Capítulo 12

junio 26, 2017

– Li ge, no hacía falta que vinieras personalmente. – Dijo el hermano[1]pequeño con un peinado estiloso y una expresión acribillada por el terror. – Con que viniera Lin ge o Hong Tou ya habría bastado.
Xiao Li le echó un vistazo a la estrecha entrada del área abandonada y de gueto ante él, pero no dijo nada. Lin Zi que estaba a su lado le dio una colleja a Xiao Di.
–No digas gilipolleces, Xiao Li hace lo que quiere.
– ¿Estás seguro que está dentro? – Preguntó Xiao Li.
–Absolutamente seguro. – Contestó Xiao cubriéndose la cabeza e informando. – Llevamos tres días vigilándole. Está ahí tapiado, pero este sitio es muy grande, está lleno de callejones y de vueltas y giros… Sólo somos tres; hacemos guardia fuera pero no nos hemos atrevido a entrar. Temíamos que si nos atolondrábamos y no prestábamos atención, se escaparía.
–Lin Zi, llévate a unos cuantos hombres y haz guardia. – Ordenó Xiao Li tranquilamente. – Yo entraré con ellos y buscaré.
Lin Zi le echó una ojeada a Xiao Di y en voz baja también le dijo tonterías a Xiao Li.
–Li ge, no hace falta que vayas tú en persona, ¿vale?
–No te preocupes. – se río Xiao Li. – Viví por aquí durante diez años, conozco bastante bien el terreno.
Cuando acabaron de perfeccionar su estrategia, Xiao Li y muchos subordinados se dispersaron. Buscaron por alrededor de los crudos y rotos edificios, por los callejones y las esquinas. Las plantas de sus pies se mancharon de hierbajos y de los restos esparcidos de piedras, cristales y ladrillos del suelo. Ambos lados de la calle rebosaban suciedad, incluso las paredes estaban a cachos.
Xiao Li inspeccionó las dos habitaciones vacías a consciencia antes de girar por la calle estrecha. Justo delante había un muro que había colapsado hacía mucho tiempo. Estaba recubierto de plantas y un montón de ladrillos le impedían seguir avanzando. Encima de todo aquello había el cadáver de un gato. El olor del gato atraía toneladas de moscas.
Xiao Li estaba a punto de darse la vuelta y marcharse, pero entonces, se detuvo. A pesar de las moscas y del hedor a putrefacción, se acercó y se inclinó para examinar el cadáver más de cerca con el ceño fruncido.
Paso a paso, escaló el montón de escombros apoyándose en la pared y echó un vistazo al patio al otro lado. Era un antiguo almacén de materiales para la construcción; las puertas de las habitaciones estaban totalmente abiertas y las ventanas habían caído al suelo.
Xiao Li presionó su cuerpo contra la pared para determinar si era lo suficientemente sólida y segura para saltar por encima.
Se movió entre la basura con atención, se detuvo, entró en el edificio y buscó por ahí. Había un montón de botellas grandes y pequeñas, latas y jarrones cubiertos de polvo. Hasta las ventanas sin cristal estaban plagadas de todo aquello.
Los ojos de Xiao Li se pusieron alerta. En la tranquilidad de aquel lugar, se pegó a un lado de la pared y se inclinó hacia un lado antes de espiar por una ventana.
Tal y como cabía esperar.
A través de las grietas de las botellas y los jarrones en el pollo de la ventana había la sombra de un hombrecillo de cara a él. El hombre se inclinaba; a saber qué estaría haciendo.
Xiao Li se agazapó y se movió entre las botellas asegurándose de no hacer ningún ruido, se aproximó con esmero mientras su mano se extendía hacia la daga que tenía escondida en la cintura.
De repente, la vibración de su móvil sorprendió a Xiao Li. Sacó el cuchillo y entró corriendo en la habitación. Alzó la cabeza para echar un vistazo rápido por la ventana, pero el hombrecillo ya se había percatado de su presencia y había cargado contra él. Una sombra voló a por Xiao Li y aterrizó sobre su cuerpo. Xiao Li levantó el brazo pero justo entonces, le rompieron una botella en la cabeza. El lugar silencioso se llenó de sonidos.
–Joder.
Incapaz de mirarse la herida, Xiao Li pateó al hombre haciéndole dar unos pasos hacia atrás. Sin mucho problema, el hombre recogió una barra de hierro cercana y se tiró hacia adelante. En aquel entorno tan misterioso, lucharon. Los movimientos de Xiao Li eran rápidos y versátiles. Bloqueó y esquivó sus ataques y bailó alrededor del hombre con fuerza y facilidad. En pocos instantes, Xiao Li consiguió hacerse con la barra de hierro. Su firme puño atacó al hombrecillo un sinnúmero de veces hasta que este cayó rendido al suelo, gruñendo.
El móvil todavía sonaba.
Xiao Li apoyó el pie con fuerza sobre la espalda del hombre, manteniéndole en el suelo, sacó el móvil y respondió.
–Xiao Li, soy Qi Xiu Yuan.
El sonido de esa voz era suave, dulce al oído y contenía cierta alegría.
Qué oportuno, pensó Xiao Li antes de contestar.
–Hola, profesor Qi. –Qi Xiu Yuan parecía haber reído al otro lado del teléfono.
–Ahora mismo no estoy en la ciudad, volveré mañana y quería invitarle a comer. ¿Podrá venir?
Mientras Xiao Li estaba hablando por teléfono, el hombre de mediana edad que mantenía en el suelo miró a su alrededor y extendió la mano lo suficiente como para alcanzar un pedazo de cristal roto.
–No hace falta que seas tan educado, si necesitas algo dilo y ya está.
–No estoy siendo educado. Sólo quiero hablarte de una cosa.
–¿Ha pasado algo?
–No, sólo quería ir a comer y hablar.
Xiao Li titubeó por un momento. Si Qi Xiu Yuan hubiese dicho que quería darle las gracias por lo de la última vez, se habría negado; si hubiese dicho que necesitaba su ayuda, entonces haría todo lo posible por ayudarle, pero nadie le había dicho jamás algo tan pícaro. Cabía la posibilidad que necesitase su ayuda en algún asunto y que le fuera difícil decirlo.
Xiao Li río.
–Bueno, vale. Mañana no tengo nada por la tarde ni por la noche.
–¡Entendido! – La alegría y el nerviosismo de la voz de Qi Xiu Yuan se multiplicó un décuplo.–Te enviaré un mensaje con la hora y el sitio en un momento.
–Vale.
–Hasta mañana.
Para entonces, el hombrecito ya se había escondido el trozo de cristal en la palma de la mano e intentaba cogerlo mejor, pero en un abrir y cerrar de ojos, el peso de su espalda disminuyó para volver a aparecer con más intensidad aplastándole la mano y el cristal que tenía dentro. El cristal se había fundido con su mano, fusionándose en un pedazo doloroso e uniforme.
El hombrecillo sentía tanto dolor que fue incapaz de chillar. Todo su cuerpo transpiraba sudores fríos y jadeaba en busca de aire. Todo lo que era capaz de escuchar era el tono cortés y refinado de Xiao Li.
–Hasta mañana.


[1] Ya lo había dicho en otra nota, pero es común que entre los miembros de la mafia se llamen: “hermanos” a pesar de no tener ningún lazo sanguíneo. 

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