Capítulo 28

julio 10, 2017


–Levántate y habla. –Li Shi Qing suspiró.
Xiao Li continuó arrodillado en el suelo con la cabeza gacha sin ceder. Li Shi Qing suavizó su tono de voz al verle.
–Pues quédate ahí y hablemos, pero tienes que decir algo.
Xiao Li bajó la voz.
–Qing Ye, me es imposible no preocuparme por mi hermano y no puedo implicar a Han Jia. Lo único que puedo hacer es venir a pedirte ayuda.
–¿Por qué? – preguntó Li Shi Qing.
–Luo Dong no ha venido a por mí directamente, sino que a por ti. Debes tener algo que quiere.
Li Shi Qing se quedó patidifuso un buen rato antes de sentarse bien derecho en su sillón.
–Xiao Li, ¿sabes lo que me estás pidiendo?
–Qing Ye, te lo ruego, ayuda a mi hermano. – Pidió Xiao Li con inquietud.
–No. – Li Shi Qing alzó la voz con severidad. – ¡Me estás pidiendo que deje volver a Luo Dong! – Se levantó con las manos en la espalda y procedió a acercarse a la ventana. – Lu Wu y Luo Dong os quieren a Han Jia y a ti. Simplemente, se apoyan en sus conexiones y en su poder para coaccionarme. Si no os entrego, entonces, tengo que dar todo mi territorio. No puedo daros a ninguno, eso es lo que te había dicho y darles mi territorio todavía menos. Si cae en las garras de Luo Dong su poder aumentará por aquí. Si no os doy ni a vosotros ni el territorio, matará al rehén. Pero si no hacemos ningún movimiento, no podrá hacer nada. Xiao Li, justo cuando te convertiste en el líder del territorio, Ma Zi Que había capturado a la hija de Luo Dong. Le cortaba un dedo cada día, exigiéndole que acabase con su poder e influencia de las ciudades del norte. ¿Recuerdas lo que hizo Luo Dong entonces?
Xiao Li se quedó callado, bajó la cabeza y contestó.
–No hizo nada.
–Eso es. – Suspiró Li Shi Qing. – Para evitar caer en las amenazas de Ma Que Zi. Al final, todo esto hizo que la unión del grupo se rompiese. Dime, ¿cómo vamos a comportarnos, como Luo Dong o como Ma Que Zi? ¿Eh?
Xiao Li no contestó; se limitó a tener la vista fija en el suelo y presionar la frente contra el suelo, haciendo una reverencia con todas sus fuerzas.
–Qing Ye, te lo ruego, salva a mi hermano.
Li Shi Qing frunció el ceño al escuchar como la frente del joven chocaba contra el suelo. Anduvo hasta el centro de la habitación y se detuvo ante él. Cogió el cuello de la camisa de Xiao Li para evitar que volviese a golpearse la frente contra el suelo. No obstante, Xiao Li dijo:
–Qing Ye, por favor, salva a mi hermano.
Li Shi Qing se agachó. Tendió una mano para acariciarle la frente inflamada y roja. De repente, alzó una ceja sorprendido.
–¿Has llorado?
Xiao Li también se sorprendió por esas palabras tan repentinas. Entonces, por un instante, recordó el dolor que había compartido con Qi Xiu Yuan. Las emociones que había estado conteniendo durante tanto tiempo se hicieron difícil de aguantar y, para su propia sorpresa, lloró.
Todavía no había respondido a Li Shi Qing que estaba agazapado delante de él y le sostenía la barbilla con una mano.
–Sé que tu hermano te da pena, pero no puedo ceder. Me costó cinco años echarle. Si permito que vuelva, tendré que luchar con él otros cinco años.
Xiao Li cerró los ojos y le cogió la mano.
–Te ayudaré.
A Li Shi Qing le embargó la sorpresa; todo lo que vio fue la voz temblorosa de Xiao Li.
–Qing Ye, da igual los años que tardemos, me quedaré a tu lado y te ayudaré a luchar contra él. Qing Ye, por favor, salva a mi hermano, te lo ruego.
Li Shi Qing le soltó la mano como si de repente le hubieran quemado. Se levantó y se paseó un par de veces. Finalmente, dejó de andar y señaló a Xiao Li.
–¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? – Entonces, pateó un taburete que había cerca y repitió. – ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?
Xiao Li volvió a tocar el suelo con la cabeza, repitiendo sin cesar las mismas palabras.
–Qing Ye, salva a mi hermano.
–¡Cállate! – saltó Li Shi Qing enfadado.
Xiao Li se calló.
Li Shi Qing era un experto en esconder las emociones. Siempre sonreía y nunca expresaba mucho con la cara ni estando enfadado. Era casi imposible verle así.
Li Shi Qing volvió a la normalidad, a ese tono amable y firme después de tranquilizarse.
–¿Has dicho que te quedarás conmigo sin importar los años que sean necesarios?
–Sí. – Respondió Xiao Li.
–¿Cómo vas a quedarte conmigo?
Xiao Li se quedó de piedra.
Una mano se abalanzó sobre él y le cogió por la chaqueta. Siguiendo la prenda, se tuvo que levantar por la mano que tiraba. La misma mano le acarició la cicatriz de la mejilla.
Li Shi Qing le miró con los mismos ojos insinuantes de años atrás; era una apariencia lujuriosa e insaciable.
–¿Cómo pretendes quedarte conmigo? – Li Shi Qing se inclinó sobre él. – Si respondes correctamente, ayudaré a tu hermano de inmediato.
Los ojos de Xiao Li cayeron al suelo mientras empezaba a desvestirse. Cuando terminó de desabrocharse la camisa, la tiró a un lado. La mano de Li Shi Qing ya había empezado a tocarle el costado de la cintura. Entonces, se aflojó el cinturón y dejó que los pantalones le cayeran al suelo.
En ese momento, Xiao Li quería saber lo que había sentido Qi Xiu Yuan cuando se había desvestido delante de él.
Xiao Li se puso las manos en los bordes de su ropa interior pero Li Shi Qing le paró.
–Déjalo. – la respiración de Li Shi Qing se tornó pesada. – Te lo quitaré yo.
Metió la mano y le cogió el miembro a Xiao Li. Xiao Li cogió aire y cerró los ojos. Un pitido estremecedor resonó pero Li Shi Qing pretendió no oírlo. Su otra mano ya había empezado a acariciarle allí abajo y amasaba y pellizcaba el trasero de Xiao Li sin parar.
El móvil dejó de sonar un momento, pero entonces, volvió a sonar otra vez. Li Shi Qing chasqueó la lengua enfadado y siguió manoseando el culo de Xiao Li un rato más antes de contestar el teléfono de mala gana.
–¿Qué pasa? ¿Qué has dicho…?
Xiao Li abrió los ojos y observó como la expresión de Li Shi Qing cambiaba. Bajó el móvil, le echó un vistazo rápido a Xiao Li y dijo:
–Ponte la ropa y ven conmigo.
Xiao Li recogió sus pantalones.
–Qing Ye, mi hermano…
–Es por el bastardo que tienes por hermano. – Suspiró Li Shi Qing. – Tu hermano ha llamado a Han Jia y ha desaparecido.
El asombró apareció en los ojos de Xiao Li de inmediato.
Li Shi Qing se acercó, recogió su camisa del suelo y se la pasó por los hombros.
–Hay otra cosa que ha desaparecido. Primero iremos a echar un vistazo a Jin Ting.
Hasta que no llegaron a Jin Ting no se dieron cuenta que las cosas eran peores de lo que se habían imaginado.

*        *        *        *

Han Jia había empezado a organizar cosas muy temprano. Era más o menos la misma hora a la que la mano de Xiao Yang había llegado a la puerta de Li Shi Qing. Discutió varios asuntos, la mayoría sobre distribución de trabajo y poder de transferencia, con unos cuantos lacayos.
Alrededor de las nueve de la noche le llamaron.
“¿Xiao Yang? No te preocupes”, le escuchó decir el portero pero en cuanto salió por la puerta no volvió ni pasada la media noche, y lo peor era que nadie conseguía ponerse en contacto con él.
Uno de sus asistentes encontró unos cuantos documentos en la mesa de su despacho personal bien guardados, todos relacionados con las escrituras de la propiedad, sin embargo, todos los papeles sobre los asuntos financieros de Jin Tin habían desaparecido.
Todo el mundo entró en pánico y llamó a Li Shi Qing.

*        *        *        *

–¿Quién más ha podido ver esos documentos? – Li Shi Qing frunció el ceño.
–Qing, Qing Ye… – Contestó el asistente temblando de miedo. – En cuanto lo vi, cerré la puerta. No, no ha subido nadie…
Li Shi Qing, aliviado por sus palabras, giró la cabeza y atrapó a Xiao Li observando los documentos de la mesa en silencio.
–Llama a Zi Cheng. Tenemos que ir a hablar con Lu Wu.
Xiao Li miró al asistente y salió de la habitación para hacer la llamada. En comparación con los líderes de los otros grupos mafiosos, Liu Zi Cheng era más abierto de mente, alegre y cargado de sabiduría. Sólo era malvado y mezquino cuando era necesario. Todo el mundo sabía que Li Shi Qing confiaba mucho en él.
Tal y como cabía esperar, Liu Zi Cheng salió corriendo para Jin Ting. No colgó en todo el camino.
–¡Luo Dong, ese maldito hijo de puta! Tendría que morirse en la basura. Tendríamos que habérnoslo cargado desde un principio. Joder, fuimos demasiado negligentes. Si ha retado a Qing Ye directamente significa que tampoco ha llamado a Han Jia – Hizo una pausa antes de continuar. – Ese jodido pervertido… Como haya tenido algún accidente… Ese hijo de puta, tiene las santas pelotas de meterse con Han Jia. ¿Se cree que estamos muertos?
Xiao Li se matuvo en silencio y pensó en lo que habían estado hablando últimamente Han Jia y él. Las últimas palabras que le había dicho Han Jia habían sonado como una despedida. Colgó y volvió al despacho personal de Han Jia. En ese momento, Li Shi Qing le pasaba algo al asistente. El asistente parecía estar conteniendo su nerviosismo y se aferró a los documentos pero incluso entonces, tenía una adulación abrumadora dibujada por toda la cara.
–No se preocupe, Qing Ye. Me encargaré bien de ello.
La expresión del asistente por sustituir a Han Jia por el momento disgustó a Xiao Li. Sus ojos le repasaron antes de volverse hacia Li Shi Qing.
–Zi Cheng está de camino.
Li Shi Qing permitió a uno de sus subordinados examinar el documento con el asistente de Han Jia y ordenó a Xiao Li y al resto que salieran de la habitación.
–Zi Cheng y yo buscaremos refuerzos e iremos a por Lu Wu. Tú quédate aquí y vigila. Encuentra a gente para preguntar el paradero de Han Jia. Sigue en contacto en todo momento.
–Qing Ye. – dijo Xiao Li. – Yo también voy.
–Escúchame. – La voz de Li Shi Qing se suavizó. – Tal y como están las cosas, en tu posición, no serás capaz de volver. Si Lu Wu quiere retenerte por la fuerza, no podré protegerte.
Xiao Li titubeó antes de aceptar de mala gana. Llamó a Fan Peng y a Feng Qiang. Luo Dong había estado en la ciudad saqueando y tomando el control por la fuerza. Era posible que siguiera por la ciudad.
Liu Zi Cheng tardó veinte minutos en llegar; era obvio la cantidad de semáforos rojos se había tenido que saltar. Con él venían dos lacayos, el resto eran todos subordinados de Xiao Li.
Xiao Li esperó hasta que desaparecieron todos los coches antes de volver a su sala y cambiarse de ropa. Cogió su pistola, llamó a Lin Zi y le aclaró algo:
–Ten el móvil encendido. Si descubrís algo, llamad a Qi Ye o Cheng ge.
–Li ge, vas-…
–Ahora mismo no estoy contento. Quiero salir a conducir y a por un poco de aire fresco.
Lin Zi le miró.
–Yo también voy.
Xiao Li abrió los ojos y le miró furtivamente.
–Shou Zi y los demás se han ido con Qing Ye, si tú también te vas, ¿quién va a mantener la guardia aquí?
Lin Zi quería contestarle pero, al final, se quedó callado y siguió a Xiao Li. Hasta que no salió para subirse a su coche, no le detuvo.
–Li ge, ten cuidado.
Xiao Li sonrió y soltó una risita.
–¿Cuidado de qué? Sólo voy a conducir.
Se subió al coche y calculó todos los lugares a los que sabía que Luo Dong solía ir. En el pasado había tenido que destruirlos todos y ahora tendría que ir a investigarlos.
Ese camino era así, envuelto en una oscuridad perpetua rebosante de sangre y muerte. La gente peleaba constantemente y abría los brazos al dinero ilegal, un sacrificio constante para conseguir algo de riqueza. Era horrible, increíble, pero nadie se apartaba ni era capaz de escapar.
El coche de Xiao Li pasó por la orilla del río. No hacía mucho que había derramado lágrimas allí pero ahora, su expresión se había endurecido como el hielo. Tenía los ojos fijos en la oscuridad que tenía delante y no le dedicó ni una triste mirada a aquel lugar.

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images