Capítulo 6: Tan bueno que me fastidia

marzo 15, 2017


 El coche se detuvo en una clínica médica a las afueras de la ciudad. El viaje pareció haber durado quince minutos, pero tal vez el tener tanto que pensar descompensó el sentido del tiempo de Kousaka y realmente había transcurrido mucho más tiempo. O tal vez fuera al revés, y hubiese transcurrido menos de la mitad que eso.
En cualquier caso, estaba claro que no había viajado mucha distancia pero en cuestión de minutos o de docenas de minutos, el paisaje había cambiado completamente. Allá donde alcanzaba el ojo era todo blanco. El área estaba rodeada de montañas, y la clínica era el único edificio a la vista. Al lado de la carretera había una señal de parada de bus, y al lado de esta, había dos patéticos asientos de madera viejos. Tanto la señal como los asientos estaban cubiertos de nieve densa, por lo que el conductor de bus podría ser capaz de pasarlos por alto. En resumen, era un lugar frío.
El coche se detuvo y le envolvió el silencio. Después de coger aire, Izumi abrió la puerta y salió del coche. Kousaka y Sanagi le siguieron. Cuando sus pies tocaron el suelo notó la sensación ronzada de caminar sobre nieve. Sólo habían limpiado la entrada así que la mayoría del parking tenía montones de nieve apiladas, tanto había que le llegaba a los tobillos.
La clínica era un edificio limpio con un sentimiento melancólico. El muro exterior era blanco como la leche como si pretendieran que se fundiera con el blanco de la nieve, por lo que su silueta era borrosa a cierta distancia. De los carámbanos que colgaban del techo, el más largo debía mediar un metro como mucho y parecía que iban a caer en cualquier momento.
En la pared a lo lejos había un cartel que ponía: “Clínica Urizane”. Más allá de la puerta había una sala de espera estrecha con tres sofás en fila. La luz fluorescente parecía a punto de extinguirse, como la habitación era sombría, las flores linóleas brillaban con un viscoso verde impuro por lo que daba la impresión que estaban creciendo sobre el musgo. En una esquina había una planta decorativa tan alta que no iba bien con la habitación.
Había tres pacientes esperando, todos ancianos. Hablaban sobre algo en voz baja y cuando Kouska y el resto entraron les miraron, pero volvieron a su conversación rápidamente.
Una mujer en sus treinta con una cara de máscara de Noh controlaba el mostrador de recepción. Inclinó ligeramente la cabeza cuando vio a Izumi, entonces como si ya no tuviese que hacer nada más, bajó la cabeza y regresó a su trabajo.
Izumi se paró fuera de la sala de examinación, e instó a Kousaka a entrar.
-Urizane tiene que hablarte de algo.-Le informó.-Estaremos fuera, en la sala de espera. Vuelve cuando acabes.
Kousaka asintió, entonces miró a Sanagi. Parecía que ella iba a mirarle a los ojos, pero entonces apartó la vista y se dirigió a la sala de espera, dejando atrás a Izumi.
Kousaka llamó a la puerta y entró. En el escritorio a la izquierda de la puerta de entrada estaba sentado un hombre mayor que parecía un doctoro. Su pelo corto era puramente blanco y sus cejas y el doble bigote también. Tenía una arruga profunda en la frente, como una cicatriz o algo.
Debe ser el director Urizane, supuso Kousaka.
Urizane alzó la vista del escritorio y se dio la vuelta. Su silla chirrió cuando se movió.
-Siéntese, por favor.
Kousaka se sentó en la silla del paciente. Urizane miró todo el cuerpo de Kousaka como si le estuviese evaluando. En ese momento, Kousaka no sabía que aquel anciano era el abuelo de Sanagi, así que no pensó demasiado en el significado tras esas miradas.
-¿Cuánto sabes?-Preguntó Urizane.
Kusaka recordó la conversación del coche.
-Hay un nuevo tipo de parásito en mi cabeza, y ese “gusano” hace que me enamore y que no vaya bien con la sociedad. Ya está.
-Mmm.-Urizane se acarició el bigote con un dedo.-Bueno, pues, ¿empezamos?-Se apoyó en el respaldo de su sillón y suspiró.-Kousaka, ¿no? ¿Cómo de enserio se está tomando esto? Esta tontería de que hay un parásito desconocido en su cabeza que influencia las decisiones de su huésped.
-Para serle sincero, todavía no me lo acabo de creer.
Urizane asintió.
-Normal. Es una respuesta perfectamente natural.
-Aunque,-añadió Kousaka.- Sanagi ya me había dicho que hay ciertos parásitos que alteran las acciones de la gente. Así que no parece imposible que haya uno que influencie las decisiones de la gente… Pero que me digan que ese es el por qué nunca he encajado con la sociedad suena muy bien en papel, pero me fastidia. No me lo acabo de creer…
Urizane le interrumpió.
-No, esto no es algo tan bueno que le tenga que fastidiar, sino algo tan malo que le debe fastidiar.-Señaló una hoja de papel doblada.
Era un titular de periódico del veinte de julia del año pasado:
Suicidio en el hospital: ¿El doctor y la paciente salen juntos?
-Si las cosas siguen así, puede que acabe por el mismo camino que ellos.-Seguidamente, Urizane sacó unos documentos de su cajón y se los entregó a Kousaka.- Justo antes de los suicidios, el doctor que mencionan en ese artículo me envió un correo. No había título ni contenido, sólo había un archivo adjunto. Era un archivo con información de todos los intercambios de correos entre ellos desde que se conocieron hasta que se suicidaron. Si los lee entenderá más cosas sobre el “gusano”.

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Enviado: 06/10/2011. Asunto: Siento lo del otro día
Soy Izumi. Doctor, perdona por no poder explicar bien la situación, confundirte y ser incoherente durante la examinación el otro día. Pensaba que sabía todo lo que quería decirte pero cuando llegó el momento de decírtelo, me quedé en blanco. No puedo prometer que esto no vaya a volver a ocurrir, así que he decidido enviarte un correo explicándotelo. Creo que esto será más fidedigno y rápido que decírtelo en persona, así que…
Lo que intentaba explicarte la última vez eran las circunstancias de cómo había sabido tu nombre, Dr. Kanroji. (Estoy segura que pensaste que era una paciente rara por sacar un papel tan viejo sin venir a cuento. De verdad, lo siento mucho). Pensándolo ahora, si te lo hubiese explicado cronológicamente seguramente habría sido mucho más fácil de entender. Siento ser tan torpe… Aprenderé de mi error e intentaré contarte los acontecimientos en orden, será un poco largo así que, discúlpame.
Al principio, me dolía la cabeza. Recuerdo que fue a principios de abril. El dolor de cabeza me duró casi un mes. Siempre había sufrido migrañas, pero el dolor nunca había durado tanto y con tomarme la medicina se me pasaba a los dos o tres días.
Dicho eso, no consideré que fuera muy serio. Pensaba que podría ser por el estrés, o una fiebre. Sinceramente, el dolor de cabeza en sí no es la gran cosa. Después de medio mes, el dolor empezó a suavizarse, hasta que por fin desapareció completamente. Me alivió saber que sólo era un dolor temporal.
Los problemas llegaron después de eso. Un tiempo después de que se me curase el dolor de cabeza, me di cuenta que tenía ilusiones extrañas. Trabajaba como empleada temporal en el Ayuntamiento, y normalmente viajaba hasta allí en coche. Un día, me dirigía a mi trabajo como siempre, pero después de pasar por una intersección normal, de repente me atacó un terrible miedo. Le di a los frenos rápidamente y aparqué al otro lado de la carretera, y miré detrás de mí.
Una posibilidad me pasó por la mente: “¿Y si he atropellado a alguien?”. Por supuesto, si eso hubiese pasado de verdad, habría habido un impacto en el coche. No importa lo mucho que estuviese fantaseando, lo sabría con claridad. Pero no pude evitar salir del coche a comprobarlo. Naturalmente, el coche no tenía ningún daño, y no había ninguna persona desmayada y ensangrentada en la carretera. Pero seguía teniendo una sensación de terror en mí.
Desde entonces, sin importar lo qué hiciera, me atormentaba el miedo de que había hecho daño a alguien. Por ejemplo, mientras subía las escaleras de la estación de tren, me ponía ansiosa al pensar que había empujado a alguien. Cuando trabajaba, me entraba ansiedad de pensar que me había equivocado en algo y había molestado a alguien. Cuando compraba, me daba ansiedad pensar que estaba robando sin querer. Después de encontrarme con alguien, me entraba ansiedad por pensar que había dicho algo que pudiera hacerle sentir mal. Si se trataba algo que podía comprobar una y otra vez no pasaba nada, pero en el caso de los “y si…” no conseguía relajarme hasta que veía los periódicos del día siguiente. Era como que aquel dolor de cabeza de un mes me había vuelto loca.
Con el tiempo salir de casa empezó a parecerme un problema. Asustada de hacer daño, mantenía la gente alejada y me convertí en una solitaria. Sólo me sentía tranquila cuando estaba sola en casa, sentada quieta.
Era consciente de que era un tipo de trastorno obsesivo compulsivo llamado blatptophobia y sabía que los trastornos obsesivos compulsivos no se suelen curar naturalmente. Sin embargo… Me opuse firmemente a ir a un psiquiatra. Tal vez no quería admitir que estaba mentalmente enferma. Hasta entonces me había visto como una mujer fuerte.
No obstante, no podía quedarme así para siempre. Mi blaptophobia empeoraba día tras día y empezó a interferir con mi vida normal. Así que decidí inventarme la historia de: “tengo dolores de cabeza crónicos y eso me pone demasiado nerviosa” para crear un motivo para ir al hospital. Primero iba a hacer que un médico normal me mirase, si me recomendaban ir a un psiquiatra, entonces iría.
Sin embargo, los primeros resultados de mis exámenes físicos revelaron una verdad inesperada. Al parecer mi blaptophobia era muy probable que no fuera solo una enfermedad mental, sino el resultado de una alteración orgánica en mi cerebro. Increíble, había un parásito en mi cerebro y ese gusano era el foco de la infección.
Me sentí aliviada. Puede sonar raro que me sintiera mejor al saber que tenía un parásito en el cerebro, pero creo que estaba contenta por lo fácil de entender que era. Pensando que con sólo quitar el parásito me podría liberar de mis miedos irracionales hizo que mi corazón se aclarase.
Sin embargo – y aquí es cuando la historia se vuelve rara – cuando llegó el momento de ponerme bajo tratamiento, me asaltó una ansiedad identificable. Su naturaleza era distinta a las ilusiones de hacerle daño al resto que había tenido; era un sentimiento sin base alguna que venía de mí. No sabía por qué, pero tuve la súbita premonición que si pasaba bajo tratamiento y expulsaba el parásito, lo lamentaría.
Estipulé una excusa adecuada y salí huyendo del hospital para no volver jamás. ¿Qué te pasa?, pensé para mí misma. Pero por alguna extraña razón, no creí que me pasase nada. Creo que tenía la cabeza llena de alivio por escapar del terror al que me acababa de enfrentar.
No obstante, un mes más tarde, mis dudas empezaron a aumentar. ¿Cuál era la razón innegable de mi ansiedad? ¿Por qué había hecho algo como dar mi cuerpo voluntariamente para proteger a un parásito? Era optimista y había creído que mis sentimientos acabarían calmándose y que el motivo sería claro, pero la realidad era que el misterio se hizo más profundo aquel día. Ya no era yo misma…
De repente, recordé un artículo que había leído en una revista más o menos un año antes. Afirmaba que ciertos organismos podían afectar las personalidades y las acciones de los humanos. Rebusqué por mis recuerdos e indagué aquel artículo, lo leí una y otra vez. Y, después de leer los artículos y las citas relacionadas, llegué a la siguiente conclusión: mi cerebro estaba bajo el control del parásito.
La gente se podría reír de ello. De hecho, es la idea loca de alguien enloquecido. No es tan distinta a la de un paciente de esquizofrenia con paranoias. Si el parásito ya se había comido mi cerebro, entonces tal vez ya no pudiera hablar bien.  Sin embargo, el hecho de que había un parásito en mi cerebro no era ninguna mentira, era un hecho probado. Supuse que después de saber la verdad sobre el parásito podría empezar a dudar de mi propio cerebro.
Busqué el autor del papel que me interesaba en particular, y descubrí que este autor trabajaba en un hospital cercano a la casa de mis padres. No pude evitar sentir que era parte del destino y esto es lo que me llevó a ti, Dr. Kanroji.

Enviado: 06/11/2011. Asunto: Re: Siento lo del otro día
Soy Kanroji. He leído tu correo. Eso explica el porqué de repente empezaste a hablar de un papel. Gracias por tu explicación detallada. Ahora tengo una mejor idea de la situación.
Si te soy sincero, estoy sorprendido. Pero para explicar mi sorpresa, me temo que tendré que contarte una historia bastante larga yo mismo. Te pediré que guardes todo esto en secreto.
Pasó hace medio mes. Dos pacientes presuntamente afectados por parásitos vinieron a verme. Llamaremos al hombre “Y” y a la mujer “S”.
Y y S eran una pareja casada con una diferencia de edad de veinte años. Además, era el marido quién era el más joven. Eran una pareja extremadamente cariñosa y aunque habían estado casados desde hacía medio año, tenían un aura encantadora como la de dos personas que empiezan a salir.
Los dos informaron que padecían dolores de cabeza y un escáner cerebral mostró quistes en muchos lugares. Sospechando de que efectivamente se trataba de una infección parasitaria, extraje fluido cerebral de ambos para un diagnostico definitivo y descubrí muchos parásitos de un milímetro. Hasta ahí, las cosas parecían ir bien.
Cuando los miré en el telescopio, dudé de mis propios ojos. La apariencia de los parásitos de su fluido cerebral no se parecía a ningún parasito que hubiese visto nunca. Tenían forma de lágrimas, Con dos ventosas alrededor de la parte trasera. Había una pareja que parecían estar a mitad de la copulación con los cuerpos adheridos en forma de Y. Según las características de su forma, no parecían trematodos, pero no sabía nada más que eso. Muchos días después de búsqueda, llegué a la conclusión que los parásitos extraídos de la pareja eran de una nueva especie.
Teniendo en cuenta que el cerebro podría ser un objetivo para infectar, fui prudente cuando les traté. No podía extirpar los gusanos – que afectaban al sistema nervioso central – como si nada. Había casos en los que los quistes se fosilizan y desaparecen sin necesidad de tratamiento, y en ocasiones la inflamación que causa el tratamiento podía llegar a ser incluso peor que la enfermedad. Sin embargo, tampoco se trataba de una situación en la que pudiese tener dudas. Según Y y S, cuando empezaron los dolores de cabeza, experimentaron cambios extraños en su estado mental. Los dos afirmaron que no podían soportar el olor de los demás. Algo que no se había dado el caso nunca, y declararon que su sentido del olfato siempre había sido bastante malo hasta que llegaron sus dolores de cabeza. No era sólo el olor a sudor o perfume; incluso los olores normales les parecían desagradables, cuando interactuaban con otros se sentían agonizar.
La pareja estaba inquieta y me preguntaron si había una conexión entre los parásitos y esos síntomas. Personalmente, en aquel momento sólo podía responder que no lo sabía. Una herida externa en la cabeza podía dañar el sistema nervioso que conectaba los receptores de los aromas con el cerebro, y una enfermedad cerebral degenerativa podría dañar los nervios olfativos causando la pérdida del olfato. Sin embargo, no era común un caso como el suyo en el que el sentido del olfato se volvía demasiado sensible. Había la posibilidad que una infección en los senos nasales o en la boca causase anormalidades en el olfato, pero… Teniendo en cuenta que ambos mostraban los mismos síntomas, lo mejor era sospechar que su hiperemia era natural. Al mismo tiempo, no había olvidado que los trastornos obsesivos compulsivos podían ser el resultado del comienzo y de la progresión de enfermedades cerebrales orgánicas.
No obstante… Para serte sincero, al principio no le presté mucha atención a las enfermedades mentales. Tal vez fuera algún tipo de folie à deux – en cualquier caso, pensé que lo mejor era priorizar la extirpación de los parásitos. Supuse que mientras la causa desapareciera, los síntomas mentales también se mitigarían.
Pero, cuando estaba a punto de llevar a cabo el tratamiento, Y y S dejaron de aparecer por el hospital. Intenté llamarles pero se negaron a venir por, al parecer, razones circunstanciales como no encontrarse bien o tener que trabajar. Y no sólo pasó una o dos veces, a mi ver, su comportamiento era para proteger los parásitos. No tenía ni la más mínima idea de en qué estaban pensando. Seguramente si a ti te dijeran que tienes un parásito en la cabeza querrías que te lo quitarán sin importar qué.
Y entonces, apareció usted, Izumi. Hay muchas similitudes entre sus síntomas y los suyos. Un dolor de cabeza, escapar de la interacción con el resto, negarte al tratamiento. La examiné pensando que no era posible, pero su resultado es casi idéntico al de Y y S. No he confirmado que hay tal gusano, pero no tengo duda de que los parásitos en su cráneo son los mismos. Y considero que son, como ya he dicho antes, esos parásitos los que han causado su trastorno mental.
Por supuesto, ahora mismo no puedo trazar una conclusión definitiva. Después de todo, este parásito sólo ha afectado a tres personas. No hay ningún acercamiento general que nos pueda llevar por el buen camino. De hecho, hasta podríamos considerarlo todo una coincidencia. Pero no creo que sea un simple truco del destino. Mi sexto sentido me dice que es la punta de un secreto enorme.

Enviado: 06/11/2011 Asunto: ¡Muchísimas gracias!
Soy Izumi. Muchas gracias por contestar tan rápido. Pensaba que nueve de diez personas se lo tomarían como los desvaríos de una loca, ¡así que no esperaba una respuesta tan detallada! Estoy muy contenta.
Además, no puedo evitar sentir que hay algún tipo de conexión entre los síntomas mentales de Y y S, y los míos. Por supuesto, no les he visto en persona así que mi corazonada puede ser más un deseo que un sexto sentido… Pero si usted lo dice, Dr. Kanroji, creo que debe ser verdad. Confió en tu juicio.
Iré al hospital el catorce de junio. Espero poder hablar sin estar nerviosa esta vez.

Enviado: 06/20/2011 Asunto: Sobre la cuarta paciente
Soy Kanroji. Quiero hacerle saber que ha habido un nuevo desarrollo sobre el nuevo parásito. Como siempre guarde en secreto el contenido de este correo por favor.
El otro día identifiqué a una cuarta persona infectada. Una mujer llamada H, hasta ahora la más joven. Como los otros pacientes, había venido al hospital por sus dolores de cabeza crónicos, rechazó el tratamiento para su infección parasitaria y mostró una fuerte tendencia a evitar relaciones con otra gente. La revisión de su cerebro también demostró la existencia de quistes, y sin más comparación, llegué a la conclusión que era cosa del nuevo parásito. También en el caso de H, su alejamiento del resto se materializó en espofobia. Parece que hay diferencias personales de paciente en paciente sobre cómo se manifiestan los síntomas. En cualquier caso, hay poco espacio para dudar de que ese gusano sea la causa de esa enfermedad mental.
Lo qué no consigo entender es por qué cuatro pacientes que jamás habían sufrido de enfermedades parasitarias han venido a mí uno tras otro rápidamente. Según sé, no se ha extraído el parásito en ningún otro lugar. Además, los cuatro pacientes no tienen ningún historial de haberse ido de viaje al extranjero y viven en varias regiones, y no he podido encontrar puntos en común de los que poder hablar. En definitiva, ahora mismo soy incapaz de tener la más mínima idea de cómo se han infectado. Tal vez hayan traído al gusano a este país desde fuera por algún motivo y está en proceso de expansión.
En cuanto a la cuarta paciente, me gustaría responder la pregunta que me hizo durante tu revisión el día catorce. Yendo al grano, es lo que se temía usted. Estoy llevando a cabo experimentos con el nuevo parásito usando mi propio cuerpo. No sólo lo estoy haciendo para tratar a los pacientes, sino por pura curiosidad científica. Además, especificando, H es el quinto caso de infección.
No han pasado muchos días de la infección por lo que no hay síntomas que se puedan llamar así, pero el gusano se está multiplicando dentro de mi cuerpo gradualmente. Si mis expectativas son correctas, acabaré expuesto a un trastorno mental como el suyo. Tratando a Y y S he descubierto que no es necesaria ninguna cirugía para eliminar los parásitos; la aplicación de abendazol y corticosteroides es tan efectiva como con otros parásitos. Por tanto, puede quedarse tranquila sabiendo que no tiene por qué volverse algo severo. Después de todo, que un doctor colapsase sería una pérdida.
Aun así, ¿cómo supiste que estaba infectado? Cuando me lo preguntó me pareció que estaba convencida de que tenía el gusano en mi cuerpo. ¿Observó algún cambio externo? Si fuera posible, ¿me podría explicar el motivo?

Enviado: 06/21/2011 Asunto: Re: Sobre la cuarta paciente
Soy Izumi. Me siento aliviada de saber que no me tengo que preocupar de que sea algo serio. Aun así, veo que le apasiona la investigación. Me quito el sombrero ante usted. Dicho eso, no se sobre fuerce demasiado, sea amable con usted mismo, por favor.
¿Cómo adivine que tenía un gusano en su cuerpo? Para serle sincera, no lo sé. Cuando le vi aquel día simplemente se me ocurrió: “ah, el doctor se ha vuelto igual que yo”.
A lo mejor noté cambios minúsculos en su expresión y acciones subconscientemente, y esta conclusión es la única forma en la que puedo explicar mi persistente equivocación. Pero realmente no sé la verdad. Creo que es algo que se me metió en la cabeza.
Bueno, puedo que esto parezca repentino, pero me gustaría hablarle de algo. Aunque debo decir que es algo raro, así que cójalo con pinzas, por favor, y considérelo tonterías de una loca.
Últimamente, he estado pensando en usted todo el día. Cuando me levanto por la mañana, cuando me maquillo, cuando me seco el pelo, durante el trabajo – ni un solo momento pasa que no lo haga. Qué día nos volveremos a encontrar, qué ropa debería ponerme, qué debería decir, qué debo hacer para que me conozca más… Eso es todo en lo que pienso.
Puede que usted también sea consciente de ello, pero parece que estoy enamorada de usted. Sé que seguramente es una transferencia positiva de algún tipo. Y soy plenamente consciente que revelarle este hecho a usted sólo le preocupará. Pero no estoy satisfecha con la lógica.
Puede que esto me lleve a causarle problemas inmensos en el futuro, así que me disculparé con antelación. Lo siento muchísimo, y por favor, no me abandone.

Enviado: 06/24/2011 Asunto: Informe de progreso
Soy Kanroji. Voy a informarte brevemente del cambio de mi estado mental por la infección.
El primer cambio fue que ver a los pacientes se volvió agonizante. Al principio lo consideré fatiga, pero poco después, se expandió de “los pacientes” a “cualquier persona”. El síntoma encaja con el “evita interacciones con el resto” que todos tenemos en común. Aunque la manifestación varia – en el caso de  y S les incomoda el olor de la otra gente, en el caso de H le molesta que otra gente la mire – los considero a todos fruto de la misma raíz.
Esta es mi teoría: esencialmente, los infectados por el parásito se vuelven misántropos. Mi hipótesis es que las diferencias de los síntomas exactos de los cuatro son la diferencia de los rasgos de la misantropía de cada uno que le parásitos les obliga a padecer.
Por supuesto, no estoy seguro de qué mérito tiene privar a su huésped de socializar… Para poner un ejemplo, hay tenias que provocan que los pequeños crustáceos conocidos como Artemia – que normalmente actúan por separado – vayan en grupo para así, incrementar las posibilidades de que se los coman su huésped definitivo, el maravilloso flamenco. Por lo que en este caso entiendo que les lleven a semejante final. Sin embargo, ¿qué motivo puede haber para marginar al huésped?
El hecho que encontremos gusanos en nuestros cuerpos significa que somos el huésped definitivo. El rol del huésped definitivo debería ser esparcir huevos y larvas, por lo que es ilógico marginarle. Tal vez hay una meta más profunda que no nos podemos ni imaginar.
Supongo que ya te imaginas cual ha sido el segundo cambio, está relacionado con “los disparates” de los que me escribiste en tu último correo. En realidad, tu confesión me alegró mucho. No, no es eso exactamente – sé que como doctor esto es indecoroso – creo que te aprecio yo más a ti, que tú a mí. Respecto a la progresión definitiva de los síntomas misantrópicos, van creciendo día tras día. No obstante, no debemos sacar conclusiones precipitadas. Antes de celebrar prematuramente nada, hay un asunto que tenemos que considerar.
Cuando me metí el gusano en el cuerpo decidí una cosa. Dicha cosa es examinar cada cambio psicológico con sospecha. Bajo la influencia del gusano, no estoy seguro de qué es voluntad propia y que no. Lo que significa que sólo puedo sospechar de todo.
Por tanto, me cuestiono estos sentimientos románticos, y no lo hago aleatoriamente, tengo una idea. Al observar a Y y S, presencié un cambio intrigante. Conforme el tratamiento avanzaba los efectos del gusano se debilitaban y su misantropía mejoró notablemente, pero extrañamente, sus corazones se separaron. Dos meses después de que empezaran su tratamiento, la sensación de intimidad de recién casados había desaparecido sin dejar rastro.
Al principio, lo expliqué como resultado de la ansiedad que causaba esta enfermedad no identificada. Eso junto con que el peligro inminente había desaparecido hizo que no les quedase nada con lo que alimentar la llama de su amor. Pero ahora que he experimentado en primera persona la infección del gusano, no puedo evitar sentir que el cambio de su relación tiene un significado más profundo. Como si, por ejemplo… fuera el gusano el que mantenía su amor.
Izumi, lo que quiero decirte más o menos es esto: mientras haya la posibilidad de que el gusano influencie hasta el romance de su huésped, no deberíamos sacar conclusiones precipitadas sobre lo nuestro.
Espero que puedas pensar en todo esto con calma.

 Enviado: 06/25/2011 Asunto: Unas cuantas preguntas.
En otras palabras, ¿me estás diciendo que no estamos enamorados sino que los que lo están son los gusanos de nuestros cuerpos? Estoy segura que una ignorante como yo no lo podría entender… Pero digamos que hay un gusano con el poder de hacer que su huésped se enamore. ¿Para qué necesita esa habilidad? Aunque sea una de sus estrategias para propagarse, ¿para qué hacer que los huéspedes se enamoren? Sería comprensible si el infectado se enamorase de alguien sano para incrementar las posibilidades de infección, pero, ¿qué razón puede haber para juntar a aquellos que ya están infectados?
Doctor, ¿estás intentando contarme una mentira plausible para mantenerme alejada y evitar hacerme daño? No puedo evitar pensar que es eso.

Enviado: 06/28/2011 Asunto: Re: Unas cuantas preguntas.
Tus dudas son comprensibles, Izumi. Estos últimos días he estado rodeado de las mismas preguntas. ¿Cómo va a ser ventajoso para la propagación que dos huéspedes que ya están infectados se enamoren? Ayer mientras caminaba por el paseo se me vino a la cabeza una respuesta posible. (A veces doy paseos sin meta fija para pensar). Me estruje el cerebro y no encontré ninguna buena explicación, así que pensé en ello mientras observaba los árboles al lado de la carretera.
Cuando era pequeño, uno de mis amigos era un bicho raro que en primaria sacaba malas notas pero que tenía conocimientos de biología del nivel de instituto. Un día, estaba caminando con este amigo mío por debajo de los cerezos y de repente, me preguntó: “¿Alguna vez has visto los árboles de Yoshino dar frutos?”. Le contesté sin pensar, no creo que lo hubiese visto nunca, y él me contó cómo funcionaba la cosa orgulloso. “Eso es porque los árboles Yoshino no son compatibles consigo mismos – una característica genética que previene que se auto reproduzcan. En términos humanos, es como un sistema que evita que se reproduzcan ellos mismos. Los árboles Yoshino son clones artificiales que se multiplican con injertos y tal, así que aunque se junten, no se podrán reproducir. Así que aunque puede crearse un mestizo al juntarse con otro tipo de cerezo, dos Yoshinos no pueden tener hijos y como los árboles Yoshino no suelen crecer con otros cerezos, por eso no suelen tener frutos”.
Llegado a ese punto de mi recuerdo, me vino a la mente. ¿Y si el gusano también posee un sistema que previene que se apareen entre los usuarios con el mismo código genético al reconocer una relación sanguínea? Profundicé en mi pensamiento. ¿Y si ese sistema de discriminación prohíbe que se reproduzcan entre ellos los gusanos que han madurado en el mismo huésped? Para reproducirse con otro que ha madurado en otro huésped, tendría que ir y venir entre ellos. (Después de todo, las flores polinizadas no puedes preguntarle a un insecto que se lleven su polen). Y para cumplir ese objetivo, ¿no sería una estrategia perfecta hacer que los huéspedes se enamorasen?
Es una idea, como mínimo, escandalosa. A causa de la carencia de base, estoy diciendo algo que sin lógica alguna, y suena como la idea de alguien que ha leído demasiada ciencia-ficción. He intentado tomármela a broma, pero es que no solo las plantas y los fungí tienen este sistema, también hay animales.
Ahí es cuando dejé de pensar. Me di cuenta que de hecho sí existe una criatura que, a pesar de ser capaz de llevar a cabo la partenogénesis, usa un “método de reproducción complejo e indirecto”. Sí, está claro que me refiero al parásito que has mencionado antes: Diplozoon paradoxum. Y no es cosa sólo del D. paradoxum. Por ejemplo, hay algunas tenias que son hermafroditas y llevan a cabo la partenogénesis pero no pueden volverse adultos sin tener contacto con otro. Cuando piensas en ello, parece una estrategia de reproducción ilógica y compleja pero en realidad es muy común en el mundo de los parásitos.
Mi intención es investigar esto más. Si de verdad existe un parásito que provoca que sus huéspedes se enamoren, ¿cómo puede reconocer a otro infectado? Seguramente deben enviar algún tipo de señal. No sé de qué naturaleza ni de cuánta intensidad, pero… En cualquier caso, mi teoría es que el motivo de que todos estos pacientes vengan uno detrás de otro es porque los gusanos los ha juntado inconscientemente.
Con esta teoría, la estrategia aparentemente ilógica de lo del huésped misantrópico también adquiere una explicación posible, por ejemplo… ¿Y si la intención del gusano no es marginar al huésped sino reunirlos a todos? Si todos los miembros de dicho grupo estuvieran infectados, la exclusividad y cohesión del grupo subiría como la espuma. En semejante grupo creado para la cooperación mutua, la capacidad de continuación es más alta que la de cualquier grupo no afectado, y así la oportunidad de que sobrevivan todos los miembros también es alta y eso es algo extremadamente deseable para un gusano con los humanos como última residencia.
Hace mucho que se sabe que los parásitos causan efectos en la sociabilidad de su huésped. Hasta Dawkins señaló que las increíbles estructuras sociales de las termitas son básicamente un resultado de los microorganismos de sus cuerpos. Las termitas extienden los microorganismos alimentándose boca a boca y se dice que esta acción la inducen los microorganismos para reproducirse. Para poner un ejemplo todavía más extremo, existe la teoría de que dice que la naturaleza social de los monos vervet y los monos japoneses y, consecuentemente, de los humanos la causó un retrovirus. Si los virus y las bacterias pueden hacer algo así, tal vez no sea raro que un gusano pueda afectar la sociedad humana.
Izumi, no deseo alejarte. De hecho, es precisamente porque te amo con tanta convicción que estoy desesperado por eliminar mis dudas.
Pensando en ello, siempre he estado solo durante estos cincuenta años de vida. Da igual con quien me encontrase, mis sentimientos no se agitaban y cuánto más me involucraba con la gente, más mal me sentía. Poco después de llegar a los cuarenta, entré en un estado apático; pasaba los días viviendo a pesar de estar muerto. Pero el conocerte me ha devuelto el temblor de mi corazón que no había sentido desde hacía mucho tiempo. Cuando te hablo en persona me duele el corazón como a un jovenzuelo que está aprendiendo a amar. Y es por eso estoy receloso. Nada humillaría más a la humanidad que estos sentimientos no fueran más que la obra de un gusano.

Enviado: 06/30/2011 Asunto: (Sin Asunto)
Me alegra que hayas dicho eso, doctor.
Estoy muy, muy feliz.
Tanto que no me importaría morirme.
Pero si tu teoría es cierta, entonces si el gusano desaparece, mis sentimientos también lo harán.
He empezado a pensar que es algo muy triste. Iré al hospital a principios de Julio.
Adiós.

*          *          *          *          *

Los mensajes entre ellos dos terminaban ahí. Kousaka se quedó en silencio durante un rato, mirando los documentos. Revisó las fechas del artículo y de los correos otra vez. Su correspondencia por correo terminaba el treinta de Junio y el veinte de julio se suicidaron. Sólo Dios sabe qué les pasó durante esos veinte días. No le contaron a nadie la parte más importante, llevándose el secreto a la tumba.
La intención de Urizane al mostrarle todo esto era obvia. Kanroji e Izumi se enamoraron por la influencia del gusano, y después, llevaron a cabo un misterioso suicidio doble – así que era bastante seguro de que Kousaka y Sanagi que también se habían enamorado por el gusano hicieran lo mismo.
Más o menos, eso debía ser.
Kousaka le devolvió el recorte de periódico y los documentos a Urizane y le preguntó:
-¿La “H” que mencionan es Sanagi?
-Sí, eso es.-Afirmó Urizane.
Kousaka reflexionó durante unos pocos segundos, entonces preguntó otra cosa.
-¿La personalidad de Sanagi era distinta cuando no estaba infectada?
-Esa pregunta es difícil.-La boca de Urizane se frunció suavemente y se rascó la parte trasera del cuello.-En cierta manera, sí, pero… Las cosas son demasiado liosas como para estar seguros.
-¿Eso quiere decir…?
Urizane movió el cuerpo ligeramente para mirar por la ventana. La silla rechinó cuando se movió. La parte de arriba de la ventana estaba oscurecida a causa de un largo carámbano que colgaba del techo.
-Te explicaré las cosas en orden, eso incluido. Las cosas que le pasaron a Hijiri el año pasado y cómo le ha arruinado la vida ese gusano.
Urizane posó las manos en sus rodillas y se sentó derecho.

Urizane empezó: todo empezó con los suicidios de cierta pareja. Se llevaban bien, no tenían problemas económicos, el trabajo del marido iba bien, la mujer estaba a gusto siendo un ama de casa y su única hija crecía bien. Era la típica familia feliz. No había ni un solo motivo por el que fueran a quitarse la vida. Pero no cabe duda que sus muertes fueron por suicidio. Los dos se cogieron de las manos y se lanzaron de un puente de las montañas con los que paseaban por ahí como testigos.
Eso pasó hará un año…
Lo que quedó fue su única hija: Hijiri. Acababa de cumplir los dieciséis y no tenía otros parientes así que la dejaron a cargo del abuelo por parte de madre – ese soy yo.
Incluso después de cuidar de ella durante un tiempo, apenas me hablaba. No parecía que se negase a hablar, sino que había olvidado cómo hacerlo. Solía ser una chica alegre con muchos amigos, pero como si hubieran cambiado la persona, se volvió callada y usaba las palabras mínimas imprescindibles en la escuela. Entonces pensé que era por el shock de las muertes de sus padres. Su fallecida madre – aunque llevaba mucho sin saber nada de ella – era mi hija después de todo y yo había perdido a mi esposa tan sólo dos años antes así que entendía la tristeza de Hijiri a la perfección.
Sin embargo, la verdad difería de mis expectativas. No estaba meramente llena de tristeza. Pensaba todo el tiempo. Con el tiempo, Hijiri dijo algo sin advertencia previa.
-No creo que lo de mamá y papá fuera un suicidio.
-¿Qué quieres decir?-Pregunté y Hijiri empezó a hablar como estallando sobre cómo sus padres habían empezado a comportarse de manera extraña medio año antes de suicidarse y que mostraban una persecución ilógica de complejos diciendo todo el rato cosas como: “los vecinos me vigilan” o “me siguen siempre”.
-Me pareció raro que cambiasen tanto de repente, pero ahora creo que por fin entiendo la razón.-Me dijo.-Estaban enfermos y al parecer yo he pillado la misma enfermedad.
No entendía ni la mitad de lo que estaba diciendo, no obstante, cuando poco después empezó a saltarse las clases y se volvió más distante conmigo, por fin comprendí a qué se refería con: “enfermedad”.
Iba por el mismo camino que sus padres, eso es lo que sentí. Podía ver que si la dejaba en paz, llegaría al punto de no retorno. No parecía algo que se curase solo.
Llevé a Hijiri a varios psicoterapeutas, pero no hallaron nada importante; todo lo que salió a la luz es que tenía miedo a que los demás la mirasen y no había señal de mejora.
Una psicóloga de una clínica fue quien dio el primer progreso. Mientras me explicaba cómo iba el tratamiento dijo:
-Esto me recuerda… Que a mitad de la conversación Hijiri me dijo que tenía un gusano en la cabeza. No parecía esperarse ninguna reacción por mi parte, pero me sorprendió. Creo que podría ser una guía para entender su mente, así que le pedí que me lo explicase con más detalle, pero ella me contestó que era una broma y evitó la pregunta y desde entonces no ha vuelto a sacar el tema.
Más tarde, la psicóloga explicó la interpretación común de “tener un gusano en la cabeza”. En casos raros de estrés inmenso o trastornos disociativos se puede llegar a tener ilusiones de parásitos.
Sin embargo, me encontré a mí mismo extrañamente fijado por sus palabras. Esas palabras no abandonaban mi mente, ya estuviese durmiendo que despierto. No podía evitar sospechar que su comentario tenía un significado especial. Supuse que esto venía de no sentir las cosas como doctor, sino como su abuelo de sangre.
Últimamente, parecía tener dolores de cabeza crónicos y se tomaba las pastillas todo el tiempo. Lo había considerado algo normal para alguien de su edad pero cuando empecé con mis sospechas, no pude descansar hasta confirmar la causa.
Le pregunté resuelto a Hijiri, pero ella retractó sus palabras.
-Yo no he dicho nada como eso.
Así que me inventé una razón para sacarle sangre y fui a que la analizaran. Cuando me dieron los resultados tuve que tragar saliva. Había un incremento de eosinófilos y niveles altos de inmunoglobulina E, unas características que se encontraban en las reacciones alérgicas y en las infecciones parasitarias. Por supuesto, no podía sacar una conclusión solamente del hecho que sí que tenía “un gusano en la cabeza”, pero estaba claro, en cualquier caso, que su cuerpo estaba sufriendo algún cambio.
Le pedí ayuda a un amigo, un profesor médico especializado en el campo de la parasitología. Ese profesor era Yutaka Kanroji – el hombre que se convirtió en el centro de este incidente.
Tenía cuarenta y muchos, y una apariencia temperamental de científico, pero también era bastante alto y con rasgos faciales sorprendentes. Era un hombre encantador. Parecía ser famoso por el área, era famoso por ser muy apasionado con la parasitología, tanto lo era, que no dudaría en infectarse a sí mismo por el bien de la investigación.
Hablé con el profesor Kanroji sobre la muerte ilógica de la pareja, de las anormalidades de mi nieta, de sus dolores de cabeza crónicos, del “gusano de su cabeza”, pero el profesor Kanroji mostró un interés paralelo. Por encima de todo, pareció reaccionar agudamente cuando mencioné “el gusano de su cabeza” y la escopofobia.
Hicieron que Hijiri se sometiera a muchas pruebas especiales. A la semana siguiente, intenté llevar conmigo a Hijiri para escuchar los resultados, pero ella se negó con la excusa de los dolores de cabeza. Sabía que era temporal, pero fui solo al hospital del profesor Kanroji por no querer forzarla a ir si no quería.
Ahí, me informaron de una verdad sorprendente.
-Primero, échale un vistazo a esto.
El profesor Kanroji me enseñó una IRM del cerebro de Hijiri. Allí pude ver muchas áreas en forma de anillo que contrastaban. Después, me enseñó los resultados del análisis de sangre. Antes de que pudiese mirar los números, el profesor Kanroji me informó de buena gana:
-Para ir directo al grano, hay un parásito en la cabeza de tu nieta.
Yo jadeé y asentí lentamente. De una u otra forma, fui capaz de aceptar la verdad con tanta tranquilidad que hasta se me hizo raro.
El profesor Kanroji continuó:
-Sin embargo, en cierto modo, podríamos decir que tu nieta ha tenido muchísima suerte. Claro, no hay duda que la infección es algo malo… Pero es un milagro que hayas venido a mí para que la examine.
Entonces, me explicó que tenía otros pacientes con síntomas similares y empezó a tratar a Hijiri. Así es como nos involucramos con el profesor – pero apenas un mes más tarde, nos enteramos que había muerto.
El suicido del profesor Kanroji estaba en todas las noticias. Que un profesor médico se suicidase en la universidad ya era una noticia, pero el hecho de que no era un mero suicidio, sino uno doble con una de sus pacientes, causó mayor estruendo. Salieron todo tipo de teorías.
Le enseñé a Hijiri el artículo de periódico sobre la muerte del profesor. Sabía que esconderlo no servía de nada. Ella se lo miró y se dijo a sí misma.
-Eh, como mamá y papá.
Era la misma impresión exacta que había tenido yo.
-Ese doctor seguramente usó su cuerpo para probar el parásito.-Dijo Hijiri con una expresión neutra.-Era tan buena persona…
-¿Tú también crees que el parásito es el motivo de su suicidio?-Le pregunté y ella asintió como si fuera algo obvio.
-La paciente que se ha suicidado seguramente también estaba infectada. La mujer que llegó a él antes que yo.
Pensé en ello y entonces, le pregunté esto:
-Te lo voy a preguntar directamente. ¿Sientes el más mínimo deseo de morir ahora mismo?
-Supongo que si te dijera que no estaría mintiendo,-Hijiri se encogió de hombros.-pero eso lo he tenido desde hace mucho. No ha empezado ahora.
Me sentí aliviado al escuchar eso.
-Supongamos que este parásito es una criatura peligrosa que puede hacer que los infectados se suiciden,-dijo ella, tocándose la frente.-a lo mejor esos síntomas cambian entre las personas. Si no, esa pareja que fue al hospital se habría matado hace mucho.
-¿No tienes miedo?-No pude evitar preguntárselo, quizás por ver a mi nieta aceptar la situación con tanta calma.
-Sí, pero al menos hay una cosa que está clara. Mamá y papá no se mataron y me abandonaron. El parásito les mató.
Así, Hijiri sonrió. Irónicamente, era la primera sonrisa que me mostró desde que había caído en mi custodia.
Hasta la tarde no me di cuenta que el profesor Kanroji me había enviado un correo antes de suicidarse. Tal vez le preocupaba que al final acabase matándose y dejando a sus tres pacientes. Por eso me lo confió a mí, alguien de su mismo negocio, y que era el pariente de uno de los pacientes por lo que sabía tanto sobre el gusano. Seguramente me envió el mensaje en el último momento por falta de tiempo.
Me leí los correos entre ambos una y otra vez, pero seguía sin saber nada sobre el mecanismo que usaba el gusano para inducir a la muerte a su huésped. Lo que estaba claro era que ni siquiera un intelectual como el profesor Kanroji podía resistirse.
Llevé a cabo el tratamiento de Yuuji Hasegawa y Satoko Hasegawa – los “Y” y “S” que se mencionan en los correos. Los trastornos parasitarios no son mi especialidad, pero continué desparasitando a los Hasegawas y a Hijiri siguiendo el tratamiento de los correos.
Viendo que los que habían muerto eran parejas infectadas, les aconsejé a los Hasegawas que pasasen tiempo separados. Aceptaron mi consejo de buena gana. Incluso parecían aliviados de tener una excusa para vivir separados. Así que era tal y como había dicho el profesor en su correo. Al parecer la cura había destrozado su relación. Mientras los Hasegawas se recuperaban, los síntomas de HIjiri no parecían mejorar en lo más mínimo. Había estado tomando los mismos vermífugos, pero había una diferencia abismal entre su efectividad. La misantropía de los Hasegawa se suavizó con el tiempo, pero la de Hijiri no mejoraba, sólo empeoraba. Acabó teniendo sentido porque Hijiri no se tomaba los vermífugos. Un día, lo presencié. Estaba delante cuando Hijiri tiró la medicina a la basura. Hijiri me miró a los ojos y no se disculpó; simplemente se encogió de hombros como diciendo:
-Si quieres te puedes enfadar.
Aquella vez la regañé. Le pregunté si se daba cuenta de qué estaba haciendo y ella suspiró con cara de estar harta y murmuró esto:
-No necesito que me curen. No me importa si me mata. Quiero despedirme de este mundo rápidamente.
-Eso es por el gusano que tienes en el cuerpo, eso es lo que hace que pienses para protegerse.-Por mucho que intentara decírselo, no surtía efecto.
Poco después, de tiñó el pelo y se hizo piercings. Se saltaba las clases y sólo leía libros viejos de filosofía y escritos sobre parásitos.
Parecía que para extirpar el gusano del cuerpo de Hijiri era necesario cultivar el deseo de querer curarse. Sin embargo, no tenía ni idea de cómo conseguir que tuviese una actitud positiva sobre la desparasitación. Entonces fue cuando el señor Izumi apareció. El apellido de este hombre que vino a mí sin venir a cuento ni cita me pareció familiar. Y por supuesto que tenía que serlo. Era el padre de la señorita Izumi, la mujer que se había suicidado con el profesor Kanroji. Él también había recibido un correo del profesor y sabía de la existencia del gusano.
Era un guardaespaldas que en esos momentos trabajaba para una empresa de defensa, pero mi primera impresión de él fue más la de un ingeniero o científico. Su forma de hablar tenía ese tipo de lógica. El señor Izumi no aborrecía al insolente doctor que había llevado a cabo el suicidio doble con su paciente. De hecho, le respetaba y le tenía como a un doctor valiente que había estado intentando curar a su hija hasta costándole la vida.
Me pareció extraño que estuviese tan tranquilo. Si la que se hubiera matado hubiese sido mi nieta y no su hija, ¿respondería con tanta calma? No, creo que no habría sido posible.
El señor Izumi vino a mí para preguntar si había algo que pudiese hacer para ayudar a exterminar el gusano. Al principio le rechacé con educación. Apreciaba su oferta, pero sinceramente, un ignorante en el campo como él no iba a ser de mucha ayuda.
Sin embargo, él insistió.
-Por favor, deja que te ayude de alguna manera.-Me rogó.
Vi una luz poco común en sus ojos. Supuse que el señor Izumi quería que la muerte de su hija tuviese algún significado. Para dejar que la muerte de su hija sirviese de ímpetu para moverle y salvase a los otros pacientes… ¿Qué tipo de desarrollo buscaba? Tal vez apenas sería capaz de darle algo así.
Simpaticé con él mucho y le pedí algo más allá de la investigación, encontrando un trabajo que le podía pedir. Cuando le dije que Hijiri era pesimista con lo de su tratamiento y tenía poca voluntad de vivid, él se subió al carro.
-Déjamelo a mí.-Se golpeó el pecho.-Conseguiré que su nieta abra su corazón.
Y así, el señor Izumi empezó con sus esfuerzos para devolverle la voluntad para vivir a Hijiri. Y poco después, te encontró. Fue una coincidencia total. El señor Izumi simplemente buscaba a gente que pudiese formar una relación cercana a Hijiri, no se imaginó que encontraría a otro infectado.
En cualquier caso, esto resultó en que tú y Hijiri os enamorarais y que ella abriese su corazón. Si no hubiese accedido a la petición del señor Izumi por simpatía, Hijiri seguramente seguiría sola, guardando la oscuridad de su corazón para sí misma. Supongo que es por esto que se dice que lo bueno que haces para los otros, es bueno para ti.

                  *         *        *        *        *

El relato terminaba ahí. Urizane se agarró la garganta y se la aclaró. Debía estar cansado de hablar.
Kousaka intentó ordenar los correos que había leído y la historia de Urizane mentalmente. Habían tres puntos principales claros sobre el gusano de su cuerpo – y en el de Sanagi – hasta aquí.
1-    El gusano marginaba a su huésped.
2-    El gusano hacía que sus huéspedes se enamorasen.
3-    Cuando reunían ciertas condiciones, los huéspedes se suicidaban.
-Resumiendo,-Kousaka habló,- me has llamado para matar los gusanos antes de que Sanagi y yo nos enfrentemos al mismo destino que el profesor Kanroji y la señorita Izumi.
-Correcto.
-Lo que significa…-Kousaka pensó.-¿Qué vas a separarnos a Sanagi y a mí?
-Precisamente. Fuimos nosotros quienes os juntamos, pero la situación ha cambiado. La razón por la que el señor Hijiri te contrató fue para ser el amigo de Hijiri con la esperanza de que ella abriese su corazón y recuperase su voluntad para vivir. No se equivocó al escoger, pero… si eso ha sido cosa del gusano, entonces es otro cuento. Lo siento mucho, pero no puedo dejar que sigas con Hijiri. Por si pasase algo impensable.
Kousaka intentó imaginarse lo “impensable” que decía Urizame. Sorprendentemente, al instante la imagen de Sanagi y él suicidándose juntos resonó en su corazón.
Ya veo… Tal y como estamos ahora, no sería muy raro que las cosas acabaran así.-Pensó Kousaka.
Si Sanagi le pidiese hacerlo, seguramente él no se negaría. Y si Kousaka le pidiese que lo hiciera, Sanagi seguramente tampoco se negaría. La única razón que necesitarían sería: “vivir es difícil”.
Quizás era sólo cuestión de tiempo antes de que Kousaka llegase a esa idea. Tal vez mañana mismo podría llegar a la idea de hacer un suicidio doble él solito. Pensar eso le dio un escalofrío.
Mientras Kousaka reflexionaba en silencio con los brazos cruzados, Urizane habló.
-No te pediré que me respondas ahora mismo. Supongo que necesitas tiempo para ordenar toda esta información.
Kousaka asintió.
-Haré que te traigan en cinco días. Decide si quieres el tratamiento o no durante esos días, por favor. El tratamiento es simple, así que no tendrás que prepararte, y podemos empezar en cuanto tengas la respuesta.
Kousaka recordó que los correos de Kanroji mencionaban que el tratamiento no precisaba cirugía, que sólo hacía falta tomarse una medicina.
-Por supuesto, personalmente espero que te deshagas de la tentación del gusano y accedas al tratamiento. No obstante, no te voy a obligar. A no ser que sean familiares, no obligaría a ningún paciente que no quiere que le curen.
Cinco días, Kousaka repitió mentalmente. Tenía que decidirse para entonces.
-Y por si acaso, voy a añadir una cosa.-dijo Urizane.-Di te niegas al tratamiento, no volverás a ver a Hijiri nunca más. No sé si ella lo aceptará o no, pero en cualquier caso, sería demasiado peligroso dejar que las personas infectadas estén juntas.
-Cierto,-dijo Kousaka.-y mi misofobia y misantrofobia tampoco se curarán.
-Efectivamente. Aunque hagas el tratamiento, no puedo dejar que te acerques a ella hasta estar seguro que ya no quedan gusanos en tu cuerpo. ¿Entiendes?
-Sí…
Entonces, Urizane pareció recordar algo, abrió el cajón del escritorio y le pasó a Kousaka una foto. Era algo parecido a una mancha de tinta de las que se usan para la pruea de Rorschach. Por la progresión de todo lo que había ocurrido, Kousaka se hacía una idea de lo que era esa imagen borrosa.
-¿Es una foto del gusano?
Urizane asintió.
-Verlo en foto lo hace más real, ¿a qué sí? Aquí hay dos gusanos juntos. En uno de los correos del profesor Kanroji lo dice. Al parecer cuando los parásitos se encuentran en el cuerpo del otro, sus partes femeninas y masculinas se enlazan y adquieren una forma de “Y”.
Kousaka volvió a mirar la fotografía. Los guanos, teñidos de un rojo claro, le recordaban más al típico corazón que dibujaría un niño pequeño que a una “y”.

Cuando Kousaka volvió a la sala de espera, dónde Sanagi e Izumi estaban sentados en el sofá de detrás, alzaron la vista. Kousaka le sonrió a Sanagi, pero ella apartó la mirada y bajó la cabeza.
-Parece que ya estás.-Dijo Izumi.-Te llevaré a casa.
-Hasta luego, Hijiri.-Le dijo Izumi a Sanagi.
Según parece, ella iba a quedarse allí. Tal vez ese hospital también una casa donde vivía.
Kousaka se puso delante de Sanagi, queriendo decirle algo para aliviarla antes de marcharse, pero no sabía cómo hablarle. No, sí que sabía. Simplemente era decir un: “Mis sentimientos no van a cambiar por mucho que me hayan dicho todo eso, no te preocupes”. Era simple. Pero Kousaka no lo hizo. No estaba tan seguro de sus sentimientos como lo había estado antes.
Pensando en ello, desde un principio había sido todo muy raro. ¿Por qué Sanagi se prendó de alguien tan inútil como él? ¿Por qué sus trastornos compulsivos mejoraban cuando estaban juntos? ¿Por qué se amaban a pesar de la diferencia de edad? Habían muchos aspectos irracionales.
Pero si todo era una ilusión óptica que había causado el gusano…
Sanagi y yo no nos hemos enamorado. Son nuestros gusanos los que están enamorados.
Al final, Kousaka se fue de la clínica sin decirle palabra a Sanagi. De camino de vuelta, Kousaka se limitó a mirar por la ventana ausentemente, pero cuando se acercaban a su piso, le preguntó a Izumi:
-Eh… Hay una cosa que se me ha olvidado preguntar sobre el gusano…
-¿Qué?-preguntó Izumi mirando en frente.-Si puedo te contestaré.
-¿Su fuente de contagio se ha identificado?
Izumi sacudió la cabeza.
-No. Pero Urizane piensa que seguramente es por vía oral. Seguramente tuviste la mala suerte de comer comida con el gusano. ¿Alguna idea?
-No, por desgracia.
-Eso pensaba… ¿Alguna pregunta más?
-¿El gusano se esparce de persona a persona?
-Sí.-Respondió rápidamente. Izumi parecía haberse preparado para esa pregunta.-El gusano adulto reside en el centro del sistema nervioso, pero los huevos y las larvas se mueven por el cuerpo a través del flujo de sangre. El vivir juntos a secas no hace que se esparza… Sino, el gusano no se tomaría la molestia de hacer que los huéspedes se enamorasen, captas lo que estoy intentando decir, ¿no?
-Sí.-Dijo Kousaka.-Es una enfermedad sexual más o menos, ¿no?
Izumi sonrió.
-No hace falta que seas tan tímido. Sí. Así que sabemos que tu gusano no viene de ella. Ha estado pululando por tu cuerpo desde hace más tiempo.
-Lo sé. No he dudado de Sanagi. Sólo tenía curiosidad.
La respuesta de Izumi por fin resolvió el misterio. El veinte de diciembre Sanagi intentó besar a Kousaka mientras dormía, pero ella se controló a tiempo y dijo:
-Estaba a punto de hacer algo sin vuelta atrás.
Sanagi seguramente planeaba pasarle el gusano a Kousaka. En aquel momento nadie sabía que Kousaka era un huésped. Y Sanagi sabía que los huéspedes del gusano se juntaban por un amor forzado. Sanagi había planeado hacer que su relación fuera perfecta transmitiéndole el gusano. Pero justo antes de llevarlo a cabo, volvió en sí. Se percató que estaría poniendo en peligro la vida de Kousaka, no pudo mirarle a la cara y huyó.
Eso parecía ser la realidad.
Después de dejar a Kousaka delante del bloque, Izumi habló:
-Vendré de aquí cinco días por la tarde. Estate listo para entonces.
-No creo que me lleve tanto.
-No lo pienses demasiado. Le puede pasar a cualquiera. El alcohol, la soledad y la oscuridad pueden engañar a tus ojos y hacer que veas a tu amor destinado. Y cuando los dos os levantáis sobrios a la mañana siguiente, os dais cuenta de vuestros errores. Eso es lo que te ha pasado.
Sin nada más que decir, Izumi se marchó.
Kousaka no entró directamente; se quedó en la entrada y observó la luz que salía de las ventanas de las residencias cercanas. Pensó como dentro de todas esas ventanas había gente viviendo de una forma totalmente distinta a la suya. Había pasado mucho tiempo desde la última que fue consciente de la forma de vida del resto.
De repente, sin venir a cuento, Kousaka pensó en la muerte de su madre.
Me pregunto… A lo mejor yo no soy el único que estaba afectado. A lo mejor el suicidio de mi madre lo causó un gusano.
El mes anterior a su suicidio, ella había sido extrañamente amable y le trató con cariño. Durante todo este tiempo eso jamás había tenido sentido. La madre que conocía no admitiría sus errores aunque el mundo llegase a su fin.
Pero si era por el gusano, entonces, podía aceptarlo. Su madre – misantrópica por culpa del gusano – sólo pudo abrir su corazón con Kousaka que también estaba infectado – al igual que ella – por el gusano. El gusano del cuerpo de su madre y el suyo se llamaban.
Extrañamente, él se puso contento.
Ahora puedo odiar a mi madre sin reservas, pensó Kousaka. Ni en sus últimos momentos pudo amar a su hijo por voluntad propia. Ese hecho aclaró un descontento que tenía en la cabeza. 

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