Capítulo 19

julio 08, 2017

–Xiao Li, rápido, ven a Jin Gu Yuan. – desde al otro lado de la línea sonó la voz de Feng Qiang. – Un tío con el apellido “Sun” te llama. Dice que quiere conocerte mejor, así que Qing Ye me ha dicho que te llamase.
Xiao Li alzó las cejas y frunció el ceño mientras empujaba a la mujer que yacía sobre su cuerpo y se sentaba.
–¿Para qué quiere conocerme?
–Los cinco líderes de los distritos de la ciudad están aquí. Ese tal Sun está algo disgustado porque faltas tú. – Feng Qiang bajó la voz. – Ven rápido y sé hábil con lo que dices. Por lo que veo ese tal Sun no respeta demasiado a Qing Ye.
Xiao Li se levantó y fue hasta el baño.
–¿Qué significa eso?
–Estoy bastante segundo que todo lo que dice va con segundas. Parece que no le gusta que seamos el grupo que manda aquí. Se cree que no pasa nada porque Luo Dong esté aquí y hasta sospecha de que le daremos problemas. Por lo que veo, Luo Dong ha encontrado a un pez gordo que le guarda las espaldas, así que este puto bastardo no tiene huevos para asegurar que nos ayudará, sino no estaría diciendo todas estas gilipolleces.
–¿Y por qué seguimos hablando de gilipolleces con él?
–Esto es lo que supongo, todavía no hemos determinado la situación. Así que todavía podríamos atraparle. Además, Qing Ye tiene una transacción enorme a la que se aferra, aunque no pueda ayudarnos todavía podría acabar teniendo algo contra nosotros.
–Llegaré pronto.
Xiao Li se dio una ducha rápida y condujo el coche hasta la parte sureña de la ciudad. Feng Qiang le llamó justo cuando estaba a punto de entrar en Jin Gu Yuan.
–¿Dónde estás?
–Abajo.
–Tengo algo que decirte. – le dijo Feng Qiang a prisa. – Hace un momento, Liu Zi Cheng ha hablado en tu lugar y ha dicho que no puedes beber porque estás herido y ha usado té en vez de alcohol para pedirle a Sun que no le eche las culpas a nadie. Pero Sun se ha limitado a mirar a Qing Ye y a reír. Entonces, va y dice: “¿cómo puede ser que tu subordinado sea más importante que tu reputación?”.
–¿Y qué ha dicho Qing Ye…?
–No ha dicho nada, pero su complexión es horrible.
Xiao Li guardó silencio.
–Xiao Li, ¿ahora mismo puedes beber o no?
–Voy a subirme al ascensor, voy a colgar. Tú adelántate.
Xiao Li cerró el móvil y entró en el ascensor. En cuanto llegó a la decimoquinta planta anduvo directamente hacia la habitación privada más lujosa de Jin Gu Yuan.  Cogió aire, empujó la puerta y entró.
–Primer ministro Sun, Qing Ye. Siento llegar tan tarde. Permítanme beber tres copas como castigo.
Había otro asunto que atender cuando acabaron de comer. El dueño del burdel Jin Gu Yuan era una mujer conocida como Mali Lian. Su forma de hacer las cosas era totalmente distinta a la de Han Jia. Cuando sonreía transmitía un sentimiento respetable y honesto, y cuando guardaba silencio su presencia rebosaba encanto.
Con elegancia dirigió a todos los presentes a los baños que eran una mansión magnífica y espléndida. En medio de los baños termales había una fuente en forma de mujer desnuda. También había hombres y mujeres con el cuerpo parcialmente descubierto ofreciendo masajes. Efectivamente era el mejor ejemplo de la palabra: libertinaje.
En aquellos momentos, a parte de Wu Qing Hua que todavía estaba felizmente sumergido en el agua caliente, todos los demás se habían aprovechado de los masajes y, poco después, se habían ido en busca de alguna mujer.
Xiao Li rechinó los dientes y salió. Mali Lian se acercó para saludarle pero cuando vio su expresión, el miedo se apodero de ella obligándola a retroceder un paso.
Xiao Li sentía un dolor agudísimo en el estómago y, antes de sentir como las substancias de sus entrañas se arremolinaban, se tambaleó hasta el baño, se arrodilló ante la taza del váter y vomitó. No sintió el más mínimo alivio ni siquiera cuando ya no le quedaba nada más que echar. En lugar de eso, un dolor afilado penetraba en sus carnes.
Tosió secamente; sentía un dolor insufrible por todo su cuerpo. De repente, notó una mano masajeándole la espalda de arriba abajo.
–Ha sido duro. – Una voz cariñosa llegó a sus oídos.
Xiao Li sacudió la cabeza. Quería agradecerle a Qing Ye su preocupación y decirle que estaba bien, pero antes de que pudiese pronunciar palabra alguna, hubo un espasmo en su estómago; se volvió a inclinar para adelante y vomitó.
Li Shi Qing suspiró y se marchó, entonces, volvió con un vaso de agua y se lo pasó a Xiao Li.
–Lo has hecho muy bien, ni siquiera Sun Ze Yu ha conseguido encontrar algo con lo que atacarnos. – dijo suavemente mientras Xiao Li se secaba la boca.
Xiao Li dio lo mejor de sí por sonreír. No tenía más espasmo pero el dolor azotaba su cabeza. Unos segundos más tarde escuchó un pitido. Incapaz de soportarlo, se agarró la cabeza y se sentó en el suelo. Entonces, escuchó que Li Shi Qing decía:
–Ves a mi casa y descansa allí. Llamaré al doctor de mi familia.
Xiao Li bajó los brazos, abrió los ojos y le miró. Li Shi Qing llevaba una bata con la parte frontal abierta. Era obvio que antes de llegar había estado con una mujer.
Xiao Li cerró los ojos y sacudió la cabeza.
–Todavía me espera una persona.
Se refería a la mujer con la que había estado en la cama antes.
–No importa. – Li Shi Qing se inclinó y le susurró al oído. – ¿A quién quieres? Haré que te la lleven.
Xiao Li frunció el ceño y empujó a Li Shi Qing antes de volver a inclinarse y vomitar.
Las náuseas se detuvieron con gran dificultad. Se balanceó mientras se levantaba, anduvo hasta el tocador y se lavó la cara.
Li Shi Qing le ayudó a secarse la cara que ya había cogido. Xiao Li permaneció callado, sin decir nada a espera de que acabase de ayudarle antes de hacer una reverencia.
–Qing Ye, me voy.
Sin esperar la respuesta, Xiao Li se dio la vuelta y anduvo hacia la puerta. El pequeño trecho hasta la puerta ya agotó todas sus fuerzas, pero no podía parar.
Se tambaleó en dirección al ascensor. El camarero que estaba cerca, al verle en semejante estado, se asustó. Aunque nunca había visto a ese hombre tan malicioso y callado, sabía que era alguien de otro distrito. El camarero dio un paso para adelante y le ofreció un brazo para que se apoyase.
–Señor, ¿se encuentra mal? ¿Está enfermo? ¿Quiere una habitación para descansar?
Xiao Li se limitó a caminar hasta él y pulsar el botón de bajada.
–Señor, ¿quiere ir al ascensor? ¿A qué planta le gustaría ir? Espere un momento por favor, el ascensor debería-…
–¡Cállate!  – Exclamó Xiao Li en voz baja.
El camarero se asustó tanto que cerró la boca de inmediato y simplemente estiró un brazo para que se apoyara. Entonces, esperó en el ascensor en silencio.
El ascensor llegó unos segundos después y el camarero le ayudo a subir con mucha amabilidad.
Xiao Li se apoyó contra la pared del ascensor y echó un vistazo al pasillo. Li Shi Qing había estado en el pasillo observándole todo el rato.
En cuanto el ascensor llegó a la primera planta, el camarero le ayudó. Todo en lo que podía pensar era que la persona que se apoyaba en él cada vez era más pesado y su complexión empeoraba por momentos.
–Señor, señor, ¿está bien?
Xiao Li le ignoró. Exhausto, sacó el móvil y marcó un número.
–Qi Xiu Yuan… Ven a recogerme… Estoy en…

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