Especial: Prueba de valor de un verano

febrero 03, 2017

Los monstruos no eran para Latina.
-No tienes miedo de las bestias mágicas, ¿por qué?
En medio de una cháchara con sus amigos de siempre en la escuela del dios amarillo, Asfar, una de sus mejores amigas, Silvia, le preguntó eso.
Era un tema normal que sacaban de vez en cuando, pero Latina no les temía. Entendía que eran peligrosas y por su experiencia en el bosque, sabía de primera mano, lo peligrosas que podrían llegar a ser pero no les tenía miedo. Tan poco la hacían reaccionar que pensaba:
“Precisamente porque son peligrosas es la razón por la tenemos que entenderlas bien y saber cómo tratar con ellas”.
En comparación con eso, cuando se trataba de Monstruos, daba la sensación que la niña pensaba que su mera existencia era escalofriante.
Para los ciudadanos de la ciudad que pensaban que tanto los monstruos como las bestias mágicas eran seres terroríficos, no podían entender la diferencia con la que Latina los trataba. Y no sólo se extrañaban los ciudadanos de a pie, sino que hasta los aventureros como Dale y los demás lo hacían. Aunque tenían cosas que les eran “difíciles de afrontar”, el hecho de que Latina hacía una diferencia tan clara, era algo que no comprendían.
Ante la pregunta de Silvia, Latina dudó un poco y entonces, le habló con un tono grave.
-Sabes… Hace mucho tiempo Latina preguntó qué era un monstruo, y entonces, Mov… la madre de Latina… se lo dijo…
-¿La madre de Latina?
-Y entonces… Le dijo a Latina que eran los no muertos y después…-Latina no tenía ni pizca de su alegría habitual y miraba al suelo con la cara pálida.-Le dijo a Latina que fuera a echarle un vistazo a los monstruos, me llevó a una tumba con fantasmas, me empujó y me dejó ahí…
Incluso para una experiencia práctica era pasarse.
-Me esforcé y volví con ella… Entonces, delante de un esqueleto… Me dejó ahí… Y cuando me dijo que si volvía a salvo esa vez entonces iríamos a por los zombies, mi padre me salvó…
Su amiga perdió la oportunidad de comentar nada al escuchar semejante anécdota ridícula.
La mayor diferencia entre las bestias mágicas y los monstruos, era que unos estaban vivos y los otros no. Un gran mundo de monstruos pertenecían a la variedad de los no muertos. También había organismos mágicos como golems y gárgolas, que nacían de las substancian inorgánicas con magia o de la influencia mágica, sin embargo, como solo vivían en localizaciones muy especiales nadie se preocupaba por ellos si no eran aventureros. En comparación con esas cosas, los no muertos provenían de la gente. Al ser así, no era raro encontrarlos con localizaciones donde la gente vivía. Sobre todo los fantasmas que no eran difíciles de encontrar en las ciudades.
Sólo los que tenían la misma onda longitudinal podían notar a los fantasmas con presencia débil, pero aquellos espíritus que en vida habían tenido un alto nivel de maná o con el atributo de la oscuridad eran capaces de influenciar su entorno.
Los que morían con resentimientos profundos, tenían la oportunidad de convertirse en fantasmas. Sin embargo, los fantasmas eran espíritus sin cuerpo, atraídos por la muerte y la esencia de los no muertos. Por eso, muchas cosas sin sentido de sus vidas pasadas se acababan volviendo en la personificación de la muerte.
-Sí, en vez de escuchar una explicación con palabras, seguramente sería mejor experimentarlo en primera persona y ver al ser en sí.
-¿Mmm?
-Es una virtud el estar interesada en lo desconocido y querer aprender de ello. Aprender es bueno.
-¿Mmm?
Esa fue la conversación real que tuvo con su madre y, cierta noche cuando tenía cinco años, su madre la abandonó en un cementerio que sólo se podía describir con la palabra: encantado.
Latina era sensible a las intenciones malvadas de los demás – un sensor de peligro que la avisaba de las criaturas que podían hacerle daño. Una niña con esa aptitud fue dejada en una piscina de muertos resentidos. Se podría decir que fue tan cruel como tirar a un cachorro de león de un precipicio. En el cementerio envuelto de silencio, el grito de una niña hizo eco.
Con la cara llorosa y sollozando, Latina por fin consiguió volver al lado de su madre con dificultad y su madre le sonrió.
-Bien. Bueno, pues los fantasmas no son los únicos no muertos.
-¡¿Eh?!
Cuando el padre de Latina, Smaragdi, corrió a su lado, su hija estaba temblando de miedo de pie en el barro delante de un esqueleto que se movía.
No es que la madre de Latina fuese mala o tuviese malas intenciones en absoluto – esos espíritus de bajo nivel no podían hacerle mucho y los efectos del amuleto que hacía llevar a su hija evitaban que se le pudieran acercar. Además era una experiencia nueva que ayudaría a crecer a su hija. Eso es lo que le dijo a Smaragdi con una cara totalmente seria.
-¡Aun así, esa situación es demasiado dura para una niña tan pequeña!
Smaragdi era conocido por ser gentil, pero le contestó casi gritando. En sus brazos llevaba a su querida hija que ya no podía ni hablar, temblando y sacudiéndose. En efecto, él es quién tenía razón.
La raza demonio tenía una longitud de vida larga y pocos hijos, por eso, no tenían mucha oportunidad de interactuar con niños.
Aun así, esto esta obviamente mal, ¿no?,después de murmurarse eso por dentro, el padre miró a la madre y la regañó delante de su propia hija.
Quería que la niña tuviese la habilidad de ocuparse de los no muertos cuando llegase el momento. Quería criarla para que fuera fuerte y que ese tipo de cosas no le afectasen, por supuesto, entendía las razones de ella, pensaba igual. Sin embargo, había que seguir unos pasos. Su querida hija todavía era pequeña, sólo tenía cinco años. Aunque por fin había conseguido hacer sus cosas sola, ¿qué había hecho con ella…?
Las preocupaciones de Smaragdi estaban en su punto más alto y su querida hija, empezó a ser incapaz de ir al baño sola de noche y volvió a mojar la cama.
Y el miedo además del trauma se gravó en ella profundamente. Sinceramente, la experiencia tuvo el efecto contrario.

-Latina… ¿Cómo decirlo…? Lo has tenido difícil, eh.
-Mov es una buena persona… No hay duda sobre eso…
Su mejor amiga Chloe, después de escuchar ese comentario simpatizante, apartó la mirada. De alguna forma, su última afirmación fue demasiado sensible y tras escuchar a Latina, que normalmente no hablaba de sus padres, sus amigas dudaron, temerosas de comentar sobre ello. 

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