Capítulo 5

junio 07, 2017


-Er Ye, deberíamos enviar a alguien a investigar el asunto. Es demasiado raro.-Le dijo Shao Hui a Zuo Zhen que estaba sentado cómodamente.-Nuestros negocios anteriores no han tenido éxito por culpa de unos detalles. Por suerte hemos podido encargarnos de ello a tiempo, pero casi perdemos algunos tratos. Pero esta vez ha sido ridículo, cuando los bienes llegaron a Pekín alguien había avisado a la policía y les persiguieron. Les han tenido que dar alguna propina porque si no,  no se lo tomarían con tanta seriedad.
-¿No te he dije que en el último minuto te cambiaras de coche?-Zuo Zhen se aguantaba la cabeza con una mano, sus ojos se posaron en los papeles de la mesa.
Shao Hui era su hombre de confianza, la segunda persona más importante del grupo Qing que había estado luchando a su lado durante todos esos años. Era más adecuado llamarle “hermano” que subordinado.
Zuo Zhen y Shao Hui habían estado ocupándose personalmente de los asuntos secretos del grupo Qing para evitar que cayeran en las manos de otros. De la mayoría de las tareas relacionadas con los muelles, casinos y almacenes se ocupaba Shi Hao, el tío Jian, Ma Zi Liu y los demás. Shi Hao se ocupaba de los barcos, el tío Jian de las cuentas, Ma Zi Liu de la gente y, los asuntos particularmente grandes, eran cosa de Zuo Zhen.
La cantidad de contrabando de oro, joyas, acero, queroseno, madera y armas de fuego era enorme y se podía transportar por tren y barco. Negociaban con todo los bienes que eran difíciles de encontrar excepto opio. Por una parte era porque el gobierno era poco exigente y no imponía las leyes estrictamente, por otro lado era porque Xiang Han Chuan había invertido mucho en el banco Hua Long y necesitaba una gran cantidad de fondos de soporte.
Desde hacía unos años, el negocio del muelle de Chang San había ido mejorando a diario, el banco Hua Long también se había ido expandiendo. Al operar legalmente los riesgos de contrabando también había aumentado. El grupo Qing ya había bajado la cantidad de contrabandos y también había dejado de lado los trenes para centrarse en el contrabando marítimo. Sus fuentes también estaban más concentradas y el riesgo de que algo saliera mal se había reducido al mínimo.
Shao Hui era un experto. Con él a cargo de todo esto no debería haber ningún problema, pero le habían llegado noticias de fracasos. Le había llegado a los oídos que habían confiscado lo que habían llevado a Pekín y era muy obvio que alguien estaba causándoles problemas. Pero, el enemigo estaba en las sombras y él en la luz, cada uno de sus movimientos estaba en manos del enemigo y eso significaba que algo iba mal con sus subordinados.
Shao Hui miró la expresión de Zuo Zhen y se sintió culpable.
-Lo siento, Er Ye. Esta vez he sido demasiado negligente. Si no fuera por tus órdenes de cambiar de coche en el último momento, me temo, que tanto los bienes como nuestros hermanos habrían estado en problemas. ¿Pero cómo supiste que las cosas irían mal?
Zuo Zhen respondió con suavidad.
-No te culpes. No he sido lo suficientemente cuidadoso últimamente, quizás me he acostumbrado demasiado a la tranquilidad y se me ha olvidado el olor de la sangre. Si no me equivoco, nuestro adversario lleva preparando esto mucho tiempo y al detalle, también debe tener tratos con la policía y la mafia. No nos dimos cuenta y ellos lo aprovecharon para hacer su primer movimiento.
Shao Hui endureció la expresión. Si no fuera por la diligencia de Er Ye y su alerta constante, mucho se temía que habrían sufrido grandes pérdidas y habrían caído en manos del enemigo.
-Detén todos los tratos secretos de este mes. Empieza a investigar a todos aquellos que hayan estado involucrados en los tratos, desde el primero hasta el último, no omitas a nadie.-Zuo Zhen cerró el libro de cuentas de la mesa y su tono tranquilo reveló su determinación.
-Sí, Er Ye.-Hui se irguió.-¡Lo investigaré a fondo!
Zuo Zhen se levantó.
-Hazlo por mí, yo iré a Bai Le. Tampoco han ido bien las cosas últimamente para Ying Dong, iré a echarle un vistazo.
Shao Hui se sorprendió.
-¿Problemas con Ying Dong? ¿Será casualidad?
Zuo Zhen dejó escapar una sonrisa.
-¿Tú qué crees? ¿Casualidad?
Shao Hui suspiró. Apenas habían gozado de un poco de paz que ya soplaba otra vez un viento de tormenta. Ya podía oír los truenos allá a lo lejos. No pudo evitar sentirse aliviado de ver la espalda de Zuo Zhen. No importaba lo severo que fuera un asunto, la cautela, estabilidad y tranquilidad de Er Ye siempre lo salvaban todo. Pero no podía evitar preguntarse hasta qué punto llegaba la responsabilidad y estrategias de Er Ye.

*        *        *        *

Zuo Zhen se detuvo a repasar el área con la mirada mientras bajaba las escaleras hasta llegar al salón de baile. ¿Dónde se había metido Jin Xiu? Desde que la salvó, cada vez que hacía una visita a Bai Le la buscaba instintivamente antes de irse. Lo bueno era que después del incidente nadie se atrevía a molestarla.
Tang Hai se detuvo desconcertado y le preguntó:
-¿Qué ocurre, Er Ye?
Zuo Zhen se preguntó para sí:
-¿Hoy no ha venido?
-¿Quién?-Tang Hai estaba totalmente perplejo y tardó unos segundos en reaccionar.-Er Ye se debe referir a la señorita Jin Xiu. La acabo de ver bebiendo con unos invitados, pero ha desaparecido en un abrir y cerrar de ojos.
-Olvídalo, vamos.
Zuo Zhen se dio la vuelta y anduvo hasta la puerta principal donde se encontró a Jin Xiu abrazando una farola. ¿Qué hacía?
-¿Jin Xiu?-Zuo Zhen intentó llamarla desde atrás. Como no reaccionó, le dio la vuelta.-¿Qué te ha pasado?
-¡Buaj!-Con ese sonido le llenó todo el cuerpo de suciedad. El hedor a alcohol penetraba en sus sentidos. Zuo Zhen no podía creérselo, ¿estaba borracha y le había vomitado encima?
Tang Hai corrió hasta él y sacó un pañuelo para limpiar a Zuo Zhen, pero el vómito y el hedor casi le enferman a él también. ¡Qué forma de destrozar una chaqueta tan cara! De todos los sitios que había, Jin Xiu tenía que vomitar encima del señor.
-No hace falta.-Zuo Zhen se lo quitó de encima, desgarró la chaqueta haciendo que algunos botones cayeran al suelo.-Esto ya no sirve para nada.
Tang Hai miró con pena los harapos y cuando volvió en sí, vio a Zuo Zhen cargando a Jin Xiu hasta el coche.
-Er Ye, ¿dónde vamos? ¿La Alameda del León?-Preguntó con cautela Tang Hai.
Zuo Zhen reflexionó. ¿Quién cuidaría de Jin Xiu en semejante estado si volvía a su casa?
-Vamos a Ning Yuan Dao.
Él tenía una casa den Ning Yuan Dao. Cuando no estaba en el muelle de Chang San solía pasar allí la noche.

*        *        *        *

Nunca se habría imaginado que la diminuta Jin Xiu pudiera ser tan pesada borracha y ese hecho le divirtió mientras la subía por las escaleras. La tía Wang estaba asombrada y le preguntó a Tang Hai:
-Esto… ¿De dónde ha salido la señorita? Er Ye nunca  había traído a una mujer para pasar la noche, y si quería a una lo hacía fuera. ¿Qué le pasa hoy?
Tang Hai le respondió frustrado:
-No preguntes tanto, corre, ves y ayuda antes de que te regañen.
La tía Wang refunfuñó mientras cerraba la puerta.
-¿Qué ha pasado? ¿Cuánto ha bebido?
Miró a la señorita que estaba obviamente borracha y hecha un poema. ¿Para qué la había traído?
-Por favor, tía Wang. Date prisa y dale ropa limpia a Er Ye, prepara un baño y té para la resaca.-Tang Hai tuvo que cubrirse las orejas. No entendía cómo alguien tan quisquilloso y estricto como Er Ye podía haber contratado a una mujer tan quejosa y lenta como la tía Wang.
-Oh, qué asco…-Jin Xiu se debatía en los brazos de Zuo Zhen.
Había tenido arcadas varias veces aunque como parecía haberlo echado todo antes no le debía quedar nada dentro. Zuo Zhen frunció el ceño, la dejó en la cama y encendió la lámpara.
¿Cuánto había bebido? Tenía la cara blanca y la frente cubierta de sudor como si estuviera sufriendo. ¿No sabía cuál era su límite?  Y pensar que había retado a algún cliente con el alcohol…
Zuo Zhen cogió una toalla caliente, le desabrochó el cuello y le secó la cara. Le quitó los zapatos y se maldijo. Nunca había tenido pensamientos impuros, pero cuando tuvo esos piececitos en las manos no puedo evitar que se apoderase de él un sentimiento estremecedor.
-¡Er Ye!-Gracias al cielo, la tía Wang llegó en el momento idóneo.-Vaya. Deja que yo me ocupe de estas tareas tan bajas. Vaya y descanse. Ya le he preparado el baño y la ropa. ¿Ha comido? ¿Le gustaría un poco de sopa…?
-De acuerdo.-Zuo Zhen la interrumpió.-Estaré en la habitación de al lado. Trata a Jin Xiu con cuidado y llámame si necesitas ayuda.

*        *        *        *

Cuando Zuo Zhen escuchó dos golpecitos en su puerta era tarde. Siempre había tenido el sueño ligero así que se despertó de inmediato.
-¿Quién anda ahí?
La tía Wang respondió incómoda desde la puerta.
-Er Ye, esa señorita…
Zuo Zhen abrió la puerta, frotándose la cara por el cansancio.
-¿Qué le pasa?
La tía Wang continuó:
-No deja de llorar.
-¿Qué?-Zuo Zhen  se quedó aturdido.
Jin Xiu borracha se comportaba fatal. Pero cuando abrió la puerta de Jin Xiu se dio cuenta que no le quedaba de otra. Ella aún no se había despertado de su borrachina. La tía Wang ya la había limpiado y cambiado de ropa, al parecer le había prestado su propia ropa. Se había hecho un ovillo en su lado de la cama, tenía los ojos cerrados y hablaba en sueños, Zuo Zhen no entendió nada de lo que dijo. De entre sus pestañas caían lágrimas que fluían por su rostro pálido. Tenía las pestañas largas y rizadas como dos pequeños abanicos y emitían una sombra bajo sus ojos.
-Da bastante pena, pero no consigo despertarla.-la tía Wang parecía preocupada.-¿Estará teniendo una pesadilla?
Zuo Zhen se inclinó y arrugo la frente.
-¿No le has hecho té para la resaca?
-Sí, pero no lo retiene.-contestó ella.
-Tengo pastillas para la resaca en el armario, traélas.-Zuo Zhen levantó la cabeza de Jin Xiu y se dio cuenta que tenía el pelo mojado.
Zuo Zhen se preguntaba qué podría estar haciéndola llorar en sueños. Si estaría soñando con sus padres fallecidos, con su pueblo natal, con Ming Zhu o con algún cliente que la hubiera humillado. O tal vez… Soñaba con la persona que admiraba: Xiang Ying Dong.
Después de darle la medicina, Zuo Zhen dejó a Jin Xiu tumbada en la cama y le dijo a la tía Wang:
-Vete, yo la cuidaré.
-Sí.-La tía Wang se marchó mirando atrás con preocupación antes de cerrar la puerta detrás de ella.

*        *        *        *

La noche era tan oscura como la tinta y la lámpara emitía una luz débil. Zuo Zhen se sentó en la cama con un lío de pensamientos. Jin Xiu, tumbada a su lado, se movió y le puso una mano en la pierna. Bajo la luz su mano brillaba como la nieve y parecía suave y brillante.
-¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?-Zuo Zhen se inclinó para preguntar y suspiró.
Jin Xiu abrió los ojos, incapaz de centrar la mirada se quedó mirando a la nada como ausente. Su nívea mano se movió desde el muslo de Zuo Zhen hasta su cintura y como un gato tembloroso se introdujo entre sus brazos. Tal vez fuera por la calidez de su pecho, pero Jin Xiu movió la otra mano por encima de él hasta aferrarse a sus firmes hombros.
-¿Jin Xiu?-Zuo Zhen la llamó con la voz ronca y la respiración acelerada.
Jin Xiu yacía entre sus brazos con los ojos casi cerrados. Zuo Zhen la escuchó hablar en voz baja.
-No te gusto. ¿Por qué no soy… lo suficientemente hermosa? ¿No soy lo suficientemente popular… o, es que no sé caerte en gracia?-Su tono era cariñoso y fascinante.
Los ojos de Zuo Zhen se dilataron. ¿Jin Xiu estaba… seduciéndole? ¿En su cama? Lo más enloquecedor de todo aquello era que él estaba reaccionando.
Jin Xiu estaba entre sus brazos. Su aliento tenía un sutil aroma a licor, olía bien y tenía las mejillas encendidas y los ojos medio cerrados. El cuerpo que apoyaba contra el de él era increíblemente tierno. El cuello de su vestido dejaba a la vista de Zuo Zhen los lados de su ropa interior y la piel de debajo del cuello.
Era vertiginoso. Las cuatro paredes estaban llenas de tentación.
Los murmuros de Jin Xiu y su forma de retorcerse eran como un corriente eléctrico que le hacían temblar. Le inundó una sensación de placer y Zuo Zhen apretó los dientes.
Le hervía la sangre, los oídos le pitaban y su tranquilidad y fuerza, su mente y conciencia se derrumbó en ese tornado de deseo. Se giró y puso debajo de él, embargado y sin aliento por su ternura y suavidad.
-Por favor, no… Ying Shao…-Susurró Jin Xiu entre un suspiro.
Zuo Zhen se quedó de piedra. Levantó la cabeza lentamente con los ojos inyectados en sangre y rastros de sudor en la frente. ¿Qué… Qué nombre acababa de decir Jin Xiu? ¡La mujer que tenía entre sus brazos acababa de pronunciar con toda claridad el nombre de otro hombre! Estaba atónito, en ese estado de incredulidad miró la bonita cara de Jin Xiu y su corazón se hundió dejando un dolor ardiente en el pecho.
Uso toda su determinación para levantarse todavía con la respiración acelerada. Sabía perfectamente que a Jin Xiu le gustaba Ying Dong, y era él mismo quien la había dejado entrar en Bai Le permitiéndole soportar humillaciones y vender sus sonrisas a cambio de poder acercarse a Ying Dong. ¿Qué le pasaba ahora? ¿Qué le había anublado la mente? Había tenido a muchas mujeres, ¡pero no recordaba a ninguna que consiguiera maldecirle y hacerle perder el control de esa manera!
Zuo Zhen entró al baño y se empapó de agua helada. Necesitaba ese frío tan penetrante con desesperación para calmar su deseo y enfado. Lo que más le había indignado era no haber sido capaz de contener ni su cuerpo ni sus sentimientos. ¿Cómo se atrevía una simple chiquilla de las calles, sin tener nada de él en su corazón, controlar así su humor? Le había envenenado o hechizado y le había obliterado lo más orgulloso estaba: su razón y tranquilidad.
Siempre tomaba precauciones para evitar traiciones, incluso cuando dormía o estaba borracho, o en su momento más tolerante, siempre estaba preparado para protegerse con al menos un ápice de alerta, nunca se dejaba llevar del todo. Si Jin Xiu fuera el primer peón en la partida de ajedrez que hubieran puesto sus enemigos habría muerto más de diez veces en ese momento de debilidad. Sin embargo, Zuo Zhen cerró los ojos pensando en lo dulce y terca que era, lo frágil y orgullosa; pensando en lo perdida e indefensa que había estado bajo la lluvia, en su nerviosismo y timidez durante su primer baile en Bai Le; recordó esa paz intrigante que sintió cuando la vio tocar la flauta bajo la luz de la luna, lo abochornada que estaba cuando le cogieron del pelo y la obligaron a beber; pensó en sus lágrimas y en su irresistible tentación cuando se había tumbado entre sus brazos…
Aunque se negase a aceptarlo, aunque intentase con todas sus fuerzas negarlo le era imposible esconder los latidos de su corazón. Aunque estuviera hechizado ya era demasiado tarde para echarse atrás.

*        *        *        *

Jin Xiu se despertó a la mañana siguiente con dolor de cabeza, mareada y con nauseas. ¿Esto era la resaca? ¿Dónde estaba? Todo le era desconocido y había mucho más detalle en la decoración que en la Alameda del León. Bajó la vista y no pudo evitar una exclamación de sorpresa.
¿Qué había ocurrido la noche anterior? ¿De quién eran esas ropas que llevaba? Recordó haberse emborrachado y haberse subido a un coche conocido, también recordaba haber tenido una pesadilla sobre sus padres y Ming Zhu en el que no importaba cuánto les llamase y les persiguiese, no conseguía alcanzarles y conforme se alejaban más y más, ella se quedaba abandonada en un yermo oscuro y desierto pero, en medio de su temor y tristeza, alguien la había abrazado… ¿Quién había sido? Había sido demasiado real tanto que todavía podía notar el tacto de la piel de esa persona en sus dedos. Era alguien conocido, alguien como… ¿Zuo Zhen?
-¡Imposible!-Jin Xiu se bajó de la cama de un salto.
No se acordaba bien, ¿por qué iba a tener un sueño indecente en el que Er Ye la abrazaba? Si ese hombre hubiese sido Ying Shao, al menos, tendría algo de sentido. No, tenía que ser un error. No era Zuo Zhen, era Ying Shao.
-¿Señorita Rong?
Escuchó una voz desde el pasillo y la puerta se abrió, una señora regordeta de aspecto amigable se quedó ahí de pie. Parecía totalmente sorprendida de encontrarse a Jin Xiu descalza, con la ropa echa un desastre.
-¿Está despierta…?
Jin Xiu volvió a saltar a su cama y se cubrió con la sábana.
-Sí… Tú… ¿Dónde estoy?
-Ayer estaba borracha, no hace falta que pase vergüenza, yo soy la que la ayudó a cambiarse.-La señora regordeta sonrió mientras pasaba.-Estaba muy borracha y torturó a Er Ye la noche entera.
Jin Xiu se ruborizó. ¿Había sido Zuo Zhen quien la había traído? Entonces, ¿lo de aquella noche había sido un sueño o una realidad? Se juró a sí misma que no volvería a beber.
-Soy la señora de la limpieza de aquí. Llámeme “tía Wang”, ya he lavado y secado su ropa.-Le dejó la ropa en el lecho conforme hablaba, sonriendo de oreja a oreja y con la cara enrojecida, la buena señora continuó.-Cuando se haya lavado y cambiado, baje a desayunar. Er Ye la espera en el comedor.
Jin Xiu asintió. La sonrisa con segundas y la mirada de la tía Wang la incomodaron. ¿Qué significaba esa sonrisa?
Echó la sábana a un lado y se apoyó contra la pared en busca de alguna pista. Lo bueno es que la colcha seguía siendo totalmente blanca, a pesar de lo arrugada que estaba seguía blanca. Jin Xiu suspiró con alivio. Sólo había sido un sueño. No pudo evitar echarse a reír, ¿qué la ponía tan nerviosa? ¿De verdad pensaba que Er Ye le haría algo?
Se lavó a prisa y bajó las escaleras. La mesa estaba a rebosar de platos como gachas o albóndigas de jamón; era todo un festín. Zuo Zhen estaba sentado en un sofá cercano leyendo unos papeles, envuelto en una bata lila y con el pelo todavía mojado.
-Lo siento, Er Ye.-Jin Xiu se plantó delante de él excusándose.-La tía Wang me ha dicho que he sido una molestia para ti.
Zuo Zhen susurró algo y, sin siquiera levantar la cabeza, contestó:
-No pasa nada, ahora date prisa y come. En un rato iré a los muelles y te dejaré en la Alameda del León de camino.
Jin Xiu estaba perpleja.
-Tu voz suena muy nasal, ¿te has resfriado? Si no te encuentras bien no hace falta que me lleves, puedo volver sola…
-No soy tan frágil.-Zuo Zhen la interrumpió.-Date prisa y come.
Lo sorprendente hubiera sido que no se resfriase después de tomar cuatro baños fríos en Noviembre y casi morir por ello. No podía creerse que en tan poco tiempo Jin Xiu le hubiera puesto así. Si se le escapaba alguna palabra sobre ello no podría volver a levantar cabeza. Necesitaba a una mujer para aliviarse, de lo contrario, sospechaba que no tendría ni apetito.
Era muy frustrante.

*        *        *        *

A veces, los cambios llegan muy pronto. Cuando todavía no han podido prepararse para ello, las cosas pasan.
Jin Xiu acompañó al jefe Chan de una empresa extranjera en una noche como cualquier otra. Aquel hombre ya la había ido a visitar en varias ocasiones y se le consideraba un cliente habitual.
Hubo una gran conmoción en la entrada cuando una figura entró corriendo con la mitad de su cuerpo empapado de sangre fresca. El color había abandonado su rostro y estaba cubierto de aceite y sudor. Todo el mundo se alejó para evitarle. Jin Xiu se alejó por instinto y, de repente, se dio cuenta que era Shi Hao.
-¡Hermano Hao!-Gritó Jin Xiu.-¿Qué ha ocurrido?
La mirada demencial de Shi Hao aterrizó sobre Jin Xiu. Corrió hasta ella y la cogió por los hombros.
-¿Dónde está Er Ye? ¿No está aquí?
Jin Xiu estaba atemorizada.
-Aquí, aquí… Está en el casino de arriba… ¡Ah, Hermano Hao!
Shi Hao la hizo a un lado y corrió a subir las escaleras. Los hombres de Bai Le ya habían salido afuera preocupados de que alguien pudiese entrar a por problemas.
Jin Xiu sabía que algo estaba pasando y subió las escaleras sin dudar un solo segundo. El casino rebosaba humo de cigarro, era ruidoso y estaba muy lleno. Parecía más civilizado que el salón de baile de la planta de abajo. Shi Hao encontró a Zuo Zhen entre la multitud y antes de que le apartara, gritó:
-¡Er Ye! ¡Er Ye!
Zuo Zhen levantó la cabeza y su expresión se congeló al ver a Shi Hao en semejante estado.
-¿Por qué estás así?
Shi Hao corrió a ponerse a su lado.
-Er Ye, ¡algo va mal! ¡Justo ahora… Allí…!
Zuo Zhen frunció el ceño.
-Aunque haya pasado lo peor del mundo, tienes que coger aire.
Llevaba a su lado uno o dos años y todavía era muy nervioso y entraba en pánico ante cualquier situación difícil. Ni siquiera era capaz de hablar con claridad, sólo jadeaba.
Shi Hao se congeló.
-Sí, Er Ye.-Se tranquilizó.-Hace media hora han atacado a Ying Shao y a hermano mayor en la iglesia de Wai Hai y en nuestro almacén.
-¿Algún herido?-Zuo Zhen se irguió por la sorpresa.
-Ying Shao está herido y sus subordinados heridos y algunos muertos. Ma Zi Liu ha informado de que perdieron de vista al Hermano Hui en medio de la pelea y está en paradero desconocido.-Shi Hao dijo todo esto de una sentada, con los ojos ardiendo.-Er Ye, dese prisa y dé órdenes. ¡¿Qué grupo de escoria tiene tantas ganas de morir que se atreve a liarla en nuestro territorio?! Si no los matamos habremos estado perdiendo el tiempo.
El joven gritaba totalmente agitado mientras que Zuo Zhen ya se había puesto el sombrero y salía a prisa ordenándole a Tang Hai que estaba detrás de él:
-Prepara el coche, iré directamente al almacén al lado del puerto. Envía a alguien a la mansión para que se informen de las heridas del señor Xiang y Ying Shao. Envía refuerzos y coches de inmediato para proteger a Ying Shao y para que sigan a Shi Hao. Lleva a Ying Shao al hospital, si llegas tarde, lo pagarás con tu cabeza. Además de esto, envía a alguien a por Ma Zi Liu y usa todos los hombres que puedas para cortar las carreteras cercanas a la iglesia. Mira a ver si alguno se ha escapado por otro lado y búscales a conciencia. Si encuentras alguna pista, ¡informa de ello de inmediato!-Su tono era claro y tranquilo. Mientras daba las órdenes vio a Jin Xiu entrar por la entrada.-¿Qué haces aquí?
Jin Xiu exclamó:
-¿Ying Shao está bien?
Zuo Zhen la arrastró hasta afuera.
-Vete, deprisa. ¿Crees que es un sitio para que tú estés?
Fue entonces cuando Jin Xiu se dio cuenta que la fuerza de un hombre y una mujer era tan diferente como la noche y el día. No era el tipo de muchacha débil incapaz de defenderse contra el viento, pero bajo los hombros de hierro de Zuo Zhen, era poco más que papel, sin resistencia ninguna.
Zuo Zhen arrastró a Jin Xiu escaleras abajo, diciéndole en voz alta:
-¡Estando yo, no eres tú la que tienes que preocuparte de Ying Shao!
Jin Xiu se apresuró a responder:
-Yo también voy.
Zuo Zhen la dejó atrás y se fue caminando.
-Si te atreves a seguirme, no sueñes en volver a poner un pie en Bai Le.
Allí afuera abundaban los peligros, cada paso era traicionero, ¿tan preparada estaba para morir? En cuanto salió por la puerta, Zuo Zhen escuchó a Jin Xiu gritando desde atrás:
-¡Er Ye! ¡Ten cuidado, por favor!-Cuando se giró, la vio apoyada contra la puerta con ambos ojos llenos de preocupación, como si temiera que él no regresara.
Con ese vistazo el corazón de Zuo Zhen se llenó de una calidez extraña. ¿Jin Xiu estaba preocupada por él? Así que su felicidad y tristeza no dependían sólo de Xiang Ying Dong.

*        *        *        *

En cuanto Zuo Zhen se bajó del coche, Gao Zhong que estaba haciendo guarda corrió a unirse a él.
-Er Ye.
-¿Cuándo ha pasado?-Preguntó con voz grave.
-En lo que se tarda en beber dos tazas de té.-Gao Zhong se inclinó con respeto y explicó.-El hermano Hui estaba llevando a Ah Dao, Huang Bi y a unos pocos más a contar las existencias y cuando se acercaron, llevaron a cabo la emboscada.
La cara de Zuo Zhen no revelaba la más mínima emoción, sólo le sobresalía una vena en la frente.
-Dices que les han preparado una emboscada a pesar de estar en nuestro territorio. ¡Tus guardias deben estar ciegos!
Gao Zhong se sorprendió.
-Les enseñaré una buena lección cuando vuelva.
Zuo Zhen mostró una sonrisa gélida.
-No hace falta, si Ah Hui pierde la vida, todos los que han estado de guardia hoy no necesitan seguir viviendo.
Aunque los otros no se dieran cuenta, Zuo Zhen trataba de mantener bajo control sus emociones. Shao Hui era alguien que había estado a las buenas y a las malas con él, era más que un brazo para él, y ahora su paradero era desconocido, Zuo Zhen estaba completamente en pánico.
-¡Enviad gente a buscarle de inmediato!-Ordenó con frialdad.-Si Ah Hui está herido no habrán podido llegar muy lejos. Rebuscad por todas las calles principales y por todas las callejuelas, tiendas y casas. ¡Buscad a fondo!-No estaba seguro cuántos hombres tenía su enemigo, pero si Shao Hui acababa en sus manos, su destino sería peor que la muerte.
Gao Zhung ordenó a sus subordinados que buscaran. Zuo Zhen se arrodilló, había manchas de sangre en el suelo, de hecho, eran charcos enteros. Los rastros de una pelea violenta. ¿Por qué el enemigo había ido a por Shao Hui? Además, ¿cómo podía saber su paradero con tanta exactitud?
Shao Hui había estado ocupado últimamente investigando la filtración de información de sus actividades contrabandistas. El incidente de aquella noche debía estar conectado con eso y, tal vez, lo que la otra persona quería era detener la investigación. Tal vez, Shao Hui ya había descubierto algo, tal vez habían hecho esto para destruir las pruebas. De lo que no había dudas era que había un espía en el grupo.
Pero, ¿habían atacado a Ying Dong al mismo tiempo? Aunque fuera una venganza contra el grupo Qing, ¿para qué atacarle a él? ¿Podría ser que había malos términos entre ellos y antes de hacer nada, se movieron?
-¡Encended las luces!-Zuo Zhen observó el desastre.-Buscad a ver si han dejado pruebas.
En ocasiones se dejan objetos por la confusión de la pelea y estos objetos pueden ser la clave para encontrar pruebas.
Las luces relucían y los afilados ojos de Zuo Zhen se detuvieron sobre un dedo con un anillo de oro cortado entre las manchas de sangre. Zuo Zhen lo recogió y lo estudió con esmero. La incisión era aserrada… ¡Era el cuchillo de Shao Hui! El anillo tenía “riqueza” grabado en la superficie y, tras limpiar la sangre, se podía leer en pequeño las palabras: “Mao Ji”. Era un anillo hecho por el orfebre Mao Ji. Una mirada sedienta de sangre cruzó los ojos de Zuo Zhen que movió la mano para llamarle la atención a Ah San, uno de los seguidores.
-¿Er Ye?
Zuo Zhen le dio unas pocas órdenes en voz baja, entonces, se levantó y anunció:
-Gao Zhong, reúne a unos cuantos para acompañar a Ah San.-Y luego se giró hacia Ah San para remarcarle.-Recuerda, Ah San. De este asunto se tiene que encargar personalmente Shi Hao, en cuanto descubramos quién es el traidor le ejecutaremos.
-¡Sí, Er Ye!-Respondió Xiao Ran en voz alta.
Zuo Zhen le siguió mirando hasta que se subió en el coche y entonces, le dijo a Gao Zhong.
-Voy a visitar a Ying Shao. Vigila este sitio, si pasa algo, házmelo saber de inmediato.
Gao Zhong respondió:
-¡Sí, sí, sí!-Se secó el sudor de la frente y observó como el coche de Zuo Zhen se alejaba antes de darse la vuelta y regañar a los presentes.-¡Vais a ser tan estúpidos de quedaros aquí y esperar a la muerte! ¡Si no encontramos al hermano Hui todos los que han estado de guardia hoy estarán en un buen lío!
¿Cómo podía haber sucedido aquello? Ese lugar estaba muy bien vigilado.

*        *        *        *

En el coche, el conductor le preguntó:
-Er Ye, ¿dónde está Ying Shao?
Zuo Zhen le respondió.
-En el próximo cruce, sigue el coche de Ah San. Síguelo de lejos, guardando distancia.
El chófer se sorprendió. ¿Qué planeaba Er Ye? ¿No acababa de decir que iría a casa de Ying Shao? Había conducido para él muchos años así que sabía que no debía formular ciertas preguntas y que Zuo Zhen siempre tenía sus motivos para hacer lo que hacía.
Cuando Zuo Zhen entró en el grupo le apodaron: “el zorro plateado”, por ser más ingenioso e intrigante que la mayoría, pero ahora ya no se involucraba en las peleas y los asesinatos. Su estatus era diferente y todo el mundo se inclinaba para saludarle mientras le llamaban: “Er Ye”.
Se escuchó un gran estruendo, el estruendo de un coche destrozado rompiendo el silencio nocturno. Un coche negro les interceptó y de el saltaron cinco o seis hombres con los rostros cubiertos con sombreros y bufandas que empezaron a disparar sin mediar palabra.  El coche atacado intentó tomar represalias pero era obvio que no eran nada contra su enemigo. Los gritos resonaban y se podía ver sangre por todos lados.
Sonaron disparos frenéticos  y entre todo aquello, una silueta se acercó al coche. Dentro, había cuatro hombres. Ah San y otro hombre del grupo Qing estaban sentados en el asiento trasero con heridas leves, los otros dos ya estaban muertos.
-¡Bajad!-La pequeña figura apuntó a Ah San.
El otro superviviente del coche ya estaba al borde la muerte intentó moverse pero le dispararon en la cabeza a sangre fría.
-Tú… ¿Qué quieres?-Habían herido a Ah San en el hombre, estaba asustado y le dolía, y su voz temblaba.
-¿Qué mensaje quería pasarle Zuo Zhen a Shi Hao? ¡Habla, rápido!-Alguien dio un paso enfrente y le apuntó en la frente.-Si falta aunque sea una palabra ni sueñes con vivir para mañana.
El rostro de Ah San se volvió blanco como el papel.
-Er Ye… Er Ye sólo me ha dicho que me subiera al coche y que no hiciera nada, pasara lo que pasara.
-¡Tonterías!-La persona en cuestión se asustó.-¿No te ha dicho que vayas a buscar a Shi Hao para que se ocupe de lo del traidor? Si no vas a decir la verdad…
Sonaron unos disparos desde detrás de ellos, interrumpiendo sus palabras. Sorprendido, se dio la vuelta para ver como la mitad de sus cómplices habían caído y los dos que quedaban estaban fuera de sus cabales, disparando aleatoriamente.
-¿Quién anda ahí? ¡Sal!
No se veía nada en aquella noche tan oscura. Dos cuchillos relucieron como estrellas fugaces y antes de poder siquiera parpadear, y mucho menos gritar, los últimos dos cayeron con cuchillos clavados en la frente.
El hombre apuntó a la cabeza de Ah San y empezó a temblar. El suelo estaba cubierto de cadáveres, los únicos vivos eran Ah San y él.
-¿Quién es?-Gritó con voz rota.-¡¿Qué clase de héroe se esconde en un agujero?!-Siguió disparando a la pared.-¡Sal!
Pero todo lo que veía estaba borroso y antes de poder centrarse empezó a salir un chorro de sangre. No podía creer lo que veía, un cuchillo había atravesado la mano derecha con la que sujetaba la pistola y, de repente, tenía una pistola negra entre sus ojos.
Ante él había una atractiva cara tranquila.
-¡¿Er Ye?!-Murmuró desesperanzado.
En esos momentos estaba cara a cara con la persona a la que más odiaba, a quién menos quería ver: Zuo Zhen.
Zuo Zhen extendió la mano para desatar la bufanda, como un viejo amigo.
-Estás sudando, ¿por qué llevas una bufanda? ¿Temes que te vea la cara?
Debajo de la bufanda había un rostro barbudo, con los dientes algo salidos y los ojos llenos de miedo y desesperación.
-He Run Sheng.-Zuo Zhen estrechó los ojos.-Bueno, así que eres tú.
-Er Ye, no quería… Yo… ¡Me obligaron!-He Run Sheng tragó saliva sacudiéndose violentamente.
-Pues habla, ¿quién te ha obligado?-Zuo Zhen habló con frialdad.-¿Quién te ha obligado a traicionar al grupo Qing, al hermano Hui y a matar a tus propios hermanos?
-Yo… Yo…-He Run Sheng estaba sudando muchísimo.-¡No puedo decirlo!
Zuo Zhen le pasó la pistola sobre los ojos. Al parecer todavía podía notarse el calor de la otra bala. La voz tranquila y firme de Zuo Zhen disparaba contra su cordura.
-¿Por qué no puedes hablar?
-¡Si hablo, moriré más rápido!-He Run Sheng decidió ir a por todas.-¡A no ser que Er Ye me deje escapar!
Zuo Zhen sonrió con frialdad.
-¿Te atreves a hablar así? He Run Shen, te he subestimado. Si crees que te dejaré escapar así como así, te equivocas.-Le miró con intensidad e inexpresivamente.-¿Quién te crees para exigir nada? Matarte sería ser misericordioso contigo. Has estado en el grupo Qing durante años, deberías saber que si quiero hacerte hablar tengo por lo menos cien formas de conseguirlo y que, cada una de ellas, te hará lamentar no haber muerto.
He Run Sheng temblaba incontrolablemente. Lo sabía, por supuesto que lo sabía. Sabía cómo el grupo Qing trataba a los traidores y qué métodos tenía Zuo Zhen para hacerle hablar. Efectivamente, eran peores que la misma muerte y en cuanto acabase en las manos de Zuo Zhen ya no tenía derecho a decidir nada.
Zuo Zhen le habló como si nada.
-Cuando decidas hablar, te mataré.
Crec, crec.
Dos sonidos y un grito que acompañaba el eco de dos huesos rotos. Le había roto los brazos a He Run Sheng.
-Er Ye…
Un sonido patético y desesperado resonó en aquella oscura y fría noche.

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