Capítulo 20

julio 09, 2017


En cuanto llegó a la esquina donde habían acordado encontrarse, Qi Xiu Yuan corrió hasta donde estaba el coche de Xiao Li.
Llamó a la ventana, no esperó la respuesta y abrió la puerta. Al ver la imagen delante de su persona sintió que algo le oprimía el pecho.
–¿No te había dicho que no podías beber en dos meses por lo menos? – El tono de su voz estaba cargado de ansiedad y enfado. – Qué olor tan fuerte, ¿cuánto has bebido?
Xiao Li estaba apoyado contra el asiento del conductor con una palidez mortal en el rostro. Era como si no sólo le temiese a la luz, sino también a los sonidos que le rodeaban. Se cambió de posición con los ojos cerrados.
Qi Xiu Yuan suspiró, entonces, ralentizó su forma de hablar, bajó el tono y contestó:
–¿Dónde te duele? ¿Quieres ir al hospital?
Xiao Li frunció el ceño, como si le costase mantenerse despierto. Unos instantes después, abrió los ojos.
–¿Puedes conducir?
–Sí.
Al escuchar que su voz era estable, Qi Xiu Yuan se alivió un poco.
–Ves a tu casa.
Xiao Li se apoyó a un lado e intentó cambiarse al asiento del pasajero. Qi Xiu Yuan inclinó la mitad de su cuerpo y se estiró para ayudarle, pero como no tuvo cuidado se tropezó y se aferró a la cintura de Xiao Li; en un abrir y cerrar de ojos todo su peso estaba sobre el cuerpo de Xiao Li.
–Xiao Li…
Cuando iba a preguntarle si estaba bien vio que él tenía los ojos medio abiertos. Se encontraba mal así que su aliento era muy cálido. Segundos después, fue como si hubiese caído en un trance. Todo su cuerpo se puso rígido. Tenía la visión borrosa pero distinguía la silueta de Li Shi Qing acercándose a su rostro. En ese efímero momento su estómago volvió a revolverse dolorosamente. Tosió un par de veces y maldijo con asco.
–¡Vete a la mierda!
Qi Xiu Yuan con la consciencia culpable se levantó y ayudó a Xiao Li a sentarse bien antes de abrocharle el cinturón. No le dedicó ninguna mirada más a Xiao Li durante todo el proceso.
Por el camino sus latidos atacaban su pecho como si intentaran escapar. Sentía una mezcla de nerviosismo y decepción jugando con él. Sólo consiguió tranquilizar sus pensamientos después de bajar la ventanilla y dejar que la brisa fresca le acariciase.
Cuando llegaron a su casa ayudó a Xiao Li a bajar del coche.
–Esta es la segunda vez que te llevo en la espalda. – Rió mientras iba a la entrada.
Xiao Li se aclaró un poco por el movimiento repentino y, al escuchar a Qi Xiu Yuan sólo murmuró un débil: “sí”.
Era casi media noche. Qi Xiu Yuan pensó que su hermana ya se habría ido a dormir así que rebuscó su llave y abrió la puerta despacito para no hacer ruido. Se movió por la oscuridad y llevó a Xiao Li a su propia habitación sin atreverse a encender la luz.
Le dejó en la cama y lo primero que hizo fue sacarle los zapatos y los calcetines. Le estiró las manos y le desabrochó la camisa. Justo cuando iba por el segundo botón se paró a pensar un momento y salió a la cocina.
Ya no quedaba yogur de frutas de Susu así que Qi Xiu Yuan cogió un vaso de agua y le añadió un poco de miel, entonces, volvió a su cuarto.
–Xiao Li, bebe algo.
Le ayudó a levantarse y le acercó el vaso a los labios. Las cejas de Xiao Li se acercaron y se negó a abrir los ojos.
–No puedes dormir con el estómago vacío. – Qi Xiu Yuan le persuadió en voz baja. Un rato después no lo aguantó más así que todavía bajó más el tono y añadió. – Compórtate.
Desgraciadamente, Xiao Li no le escuchó, no obstante, tenía la boca seca y era incómodo.
Los ojos de Qi Xiu Yuan se abrieron como platos al observar con atención a Xiao Li. Vio como sus labios se separaban a un ritmo lento y como relucía la fina capa de agua que quedaba en sus labios. Qi Xiu Yuan no pudo evitar tragar saliva mientras su corazón galopaba frenéticamente como un caballo salvaje en un yermo.
Xiao Li empezó a toser violentamente. Qi Xiu Yuan, recuperado de su aturdimiento momentáneo, dejó el vaso y le acarició el estómago con gentileza para aliviar el dolor. Cuando Xiao Li se quedó dormido, Qi Xiu Yuan le desabrocho el botón, le cogió por la cintura y le quitó la camisa. Entonces, le desató el cinturón de cuero y le bajó los pantalones, quitándoselos con lentitud para no molestarle.
El cuerpo de Xiao Li era delgado aunque robusto. La comisura de sus músculos no era ninguna exageración. Era la personificación de la salud con una belleza y una fuerza única. Hasta la larga cicatriz que recorría de lado a lado su cintura le añadía una extraña sensualidad. Y ese maduro cuerpo masculino yacía ante él de esa forma.
Qi Xiu Yuan fue incapaz de apartar la vista. Se sentó al lado de la cama y extendió la mano para acariciar el pecho de Xiao Li. La suavidad que tocó con la palma de la mano le incitó a continuar. Un hechizo indescifrable conjurado por una poción venenosa manipuló el ritmo de su respiración y le embrujó… Entonces, cuando Xiao Li se movió sintió el aire un poco más frío.
Qi Xiu Yuan parecía que le habían dado un susto de muerte cuando se levantó de repente. Tiró rápidamente de la manta y tapó a Xiao Li. Entonces, en pánico, apagó la luz, cerró la puerta y escapó.
Corrió al baño y cerró la puerta.
Presionó la cabeza contra la puerta, sacó aquello que llevaba un rato rebosando vitalidad, pensó sobre el seductor cuerpo de Xiao Li y se masturbó. Después de correrse volvió a ponerse duro. Sin ninguna alternativa mejor, encendió el agua fría y se metió debajo. Se quedó ahí hasta que el calor abrasador de su cuerpo emanaba aire frío. Sólo entonces se sintió aliviado.
Entonces, miró su propio reflejó en el espejo, suspiró y maldijo:
–¡Bruto!

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