Capítulo 7:

septiembre 13, 2017

Para cuando mi ex se marcha, yo ya estoy exhausto. Pienso en mi vida y me doy cuenta de lo miserable que es.
Desde que me adoptaron en el orfanato, me adopto mi madre a los diez años, y mi padrastro me volvió a abandonar, he albergado dolor y soledad. Siempre he pensado que toda mi vida sería así, pero parece que los cielos me han dado esperanza, porque cuando mi padrastro me abandonó aquel verano, conseguí una novia que me quería y amaba. Me dijo que le daba igual mi pasado y que estaríamos juntos para siempre. Pensaba que había encontrado a alguien a quién proteger el resto de mi vida, pero cuando el coche de lujo de esa persona me dio: todo cambió.
Caí al suelo, me dolían las rodillas. El conductor salió del coche y anduvo hacia mí lentamente. Cuando alcé la vista para mirarle, me asustaron sus ojos. El entusiasmo de su mirada, el poder abrumador que emitía como si todo estuviese bajo control, casi no podía respirar. El hombre tapaba el sol con la espalda, proyectando una sombre sobre mi cuerpo. Tenía una leve sonrisa, fría y poderosa, un rostro atractivo y unas cejas subidas.
–Te llevaré al hospital.
En realidad, el golpe no fue tan severo, en mi opinión no era necesario ir al hospital. He odiado los hospitales desde que nací, el aroma y los colores me incomodan. De todos modos, sólo eran unos arañazos. Le dije que no hacía falta pero se detuvo, me miró directamente y afirmó:
–He dicho que vamos al hospital.
Sólo era un hombre poderoso y egocéntrico. Dos días antes de llevarse a la incompetente de mi madre a Hong Kong, me violó y destruyó mi vida… Me abandonó sin nada, me dio una casa vacía por caridad, una tarjeta de crédito que sólo podía usarse en la ciudad Liu y un trabajucho. En definitiva, me encarceló en esta ciudad de desesperación, no podía ir a ningún sitio.
Todavía recuerdo lo que me dijo cuando me empujó a la cama y entró en mí: “No puedes escapar”.
¿Cuándo le había provocado o pensado en escapar?
Mientras estoy perdido en mi propio pasado tumbado en la cama, cubriéndome los ojos y riendo en silencio con amargura, ignoro el hecho de que Ye CanSheng se apoya contra el marco de la puerta y me contempla. Tampoco sé que un solo mensaje que ha enviado acabará con la novia de mi exnovia, Xiao Li.
–YunSheng, ¿esa chica te gusta?
Me doy la vuelta para encontrarme a Ye CanSheng acercándose con una expresión mórbida que no había visto nunca. Está en un estado brutal y tiránico, sin embargo, cuando él es quien se inventa las historietas parece inocente e inofensivo.
–Ya es cosa del pasado.
Suspiro y, justo cuando hago ademán de levantarme de la cama, Ye ChanSheng salta sobre la cama a tanta velocidad que no consigo ver sus movimientos con claridad, y entonces, me coge del cuello y me vuelve a tumbar.
–¡La has amado!
Mi enfado no se ha disipado, por lo que le contesto enfadado y a gritos:
–¡Ye CanSheng! ¡¿Estás loco?!
Mi corazón late frenéticamente, la inquietud de mis instintos me obliga a apartar a Ye CanSheng de una vez, y me levanto para irme. La expresión de Ye CanSheng es demasiado terrorífica. Ese par de ojos negros cargan un enfado despiadado, aprieta los labios y cierra las manos en puños mostrando las venas cian de su brazo. Este ya no es el Ye CanSheng que suele montar pataletas.
En cuanto mis pies tocan el suelo, Ye CanSheng me agarra y me tira a la cama. Mi cabeza aterriza sobre el colchón violentamente y, en un instante, mi cerebro entra en un estado de inconsciencia. Lo único que veo y oigo son sus rugidos al lado de mi oído.
–¡Me has apartado! ¡¿Te atreves a apartarme?!
–¡Piérdete! ¡Esto es una atrocidad! ¡Quien me haya gustado o deje de gustar no es asunto tuyo!
–¡Tú eres el que dijo que se quedaría conmigo! ¡Dijiste que podía depender de ti!
Aparto su cuerpo que está montado a horcajadas sobre mí y grito:
–¡Retiro esas putas palabras!
Mi corazón está hecho un lío, demasiado. Me asusta que alguien me trate bien, me asusta sea todo mentira, pero al mismo tiempo, deseo a alguien que me acompañe. Esta contradicción me enloquece, me hace querer huir. Pero nada va como uno quiere.
Mi cuerpo que ha conseguido escapar un poquito, vuelve a ser empujado por mi pelo demasiado largo, la persona detrás de mí alberga los mismos miedos y soledad que yo.
Es como yo, pero distinto. Al menos, yo soy mucho menos violento que él.
–Uh… ¡Ye CanSheng, suéltame!
Hasta que no tengo ambas manos presas por su agarre, no me percato de lo terrorífico que es este Ye CanSheng. Sus ojos inyectados en sangre me observan, tiene la boca entreabierta. Con la otra mano coge mi cinturón y, haciendo uso de un método muy tosco, me lo arranca de un tirón.
–¡¿Quieres retirar esas palabras?! ¡Atrévete!
Mi corazón se detiene en seco. Había olvidado que es un niño frágil que se puede molestar por apartarle, y, ¿qué he hecho? ¿apartarle de un empujón? ¿Decirle que retiraba mis palabras?
–CanSheng, CanSheng. No las retiro, no lo voy a hacer. ¡Para!
Pero el CanSheng de ahora ya no puede escuchar mis palabras. Usa el cinturón que acaba de quitarme para atar mis manos con fuerza extrema, puedo sentir mi piel uniéndose al cuero, no las puedo mover. Me pongo nervioso. Con las manos atadas intento resistirme al Ye CanSheng que está sentado sobre mi cuerpo.
–¡Para! ¡Tienes que parar!
Pero la persona sobre mí ríe tontamente, el contraste de sus dientes blancos con sus labios rojos es excepcional, pero cuando está así, se le eriza el pelo. Quiero escapar.
Extiende la mano, me coge del cuello y me levanta.
–No puedes amar a nadie que no sea yo. –Presiona los labios contra el lóbulo de mi oreja. Su aliento entra en mi oído mientras continua. – Fang YunSheng, eres mío…
Abro los ojos como platos. No puedo aceptar este tipo de palabras. Me aterrorizan demasiado, odio esto.
–No, no, no. CanSheng…
–¿Qué? – Su voz es grave y hechizante.
Me levanta unos cuántos centímetros más con la mano, y mis manos atadas tan sólo puedes aferrarse a sus fuertes muñecas, a su completa merced, me lleva y me posiciona delante de él.
Los botones de mi camisa no soportan la presión y saltan, uno a uno, antes de rodar por el suelo. Cada sonido ataca mi corazón, desesperándome.
–CanSheng, no hagas nada que me disguste…
Temblando me aferro a su mano y rezo por que su estado mórbido termine rápido. Quiero huir.
–¿Odiar? ¿Lo odias? – De repente, me abofetea sin aviso previo. Su golpe me aturde.
Ni siquiera sé que se me acaban de romper unos cuantos botones más, sólo sé que estoy tumbado en la cama. Su mano se cierra sobre mi garganta, mi ropa está totalmente desgarrada, mi piel siente el aire frío acariciándola. Mi cara arde, hasta mis dientes tienen ese sabor metálico dela sangre, mi mente está llena de un zumbido.
–¡Habla! ¡Di algo!
Mi cara cae a un lado, la escena da vueltas. ¿Cómo te respondo? ¿Cómo quieres que te responda? ¿Diciéndote que te amo, que te pertenezco? No soy un maldito objeto. Me han tirado por ahí desde niño, me han llevado de un lado al otro, ya estoy harto.
–¡No soy un maldito objeto!

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