Capítulo 27

julio 10, 2017


– A mi madre le gustaba abrazarme así.
Xiao Li habló después de un buen rato. Esta vez la calidez había dominado su tono de voz. La oscuridad que les rodeaba parecía haberle suavizado y evaporado todo su recelo.
–Me tuvo a los dieciséis años. En aquel entonces no sabía nada y su temperamento no le ayudó. Se convirtió en prostituta para mantenernos. A veces, cuando volvía, me abrazaba de esta manera durante un rato. – Hizo una pausa como si estuviese ordenando sus pensamientos antes de continuar con lentitud. – Después apareció el líder de un grupo con la intención de protegerla bajo su sombra así que se quedó con él durante muchos años. Por aquel tiempo ya estaba loca. Cuando dejó de poder prostituirse se volvió su proxeneta. ¿Quién sabe en qué estaría pensando? Hasta me llevó donde vivía y me decía: “Xiao Li, mira lo impresionante que es mamá…”. Era una tonta. ¿Quién presumiría de un sitio así a su hijo…?
Qi Xiu Yuan sintió unas cuántas gotas de lágrimas calientes sobre su hombro. Había una brisa fría. Extendió las manos y acarició la espalda de Xiao Li a modo de consuelo.
Xiao Li, de repente, se puso rígido como si resintiera el abrazo de Qi Xiu Yuan, o como si estuviese recordando todas las cosas malas de su pasado. Finalmente, bajó el tono todavía más.
–Cuando tenía quince años, el líder de la mafia para el que ella trabajaba me vio. Habló con ella y le dijo que quería que le acompañara. Ella no lo aceptó e incluso dijo palabras que no debía hasta enfadar al líder de esa mafia. Al final, se peleó con uno de los subordinados y la empujaron por las escaleras. Murió esa noche.
Qi Xiu Yuan era incapaz de describir su emoción actual ni la sorpresa que habitaba en su interior. Un incontable número de escalofríos le recorrieron el cuerpo y jamás había sentido su corazón más acongojado. Al sentir los temblores que consumían a la persona entre sus brazos, fortaleció su agarre; era como si aquella fuera la única forma de transmitir consuelo.
Xiao Li se mantuvo callado durante un rato. Hasta que Qi Xiu Yuan no sintió la humedad de su hombro no volvió a hablar.
–Después de eso, el líder de la mafia esa me trajo al subordinado que la había empujado a las escaleras de mi casa e hizo que se apuñalase tres veces delante de la lápida de mi madre. Xiao Yang estaba tan asustado al ver la sangre por el suelo que fue la vez que más lloró… Nos pagó con la muerte de su lacayo y nos dio dinero. Venía a vernos cada día y hasta ayudó a Xiao Yang a entrar a una buena escuela. Yo sabía el significado detrás de sus acciones, tenía miedo, tarde o temprano no podría escapar y sin nada mejor que hacer: fui a buscarle. Le dije que estaba dispuesto a convertirme en su subordinado para devolverle su amabilidad, pero que no podía hacer nada más. Él… Él… Yo saqué un cuchillo y me lo pasé por la cara. Al principio quise cortarme hasta la mitad de mi cara, pero de repente me paró y el cuchillo se deslizó y  la herida se hizo como está ahora. Cuando vio la situación sólo pudo aceptar lo que le había dicho. – Xiao Li suspiró largamente. – Pero Xiao Yang empezó a odiarme. A lo mejor empezó a odiarme por ser miembro de una banda que le daba miedo; o a lo mejor el odio que sentía por mí empezó a crecer cuando nuestra madre murió… Justo antes de morir, mi madre me hizo prometer que cuidaría a Xiao Yang y que no le dejaría entrar en la mafia. En realidad, si no fuera por tener que cuidar de él, yo ya habría… Si Xiao Yang estuviera muerto, ¿qué razón me quedaría para seguir viviendo…?
Qi Xiu Yuan no sabía mucho de los asuntos de Xiao Yang, lo único que pudo decir para consolar a Xiao Li fue:
–Sólo se va a ir a trabajar a otra provincia. Mientras todo el mundo siga vivo, ¿qué problema hay? ¿Eh?
Xiao Li empezó a temblar al escuchar esas palabras; de repente se apartó de Qi Xiu Yuan y se giró para caminar hasta la orilla del río.
Qi Xiu Yuan le persiguió pensando que era raro.
–Xiao Li, ¿ha pasado algo? ¡Estás muy raro!
Xiao Li le dio una patada a las botellas vacías.
–No hay más cerveza, ves a comprar más.
–Oh. – Qi Xiu Yuan posó la mirada sobre Xiao Li antes de afirmar. – No me he traído dinero.
Una sonrisa apareció en la cara de Xiao Li, divertida. Sacó su propia cartera y se la lanzó.
–¿Qué quieres beber? Espera, no. No puedes beber alcohol. Iré a comprar zumo de fruta, ¡espérame!
Qi Xiu Yuan parecía tan animado por su sonrisa que él mismo también sonrió.
Xiao Li le vio irse. Le vio saltar por encima de la valla, le vio correr hacia la distancia hasta que su silueta desapareció. Entonces, se dio la vuelta, se subió al coche y condujo de vuelta a la ciudad. Por el camino recibió una llamada.
–Me han dicho que has llamado a mi casa preguntando por mí.
–Zi Cheng, si no recuerdo mal, ¿me apuñalaron por ti?
–No seas así, Xiao Li… No te diré nada sobre los contactos de Luo Dong o Lu Wu. Tampoco preguntes a Fan Peng. Qing Ye ya nos ha dado órdenes de no hacerlo.
–No os implicaré.
–Xiao Li, despierta. Si Luo Dong se contentase con matarte a ti, ¿por qué no se ha puesto en contacto contigo? Piensa, ¿por qué iba a tirar esa mano en casa de Qing Ye?
–Quiere ponérmelo difícil.
–Quiere algo para usar en su contra. Si Qing Ye no actúa seguirá pasivo. Aunque… Aunque mate al rehén no conseguirá nada. Pero si Qing Ye se mueve, los pasivos seremos nosotros. Xiao Li, Luo Dong ha estado luchando contra nosotros durante mucho tiempo, ¿qué no va a saber? Está jugando. Ha apostado que aunque tengas que morir, ayudarás a tu hermano; y apuesta que aunque Qing Ye tuviera que perder dinero, seguiría ayudándote. –Liu Zi Cheng suspiró. –A Qing Ye no le ha sido fácil llegar hasta aquí, no se rendirá como si nada. Aunque mueras será en vano. Bebe algo de alcohol y vete a la cama. Olvida a tu hermano, es lo mejor para todos. – Dicho esto, colgó.
Xiao Li detuvo el coche, miró el estuche del pasajero, entonces, marcó otro número.
–Qing Ye, soy yo. – dijo. – Quiero preguntarte una cosa.

*        *        *        *

Qi Xiu Yuan estaba en el supermercado comprando bebidas y yogures. Cogió uno de cada porque no sabía cuáles le gustaban a Xiao Li.
No es mi dinero y si le parece que ha perdido dinero, ya le invitaré yo a la próxima.
Con esos pensamientos en la cabeza se acercó al mostrador bien contento. Era muy tarde por lo que al cajero no le quedaba cambio y tuvo que rebuscar en el monedero. De repente, pasó el dedo por lo que parecía un doble fondo.
–¿Qué es esto? – murmuró para sí.
Curioso, sacó una tarjeta. Parecía la captura de un radar de tráfico. Estaba borrosa pero sin lugar a duda era una imagen de Qi Xiu Yuan en ropa interior cargando a Xiao Li en su espalda. Estaba en medio de la carretera parando un taxi. Con una mano sujetaba a Xiao Li con firmeza y con la otra hacía señas para parar algún coche. Era una postura extremadamente divertida.
Todo el cuerpo de Qi Xiu Yuan entró en un estado de sorpresa y se quedó paralizado en el sitio. En su estómago había cierto burbujeo.
Todavía queda esperanza. ¡Tampoco es que pida tanto!
Una expresión algo avergonzada pero feliz iluminó su rostro a pesar que estaba dándolo todo para reprimir la sonrisa que amenazaba con dibujarse en su cara, pero cuando llegó a la orilla, su expresión desapareció. Xiao Li no estaba.
Sorprendido sacó el móvil a prisa y le llamó. La primera vez comunicaba, al rato seguía comunicando y no fue hasta la tercera vez que sonó.
–Perdona, ha surgido algo importante con el grupo. – La voz de Xiao Li sonaba agotada y tensa. – Por eso no he podido decírtelo. Bébete el zumo tú.
Qi Xiu Yuan al escucharle hablar como si quisiera colgarle se apresuró a decir:
–Tengo tu cartera.
–Por ahora guárdamela.
–Xiao Li… – Qi Xiu Yuan titubeó.
–¿Qué pasa?
–La foto de tu cartera…
–¿Qué foto? – La duda de Xiao Li era muy obvia.
–La foto donde salgo llevándote y parando un taxi-…
–Oh, esa. – Su voz se relajó un poco. – Es una prueba policial. Te lo había dicho, ¿no te acuerdas?
–Ya me acuerdo. – En la voz de Qi Xiu Yuan había una pizca de lamento.
–Me la quedé porque me pareció interesante. Si te gusta puedes quedártela. – La voz de Xiao Li volvió a endurecerse. – Todavía tengo asuntos que tratar, hasta luego.
En cuanto Qi Xiu Yuan escuchó como colgaba, bajó la vista a la bolsa llena de zumos y yogures que tenía en la mano. Después de eso, decidió llevárselo todo a casa y dárselo a Susu.

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