Capítulo 4

junio 07, 2017


-Er Ye, Ying Shao ha enviado a alguien para informarle que esta noche el director Qian y el jefe Feng van a jugar a cartas y a beber en Bai Le y que te invitan.-Le dijo Tang Hai a Zou Zhen mientras el segundo estaba enterrado en sus cuentas.
-No tengo tiempo.-Zuo Zhen alzó la cabeza con impaciencia.-Hay muchos problemas en los muelles y el cobro de deudas de los astilleros es un desastre. ¿De dónde saco tiempo para entretenerles?-Estampó los libros de cuentas en la mesa.-Estoy alimentando a un puñado de derrochadores que no saben ni cobrar las deudas como es debido pero que osan darme esto.
El tío Jian que estaba a su lado se puso bien las gafas sacudiéndole la cabeza a Tang Hai con temor. Er Ye llevaba dos días de mal humor, impetuoso y con ganas de pelea. Solía ser un hombre inexpresivo, siempre distante y frío que incluso cuando se enfadaba era capaz de sonreír con dulzura. ¿Qué había podido ocurrir para inquietar tanto a Er Ye hasta el punto de que dejase ver su indisposición a sus subordinados?
-¡Tang Hai, prepara el coche!-Zuo Zhen también notaba su irreflexión. Su corazón estaba oscuro y enojado desde hacía días. Se sentía extraño y parecía que nada le satisfacía.-Voy al astillero de Pujiang un rato. Dile a Shi Hao y a Shao Hui que vengan.
-¡Sí!-Tang Hai respondió audiblemente, y añadió con cautela.-Er Ye, verás, el hermano Hui ha ido a recibir el barco…
Zuo Zhen titubeó, era verdad, por el bien del hermano mayor se estaba haciendo contrabando en el muelle con materiales de acero y había enviado a Shao Hui a ocuparse del asunto personalmente, pero el barco todavía no había llegado. ¿Cómo podía haberse olvidado de eso? ¿Qué lo trastornaba tanto?

*        *        *        *

Alrededor de las diez en punto de la noche era cuando había más clientes en el club nocturno Bai Le. La mayoría de los banquetes estaban por terminar y la pista de baile estaba a rebosar de gente jugando y bebiendo. Jin Xiu estaba en los brazos de un hombre barrigón y clavo, más que bailar sería más específico decir que él se estaba aprovechando de ella. Lo peor de todo era que aquella noche estaba llevando un vestido granate de terciopelo suelto de la parte de arriba y aquel cliente estaba levantando la mano hasta llegar allí.
-Uy, suave y suavecito…-Cerró los ojos embriagado.-Sí, un cuerpo con una piel tan suave es difícil de encontrar.
Jin Xiu entró en pánico, su sonrisa desapareció en un segundo. Zuo Zhen le había dicho que aunque el cliente la manoseara no podía echarse para atrás, sino estaría tirándose piedras a su propio tejado y arruinaría la reputación de Bai Le, pero… ¡no podía seguir tolerando aquello! Aquella sudorosa mano pegajosa se arrastraba por su cuerpo como una serpiente, hasta el punto que si se movía un poco más acabaría metiéndose por su vestido.
-¡Señor Zhang!-Jin Xiu le apartó de repente y su rostro empalideció y enrojeció al mismo tiempo.-Por favor, sea respetuoso.
El señor Zhan la miró sorprendido.
-¿Respeto, dices? ¿Quieres decir que te respete yo a ti?-Jin Xiu se mordió la lengua y sin hacer ningún ruido, su respiración se apresuró.-Esto tiene que ser una broma. Yo soy el que gasta dinero y te acompaña, ¿no deberías ser tú la que me respetase? Nunca he oído de nadie que vaya a un club nocturno a pasárselo bien y a respetar a la bailarina.
-Estoy aquí para bailar contigo, no para venderme. ¿Qué derecho tiene usted para comportarse así?-Preguntó Jin Xiu.-¡Esto es una pista de baile, no un burdel!-En medio de su enfado se le olvidó su estatus y discutió con el cliente.
Había olvidado todas las normas de Bai Le y la gente que les rodeaba estaba empezando a prestarle atención a toda esa conmoción.
-¡Mira esto! ¡Esto sí es algo nuevo!-El señor Zhang señaló la nariz de Jin Xiu mientras la regañaba.-Eres una prostituta y quieres ser popular, ¿para qué quieres hacerte la noble? ¿Esto es un club nocturno o una iglesia?
La líder que ya había escuchado el alboroto corrió a su encuentro.
-Lo siento, lo siento.-Expresó sus más sinceras disculpas.-Beba algo para calmar su enfado; es nueva e ignorante. ¡Jin Xiu, discúlpate ya!
Viendo cómo había empeorado la situación Jin Xiu tuvo que soportarlo todo de mala gana. El camarero ya había traído el licor y ella le ofreció una bebida al señor Zhang personalmente.
-Lo siento.
-¿Una disculpa y ya está? He pasado por mucho pero jamás me había avergonzado una prostituta, ¿cómo voy a mirar a la cara al resto?
Jin Xiu se mordió la lengua, las lágrimas amenazaban por brotar de sus ojos a pesar de que estaba intentando con todas sus fuerzas que no fuera así. Era la primera vez que la regañaban y humillaban delante de tantos ojos.
-Ahora tienes dos opciones, escoge tú misma: o te bebes toda esta botella como disculpa o te arrodillas y lames lo que yo te diga. ¡Sino me tendré que encargar de ti!
Jin Xiu se temblaba de furia. Dejó la copa atrás y se marchó sin mirar atrás. Aunque no pudiera enfrentarse a ese enfermo, al menos, podría esconderse.
-¿Crees que puedes huir?-El señor Zhang le cogió del pelo y la arrastró.-Si no te enseño una lección, ¡seguramente no sabrás cómo se escribe Zhang!
-¡Ah!
Antes de que pudiera volver en sí, con la marca enrojecida de la bofetada, ya le habían hecho tragar una botella de licor. El hombre le tiraba del pelo y la ahogaba con el licor haciendo que le cayese por toda la cara y cuerpo. Las extremidades de Jin Xiu le fallaron.
-¡Suéltala!-Una voz gélida resonó y toda la sala se sumió en silencio en un instante.
El señor Zhang se quedó atónito cuando, al levantar la cabeza, se encontró con un atractivo rostro sin el más mínimo rastro de una sonrisa. ¡¿Era… él?!
-No puede beber; si no queda de otra, ya beberé yo.-Zuo Zhen sonrió con tranquilidad.-¿Está de acuerdo?
Shi Hao y Tang Hai se miraron entre ellos, preocupados. Ambos habían trabajo muchos años bajo Er Ye y conocían su temperamento, debajo de esa apariencia educada y calmada el hombre estaba hirviendo de furia. ¿Pero era necesario que Er Ye se involucrase en un asunto tan irrelevante? Sólo era una bailarina a la que estaban molestando. Era normal que en Bai Le se aprovecharan de ellas.
-Zuo… ¿Zuo Er Ye?-El señor Zhang estaba tan confundido que tartamudeó.
Sólo le estaba enseñando una lección a aquella mujer, ¿cómo podía afectar eso a un pez gordo como él? Aunque no comas cerdo, alguna vez lo has visto. Él no había interactuado nunca con Zuo Zhen pero había oído hablar mucho del grupo Qing y ese hombre era alguien a quién no debía ofender.
Aflojó su agarre y Jin Xiu se deslizó de inmediato al suelo. Zuo Zhen la sostuvo.
-¿Estás bien, Jin Xiu?
Su cabello estaba hecho un desastre, tenía la cara empapada de licor y una marca de una mano en la cara; la muchacha tosía y sus lágrimas se mezclaban con los mocos mientras intentaba respirar.
Zuo Zhen apretó los dientes.
-Esto… Yo no…-El señor Zhang sabía que las cosas estaban mal.-No puedo rechazar su oferta si es usted quién lo dice, Er Ye. Vamos a olvidarnos de este asunto, no pasa nada.
-¿Oh? Parece que he llegado en un mal momento y te he aguado la fiesta. Ah Hao, lleva a Jin Xiu a descansar.-Ordenó.
El señor Zhan hizo una reverencia e hizo además de marcharse, pero Zuo Zhen le detuvo.
-No tengas tanta prisa por irte, deja que me beba esa botella de licor por Jin Xiu, te compensaré.
El señor Zhang estaba tan sorprendido que empalideció.
-Por favor, no lo haga, Er Ye. Sólo estaba bromeando, por favor, no se lo tome en serio…
Le tiraron el contenido de una copa de licor a los ojos para interrumpirle. Zuo Zhen sujetaba la botella de licor y la paró justo delante de él.
-No me lo tomaría en serio. Sólo te estoy enseñando que Bai Le no es un sitio donde cualquiera puede ir de pez gordo.
El señor Zhang empezó a tener sudores fríos. Sabía que no le sería fácil escabullirse de esa. Nadie había escuchado nunca de Zuo Zhen siendo indulgente. Tal vez se había levantado con el pie izquierdo y se había metido con quién no debía. Pero por otra parte, nunca había oído hablar de que Zuo Zhen tuviese relación alguna con una bailarina de Bai Le.
Zuo Zhen hizo girar la botella de licor que tenía en la mano y todo el líquido cayó.
-No voy a hacerte las cosas difíciles, si lames todo el licor y te quitas los pantalones, te podrás ir.-Zuo Zhen se frotó entre las cejas con una gran sonrisa.-Pero lo tienes que lamer todo, sin dejarte ni una sola gota.
-Esto, esto...
Aunque se pusiera de rodillas y empezase a lamer le sería imposible beberse todas las gotas, y también tenía que quitarse los pantalones… ¿Cómo iba a mirar a la cara a los demás si lo hacía?
-¿No lo vas a hacer?-Zuo Zhen aplaudió una vez.-Bien, tienes agallas.
Se metió la mano en la cintura y antes de que el señor Zhang pudiese ver qué hacía, un cuchillo corto aterrizó delante de él. Aunque el suelo era de mármol duro el cuchillo se clavó sin dificultad alguna. ¡Qué habilidad tan terrible!
-Si no lo haces, tendrás que dejar esa mano con la que la has abofeteado aquí.-Dijo Zuo Zhen imperturbable.-Muévete, todavía puedes hacerlo. Me preguntó qué te puedo pedir si se me acaba la paciencia.
-¡Ah!-Se escuchó una conmoción y todo el mundo empalideció.
La cara del señor Zhang era terrible, ya no le importaba nada. Se tiró de rodillas.
-Er Ye, me he equivocado. No lo volveré a hacer, por favor, perdóname. Yo… Yo no sabía nada y he ofendido a la señorita Jin Xiu. ¡Me disculparé ahora mismo! Por favor, déjame marchar esta vez. ¡Prometo que no habrá segunda vez!
Zuo Zhen no dijo nada, simplemente miró a Jin Xiu que estaba sentada a un lado, todavía hecha un lío y patéticamente con los restos de sus lágrimas y conmocionada.
El señor Zhang tampoco era estúpido, se tiró ante Jin Xiu y rogó:
-Señorita Jin Xiu, merezco la muerte. ¡No merezco llamarme persona! ¡Sé misericordiosa y sálvame!-Levantó los brazos y se abofeteó hasta que le salió sangre de la nariz mientras hablaba.
Jin Xiu entró en pánico.
-Er Ye, tú… Déjale… Esto es…
Zuo Zhen se puso a su lado.
-Me gustaría ver cuánto tiempo seguirá siendo tan insolente una persona que se mete con los débiles y teme a los fuertes.
Jin Xiu le cogió de la manga.
-¿Por qué rebajarte a su nivel? Matarle sólo va a ensuciar tu cuchillo, échale y déjalo.
Zuo Zhen le cogió de la mano. Su manita estaba fría y temblaba. Al ver cómo le rogaba no pudo evitar rendirse. Jin Xiu era tímida y ese tipo de escenas sólo la acabarían asustando.
-Voy a hacer la vista gorda con este asunto porque Jin Xiu ha hablado por ti.-Zuo Zhen tampoco quería ensangrentar el suelo de Bai Le y acabar con el negocio de Ying Dong, así que contuvo su enfado.-Pero recuerda, no me importa a con quien te metas, pero si te atreves a tocarla una vez más, estás muerto.
El señor Zhang acababa de escapar de las garras de la muerte y no se atrevió a decir palabra, se limitó a correr y arrastrarse fuera de aquel lugar en un abrir y cerrar de ojos. Tal vez no volvería a pisar Bai Le en toda su vida.
Shi Hao recogió el cuchillo del suelo y se lo devolvió a Zuo Zhen con las dos manos. ¿Lo hondo que se había clavado en el suelo sería proporcional al enfado de Er Ye? ¿Qué estaba pasando? ¿Sólo porque habían humillado a Jin Xiu? Pero ella no era de Er Ye…
-Cuando Ying Shao vuelva y pregunte, decidle que me he llevado a Jin Xiu.-Le ordenó Zuo Zhen a la líder de la sala que se había quedado muda, entonces se dio la vuelta y se marchó.
Shi Hao se volvió hacia Jin Xiu con mucho cuidado.
-Señorita Rong, por favor.
Jin Xiu estaba hecha un desastre y no podía quedarse allí ni un segundo más. Bajó la cabeza y se apresuró a seguir a Zuo Zhen.

*        *        *        *

Zuo Zhen se quedó en el peor de los silencios en cuanto entró en el coche. Jin Xiu se puso las manos en las rodillas, abrazándose a sí misma con fuerza y musitó con nerviosismo.
-Gracias.
Era una chica cautelosa y sensible, consciente de que Zuo Zhen no estaba de buen humor. Llevaba diez días sin verle, ¿cómo podía existir semejante casualidad y entrar justo en esa escena? Pero estaba agradecida de que lo hubiera hecho sino, no podría ni imaginarse de lo que le habría pasado.
Jin Xiu ignoraba que Zuo Zhen la había estado evitando durante los últimos días, de hecho, aquella noche no había sido su intención ir a Bai Le, pero cuando pasó por delante con el coche cambió de opinión. Zuo Zhen cerró los ojos, tenía la garganta seca después de la escena que había presenciado en Bai Le. Si Jin Xiu no le hubiese rogado y si aquel lugar no perteneciera a Ying Dong, le habría cortado la mano a ese bastardo. Pero la voz de su cabeza no dejaba de repetirle: “¿Bajo qué hechizo estás, Zuo Zhen? ¿Era necesario enfadarse tanto por una mujer?”.
Al poco tiempo llegaron a la Alameda del León. Jin Xiu se bajó del coche, anduvo hasta la puerta y no pudo evitar echar un vistazo. El coche de Zuo Zhen ya se había alejado dejando un rastro de gases. Lo que había ocurrido era una pesadilla pero él había venido. Gracias al cielo, él había venido.

*        *        *        *

Un mes después, en Noviembre, el tiempo se tornó frío pero a pesar de todo, los negocios en Bai Le mejoraron. Al cabo de unos pocos días el consulado francés organizaría un banquete en Bai Le.
Jin Xiu había bailado unas cuantas veces y estaba sudando, así que acompañó a uno de los clientes a beber. Ella no podía beber por lo que hablaba más que otra cosa. Después de estar en Bai Le durante tanto tiempo había aprendido unos cuantos trucos y consejos. No se aprovechaban de ella pero todavía seguía lejos de su meta de ser popular.
Ying Shao empezó a conocerla mejor y de vez en cuando hablaba y bromeaba con ella. Jin Xiu estaba satisfecha con solo verle cada día. No importaba dónde apareciera, siempre estaba de buen humor y era el centro de atención, el sólo mirarle ya era una gran diversión.
Por otra parte, Zuo Zhen raramente iba de visita. Sólo aparecía cada tres días y se marchaba sin apenas mediar palabra. Jin Xiu sentía cierto anhelo por él. Aunque era difícil acercarse a Zuo Zhen, no sabía porqué, pero le parecía alguien más dulce que el resto. Tal vez era porque siempre estaba ahí para ayudarla o porque su apariencia era especialmente amable y dulce.
Sin su ayuda, en ocasiones, Jin Xiu se confundía con lo complicadas que eran algunas relaciones y conexiones. Además, cuando estaba con Ying Dong siempre estaba especialmente nerviosa y lamentaba no haberle podido hablar o haberse ocupado como es debido de algunos asuntos con él. Sin embargo, cuando Zuo Zhen estaba a su alrededor, parecía tener la habilidad de resolver todo los problemas y relajarla. Así que cuando, después de despedirse de un cliente, vio a Zuo Zhen y a Ying Dong entrar juntos, su corazón dio un brinco de alegría.
-Ying Shao, Er Ye, ha pasado mucho tiempo desde que vinisteis juntos.-Jin Xiu sonrió tanto que sus ojos parecían lunas crecientes.
-Nos vimos ayer, ¿tanto me echas de menos?-Bromeó Xiang Ying Dong.-¿O es echas de menos a Er Ye?
Jin Xiu se ruborizó.
-¿Qué dices? Ni siquiera pienso en vosotros.  Ying Shao, ¿por qué te burlas de Er Ye y de mí?
Xiang Yong Dong río.
-Todo el mundo sabe lo que piensas, eres muy obvia.
Jin Xiu no sabía si enfadarse o preocuparse, su corazón empezó a latir con mucha rapidez. ¿Qué significaban esas palabras? ¿Puede ser que él ya supiera lo que ella sentía por él? Pero era extraño porque ella no lo expresaba de ninguna forma.
Zuo Zhen se quitó el abrigo y la bufanda y se lo pasó todo a Tan Hai que estaba justo detrás.
-Hace frío, vamos a beber algo para entrar en calor. Jin Xiu, vente tú también.
Una hilera de gente subió las escaleras hacia la habitación privada que Zuo Zhen solía usar. Xiang Ying Dong se la reservaba a él, ya que era un visitante habitual, y aunque no estuviera nadie entraba en esa sala.
Jin Xiu se ocupó de encender el carbón para calentar el licor y en pedir los platos. Zuo Zhen se apoyó en el respaldo de su silla y la observó sirviendo  agua, repartir servilletas, usar agua caliente para enjuagar las copas y añadirle jengibre y canela al licor. Tenía las mangas de color albaricoque arremangadas revelando unas muñecas níveas decoradas con un brazalete. Por alguna razón, aunque se tratase de algo tan simple como servir agua, si era Jin Xiu quién lo hacía tenía cierta elegancia y recato. Cada movimiento que hacía era como el de una nube y el agua, con un inexplicable sentimiento de comodidad. Así que, a pesar de que había estado tanto tiempo en Bai Le, según Zuo Zhen, ella trataba a sus clientes con ternura y de forma complaciente, así que nunca le daba la sensación de que fuera una azafata.
Xiang Ying Dong se secó las manos con la servilleta que le había dado Jin Xiu. Ignoró las miradas de ella y lo tiró otra vez al cubo.
-Ese tal Xing no pilla la situación. Aunque hemos hablado con él una y otra vez, no deja de negarse. Si esto sigue así, arrastrándolo tanto, al final no podremos llevar a cabo los planes de construir una carrera de caballos.
Zuo Zhen frunció el ceño.
-Hacer una pista de carreras de caballos tiene que ver con muchas cosas y requiere mucha inversión. Es un gran riesgo.
-Pues por eso me lo estoy tomando tan enserio.-Suspiró Ying Dong.-He tirado bastante dinero, cuanto más tardemos en empezar a trabajar, más perderé. Esta vez tengo que conseguirlo. Ese mocoso de Shen Tong Kang que invirtió en los caucasianos de Guangzhou saca dos millones de beneficio bruto al año.
-Qué negocio tan lucrativo, seguro que muchos le tendrán echado el ojo.-Zuo Zhen se levantó y se estiró.-En mi opinión, hay alguien detrás del jefe Xing dando problemas.
Xiang Ying Dong estrechó los ojos, reflexionó y preguntó:
-Te refieres… ¿A Sheng Jing Rong?
-Puede ser, pero no está confirmado.-Zuo Zhen se giró.-Shen Jing Rong puede que no sea honesto pero Xie Bao Sheng parece tentado y mucho. Me he enterado que cuando hermano mayor era director de la cambra de comercio él también quería serlo. Lógicamente, si nos basamos en sus capacidades, no creo que se atrevan a retarnos.
Xiang Ying Dong le miró.
-Yo también lo he estado hablando con hermano mayor y no apoya mucho que invierta en lo de las carreras de caballo. Dice que si la primera inversión es tan grande será difícil retirarse en caso de riesgo; además que no quiere que la gente me critique.
Zuo Zhen sonrió.
-Pero ya te has decidido con eso, me temo que hermano mayor no te podrá hacer cambiar de opinión.
-Exacto. Quiero darle una oportunidad.-Xiang Ying Dong dejó al lado su despreocupada actitud.-Si gano la apuesta seré el mejor de Shanghai el año que viene.
Zuo Zhen se sirvió más licor y Jin Xiu le pasó unas judías luohan y se las puso en la palma de la mano. Zuo Zhen se sorprendió, le gustaban esas judías pero nunca se lo había dicho. ¿Cómo lo sabía?
Xiang Ying Dong dijo algo y Zuo Zhen volvió en sí.
-¿Qué?
-Mira que olvidar a tus amigos en presencia de una belleza.-Xiang Ying Dong comentó entre risas.-Préstame atención por favor, que estoy hablado de asuntos oficiales.
Zuo Zhen bebió.
-Cuando bebo no discuto esas cosas, eres tú el que ha insistido en hablar de eso.
-Como iba diciendo, si Shen Xie tiene gente apoyándole, tiene que ser de la mafia. Toma nota e investiga.-Xiang Ying Dong añadió.-últimamente la operación es un desastre, ten cuidado con todo lo que hagas.
Zuo Zhen río.
-¿Cuándo no he tenido yo cuidado? Será mejor que lo hagas tú, que siempre estás flirteando.
-¿Flirteando? Amigo, exageras. Este mes he estado muy ocupado con lo de los caballos, ¿de dónde saco tiempo para ir a por mujeres? Sólo he ido a ver a Ming Zhu dos veces y con hermano mayor.-Xiang Ying Dong se acordó de algo.-Ah, sí. Ming Zhu ha dicho que la semana que viene llevaremos a cabo un banquete de bienvenida para el consulado y hermano mayor la traerá para que atienda.
Jin Xiu alzó la cabeza sorprendida. ¿Ming Zhu iba a venir? ¿Sabía que estaba trabajando allí como azafata?
-Ya lo sabe.-Zuo Zhen pareció entender lo que estaba pensando.-Se lo dije.
Jin Xiu bajó la cabeza.
-Me odia.
Zuo Zhen le respondió:
-Todo lo contrario, Ming Zhu es un perro ladrador poco mordedor. Seguramente hizo todo eso en caliente. Sin importar qué, sois hermanas de sangre, es un hecho irrefutable lo admita o no.

*        *        *        *

Cuando Ming Zhu anduvo por la alfombra roja con ese vestido de noche negro y su hipnotizante sonrisa, todo Shanghai tembló.
Jin Xiu contuvo el aliento conforme la veía pasearse por el salón principal con dicha elegancia. Atrapó la atención de todos los clientes cuyas miradas no se movían y ella parecía acostumbrada a ese tipo de escenas. ¿Podía una mujer ser tan hermosa? No era de extrañar que fuera tan popular en un lugar como Bai Le que en sí ya tenía un buen puñado de bellezas. Se había convertido en la mujer de Xiang Han Chuan a pesar de su estatus; era digna de envidia y celos.
Jin Xiu se ruborizó, sus ojos brillaban nerviosos y agitados y se sentía algo inadecuada. Que Ming Zhu la aceptase o no, no cambiaría el hecho de que era su hermana mayor, ¿no? Tenían la misma sangre.
Jin Xiu no culpaba a su hermana de haberla humillado y echado. Tal y como le había dicho a Xiang Ying Dong, echaron a Ming Zhu de casa a los doce años y la tiraron a las calles. La pobre niña había tenido que luchar contra muchas dificultades y pagar un gran precio para lo que hoy en día tenía, ¿así que qué iban a saber los desconocidos? Tenía toda la razón y todos los motivos para odiar la familia Rong, no se la podía culpar.
Jin Xiu no fue a saludarla, de hecho, intentó esconderse entre las multitudes. Se sentía incómoda y no sabía qué posición ni actitud debería usar para recibir la frialdad de Ming Zhu ya que, como era obvio, su hermana no quería verla y mucho menos admitir su relación. En cuanto a Xiang Han Chuan, Xiang Ying Dong y Zuo Zhen, ellos acompañaron al cónsul francés, el duque Ferdinand y su esposa. Los invitados tomaron la iniciativa y se dividieron en dos para dejarles pasar mientras aplaudían.
Las figuras más respetables de Shanghai tenían la habilidad de emocionar a quienes les veía. Los encantados de cada uno complementaban a los de los otros: la nobleza y firmeza de Xiang Han Chuan la suavidad de Xiang Ying Dong y la apariencia y tranquilidad de Zuo Zhen.
Jin Xiu sonrió con la boca pequeña entre las gentes mirando cómo brillaba Ying Shao y se mezclaba entre los invitados. Era la primera vez que veía a su hermano mayor que siempre mencionaban, ahora que lo veía por fin comprendió lo que significaba magnanimidad y gracia. Su tono de piel era algo oscuro, era atractivo con unos rasgos similares a los de Ying Shao, pero no era tan atrayente como su hermano pequeño y su presencia brillaba por sí misma y aunque tuviera a Ming Zhu a su lado, la mujer no era capaz de retraerle la atención.
El banquete empezó con solemnidad pero se fue animando. Jin Xiu no conocía a nadie, Ying Shao y Zuo Zhen estaban ocupados entreteniendo a los invitados así que estaba algo aburrida. Era un banquete para los peces gordos y muchos habían asistido con sus mujeres, así que realmente nadie bailaba.
Anduvo hasta el salón repleto de flores de fuera con un plato de comida. Había un grupo de señoras sentadas en un sofá comparando qué anillo era de mejor calidad y cuál era el vestido más moderno.
-Señorita Wang, ¿su anillo no es de Bao Lin Tang en la carretera Xia Fei?-Una mujer delgada le cogió la mano.-Lo vi allí el mes pasado, era muy caro.
La señorita Wang sonrió con modestia.
-Sí, no me gustaba demasiado pero después de comprarlo estas cosas se vuelven una primicia. –Llevaba cinco o seis anillos en cada mano.
La otra mujer suspiró con envidia.
-Ah, el jefe Wang es muy generoso. Qué suerte tiene, señorita Wang.
Alguien les interrumpió.
-¿No habéis visto el collar de diamantes de Yin Ming Zhu? Era una obra de arte de la presentación británica, cuesta unos ochenta o cien millones.
-¡Ah!-Hubo una oleada de suspiros sorprendidos.-¿De verdad? Este mundo está hecho para las guapas.
-¿Qué derecho tiene de llevar eso?
-Exacto. Esa mujer no tiene vergüenza. Se pega a un hombre rico sólo para dejarle sin nada.
-A veces el no tener estatus te facilitas las cosas para dejar de lado la vergüenza y pedir dinero. Todo lo que lleva y tiene es más ostentoso que lo que tienen las buenas esposas.
Alguna de ellas le echó más leña al fuego y llegó a una conclusión.
-Da igual cómo lo veáis. Nadie se queda con una mujer que se ha vendido en algún momento. Da igual lo hermosa o seductora que sea, sigue siendo una mantenida, ¿quién ha dicho que el señor Xiang vaya a casarse con ella? Después de jugar con ella unos añitos, se cansará de ella y la echará.
Jin Xiu sujetó el plato con fuerza. ¡¿Qué estaban diciendo?! Sólo porque Ming Zhu era hermosa y llevaba un collar más caro que ellas, ¿tenían que ridiculizarla? Seguramente, delante de ella no dirían nada así, sino que sonreirían con dulzura, pero por la espalda sólo le dedicaban palabras horribles. ¿Eso las hacía sentir mejor?
-Cierto, es sólo una mantenida. Pero el señor Xiang la ha traído después de mimarla tanto y regalarle las joyas más caras a este evento para que lo embellezca todavía más. Ah, qué envidiosas son algunas.-Jin Xiu contuvo el enfado y las interrumpió con frialdad. Normalmente, la gente no querría involucrarse y pretendería no haber escuchado nada, pero ella no podía: Ming Zhu era familia.
-¿Qué tonterías dices?-La señorita Wang no pudo contenerse y le respondió.-¿Quién es una envidiosa? Nosotras tenemos la conciencia tranquila, nos hemos casado como tiene que ser. ¿Cómo íbamos a tenerle envidia a una simple querida que no se puede ni casar?
-¿Ah, sí?-Jin Xiu sonrió con frialdad.-¿No sabéis quién es esa: “simple querida”? Hay muchas jovencitas a las que les gustaría estar en los zapatos de esa “simple querida”, por no decir que muchas otras piensan cosas como: “si fuera diez años más joven”, o “más guapa” y que sí así fuera intentarían competir contra ella.
El grupo de mujeres empezó a quejarse.
-¿De dónde ha salido esta fulana? ¡Qué zorra! Debe ser lo mismo que esa mujer, nada más.
-No me suena, debe trabajar en Bai Le sirviendo a hombres.
-Preocúpate de ti misma, eres miserable y aun así te atreves a hablar de los demás.
Jin Xiu resopló.
-¿Bai Le es un tabú? Pues vuestros maridos vienen a Bai Le cada día a entretenerse mientras ignoran a sus mujeres y las dejan en casa, eso también es bastante penoso. Si podéis, dedicaros a mantener a vuestros maridos en línea, dejad de pagar vuestra infelicidad con Yin Ming Zhu.
Ella solía ser una chica tímida que no se sentía cómoda entre grandes multitudes. Pero por alguna razón, al estar ante semejante situación, su enfado la abrumó. Si no defendía a Ming Zhu no se merecía su nombre.
Los mujeres estallaron en una conmoción de rabietas. Jin Xiu alzó la cabeza, dejó el plato y se alejó caminando. Todas aquellas mujeres  parecían muy elegantes y rectadas por fuera pero por dentro estaban podridas, ya era hora de que alguien les enseñase una lección. Pero en cuanto levantó las cortinas de seda, Jin Xiu se quedó perpleja.
Yin Ming Zhu estaba ahí de pie, sujetando una copa de vino con una media sonrisa como si lo hubiese escuchado todo aunque seguramente no lo había hecho.
-Ming Zhu…-Jin Xiu susurró con preocupación, sin saber qué decir.
-Zuo Zhen me dijo que trabajas aquí.-Ming Zhu sonrió con modestia.-¿Te has acostumbrado?
Jin Xiu se ruborizó incontrolablemente.
-¿A qué me tengo que acostumbrar? No es tan malo, puedo ganarme la vida. Tampoco hay mucho donde elegir.
Ming Zhu asintió.
-Tienes razón, así es como sobreviví yo.
Jin Xiu se quedó callado durante unos instantes hasta que, de repente, se le escaparon las palabras.
-¡El pasado, pasado está, lo mejor será olvidarlo!
-¿Olvidar?-Ming Zhu alzó la ceja con frialdad.-Me gustaría olvidarlo pero ciertas personas no dejan de recordármelo, de recordarme lo desolada y miserable que era.-¿Se refería al barullo de hacía unos pocos segundos? ¿Por eso su actitud era algo más suave?-Y tú, Rong Jin Xiu, me recuerdas de cuando traje a mi madre enferma, me recuerdas lo pobre y desesperada que estaba.-Ming Zhu la miró.-¿Cómo puedo olvidarlo?
Jin Xiu estaba atónita. Para Ming Zhu ella era un recordatorio de su doloroso pasado.
-Muchos me menosprecian.- Ming Zhu se río.-Si tuviera que guardarles rencor a todos ya me habría muerto de cansancio. Todos esos hombres babean por mí hasta en sueños, pero en realidad, en lo más profundo de sus ser me menosprecian. Esas mujeres, me envidian en apariencia, pero en sus corazones me odian tanto que les duelen los dientes. Así de asqueroso es este mundo.
Jin Xiu comprendía cómo se sentía.
-Pero tenemos que seguir adelante.-Dijo.
¿Qué mujer no desea crecer y, después de dejar la calidez de sus padres, tener un marido que la aprecie con el que poder crear una familia llena de felicidad y morir de vieja? ¿Quién querría caer hasta lo más bajo, traicionar sus propios sentimientos y dignidad para conseguir tres comidas diarias, que todo el mundo se riera de ella y tener que sacrificar su cuerpo? ¿Tan malo era negarse a morir de frío o hambre; negarse a pedir en las calles; negarse a que la molestaran a una?
-Zuo Zhen me contó que estuviste un tiempo en las calles y sufriste.-Ming Zhu sorbió un poco de vino.-Quería que te tuviera conmigo, pero creo que lo mejor sería separarnos.-Jin Xiu abrió la boca avergonzada, como si fuera a decir algo, pero se lo repensó.-No tenemos el destino de ser hermanas.-Ming Zhu suspiró.-Para serte sincera, no debería culparte de los errores de la familia Rong. Eras muy pequeña, ¿qué ibas a saber tú? Es sólo que he jurado no tener nada que ver con esa familia nunca más.-Su tono era suave y parecía en trance.-En aquel entonces, cuando nos echaron a madre y a mí no teníamos nada de valor aparte de los collares de veinte dólares que nos había dado el tío Tian. Soportamos el duro trayecto de Zhenjiang hasta Shanghai, con la idea de quedarnos con un tío lejano pero, por desgracia, este tío se había ido a hacer negocios con su familia a Guangdong hacía un año. Madre estaba al borde de la muerte sin nada que comer, sitio donde quedarnos ni nada que ponernos y vomitaba sangre cada día. No lo entendía. No entendía por qué no saltaba al rio Huangpu. Pedí, robé, estafé e hice casi de todo para tener suficiente para comer. Me peleé con un grupo de vagabundos para poder dormir bajo un puente, comí arroz rancio de la basura de un hotel y para ganar dinero para curar a mi madre trabajé en una lavandería donde el dueño casi me viola. Cuando madre murió, sólo era piel y huesos, sus heridas tenían moscas y la rodeaban…-Ming Zhu no podía seguir más, se ahogó en sus propias palabras pero intentó seguir.- Todo lo que he conseguido hoy es a cambio de mi sangre y lágrimas, no puedo compartirlo con la familia Rong. Mientras yo luchaba por sobrevivir, ¿dónde estabais todos vosotros? Estabais en esa casa tan calentita, bebiendo té y charlando. ¿Y ahora que por fin te acuerdas de mí, tengo que sonreír y darte la bienvenida? ¿Por qué no pretendes que la Ming Zhu a la que echasteis está muerta? Mi apellido ya no es “Rong”, ¿qué relación tengo contigo?
Jin Xiu se sumió en silencio. Ming Zhu era toda la familia que le quedaba pero odiaba su apellido. No podía culparla, ¿cómo no iba a odiarlo con semejante pasado y destino?
-Todo eso está en el pasado.-dijo Jin Xiu.-Al menos ahora tienes éxito y te va bien. Piensa en ello como en una pesadilla, ahora ya estás despierta; todo está bien.
Ming Zhu sacudió la cabeza.
-Usa tu inocente cerebrito y piensa un poco, Jin Xiu. Siendo mujer, si doy un paso en falso y no tendrás perdón, no podrás volver atrás. ¿Crees que soy la que está en el corazón de Xiang Han Chuan? ¿Crees que la riqueza durará para siempre? Tiene dinero y no le importa gastárselo en mí, pero de la misma forma que tampoco le importa gastarlo en otras mujeres. Para él, no soy la primera ni seré la última. Sólo le veo cada ocho o diez días, no es muy diferente a cuando las concubinas tenían que esperar al Emperador.
-¿Sí?-Jin Xiu intentó explicarse.-Pero todo el mundo dice que contigo es muy bueno.
-¿Quiénes?-Ming Zhu sonrió con sarcasmo.-¿Qué saben? Escúchame bien, Jin Xiu, para la gente como ellos las mujeres son juguetes que se pueden comprar fácilmente con dinero y pueden tener tantas como quieran. Eres una ilusa si crees poder tener su corazón.
Jin Xiu se quedó de piedra. Li Li de Bai Le también le había dicho algo similar. ¿El destino de todas ellas era el mismo? ¿Un destino que ni siquiera le bella Ming Zhu no podía evitar? Entonces, Ying Shao… Ying Shao…
Ming Zhu suspiró.
-Te gusta Xiang Ying Dong, ¿verdad?
-¿Ah?-Jin Xiu se apresuró a esconderlo.-¿Ying Shao? ¡Cómo puede ser! ¿Qué dices?
-No mientas.-Ming Zhu la miró.-Tenías los ojos pegados a él, le sigues allá donde va. Estuve en estos cuarteles del placer durante diez años, he visto todo tipo de finales, tanto felices como tristes, con hombres devotos que le han dado calabazas a hermosas mujeres. Todavía te queda mucho para que puedas engañarme.
Jin Xiu se ruborizó como un ladrón al que pillan con las manos en la masa y apartó la vista.
-Por favor, no se lo digas, no dejes que nadie se entere.
Ming Zhu sonrió con sequedad.
-No me interesa lo de ir esparciendo rumores. Ah, sí, ¿Zuo Zhen no lo sabe? No puede ser, siendo como es Zuo Zhen que ni siquiera se le escapa la arena es imposible que no lo sepa.
-Er Ye lo sabe.-Le informó detenidamente.-Lo supo desde un principio. Me dejó entrar a Bai Le para poderme acercar a Ying Shao, todo ha sido gracias a su ayuda. Soy demasiado tonta, ha pasado mucho tiempo y Ying Shao no me ha mirado ni una sola vez.
-¿Ah, sí?-Ming Zhu se sorprendió.-Pues me debo haber equivocado. Él no interfiere con cosas que no van con él, como no dejaba de sacarte en la conversación pensaba que se había enamorado de ti. Vaya, así que sólo estaba ayudando a Ying Shao.
-¡Por supuesto que no!-Jin Xiu no pudo evitar alzar la voz- ¡Eso es imposible! Er Ye no se enamoraría nunca de mí. Aes difícil llegarle a alguien como él. ¿Quién sabe en qué está pensando?
-¿Oh, sí?-Ming Zhu alzó una ceja y miró a su alrededor.
Allí en la distancia, rodeado de una multitud, se hallaba Zuo Zhen socializando con la gente. Les dijo algo a los invitados y de inmediato todos estallaron en carcajadas. Tal vez estaba pensando demasiado en ello. En medio del bullicio la espalda de Zuo Zhen parecía emitir un sentimiento invisible de soledad.
-A lo mejor no le comprendemos lo suficiente.-Afirmó Ming Zhu sumida en sus pensamientos.
¿Pero Jin Xiu lo comprendía?

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images