Capítulo 2: ¿Yu Ji Wen? ¿Quién es ese?

abril 23, 2017

-Señor… ¿Qué ha ocurrido?
Cuando los criados vieron a su querido amo tumbado en el frío y duro suelo entraron en pánico. El hombre ahí tumbado se limitó a cerrar los ojos en medio de todo el caos.
-Preparad un carruaje. ¡Volvemos a palacio en este preciso instante!-Dijo uno de ellos, que parecía tener más autoridad que el resto y era el único que mantuvo la calma.

                  *         *        *        *        *

Ming Luo por fin encontró el camino de vuelta a casa con gran dificultad y para cuando el sol empezaba a esconderse, ya había escalado la pared y saltado.
Pam.
En serio, creo que me he jodido la pierna.
Pero su humor se volvió amargo al recordar el rostro de hielo del hombre.
¿Eh? ¿Para qué sirve que Dios te haya dado esa cara si no presumes de ella?
-¿Por fin has vuelto a casa?
Ming Luo sintió un escalofrío repentino recorrerle la columna vertebral y levantó la cabeza con lentitud.
-Padre…
-Últimamente te has portado muy bien sin duda. Niña, sé que te encanta jugar por ahí pero deberías pensar en tu padre antes de hacerlo.
Una belleza delicada apareció al lado de su padre.
Mmm… Por fin veo lo que Yun quería decir con lo de: “un hombre nunca estará satisfecho con una sola mujer”. Tengo que admitir que padre tiene buenos ojos para las mujeres. Con madre muerta tiene otras bellezas con las que deleitarse.
Ming Luo no pudo evitar observar a esta mujer.
-Xu yiniang[1] no me deja salir nunca de todos modos. ¿Quién iba a reconocer a una chica como yo que a diferencia de Xu meimei, la gente no le tiene gran estima? Después de todo sólo me conocen por los rumores.-Ming Luo habló con inocencia.
Xu yiniang no podía evitar odiar a esta hija. Siempre había guardado rencor porque jamás había podido tener la posición de primera esposa. A pesar de que era la más favorecida, a pesar de que no había ninguna primera esposa…
-Xu er, ¿lo que dice Luo er es verdad?-Tal y como cabía esperarse del duque Yi, su rostro se ensombreció.
Nadie podía competir con su hijita mimada, ni siquiera la hija de Xu yiniang que era conocida por su gracia y belleza. Xu yiniang siempre había odiado a Ming Luo pero no podía permitirse enfadar al duque.
-Parece que hay cierto malentendido. ¿Cómo iba a tratar a mis hijas de forma distinta?-Xu yiniang fingió inocencia.
Ming Luo quería aplaudir su actuación. Según Zi Yan, esta tal Xu yiniang claramente la odiaba y jamás la dejaba salir de la finca, temerosa de que Ming Luo arruinase la reputación de su querida hija Yi Ming.
Ming Luo miró a su presunto padre que decían que la mimaba.
-¿Por qué no? No es tu hija biológica. Es muy posible.-Dijo el duque Yi con frialdad.
Así es como va, da igual el favor que tenga. Ante su hija no soy más que sus uñas.
Xu yiniang miró a Ming Luo con desdén antes de volver a mostrar su acostumbrada apariencia virtuosa y refinada, entonces, rio un poco.
-Duque, no seas tan malo, por favor. Sólo quería que Luo er descansara como es debido. Todos sabemos que tiene un corazón débil. ¿Y si le pasara algo? Como madre me preocupo y le he dicho que descansara. Es sólo que Ming Luo me ha malinterpretado.-Al terminar de hablar, Xu yiniang presentó una expresión débil y agraviada por la que daban ganas de protegerla.
Gracias a dios soy una chica, pensó Ming Luo en secreto. Sus motivos dieron en el clavo y le estaba pasando toda la responsabilidad a ella.
Con lo que dijo Xu yiniang, el duque Yi pareció recordar de repente su propósito para ir hasta allí. Su atención volvió a la jovencita ante él.
-Ming Luo, no aprenderás nunca. Tienes que arrodillarte dos semanas más.-El duque Yi lanzó esa frase.
-Padre… Padre… Jiejie lleva arrodillándose dos semanas. Perdónala, por favor.-Yi Ming Lan se arrodilló ante el duque.
Ming Luo resopló burleta. ¿Qué pretendían ahora? Desde su punto de vista todo era falso, tanto la hija como la madre.
-Lan er, vuelve a tu habitación.-Dijo el duque Yi con frialdad.
-Pero… Sí, padre.-Contestó Ming Lan débilmente y se dio la vuelta para marcharse.
Entonces, todos los demás se marcharon también.
Inesperadamente, aunque estoy castigada nadie me presta atención.
Por alguna razón, Ming Luo se sintió algo decepcionada por ello.
Hizo ademán de descansar cuando algo se le pegó al pie y casi cayó. Tuvo cierto presentimiento pero no tenía el tiempo de preocuparse por ello. Bajó la vista para mirar. Parecía un pañuelo, aunque no era suyo. Lo extendió.
Era un pañuelo bordado de la mejor seda. Tenía un dragón bordado y el nombre: “Yu Ji Wen” grabado.
¿Y este quién es?

                  *         *        *        *        *

-Señor…-Un criado entró al aposento.
Se escuchó una voz hipnotizante proveniente de la habitación interior. Su sonido tranquilizaba el corazón del oyente aunque las palabras eran otro cuento.
-¿Tendré que volver a enseñarte la etiqueta de palacio?
-Seño-… Su alteza, perdóneme, por favor.-Él se arrodilló a prisa.
El hombre salió a paso ligero y arrastrando la túnica suelta por el suelo. A cualquiera le habría seducido semejante espectáculo.
-¿Te atreves a mirar a tu señor?-Dijo con frialdad.
-Su alteza…-El criado tembló.
-Escupe por qué estás aquí y sal de mi vista.
-Su alteza, el Emperador quiere recompensar a quien le trató antes de que llegara. El Emperador pide su opinión.-El criado tenía sudores fríos.
-¿Eh? ¿Mi opinión? ¿Para qué la quiere si ya ha tomado una decisión? ¿No está decidido ya?-Sus palabras contenían desprecio.
-Por supuesto que no, la opinión de Su Alteza es la más importante.-Refutó rápidamente el criado.
-Entonces, no hay que hacer nada. ¿Le pedí que me salvase? No, lo hizo porque quiso.-Dijo el hombre con frialdad mientras se arreglaba las ropas.
La boca del criado se torció. Al ver la reacción de su criado él escupió unas cuantas palabras.
-Dile a padre que haga lo que quiera. Prepárame un baño.-Y así, abandonó la habitación dejando al criado atónito.



[1] Yí Níang (姨娘): Concubina.

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