Capítulo 6

junio 07, 2017


-Qué frío.
Jin Xiu se acurrucó fuera del noveno jardín, la entrada principal a la casa de Zuo Zhen. Se acercaba la salida del sol y la luz de la farola iluminaba su figura agazapada en una esquina. Sólo llevaba puesto un vestido del color ciruela y un chal negro que se había puesto para bailar. El aire frío penetraba en sus huesos y al no llevar abrigo se sentía entumecida y rígida.
Tras esperar hasta la medianoche en Bai Le y ver que no había noticias ni de Zuo Zhen ni de Ying Shao se marchó hasta donde estaba en esos momentos y esperó unas horas más, pero Zuo Zhen todavía no había regresado. ¿Dónde se había ido? ¿Le había pasado algo? Shi Hao había dicho que Ying Shao estaba herido, debía ser algo serio. ¿Qué estaba pasando?
Envuelta por la incertidumbre y las preocupaciones su corazón hervía como el aceite mientras que su cuerpo temblaba por el frío.
Justo cuando estaba a punto de convertirse en piedra después de tanta espera y justo cuando iba a abandonar toda esperanza, vio un coche conocido en el cruce. Las luces del coche la cegaron al darle en la cara. ¡Era el coche de Zuo Zhen! ¡Por fin había regresado!
Se abrieron las puertas del coche y Zuo Zhen pareció salir corriendo. ¿Esa persona echa una bola en su puerta era Jin Xiu? ¡¿Por qué había corrido hasta ahí?!
-¡Er Ye!-Jin Xiu se levantó llena de alegría pero sus piernas y rodillas estaban tan rígidas que casi se cae.
Zuo Zhen la sujetó. Tenía las manos frías y él frunció el ceño.
-¿Cuánto tiempo llevas esperando aquí?
Jin Xiu forcejeó un poco contra sus brazos, pero él la abrazó con tanta fuerza que parecía que no la iba a soltar jamás. Y su abrazo fue tan cálido, fuerte y estable, que su noche de incertidumbre por fin alcanzó el consuelo en esa comodidad.
-Un rato.-Jin Xiu levantó la cabeza y miró la mandíbula de él. Ya le había crecido rastrojo, echando a perder su atractivo y dulce carisma para cambiarlo por dureza.
Zuo Zhen la rodeó con una mano y con la otra se quitó el abrigo y se lo puso por encima, atándola entre sus brazos.
-Será mejor hablar dentro; casi te conviertes en un cubito de hielo.
Lo hizo con tanta naturalidad que Jin Xiu no se paró a pensar en ello, pero al conductor se quedó boquiabierto por la sorpresa. ¿Ese era el Zuo Zhen que conocía? ¿Ese Er Ye tan insensible, frío y tranquilo? ¿Acaso estaba teniendo visiones?
-¡Tía Wang, haz sopa de jengibre!-Le ordenó Zuo Zhen enfadado a la soñolienta tía Wang.-Jin Xiu estaba fuera, ¿por qué no le has abierto la puerta?
-No he llamado.-Se apresuró a explicar Jin Xiu.-Ya era casi medianoche.
-Tú…
Zuo Zhen se sentó en el sofá impotente. No podía con Jin Xiu. ¿Para no molestar a la tía Wang se había quedado fuera helándose de frío? ¿Era estúpida?
-Caray.-La tía Wang suspiró con sorpresa y empezó a quejarse.-Señorita Jin Xiu, no es que quiera regañarla, pero, ¿qué es más importante que su salud? Si echa de menos a Er Ye, todo lo que tiene que hacer es entrar y esperar. ¿Para qué tanta timidez? De todas formas, no tengo mucho que hacer por aquí…
-Tía Wang.-Jin Xiu se ruborizó a pesar de su tez pálida.-¡Lo has malentendido! Er ye y yo sólo… Sólo…-Se volvió hacia Zuo Zhen en busca de ayuda para encontrárselo mirándola con intensidad.
Ah, ¿estaría mareada por el frío? ¿Por qué parecía estar viendo una calidez en los ojos de él que jamás había visto?
-¿Sólo qué?-preguntó Zuo Zhen en voz baja.
-¿Ah?
Jin Xiu no sabía qué hacer. La tía Wang ya lo había malinterpretado y él no se molestaba en explicarse. Estaba totalmente despreocupado, como si ella estuviera haciendo una montaña de un grano de arena.
-Bueno, dime, has estado esperándome fuera toda la noche. ¿Qué ha pasado?-Zuo Zhen controló sus desobedientes ojos mientras intentaba calmar su corazón  y sacó a Jin Xiu de aquella situación.
Fue entonces cuando Jin Xiu notó manchas rojas en él, ¿era sangre? Se asustó, se inclinó y le observó con esmero.
-¿Y todas esas manchas rojas de tu ropa? ¡Hay más y más! ¡Hasta se te han manchado los zapatos! ¿Qué ha pasado?
Zuo Zhen no dijo nada, se limitó a observarla regañarle y alzar la mirada con un hermoso par de ojos preocupados.
-Tú… ¿Estás bien?
Zuo Zhen sintió que algo le oprimía el pecho. Se había helado de frío toda la noche, ¿para eso? Su mayor preocupación, ¿era esa?
-¿Estás aquí para pedirme que te lleve con Ying Dong?-Zuo Zhen controló el dolor de su corazón.
No cometería el mismo error dos veces, no obstante, esperaba que Jin Xiu le contestase con un “no”. Nunca había sido tan egoísta como en ese momento y tuvo la esperanza de que esa persona no se preocupase por el bienestar de Ying Dong.
-Oh, es verdad.-Jin Xiu pareció despertar y se irguió.-¿Cómo está Ying Shao?
Zuo Zhen frunció el ceño.
-Está bien, no está en peligro. Le han disparado tres veces pero no le han dado en ningún punto vital…
-¡¿Tres disparos?!-Jin Xiu chilló.-¡Tres disparos! ¡¿Cómo va a estar bien?! No está bien, tengo que ir a verle.-Estaban hablando de su salvador.
Zuo Zhen suspiró y giró la cabeza sin contenerse. El nuevo sentimiento que albergaba su corazón era muy amargo.
-Todavía sigue en el hospital, sólo podemos visitarle de día. Duerme aquí un rato. Volveré para recogerte.-Zuo Zhen se levantó.
-¿Te vas a volver a ir?-Jin Xiu abrió los ojos.-¿Por qué? Todavía… Ah… Ah… ¡Achú!-Estornudo patéticamente.
Zuo Zhen no podía soportar seguir mirándola.
-Señorita Rong, te lo ruego. Bébete este tazón de sopa de jengibre y duerme en la cama un rato. Ya tengo suficiente cosa en la cabeza, no des problemas, ¿vale?
Jin Xiu asintió pero no se le olvidó preguntar:
-¿Dónde vas?
Zuo Zhen ya se había puesto el abrigo y se marchaba.
-Tengo otro hermano herido y uno perdido. Tengo que ir a echar un vistazo.

*        *        *        *

En el estudio de la residencia de los Xiang un enorme escritorio de ébano separaba a dos personas sentadas lugares opuestos.
Xiang Han Chuan se encendió un cigarrillo, cogió aire y le preguntó a Zuo Zhen:
-¿Has descubierto algo?
Zuo Zhen respondió aguantándose la frente con una mano.
-He Run Sheng ha admitido que el cerebro es Lian Chuan. Lian Chuan le chantajeó con información. He atrapado a Lian Chuan y Shi Hao le ha estado interrogando toda la noche, pero tiene los labios sellados e insiste en que traicionó a Ah Hui y a Ying Dong él solo.
Xiang Han Chuan alzó las cejas.
-¿Crees que miente?
-No me creo ni una sola palabra de lo que ha dicho.-Zuo Zhen sonrió con amargura.-Lian Chuan es uno de los hombres de Shao Hui, aunque le traicione a él, ¿cómo iba a saber el paradero de Ying Dong? Supongamos que lo ha hecho él solo, ¿qué beneficio consigue? Debe tener un cómplice o un cerebro. Sospecho que no se trata de una persona o una mafia sino de un grupo trabajando juntos contra el grupo Xiang y el grupo Qing. No recomendaría perseguir las sombras ahora que tenemos tan pocas pistas y están tan esparcidas.
Xiang Han Chuan escuchó con atención el análisis de Zuo Zhen y asintió.
-Zhen, te dejo esto a ti. Esperaré noticias tuyas y mi gente seguirá tus órdenes.
-Cuando vuelvan a moverse-Zuo Zhen parecía sumido en sus pensamientos.-tenemos que tener unas defensas impenetrables. Tenemos a Lian Chuan en nuestras manos, deben estar en pánico. Aunque no haya confesado nada, no podrá seguir callado mucho tiempo y cuando sea el momento, podemos esparcir rumores falsos para que salgan. No podrán soportarlo mucho tiempo.
-Ah San me ha contado que ya has ido a por ellos una vez.-Xiang Han Chuan río.-Le hiciste volver a buscar a Shi Hao pero era un cebo para pescar a He Run Sheng. Sí que sabes cómo hacer lo tuyo. ¿Pero cómo podías estar tan seguro que había traidores en medio?
Zuo Zhen respondió como si nada.
-El puerto Chang San es mío, conozco a la perfección la situación. Sin que nadie se ocupe desde dentro, no hay nadie que pueda ni soñar con entrar. No estaba seguro de si había alguien ahí, pero como no pudo cumplir con su misión pensé que estaría vigilándome, pero si no lo probaba, ¿cómo iba a asegurarme?
Xiang Han Chuan miró a su hermano de juramente con admiración. Habían experimentado todo tipo de dificultades juntos para montar sus negocios y él era quién mejor entendía la personalidad de Zuo Zhen. Zuo Zhen no se alarmaba ni en la peor de las situaciones mientras que el resto entraban en pánico él se aferraría a esa efímera oportunidad y darle la vuelta a la situación.
-¿No hay noticias de Ah Hui?-Xiang Han Chuan sabía que Zuo Zhen se preocupaba tanto por él como lo hacía por Ying Dong.
El rostro de Zuo Zhen se oscureció.
-Todavía no. He dado la voz que le deberé un favor a cualquiera que pueda salvar a Ah Hui.
Esa frase tenía un peso fuera de lo normal. Un favor de parte de Zuo Zhen podía significar una mansión, coches caros, su apoyo o incluso una oportunidad para avanzar, ¿quién no se sentiría tentado?
Xiang Han Chuan no pudo evitar sorprenderse.
-¿No tenemos ninguna pista?
-Hay pistas, pero me temo que no sirven para localizar la posición exacta de Shao Hui.-Continuó Zuo Zhen.-Es un anillo parece que se lo dejaron en la pelea. Ya he dado órdenes a Tang Hai de que encuentre su origen. Pronto sabremos algo.
Xiang Han Chuan suspiró, se levantó y dijo:
-Iré a ver cómo está Ying Dong en un rato. Vente, tal vez podrá decirnos qué le pasó cuando se despierte.
Zuo Zhen respondió.
-De acuerdo, pero iré a recoger a Jin Xiu antes.
-¿Jin Xiu?-Xiang Han Chuan le miró inquisitivamente.-Me suena el nombre, ¿quién es?
-Es una larga historia.-prosiguió Zuo Zhen.-Será mejor que se lo preguntes a Ming Zhu, es su hermana pequeña.
Xiang Han Chuan se confundió todavía más.
-¿Qué tiene que ver eso con Ying Dong?
Zuo Zhen respondió:
-Le gusta Ying Dong.
-Pues no recuerdo a Ying Dong mencionándola.-Dijo Xiang Han Chuan.-Tenía intención de presentarle a Guang Xing y a la cuarta hija de la familia Cheng.
¿Qué iba a decirle Zuo Zhen? Ying Dong no había tenido el más mínimo sentimiento por Jin Xiu desde un principio. Los sentimientos de la muchacha eran en vano, pero eso eran los asuntos personales de Jin Xiu y no quería hablar de ello.
-Toma uno.-Zuo Zhen sacó un estuché de cigarrillos de plata y le ofreció uno.
Xiang Han Chuan le miró sorprendido.
-Nunca fumo cigarros británicos, ¿no te acuerdas?
-Oh, sí.-Zuo Zhen se dio cuenta de repente y no pudo evitar sonreír, con el cigarro en la boca rebuscó por sus bolsillos.
-El mechero está en la mesa.-Xiang Han Chuan no pudo contenerse más.-Zhen, estás demasiado cansado, ¿por qué estás tan aturdido?
Zuo Zhen se calló, encendió el cigarro con el mechero e inhaló.
-No es nada.
No estaba cansado y si lo estuviera siempre podría animarse, era sólo que no podía concentrarse por no dejar de pensar en Jin Xiu.
-Nunca te había visto así.-Xiang Han Chan le miró  reflexivo antes de reírse.-¿Puede ser que a ti también te haya pasado eso?
-Ah, tengo un poco de sueño.-Zuo Zhen no pareció entenderle y se levantó para estirarse.-Adelántate tú y ves a visitar a Ying Dong, yo iré a buscar a Jin Xiu.
-¿Está en tu casa?-Xiang Han Chuan obviamente albergaba segundas intenciones.-Pensaba que nunca dejabas pasar la noche en tu casa a ninguna mujer.-No iba a pasar esto por alto.
-Me voy.-Zuo Zhen evitó la pregunta con habilidad, marcharse era la mejor solución pero no se esperaba que al volver la tía Wang le diría que Jin Xiu estaba enferma.

*        *        *        *

Cuando Zuo Zhen regresó Jin Xiu seguía profundamente dormida y con fiebre alta. Tal vez la sorpresa y el frío habían causado que no pudiera aguantarse más.
La tía Wang se paseaba por toda la casa.
-Er Ye cuando se ha tumbado se encontraba bien, pero ahora cuando he subido estaba ardiendo y aturdida.
Zuo Zhen se sentó al lado de la cama y palpó la frente de Jin Xiu, allá donde le tocaba ardía. Sabía que esa tontita no sabía cuidarse. En una noche de diciembre tenía las agallas de ponerse un vestido y un chal y pasarse la noche entera enfrente de una puerta. Lo raro hubiera sido que no se hubiese puesto enferma.
-Cuida de Jin Xiu.-Ordenó Zuo Zhen.-Llamaré al doctor, búscale una bolsa de hielo. Si Tang Hai pregunta por mí, dile que se espere abajo.
Tenía tantos asuntos urgentes que atender que no podía ni pararse a comer o dormir, sin embargo, ¿cómo iba a dejar a Jin Xiu sola con lo enferma que estaba? Si la dejaba en manos de otros no estaría tranquilo.
Desde que la conoció parecía que cuidarla y ayudarla se había convertido en un hábito y, sinceramente, ni él mismo sabía por qué.
No es que no hubiese conocido a más mujeres a parte de Jin Xiu y, en cuanto a belleza e inteligencia, no destacaba especialmente. Pero Zuo Zhen parecía bajo un hechizo que le obligaba a buscar excusas y tiempo para ella y le hacía perder la compostura. Era inconsciente y desconcertante.
Cuando Jin Xiu se despertó ya había oscurecido. La lámpara de la mesilla de noche brillaba y la tía Wang estaba durmiendo apoyada en su cama. Le dio la sensación de haber estado durmiendo mucho tiempo. ¿Por qué seguía siendo de noche? ¿Por qué Zuo Zhen no había vuelto?
Se sentía débil, tenía la boca seca y dolor de cabeza. ¿Estaba enferma? No estaba cómoda. Jin Xiu se levantó con lentitud para coger el vaso de agua que tenía al lado de la cama y vio las medicinas.
-Ah, está despierta.-La tía Wang se despertó justo entonces.-¿Se encuentra mejor?
Jin Xiu estaba confusa.
-¿Qué me ha pasado?
La tía Wang suspiró.
-Tienes fiebre y has estado aquí tumbada todo el día, ¿no lo sabía?
-¡Qué?-Jin Xiu estaba sorprendida y miró al cielo.-¿He dormido un día entero?
¿Qué hora era? Oh, no. Er ye le había dicho que vendría a buscarla para ir a visitar a Ying Dong. ¿Cómo podía haberse quedado dormida en un momento así? Ying Shao estaba al borde de la muerte y ella durmiendo. Jin Xiu no podía estar más avergonzada.
-Tómese su medicina.-La tía Wang la obligó a tumbarse.-El doctor ha dicho que tiene un resfriado muy serio y que no podrá salir hasta dentro de dos días. ¿No da igual si se espera dos días más para ir a visitar a Ying Shao? Aunque fuera, no serviría de mucho.
¿Cómo no iba a servir de mucho? Jin Xiu disgustó y enterró la cara en sus manos.
-No sé hacer otra cosa que causarles molestias a los demás.
La tía Wang dijo:
-¿Y qué tiene de malo? Deje que los hombres de encarguen de las cosas externas.
-¿Er Ye todavía no ha vuelto?
Jin Xiu pensó en Zuo Zhen. ¿Dónde estaba?
La tía Wang río.
-¿No recuerda nada? Er Ye la ha visitado tres veces, le ha ido a buscar al doctor y las medicinas. Está tan preocupado que no ha dejado de pasearse por la casa, ¿no se ha dado cuenta?
Jin Xiu estaba perpleja. Zuo Zhen había sacado tiempo para cuidarla.
-Ya son las tres. Duerma bien después de tomarse las medicinas. Todavía llueve.-La tía Wang acarició la mano de Jin Xiu.-Céntrese en recuperarse, eso solo ya se puede considerar una gran ayuda para Er Ye.
Escuchó el débil sonido de un motor desde fuera. Jin Xiu abrió los ojos.
-Creo que he oído el coche de Er Ye. ¿Ya ha vuelto?

*        *        *        *

En cuanto volvió, Zuo Zhen se dirigió directamente a la habitación de Jin Xiu. Se quitó el abrigo y lo tiró a una silla.
-¿Te encuentras mejor?
Jin Xiu le miró en silencio. Él estaba vestido con una camisa blanca, un chaleco de color nuez y tenía el pelo mojado por la humedad. Tenía los ojos rojos por no haber dormido durante dos días y a simple vista se podía ver lo agotado que estaba.
Zuo Zhen se secó la cara y se sentó al lado de la cama.
-He ido a ver a Ying Dong. Le va bien y ya se ha despertado. Se recuperará pronto, no te preocupes.
Jin Xiu se limitó a sonreír. ¿Qué eran esas gotas de dolor y tristeza de su corazón?
Zuo Zhen se preocupaba tanto por ella que en cuanto llegaba lo primero que hacía era correr a contarle lo que sabía de Ying Dong para tranquilizarla, pero no se daba cuenta que con solo verle, ella ya se quedaba tranquila.
-¿No estás cansado?-Preguntó Jin Xiu con suavidad.-Estoy bien. Tú has estado ocupado durante dos días, ves y descansa.
Zuo Zhen sonrió.
-No puedo dormir.
Extendió la mano para tocar la frente de Jin Xiu y, en secreto, suspiró aliviado de que ya no estuviera tan caliente.
El corazón de Jin Xiu latía muy rápido. Por alguna razón anhelaba que la mano de Zuo Zhen se quedase un rato más sobre su frente. Tal vez fuera cosa de la enfermedad, se consoló pensando que la gente enferma era más sensible y débil y buscaban la preocupación de los demás.
-Por ahora, descansa.-Zuo Zhen parecía pasivo.-El exterior no es un lugar seguro. Tanto el puerto, como los astilleros y los bancos están plagados de problemas y mucho me temo que vayan a arrastrar a Bai Le en esto.
En realidad, lo que no quería era que volviera a Bai Le, no quería verla vender sus sonrisas y tolerar más humillaciones.

*        *        *        *

-Er Ye, he encontrado de donde proviene el anillo, tal y como ordenaste. El jefe de Mao Ji ha dicho que sólo hay cuatro con ese diseño y según sus informes los compraron a mediados del año pasado. El señor Zhou compró uno para celebrar el cumpleaños de su padre; el segundo fue un regalo para el director Lee de parte de su amante; el tercero lo compró un vendedor de pieles del norte cuyo paradero sigue siendo desconocido y el último lo compró el dueño de Jin Jang Chun, pero al caer en banca rota lo empeñó.-Tang Hai le entregó un informe detallado de su investigación a Zuo Zhen.
-¿La familia Zhou el director Lee todavía los tienen?-musitó Zuo Zhen.
-¡Sí! Aunque al parecer el anillo que buscas es el último. Cuando la tienda de empeñó lo revendió no se molestó en apuntar a quién, así que todavía buscamos en qué manos ha caído.
Zuo Zhen frunció el ceño.
-¿Se sabe algo del paradero de Ah Hui?
-No… Aún no.-Respondió con cautela Tang Hai.-Pero el hecho que no haya rastro de él después de haberle buscado por todos lados al menos indica que sigue con vida.
-Ah Hao, ¿has conseguido algo del interrogatorio de Lian Chuan?-Zuo Zhen se volvió para mirarle.
Shi Hao enrojeció.
-Ese tío se niega a decir nada. Apenas sigue con vida y me temo que si le matamos arruinaremos el asunto.
La cara de Zuo Zhen se ensombreció.
-Déjale estar, todavía tengo un uso para él.
Shi Hao afirmó con suavidad.
-Sí, Er Ye.
-Investiga los sitios donde va a menudo y con quién ha estado pasando tiempo últimamente.-Zuo Zhen prosiguió.-No importa la cautela que haya tenido, puede que haya pasado por alto algo. Será mejor que busquéis con esmero. Su relación con esa persona no puede ser simple si está dispuesto a dar la vida por él.
-Sí.
Shi Hao caminaba hacia la puerta cuando Zuo Zhen le llamó.
-Lleva más gente contigo y ten cuidado. No se sabe nada de Ah Hui, no quiero escuchar que también te ha pasado algo a ti. Y envía refuerzos a Ma Zi Liu. Más os vale no salir solos.
La seguridad era fuerte en todos los lugares. Todo el mundo estaba en posición, sin embargo, Zuo Zhen sentía cierta inquietud, como si se hubiera olvidado de algo pero… ¿El qué?
-Er Ye, dijiste que querías gente vigilando al jefe Xing, el que estaba negociando con Ying Shao. Todavía no hemos recibido ningún informe de algún movimiento suyo. ¿Quieres que sigamos vigilándole? –Tang Hai interrumpió los pensamientos de Zuo Zhen.
-Seguid vigilando.-Contestó.
Zuo Zhen creía que las negociaciones enter Ying Dong y el jefe Xing estaban relacionadas con el incidente.
-Debes estar cansado por estos dos últimos días. Vete a casa y descansa. Tengo a más gente para ocuparse de las cosas de por aquí.
-Sí, Er Ye.-Dijo Tang Hai, entonces, se dio la vuelta y se marchó por la izquierda.
El cielo había oscurecido y Zuo Zhen estaba sentado en su enorme sillón con una expresión tan negra como un pozo. Estaba agotado y preocupado.
En esos momentos tenía que mantenerse más firme que ninguno, mirar más allá que ninguno, pensar más allá que ninguno, no podía relajarse ni un segundo. Si cometía el más simple error sería su ruina.
La oscuridad se volvió más densa. El fuego se había extinguido dejando paso al vacío y el frío.
Zuo Zhen cerró los ojos. Podía derrochar oro como si fuera barro, comprar vino – ebriedad – un ambiente determinado y risas a su alrededor, pero en ese momento, no estaba de humor para esconder la soledad que le seguía como una sombra. No le quedaba energía para dibujar un falso cuadro de alegría.
La puerta se abrió con lentitud y de ella apareció una silueta con vestido.
Zuo Zhen ni se movió, ni abrió los ojos. Sintió cierta calidez cerca de su rostro, como si alguien le estuviese mirando de cerca y, después, le cubrió una suave manta.
¿Estaba dormido? Jin Xiu revoloteó a su alrededor  con las manos a los lados y conteniendo la respiración mientras le miraba. Todo estaba en silencio y a oscuras a excepción de una débil luz que se colaba por las ventanas y que iluminaba los rasgos agotados y atractivos de Zuo Zhen.
Cuánto más se acercaba, más le entendía. Recordó la primera vez que le conoció en la residencia Yin. Había sido tan frío y distante que parecía que les separaban montañas y ríos, ¿quién iba a pensar que se acercarían tanto? Jin Xiu se ruborizó de repente al estar tan cerca de él que podía tocar sus gruesas cejas negras o su nariz puntiaguda. ¡Debía estar loca para ojear a ese hombre con tanto descaro!
Jin Xiu se puso en pie y se dio la vuelta para irse. Si no se daba prisa temía que esas manos que merecía que le cortarán empezarían a tocarle la cara a Zuo Zhen. Pero, de repente, sintió algo tirándole de la mano derecha y haciéndola volver sin previo aviso.
-¿Después de haber mirado durante tanto rato, planeas irte sin pagar?-Zuo Zhen sonrió ante sus ojos.
¿No estaba durmiendo? ¿Sabía que le había estado observando? Jin Xiu quería que la tierra la tragara. Estaba muy avergonzada.
-Ven.-Zuo Zhen tiró para sí de la asustada y avergonzada Jin Xiu.-¿Cómo sabías que estaba aquí?
Jin Xiu tartamudeó.
-Yo… Yo, Tang Hai… Le escuché decir que esta mañana estarías en el puerto pero al salir vi a Liu Ge… Él me ha traído hasta aquí.
Así que Ma Zi Lu era quién la había traído hasta ahí. Zuo Zhen no pudo evitar sonreír. De todos los que estaban a su lado, Ma Zi Liu era a quién mejor conocía a Jin Xiu. Él jamás había mencionado nada pero, aparte de Jin Xiu que sólo era avispada en apariencia, ¿qué seguidor suyo, que siempre le veía salir y entrar de Bai Le, no iba a saber que su líder rompía las reglas y el control por ella?
Zuo Zhen no estaba segura de si Jin Xiu era inocente o sólo tonta. ¿De veras creía que él era tan generoso como para enviarle a una mujer ropa, joyas y… simplemente, luchar por ella para conseguir sólo cuidar de ella cuando está borracha?
Por culpa de Jin Xiu, su dignidad estaba por los suelos delante de Ma Zi Liu y Shi Hao, no obstante, era tan estúpida que le seguía pidiendo ayuda para caerle en gracia a Ying Dong. Estaba harto de jugar a ese juego.
Zuo Zhen se levantó y la capa se deslizó. Jin Xiu se apresuró a agacharse para recogerla pero Zuo Zhen la sujetó con fuerza y fue incapaz de moverse.
-Eh… El… La capa… Se ha caído…-Jin Xiu miraba al suelo; no se atrevía a mirarle. En el aire había una sensación extraña y, tan fuerte, que no podía respirar.
-Jin Xiu.-Dijo Zuo Zhen con voz ronca.-¿Por qué eres tú?
-¿Eh?-Esa pregunta confundió a Jin Xiu.
¿Qué quería decir con: “por qué era ella”? Alzó la ceja y miró a Zuo Zhen directamente. Todo pareció detenerse en aquel momento. Lo que les envolvía era en parte contradictorio, en parte algo contenido y en parte rebosaba una ternura amarga… Jin Xiu sintió un tirón y estrecharon en un cálido y fuerte abrazo.
Aunque les separaba un abrigo, Jin Xiu podía escuchar el latido del corazón de Zuo Zhen como si estuviera al lado de sus oídos. Él la abrazo tan fuerte que parecía que quisiera introducírsela en el pecho.
Extrañamente, el aroma a tabaco de Zuo Zhen  le era tan familiar a Jin Xiu que la tranquilizó, olvidándose de la sorpresa y abandonado toda resistencia que pudiera haber opuesto. Un abrazo como ese conseguía hundirla.
Aturdida, Jin Xiu sintió una mano en la nuca y una suavidad extraña contra su frente, sus ojos y… sus labios. La estaba besando. Su mente se volvió algodón y sólo podía temblar y sentirse débil. Era completamente pasiva, impotente e ingrávida. Lo único que podía sentir eran sus labios y sus lenguas enredándose.
Se estremeció desde la espalda hasta la cintura y la cabeza. No podía evitar temblar bajo esa mano callosa de sujetar cuchillas y pistolas que, a pesar de ser dura, poseía una magia desconocida y que atesoraba su sedosa piel.
-Por favor, no…-Murmuró Jin Xiu débilmente.
¿Qué estaba pasando? No conseguía controlar su respiración y le pitaban los oídos.
-Ya es demasiado tarde para decidir si quieres o no el fuego que has encendido.-La voz de Zuo Zhen también flaqueó.
Él no era nuevo en esto, de hecho, se podía considerar algo muy común en su caso pero, por primera vez, se percató que en ese tipo de momentos él también podía temblar, intoxicado y sediento de un deseo de explorar y huir a la vez. Jamás había imaginado que besarla, abrazarla y tocarla podía hacer que fuera tan hermosa y bizarra. Encajaba perfectamente entre sus brazos como si siempre hubiese formado parte de ellos.
Jin Xiu empezó a sentirse mareada. Abrió los ojos lentamente y se dio cuenta que estaba sobre la capa del suelo con la faldilla levantada. Zuo Zhen tenía un brazo a cada lado de su cabeza, su respiración era pesada y dura, y su mirada enloquecedora.
-Er Ye…-Jin Xiu necesitó coger aire.
-Zuo Zhen.-Dijo él, sellándolo con un beso.-Llámame “Zuo Zhen”.
En ese momento, la cordura de Jin Xiu se desmoronó. Olvidó dónde estaba y qué hora era. Olvidó a Bai Le y a Ying Dong. Olvidó todo rencor y rivalidad… En aquel lugar sólo había fuego encima del hielo que la ahogaba y enterraba entre cenizas.
Gotas de sudor volaron por los aires, respiraciones agitadas y jadeos, aquella fría casa se había convertido en una habitación encantada sin que nadie supiera que un par de ojos fríos y vengativos lo estaban mirando todo.

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2 comentarios

  1. Gracias por los capítulos esta muy buena y se quedó en lo mejorcito

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  2. Sigue subiendo por favor. Una trama muy interesante. Gracias

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