Capítulo 25

octubre 08, 2017

Cuando sale de mi cuerpo pienso, erróneamente, que el sufrimiento va a terminar, pero subestimo completamente el despotismo de Ye CanSheng. Esto sólo es el principio de su tiranía.
Cuando le veo sacar un objeto pequeño de la mesilla de noche me doy cuenta que el dolor que se supongo que debo soportar sólo empieza.
Entre sus manos tiene un pequeño instrumento con la punta de metal en forma de las letras: Ye CanSheng.
–¡No…! ¡No!
Miro el objeto de su mano, mi corazón se hunde de inmediato. No puedo evitar pensar en el dolor extremo que el calor que emite la punta de acero ocasionaría en cualquier parte de mi piel.
Toda mi cabeza se me llena de las leyes criminales de Dalji, la mujer malvada. Casi puedo apreciar el siseo del quemado y el olor a carne quemada. Todo esto me da ganas de vomitar.
Continuo con las manos atadas en mi espalda, así que sólo puedo usar las piernas para arañar las sábanas y retroceder.
La expresión de Ye CanSheng es fría, me coge el tobillo y, de un simple tirón, elimina mis esfuerzos.
–¡Ye CanSheng, para! ¡¿Estás loco?!
–Aquí el desobediente eres tú.
–Me pegaron y me desmayé, por eso…
–¡¿No sabe que eres mío?!
–¡Cómo lo va a saber!
–Por eso… – Me aguanta con el peso de su cuerpo y acerca su rostro mientras dice. – Quiero grabar mi nombre en tu cuerpo.
En cuanto lo dice, presiona el acero a medio calentar en la parte interior de mi muslo izquierdo.
–Voy a grabar mi nombre aquí.
Casi chillo cuando el metal helado toca mi cálida piel sin aviso previo.
–No puedes hacer esto. No. Ye CanSheng, no. ¡No quiero!
Sé que si no le despierto en este preciso instante, lo encenderá y me estampará el metal en el muslo sin dudar un segundo.
–¿Qué no puedo? Eres mío, ¡claro que puedo!
–¡He dicho que no quiero!
Sus ojos relucen al mirarme, de repente, se mueve y me da un puñetazo en el abdomen con la misma fuerza que un torbellino.
En un momento, todos mis órganos se revuelven y se aprietan los unos con los otros. El ácido de mi estómago sube y no puedo evitar toser.  Su tono indiferente y solemne resuena.
–Estate más callado.
Carente de fuerzas, caigo sobre el lecho y le miro bajar de la cama, desnudo. Entonces, escucho como lo enchufa, es como si determinase mi ejecución.
Cuando Ye CanSheng vuelve a esgrimir el objeto en mi dirección, no puedo mover el cuerpo, sólo sacudir la cabeza.
A juzgar por su expresión, no parece ir en broma. Sus ojos están serios, la locura y la persistencia que albergan no están ahí para asustarme, además, él nunca hace tonterías sin motivos.
Después de que haya estado jugando conmigo casi medio día, el golpe que me ha dado me ha dejado sin energía. El entumecimiento de mi cuerpo muele mi frágil conocimiento. Quiero desmayarme, quiero perder el sentido, pero no lo hago, sigo plenamente consciente. Siento el prolongado dolor punzante de la fricción entre las heridas que me recorren el cuerpo y las sábanas de la cama, el entumecimiento de mi desgarrado cuerpo inferior y la sensación pegajosa de después de una sesión de amor.
Mi campo de visión se posa en el hierro que se está calentando, mis músculos se tensan sin parar conforme se acerca a mí. Exacto, estoy muy asustado, cualquiera se derrumbaría ante un peligro tan inminente.
Por fin comprendo porque hay tantos criminales que prefieren morir de una bala en la cabeza que esperar en la cárcel. La gente normal no podría comprender lo que es experimentar la vida cuando la muerte se acerca demasiado.
–Ye CanSheng, te lo ruego, no lo hagas… No, no lo…
Me decepciono al descubrir que Ye CanSheng sigue inmerso en su propio mundo, haciendo oídos sordos a mis palabras.
Me levanta la pierna, sus largos dedos delgados acarician la piel blanca y tierna de la parte interna de mi muslo. Entonces, alza la cabeza para mirarme, sonriendo ingenuamente con su cabellera negra cubriéndole más de la mitad de la cara. Los ojos ocultos bajo su pelo relucen tanto que cuesta mantenerles la mirada, sin embargo, su expresión me da ganas de llorar. Porque esa expresión significa que está extremadamente excitado, está haciendo algo que le hace feliz y que, a la vez, me hace daño.
–YunSheng, quiero grabar mi nombre aquí. Así, si alguien intenta violarte otra vez, ¡verá mi nombre y sabrá que eres mío!
Alza la cabeza y me coge de la barbilla.
–¿No?
Es imposible dejar de estremecerte cuando empiezas. Veo como el hierro se vuelve rojo, el aire a su alrededor se distorsiona bajo la influencia del calor extremo.
No puedo ni imaginarme eso contra mi piel. ¡No quiero! ¡Así es como se trata a un animal que tienes en una jaula! ¡Esto no es amor, no lo es!
–CanSheng, para. No saldré nunca más. Me quedaré contigo… ¡No! ¡No! ¡Piérdete!
A pesar de todo, él esgrime el instrumento y se acerca a mí.
–No tardaré mucho.
Maldigo histéricamente, hago uso de toda mi energía para intentar detener esta destrucción tan irracional. Me revuelvo hacia atrás sin parar, me aferro a cualquier cosa que tengo detrás como si mi vida dependiese de ello, en un intento de evitar esta tortura salvaje.
–¡Ye CanSheng, para! ¡No me hagas odiarte! ¡Esto no es amor!
–¡Eres mío!
–¡Ah…!
En cuanto el metal roza mi piel, puedo oír el sonido de mi carne quemándose y abrasándose acompañado de un humo grisáceo. Oh, y los llantos desgarradores de mi corazón.
En este momento, soy muy miserable. Siento los calambres de mi pierna, la vista en blanco, y puedo ver plumas blancas partiéndose[1]. Mis nervios están tensos y mi pecho se sube y baja violentamente.
Alzo la cabeza y no importa lo mucho que desgarro la sábana, no alivia mi sufrimiento. Deja mi pierna que no deja mientras repite mi nombre.
–Ye… Ye CanSheng… Tú…
Conforme mi conocimiento desaparece, pienso para mí qué debería llamarle. ¿Hijo de puta? ¿Bastardo? Da igual, no me queda energía.
Sus métodos son demasiado maliciosas. En un principio, había pensado que tal vez cambiaría por el cariño que me tiene, pero viendo la situación actual, mi existencia sólo está empeorando su tiranía.
No cambiará por mí y, en este instante, mi corazón se vuelve temerosos.
Este tipo de amor nos destruirá tarde o temprano.



[1] En este contexto, las plumas blancas simbolizan la libertad. 

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