Akane sasu

julio 09, 2017


Vientos secos atraviesas apresuradamente las esquinas de la calle de hojas danzarinas...
Sombras estiradas y árboles ginkgo... Quería seguir observándo esta estación...

Una voz llama, sin recibir nunca una respuesta, se ahoga en un instante.
Me dirijo a la calle principal, paso de largo las hileras de gente, 
de camino a algún lugar donde no vivie nade.

Ya me había dado cuenta, pero pretendí no notarlo.
Totalmente sola, no podía hacer nada.

Me despido de los fantasmas que he conocido hacia el brillante cielo rojo.
Cuando mis debilidad se derrama, tiendo la palma de mi mano... como si sostuviera una flor sin florecer.
Cuando se me concede mi deseo, conozco el dolor.

Hasta los llantos de los pájaros migratorios desaparecen en las nubes manchadas de rojo.
Me alejo todavía más del camino a casa; ahora mismo estoy totalmente sola en un lugar donde no vive nadie.

Aunque hubiera sido capaz de tocar ese paisaje, me di cuenta
que no puedo ni usar mi voz toda sola.

Besé a los fantasmas que amé y en el cielo crepuscular
las estrellas nocturnas no iluminan aún; aunque mi impaciencia parece débil - ¿dónde está la luna?
Echa pedazos, conozco el dolor.

Entre los días repetitivos, siempre estuve buscando
un deseo que me incitase a seguir adelante.

Me despido de los fantasmas que he conocido; mis anhelos son en el cielo.
Los días que ha borrado el tiempo están en la palma de mi mano... como un pétalo de flor.
Con el dolor aún presente, me enfrento a nuevos encuentros.

Mientras persisten los nuevos encuentros, conozco mi deseo.

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