sino que hasta huye de mí… Odio esta cosa llamada helado. No volverá a pasar. Te pienso vencer. – Eso es lo que ocurría dentro de la cabeza de Latina. Era algo raro, pero estaba completamente seria. Un poco más tarde, Latina alzó la vista con el rostro repleto de determinación y resolución antes de anunciarle a Dale:
-¡Latina no volverá a perder!
-Oh. Oh… Buena suerte.
Aunque consolaba a Latina, que no había roto a llorar, Dale sonreía a pesar de no saber cómo la niña había llegado a esa conclusión.
Siguiendo su determinación, continuó haciendo dulces fríos durante todo el verano. Y como resultado, se volvió una experta en hacerlos. Rita, quien la cuidaba, lo apreció mucho pues odiaba el calor. 

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