Capítulo 3

junio 07, 2017


-Jefe Feng, beba un poco más… Está sudando; si saliese ahora y pillase un resfriado no sería bueno. Quédese un poco más, ¿a qué le teme…?
-Hermano Guang, me he puesto este vestido nuevo especialmente para usted y ni siquiera lo ha mirado…
Jin Xiu se sentó en la silla, elegante y recatada y se ahogó en los susurros y en la coquetería descarada de los que estaban a su alrededor.
La música no dejaba de sonar, canción tras canción, veía las figuras de multitudes en la pista de baile. El ambiente estaba cargado de un aroma a maquillaje, perfume y vino.
Jin Xiu, después de estar unos días en Bai Le, por fin comprendía lo que significaba estar perdido en el paraíso. Bai Le era como una perla flotando en mitad de la noche, irradiando extravagancia, iluminando magníficamente el área.
Cuando Jin Xiu llegó por primera vez no podía creer lo que estaba viendo. La enorme sala, el techo tan alto, las miles de luces, las paredes cubiertas de grabados occidentales, las columnas circulares; las sillas, mesas y utensilios exquisitos: los manteles, las copas de plata brillante y los pañuelos, jarrones de flores y lámparas de cristal… La banda, los camareros entrajados con sus guantes y corbatas, los invitados vestidos de gala…
Jin Xiu recordó el rostro de incredulidad de Xiang Ying Dong cuando se le acercó por primera vez.
-¿Bailarina?-Preguntó.-¿Zuo Zhen te ha metido aquí?
¿Zuo Zhen estaba loco? ¿Este era su arreglo? ¿Hacerla trabajar en Bai Le? Esa pícara no tenía lo que hay que tener para ser bailarina, no sabía nada. Si algún chico la llegaba a tocar, seguramente lloraría. Vaya una broma.
-Será mejor que vuelvas a la Alameda del León.-se mofó Xiang Ying Dong.-No me molestes.
-¿Qué?-Jin Xiu no podía creer lo que oía.
¿No estaba ni calificada para ser una bailarina?  Ying Dong la miró.
-¿Crees qué un hombre gana el dinero como si nada? Señorita Rong, sin mencionar que no sabes bailar, si un cliente te obligase a beber o te besara seguramente te irías corriendo y te suicidarías. Este no es un sitio en el que trabajar, ¿de verdad crees que cualquiera puede hacerlo?-Se marchó con esas palabras.-Si no lo crees puedes intentarlo. Si ganas cien dólares en un mes, entonces, admitiré que me equivocaba.
Fue muy inesperado. Jin Xiu estaba sola cada noche, incluso después de los primeros cuatro o cinco días. El resto de bailarinas entretenían mientras que ella se quedaba ahí, como si nada. ¿Acaso no era lo suficientemente guapa? ¿O no tenía la iniciativa que hacía falta? Hubo varios momentos en los que hizo ademán de hablar con los clientes, pero en el último momento, siempre se echaba atrás. No podía hacer ese tipo de cosa.
Le llegó una voz socarrona desde su lado.
-Hermano Hao, no te vayas tan rápido. Er Ye todavía no ha llegado. Espérale aquí, será mejor que sufrir el frío.
Ese “hermano Hao” parecía estar impaciente.
-Tú quédate aquí sentada, voy a tomar un poco de aire. Vigila por mí, si Er Ye llega, llámame, estaré en la entrada.
-Sin problemas, déjamelo a mí.-Sin importar lo que dijera, esa voz sonaba coqueta.-¿Quién no reconocería a Er Ye aquí en Bai Le?  En cuánto alguien escucha las palabras: “Zuo Zhen” todo el mundo se acerca a hacerle la pelota.
¡¿Zuo Zhen?!
Jin Xiu dio un brinco desde su asiento. ¿Cuándo había ido? ¿Por qué no se había dado cuenta? Tal vez él podría ayudarla a pensar en algo para acabar con sus días de estar sentada sin hacer nada en un taburete. Jin Xiu se aferró a ese tal “Hermano Hao” y exclamó rebosante de alegría:
-¿Zuo Zhen también está aquí?
Shi Hao se quedó perplejo. ¿De dónde había salido esa mujer? ¿Cómo se atrevía a llamar así a Er Ye? Le parecía familiar, ¿era una clienta o una trabajadora?
-Soy Rong Jin Xiu. Creo que el señor Zuo no me te ha hablado nunca de mí. Me gustaría verle, ¿está aquí?-Jin Xiu se puso de puntillas y miró a su alrededor mientras tiraba de Shi Hao.
Oh, Rong Jin Xiu, así que es ella.
Justo cuando Shi Hao se percataba de quién era esa mujer recordó como Er Ye y Ying Shao solían hablar de ella de vez en cuando, como si ambos la conocieran. Sí, era la vida que Shi Hao y Zuo Zhen habían salvado.
-Sígueme, está arriba.-Shi Hao examinó a Jin Xiu de la cabeza a los pies con los ojos.-Ves a buscarle tú misma, me temo que Tang Hai y el resto no te dejarán pasarán.
Se sorprendió al descubrir que la moza se había convertido en una bailarina de Bai Le, pero no estaba tan mal, era mejor que morir de frío o de hambre en las calles.
El piso de arriba estaba lleno de salas en las que Jin Xiu no había entrado nunca. Shi Hao se quedó fuera de una de las salas y saludó a Tang Hai que hablaba con dos sirvientes.
-¿Er Ye está dentro?
Tang Hai señaló.
-Sí. Ya han entrado dos, ¿otra?-Shi Hao miró a Jin Xiu que estaba detrás de él.
-No es eso, Hey, ¿qué haces aquí parada? ¿No buscabas a Er Ye? Pues entra, vamos.
La puerta se cerró, Jin Xiu reunió todo su valor y llamó dos veces. Escuchó la voz de Zuo Zhen desde dentro.
-Adelante.
Jin Xiu giró el pomo de la puerta y cuando vio la escena de dentro se quedó perpleja. Su cara enrojeció y no sabía si entrar o no.
Dentro había buen vino y comida, pero por supuesto, lo más importante no era lo que estaba en la mesa sino en el sofá. Zuo Zhen estaba echado sobre el sofá sin nada más que los pantalones puestos. Una mujer estaba sentada en sus brazos y otra le sujetaba el vaso y se inclinaba a su lado.
-Este vino lo hemos guardado especialmente para que lo beba Er Ye. Hay otros que también son buenos para usted, aquel día vino el jefe Zheng…
Zuo Zhen abrió los ojos que tenía entrecerrados y vio a Jin Xiu en la puerta de pie, con el rostro encendido y los ojos tan abiertos como platos. Se empujó la copa a los labios perezosamente.
-¿Por qué estás ahí en la puerta? Entra y habla.
Jin Xiu no se atrevía a entrar.
-Yo… Es una tontería… ¿Por qué no te espero abajo…?
-Deja de quejarte.-Zuo Zhen se incorporó.-Si tienes algo que decir, habla.
Jin Xiu entró temerosamente, quedándose a una distancia prudencial y atreviéndose, únicamente, a mirar el suelo. Dios, si lo hubiese sabido no habría entrado.
A Zuo Zhen le divirtió lo asustada que parecía. Le pidió a las otras dos mujeres que se marcharan mientras se ponía en pie.
-Dime, ¿por qué me buscas?
Jin Xiu estaba algo avergonzada.
-No sé cómo decirlo con palabras. No esperaba que fuese así.
Zuo Zhen suspiró.
-Te lo ruego, Jin Xiu, ves al grano. ¿Qué ha pasado? ¿Te ha molestado algún cliente? ¿Ying Dong te ha regañado? ¿No quieres seguir haciendo esto?
Se abrochó el cinturón de cuero con doce agujeros y antes de abotonarse la camisa se puso la pistolera.
Jin Xiu le miró demasiado sorprendida como para hablar. Aunque ella le miraba él seguía tranquilo, despreocupado y raramente alzaba la voz. ¿Pero por qué llevaba cuchillos e incluso una pistola en su cintura? ¿Eso no era para matar a gente y robarle  sus bienes? ¿Por qué lo escondía debajo del abrigo?
Zuo Zhen habló con frialdad:
-¿Has tenido suficiente? ¿Nunca has visto a un hombre cambiarse?
Jin Xiu cerró los ojos deprisa.
-Perdona, no estaba mirando tu… tu…-Lo que quería decir era que no quería mirar su cuerpo, pero se le había hecho un nudo en la garganta y no podía hablar.
Él le acarició la cabeza.
-No pasa nada. No estés nerviosa, siéntate y cuéntame qué pasa.-Zuo Zhen encendió un cigarrillo con la mayor de las paciencias.-Aquí no hay desconocidos.
Jin Xiu se tranquilizó y se obligó a estar calmada.
-Puede que no se me dé bien esta industria.
-Sabía que lo dirías.-Dijo Zuo Zhen con suavidad.-Unos clientes se han tomado libertades contigo, ¿no?
La cara de Jin Xiu enrojeció todavía más.
-No… Yo… Ni siquiera me han tocado.
Zuo Zhen no pudo evitar alzar una ceja. ¿Qué? ¿No había tenido ni un solo cliente después de haber sido bailarina durante tanto tiempo? ¿Cómo podía ser una bailarina? Aunque no supiera cómo funcionaba la cosa, después de ver cómo trabajaban las otras, ¿no debería saber cómo hacerlo? A Jin Xiu le inquietaba su mirada.
-A lo mejor no soy lo suficientemente guapa.-Frunció el ceño, preocupada.-No sé cómo servirles… Sólo me puedo sentar a un lado y esperar.
Zuo Zhen no quería reírse pero era incapaz de contenerse. Podía imaginársela elegante y compuesta, con el qipao atado hasta la barbilla, totalmente pura. Toda una diosa virginal sentada recatadamente en una silla. ¿Quién sabría si estaba ahí para vigilar la sala o si era una bailarina? ¿Quién ganaría dinero así? No era difícil de imaginar lo difíciles de debían haber sido estos días para ella.
-¿De qué te ríes?-Jin Xiu murmuró descontenta.-Ying Shao también me menosprecia. Quería echarme desde un principio.
-No digas más.-Zuo Zhen suspiró.-Jin Xiu, de verdad, abres los ojos, eh. Ven, deja que te enseñe.
Él extendió la mano y tiró de ella. Jin Xiu no reaccionó a tiempo y cayó entre sus brazos.
-Así, cara a cara y bien erguida. La mano izquierda sobre la mía y la derecha en mi cintura.-Le enseñó paso a paso.-No mires abajo. Da un paso hacia adelante, y otro, entonces, uno para atrás. Sí, justo así. Aunque no sepas da igual, déjate llevar por el ritmo.
Jin Xiu estaba perpleja.
-¿Y esto se considera bailar?
Zuo Zhen ya había demostrado su paciencia más que suficiente.
-Básicamente, se puede decir que sí. Pero el hombre con quien lo harás no soy yo. Si quiere te pellizcará el culo o los muslos, o incluso te manoseará el pecho. Eso también suele considerarse parte del baile.
Jin Xiu empalideció.
Zuo Zhen la soltó al verla como si le hubiese abandonado el alma, omitiendo el resto de verdades.
-Vuelve y practica delante de un espejo. Y la ropa que llevas puede que esté bien para ir a ver a tus familiares pero no para el salón. Después de lavarte la cara, ponte un poco de rojo y base, no vayas por ahí con esa cara tan pálida, ¿a qué hombre le gustarías?
La cara de Jin Xiu se oscureció todavía más. ¿Tenía que preparar ropa, accesorios y maquillaje? Dios, ni siquiera había ganado un céntimo.
-Hay muchas formas de ocuparse de los hombres. No soy un experto pero te puedo enseñar dos cosas. La primera es que si un hombre te toca o te manosea, no puedes desquitarte, mantén la sonrisa; si le pones de mal humor, la reputación de Bai Le acabará por ti. La segunda es que si no le gustas, no te tires a por él, si quieres ser la más famosa lo más importante es que sepas cuándo dejar a un hombre.-Dicho esto, Zuo Zhen no pudo contener más la risa.-No sé si eres tú la que está trabajando de bailarina o si soy yo. Y pensar que le tengo que enseñar esto a alguien.
La forma con la que se comportaba en ese momento era exactamente igual a la de un chulo. Enviar a Jin Xiu a Bai Le era, sin lugar a dudas, un error. Y pensar que ella seguía siendo tan tenaz sobre el asunto en cuestión.
Zuo Zhen volvió a suspirar mientras ponía en pie a Jin Xiu.
-Vamos a bailar abajo. Te ayudaré a causar una buena impresión.

*        *        *        *

La primera vez que Jin Xiu bailó fue esta vez y fue con Zuo Zhen. En lugar de llamarlo bailar sería más preciso decir que Zuo Zhen la llevó de paseo. Ignoraron los pasos y los estilos y se dedicaron a moverse por el mismo sitio, aun así, Jin Xiu sudó.
Por alguna razón todos los ojos estaban puestos en ellos y Jin Xiu sintió cómo la piel se le ponía de gallina. Pensaba que el motivo de todo aquello era Zuo Zhen, le debían haber reconocido. Alzó la cabeza para mirar a Zuo Zhen. Él por su parte estaba totalmente tranquilo, muy cómodo, como si no hubiera nadie a su alrededor. El pánico y la angustia de Jin Xiu se desvanecieron.
Zuo Zhen había bajado a bailar sólo para ayudarla. No le gustaban este tipo de cosas. Normalmente iba a Bai Le en busca de licor, apuestas y mujeres, raramente se presentaba en la pista de baile. El aprovecharse de las mujeres mientras bailaban sólo le producía un sentimiento de desdén. No es que no tuviera dinero para conseguir mujeres, ¿por qué iba a aprovecharse de estas señoritas? Jin Xiu, en sus brazos, estaba tan rígida que parecía una marioneta, no podía ni doblar las piernas y ni siquiera se atrevía a respirar. Su cabeza estaba tan abajo que se enterraba en su pecho, aunque de vez en cuando, la levantaba para echarle una ojeada como un ladrón temeroso. ¿De qué tenía tanto miedo?
-Me vas a arrancar la ropa.-Le comentó mientras fumaba.-Relaja la mano, ¿vale?
-Oh, perdón, perdón.-Jin Xiu no paraba de disculparse.
La ceniza cayó junto las palabras de Zuo Zhen al sobre las mangas de Jin Xiu cuya mano estaba sobre el brazo de Zuo Zhen.
-¡Ay!-Jin Xiu se sorprendió, sus pasos eran un desastre y pisó a Zuo Zhen. El enfadó que sintió por su estupidez casi la lleva a la tumba.
Zuo Zhen, sin embargo, se apresuró a levantarle la mano y le quitó la ceniza.
-¿Te has quemado?
Jin Xiu respondió.
-Estoy bien, pero he vuelto a pisarte, de verdad…
-Menos mal que no te ha dolido.-Le frotó la mano.
Cuando la soltó, Zuo Zhen se dio cuenta que la piel que le había tocado a Zuo Zhen era suave y algo fría. Esa suavidad y sentimiento tan fresco se permaneció en su palma provocando una inesperada punzada en su corazón.
Zuo Zhen tiró el cigarrillo a medio fumar, lo pisó para apagarlo y volvió a rodear a Jin Xiu con las manos ya que todavía no se había terminado la canción. Pero cuando se acercó a ella, se dio cuenta que, prácticamente, la estaba abrazando, era demasiado íntimo. Jin Xiu bajó la cabeza permitiendo que Zuo Zhen viese la parte trasera de su cuello níveo, su piel flexible, su sedoso pelo negro y su suave esencia…
Zuo Zhen aflojó su agarre de repente y se apartó. Esta era la mujer que había enviado a Ying Dong y que confiaba tan ciegamente en él apoyándose en su ayuda. Pero, ¿qué estaba haciendo ahora que estaba tan vulnerable? ¿Tratar a esa inocente chiquilla así?
-¿Qué pasa?-Jin Xiu le miró inquieta.-Me he equivocado, ¿no?
La expresión de Zuo Zhen era mala.
-Tómate tu tiempo, lentamente.-Se obligó a hablar.-Tengo algo que hacer, tengo que irme.-Se dio la vuelta y tras dar unos pocos pasos, volvió.-Le pediré a alguien que te traiga unas cuantas cosas. No conoces Shanghai así que no salgas a comprar sola.
Jin Xiu miró su espalda conforme se marchaba y bajó la cabeza tristona. Al parecer a Zuo Zhen ya no le quedaba paciencia para lidiar con ella. Lo que tenía que hacer seguramente era volver arriba, a los brazos de aquellas chicas. Desde que Jin Xiu había llegado a Shanghai había empezado a ver lo antigua que era. ¿Por qué estaba en medio de todas aquellas señoritas de Shanghai, tan indiferentes como un gato y encantadoras como la seda? Estaba ansiosa, ¿tan difícil era ganar dinero? Conseguir que Ying Dong lo notase y reconociera su existencia ya era algo difícil.

*        *        *        *

Apenas un día después los subordinados de Zuo Zhen  ya enviaban las “cosillas” que había dicho.
¡Dios mío! ¿Es todo esto? ¿Ha cabido todo en dos cajas?
No era su dote, sólo un par de vestidos para poder llevar delante de Ying Dong, sin embargo en ese montón había montañas de popelín, satín, brocado, terciopelo, vestidos, vestidos de noche, chaquetas y abrigos además de capas, de todos los colores y estilos habidos y por haber, además de conjuntos enteros de maquillaje y perfumes, cremas occidentales, lápices de labios y muchas joyas caras.
Jin Xiu se sorprendió de que todas las prendas tuvieran la medida perfecta, como si un sastre las hubiera hecho para ella. ¿Cómo lo había conseguido? Le preocupaba que él hubiera gastado demasiado como para que ella fuera capaz de devolvérselo. Se preguntó de qué estaban hecho unos cuantos de los vestidos. Eran suaves y sedosos, de colores muy hermosos, cortos y sin mangas. ¡Ay, Señor! ¿Cómo iba a ponerse algo así? La apertura del qipao para la pierna era demasiado alta y temía que los demás pudieran verle los muslos. Pero, ¿cómo podía ser todo tan bello? Tan bonito era, que hechizada como por una melodía, Jin Xiu lo tuvo que tocar.
Se cambió, se peinó y se miró en el espejo. Tal y como pensaba había un sinfín de pensamientos pasándole por la mente: un qipao con una flor bordada, el pelo suelto y ondulado, piel de marfil, iris como estrellas, labios de un rojo vibrante, ojos de un negro sutil y pestañas llenas de deseo. Así que ella también podía verse así.
Jin Xiu observó a la desconocida de su reflejo, tan bella y lejana, como si fuera otra mujer. Bajó las cejas con una pizca de competitividad. Se sentía la sombra de Ming Zhu.
Se marchó para Bai Le así vestida. Todavía era pronto y no había muchos clientes. Li Li, otra de las bailarinas, se estaba pintando las uñas. En cuanto la vio se le agrandaron los ojos.
-Ah, Jin Xiu, ¡por fin te pones ropa adecuada! ¡Vaya, vaya!  Qué cintura tan delgada y qué piernas tan largas. Hacemos esto para vivir, lo más importante es la apariencia. Siempre que sea hermosa, esa mujer será popular. Parece que el líder no te volverá a menospreciar.
Jin Xiu sonrió a un lado.
-He oído que Er Ye te eligió para que bailaras con él la otra noche.-La voz de Li Li tenía un cierto punto de envidia.-Sí que te has vuelto un fénix. Pero, ¿cómo se fijó en ti?
Li Li miró el collar de perlas puras que brillaban en el cuello de Jin Xiu, ¿cómo iba a habérselas comprado ella misma?
-¿Bailar con Zuo Zhen es tan sorprendente?-Jin Xiu no comprendía nada.-Tú te pasas los días rodeada de VIPs y señores ricos, ¿no lo has visto todo ya?
Li Li estaba perpleja.
-¿Acabas de decir el nombre de Er Ye? Aquí hay docenas de bailarinas, pero esta es la primera vez que alguien hace eso. ¿De verdad no sabes las normas o pretendes no saberlas?
Jin Xiu se quedó atónita al ver cómo hablaba.
-Sí, siempre me ha parecido raro que todos le llamen Er Ye. ¿Por qué?
Zuo Zhen, obviamente, no era viejo, ¿por qué se dirigían a él como si tuviese ochenta o noventa años[1]?
-Es el señor, el discípulo. Solía ser el segundo del grupo Qing, además es el hermano de juramente del señor Xiang.-Li Li prosiguió.-Todo el mundo le llama así por respeto.
-¿El grupo Qing?-Jin Xiu estaba totalmente perdida, pero eso no sonaba nada bien.
Li Li le advirtió con seriedad.
-Cuando el señor murió, Er Ye pasó a convertirse en el jefe del grupo Qing y tú le llamas “Zuo Zhen”; si los de su grupo te escucharan hablar te arrancarían la lengua como mínimo…
Entonces, Jin Xiu se dio cuenta de todo. Ahora no había duda de por qué llevaba los cuchillos y las pistolas, ¡era de la mafia!
-Zuo… ¿Er Ye es de la mafia? ¿Ese tipo de persona involucrada con la prostitución, el asesinato, el robo o los incendios?-Jin Xiu cogió aire, incrédula.
Zuo Zhen era dulce y educado, era imposible imaginárselo en aquel mundo.
-¡Cállate!-Li Li se asustó muchísimo y le tapó la boca a Jin Xiu. Suspiró con alivio después de comprobar, a derecha e izquierda, que no había nadie por ahí.-Debes estar loca. Aunque quieras morir no me arrastres contigo. ¿Dónde te crees que estás? Todo Bai Le le pertenece a Ying Shao que es el hermano del señor Xiang. ¿De verdad acabas de soltar unas palabras tan estúpidas?
Jin Xiu casi se desmaya de la presión, asintiendo con esmero y moviendo las manos.
-Ah… Sí, sí, déjame respirar.
Li Li la miró con desdén.
-Sé que acabas de llegar y puede que no sepas cómo funcionan las cosas, así que te voy a recordar todo el poder que tiene el grupo Qing. Por muy amable que sea Er Ye contigo no puedes pisotearle. A ese tipo de gente hay que concederle todos sus caprichos y bailarle el agua todo lo que puedas, no juegues con tu vida, por favor. Sírvele bien y no tendrás que preocuparte por el dinero.
-¡No!-Jin Xiu se apresuró a explicarse.-No quiere que le sirva, sólo somos…
-No te molestes. Ayer Er Ye te eligió a ti para bailar, es la primera vez que lo hace… Oh, sí, excepto cuando Ming Zhu era popular. Esa fue la única excepción.
-¡¿Qué?!-Jin Xiu dio un brinco y casi chilló.-¡¿Acabas de decir que Yin Ming Zhu fue una bailarina aquí?!
Li Li se sorprendió y se detuvo.
-¿Por qué montas tanto alboroto? ¿Es tu madre? Si te escucha la jefa, te regañará. ¿Qué tiene de raro? Hasta hace dos años, Ming Zhu era la bailarina más popular de Shanghai, si no habías bailado con ella significaba que no tenías el suficiente estatus. ¿Quién no sabe eso?
-Yin Ming Zhu, ella… ¿Solía ser bailarina?-Jin Xiu murmuró perpleja.
-¿Nunca has oído hablar de ella? No era sólo una bailarina.-Li Li bajó el tono de voz con misterio.-Pero ahora es otro tema. Ahora es la mantenida del señor Xiang y vive en una lujosa mansión en la calle Osmanthus, se ha marchado de este negocio. Pero esas cinco flores doradas que tiene son bastante famosas. Ay, si yo tuviese una quinta parte de su belleza no tendría que partirme el espinazo para ganarme un nombre.
Jin Xiu recordó la lujosa villa y a sus cinco flores doradas que había visto en persona, así que esto era de lo que iba todo. Ming Zhu era la mantenida del señor Xiang que era el hermano mayor de Ying Shao.
-Entonces, ¿Ming Zhu es la cuñada de Ying Shao?
-Para nada.-se mofó Li Li.-¿Una mujer como nosotras ser la cuñada del Ying Shao? Si eso se escampa serán el hazmerreír. La familia Xing es de un gran estatus. Poseen bancos, clubes nocturnos y muchos otros negocios gracias al grupo Qing que les apoya. Con una palabra de sus labios pueden hacer temblar Shanghai entero. ¿Ser lo suficientemente buenas para ellos? Ming Zhu simplemente ha nacido demasiado bella. ¿Pero qué uso tiene su belleza…? Sólo es otra de las queridas del señor Xing.-Bajó el tono de voz, susurrando.-En cualquier caso, no es la única mujer al lado del señor Xiang. Recuerda, las mujeres como nosotras sólo somos un montón de barro a su lado. Ellos se pillan a una o dos para complacerse. No sirve de nada hablar sobre ellos, lo más práctico es pensar en cómo sacarles el dinero.
La cabeza de Jin Xiu estaba hecha un lío. ¿Era una coincidencia? Estaba siguiendo los mismos pasos que Ming Zhu. Ming Zhu se había ido de Bai Le y ahora era ella la que se unía a Bai Le. Ming Zhu servía al señor Xiang y ella se había enamorado de su hermano pequeño: Ying Shao.
Se acababa de enterar qué tipo de personas eran Ying Shao y Zuo Zhen. ¿Y qué si lo sabía? Ella y ellos, ¿qué tipo de relación tenían? Había estado intentando caerle en gracia a Ying Shao e intentar ganar su reconocimiento y atención, jamás se había planteado poseerle. Zuo Zhen también comprendía eso, seguramente le ayudaba por pena.
Los hombres como Ying Shao – atractivos, ricos y capaces, llenos de encanto y aparentemente perfectos – se centraban en señoritas con buenos antecedentes. Pero Jin Xiu era una mera huérfana sin hogar, con una hermana que se había negado a reconocerla y ahora había caído hasta convertirse en aquello. ¿Qué iba a esperar de Ying Shao? Aunque Ming Zhu fuera una esposa escondida, una amante entre muchas, seguía siendo la mujer del señor Xiang. ¿Tal vez le amaba? Si por un día consiguiese ser tan popular como Ming Zhu, ¿Ying Shao se interesaría en ella?
-Señorita, ¡baila conmigo!-El rostro de un hombre de mediana edad apareció ante Jin Xiu. Su apariencia lasciva la sorprendió.
-¡Oh! De acuerdo.-Jin Xiu esbozó una sonrisa.
Por fin la empezaban a buscar los clientes. En ese momento tenía la cabeza hecha un lío y no sabía si estaba triste o contenta.
Rong Jin Xiu había dado el primer paso y ya no podía volver atrás.

*        *        *        *

-Al parecer la chica por fin empieza a avanzar.
Xiang Ying Dong observaba cómo Jin Xiu socializaba y entretenía a los clientes desde lejos sorprendido. En una semana se había convertido en alguien completamente distinto aunque seguía teniendo muy poca experiencia.
Zuo Zhen estaba a su lado bajando por las escaleras.
-¿No crees que se parece a Ming Zhu?-El hombre hizo una prueba.  Y pensar que no podía decir nada de cómo Jin Xiu intentaba caerle en gracia a Ying Dong.
-Puede ser, después de todo son hermanas. ¿Pero qué más da si se parecen? Ming Zhu tiene el carisma de un buen vino, y es un tesoro que aparece una vez cada cien años. Jin Xiu es una chiquilla tan sosa como el agua, ahora ha mejorado mucho, pero sigue siendo un vaso de zumo.
Zuo Zhen sonrió.
-¿Ming Zhu no era igual cuando llegó?
Xiang Ying Dong mostró su desacuerdo de inmediato.
-Ming Zhu era la favorita, no puedo ni acordarme del dinero y dedicación que tuve que gastar para traerla aquí y, al final, de todas las mujeres mi hermano mayor tuvo que ponerle las manos encima a ella.
Zuo Zhen interrumpió sus quejidos.
-¿No le has hablado de Jin Xiu?
Xiang Ying Dong suspiró.
-La última vez que la saqué en la conversación se enfadó. Hermano Zhen, desde ahora ocúpate tú de estas cosas. No me incites, no puedo meterme más.
-¿Oh, sí? Pensaba que para ti era una delicia poder correr a casa de Ming Zhu cada día.
Mientras Zuo Zhen ridiculizaba a su amigo, no dejaba de mirar a Jin Xiu desde lejos. La muchacha sonreía e intentaba ocultar con todas sus fuerzas su timidez e incomodidad. El maquillaje y esa sonrisa que esbozaba hacía que pareciese que llevaba una máscara. Pero aun así, su sonrisa seguía siendo hermosa. Si había algo que Jin Xiu tenía que las demás no, era su sonrisa. Dulce, pura, confiada… Como si no tuviese segundas intenciones, embriagaba hasta al viento primaveral.
Zuo Zhen no sabía que la sonrisa de una mujer podía ser tan emotiva. ¿Acaso no sabía que el camino ante ella era oscuro y sucio? Cuando un hombre la pasó la mano por la cintura, su sonrisa tembló literalmente.
Zuo Zhen no pudo evitar fruncir el ceño.
-Ying Dong, ¿no ibas a hablar con el jefe Xing del terreno para las carreras de caballos? ¿Qué haces aquí parado?-De repente se distrajo y no quería quedarse en ese lugar tan extravagante llenó de perfumes mezclados.
-Hey, ¿a qué viene tanta prisa?-Xiang Ying Dong le persiguió a carrera.-¡Vete cuándo me lo digas!
En realidad, la intención de Zuo Zhen no era encontrarse con el jefe Xing y Xiang Ying Dong. Xiang Ying Dong había querido construir un lugar para hacer carreras de caballos desde hacía tiempo, él se llevaba bien con Tomas del consulado británico así que no tuvo ningún problema en conseguir los permisos. El problema yacía en qué terreno usar para ello. El lugar que habían decidido era en parte propiedad del jefe Xing, que se dedicaba a la tabaquería. El motivo por el que el jefe Xing no cedía era por su rivalidad con Chen Jin Rong. Chen Jin Rong era un empresario de Shanghai que en los últimos años había crecido con mucha fuerza. No se le podía subestimar. Zuo Zhen había descubierto que su crecimiento estaba relacionado conla mafia de Pudong.
Muchos años atrás, cuando He Gang luchaba en el caos hubo muchos enfrentamientos entre muchos de ellos y el grupo Qing. Por aquel entonces el jefe del grupo Qing era el señor de Zuo Zhen, He Chong Jiu. La situación de Shanghai era caótica y alevosa a pesar que superficialmente todo parecía estar en calma, sin embargo, Zuo Zhen podía sentir el peligro. Si fuera un simple negocio más de Ying Dong él no interferiría, no obstante, ese asunto estaba plagado de ataques y trampas escondidas, más de las que Ying Dong era capaz de encargarse a no ser que pidiera ayuda.
Después de hacerse un nombre en Shanghai, Zuo Zhen dio cada paso hacia adelante a cambio de su sangre. Su estilo era el más peligroso y tranquilo.
La reunión tendría lugar en un club nocturno para restarle importancia y que pareciera una quedada para conocerse mejor. A pesar de todo, también era una buena oportunidad para probar cuán profunda era la relación entre el jefe Xing y Shen Jin Rong.
La parte buena era que el jefe Xing no pertenecía a Guang Dong, pero conocía la situación y las normas del lugar además de que era muy receptivo con la hospitalidad de Ying Dong. El ambiente en el banquete que tanto disfrutaban los invitados era cálida. El jefe Xing no dejó de evitar el tema que tenían entre manos constantemente y se mostró alegre y jocoso como si todos fueran amigos a pesar de que estaban en posiciones muy distintas.

*        *        *        *

Ya era bien entrada la noche cuando el banquete llegó a su fin y los invitados empezaron a marcharse. Para cuando Zuo Zhen salió del club, Tang Hai ya le había ordenado al chófer que le esperase en la entrada principal. Le ayudó a ponerse el abrigo y le preguntó con preocupación:
-¿Ha bebido mucho?
Zuo Zhen sacudió la cabeza, no había bebido demasiado pero curiosamente, se sentía cargado y el alcohol le estaba subiendo.
-Iré a caminar, no me sigas.
Zuo Zhen respiró hondo el aire frío ahogando sus molestias. Quería algo de soledad en aquella noche tan fría, estaba harto del entretenimiento nocturno, del ruido de las canciones, de lo ocupado que había estado últimamente y de tanto libertinaje. Tang Hai se quedó perplejo e incapaz de moverse, quería seguirle pero no se atrevió a hacerlo. Ya era muy tarde, ¿por qué Er Ye querría deambular por ahí?
Zuo Zhen inclinó la cabeza, sorprendido, para escuchar el sonido de una flauta, era una melodía muy melosa. No estaba muy lejos del patio trasero de la Alameda del León aunque no sabía cómo había terminado ahí. Hasta dónde él sabía, nadie vivía ahí así que, ¿de dónde venía esa melodía?
Siguió el sonido y anduvo hacia este lentamente, deteniéndose en las puertas de la Alameda del León. Las puertas de metal estaban protegidas por flores lilas, estaba cerrado y oscuro; los alrededores se mezclaban con la noche y lo único que se notaba en el aire era el fragante aroma de las flores. Una vez allí ya podía escuchar esa canción desconocida con claridad: era una flauta.
Miró a través del espacio entre las flores de la valla y vio a una persona soplando en una flauta, sin embargo, no conseguía ver con claridad. Gracias a la luz de la luna, Zuo Zhen fue capaz de reconocer la larga trenza de una señorita, sólo podía tratarse de Jin Xiu.
No estaba completamente de cara a la valla; tenía el cuerpo apoyado en una barandilla y su vestido blanco – aunque no estaba seguro de si su traje era de seda o satín – se mecía con el viento. Estaba tocando una larga flauta lila de bambú que estaba ligeramente inclinada hacia atrás como su cabeza. Bajo la luz de la luna, parecía envuelta por el rocío de la noche, cada uno de sus rasgos era bello tanto, que parecía un sueño; la mano que sujetaba la flauta era nívea como una joya y brillaba.
El sonido de la flauta era bajo y serpenteante, dando tumbos en el viento nocturno. Zuo Zhen no sabía nada de música pero cualquiera se habría emocionado por la melancolía que transmitía esa pieza.
Zuo Zhen se quedó inmóvil a oscuras. ¿Tan bien tocaba la flauta Rong Jin Xiu? Todavía recordaba que cuando la fue a ver a la Alameda del León había mencionado que sabía tocar, pero nadie le prestó mucha atención al no ser ninguna habilidad de la que pudiese vivir.
Zuo Zhen se apoyó en la puerta de metal y no pudo evitar reír. ¡Qué ironía! Ying Dong y él se habían burlado de ella por no saber tocar el piano. Seguramente en su pueblo raramente debía aventurarse a salir y, sin embargo, ahora se encontraba en semejante estercolero. Los de élite y las clases altas preferían el lujo del piano y la flauta de Jin Xiu era exactamente igual que sus intenciones: incapaz de conseguir el aprecio de Ying Dong.
El corazón de Zuo Zhen dio un vuelco. Durante todos esos años de dejar marca en tormentas de sangre y moverse entre la riqueza y la indigencia había olvidado lo que era emocionarse. Sus padres le habían abandonado de pequeño y tuvo que sobrevivir rogando, durmiendo debajo de puentes y robando hasta los seis años que fue cuando su señor le adoptó y él se convirtió en un seguidor del grupo Qing. La posición que albergaba en aquellos momentos se la había ganado con sangre y lágrimas. Aunque su vida parecía gloriosa sabía que todo aquello eran paparruchas. Tenía que esconder la verdad que guardaba en su corazón y captar la simpatía de todos los hipócritas de la alta sociedad. Para escapar de la soledad de la noche, tuvo que usar dinero para comprar sonrisas cada noche hasta agotarse. Pero justo en ese momento y lugar, de repente se sintió en paz. La música en la noche transmitía un sentimiento de paz indescriptible. Cada una de las notas le hablaba directamente a su corazón, allí, envuelto por la luz de la luna rodeado de la esencia de las flores. Una extraña sensación le rodeaba. Era verdaderamente inimaginable que todo aquello proviniera de una señorita que había recogido de la calle, sobre  todo cuando esa mujer ya tenía a alguien en su corazón que no era otro que su hermano.
Zuo Zhen no pudo evitar sonreír con amargura, ¿bajo qué hechizo estaba? ¿Cómo podía ser que una chica que era – tal y como Ying Dong había dicho – como un zumo cualquiera le llegase así al corazón? En todo el tiempo que había pasado en los cuarteles del amor había visto todo tipo de bellezas, ¿qué mujer no se desharía en sus manos? ¿Por qué tendría que molestarse con una chica como Rong Jin Xiu? No estaba tan hambriento como para tener que saciarse con la mujer de Ying Dong.


[1] Con lo de dirigirse a él como si fuera un anciano se refiere a que le tienen muchísimo respeto. Recordad que en China – en Asia en general – se puede decir que casi se venera a los ancianos a diferencia de en la mayoría de los países occidentales.

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