Capítulo 24

octubre 08, 2017

Sé que está muy enfadado y con un alto nivel de daño mental. No está, sin lugar a dudas, en condiciones de superar este incidente y es imposible prevenir que quiera usar la violencia para demostrar sus sentimientos en cuanto abra la boca para intentar explicarme.
–CanSheng, – empiezo. – Escúchame, yo…
Antes de poder terminar de hablar, Ye CanSheng me coge la mno que tengo atada detrás, en la espalda, y me tira abajo, acompañando estos duros movimientos con una serie de rugidos interrogantes.
–¡Querías dejarme!
De repente, descubro que esto totalmente desnudo y que lo único que siento son las sábanas negras que tengo debajo y el cinturón negro que me ata las muñecas. Su voz me hace comprender que este incidente ha destrozado la poca confianza que Ye CanSheng tenía.
Aunque quiero saber cómo me ha rescatado de las garras de ShangFan, no puedo mencionar nada. Lo único que conseguiría mencionándolo sería enfadarle otra vez, así que no pregunto nada. Me limito a explicar, lo mejor que puedo, que no quería dejarle, que me obligaron.
Pero hasta la más minúscula de las esperanzas es difícil de conseguir cuando te enfrentas a la tiranía de Ye CanSheng.
–CanSheng, ah… ¡Para!
Estoy muy seguro de lo que pretende. Cada vez que se siente inquieto, cada vez que no me cree, siempre compensa la insuficiencia de su mente a través de la satisfacción de su cuerpo.
Esta vez, tampoco lo podré evitar.
En realidad, no le culpo por hacerme daño siempre. Sus experiencias han sido demasiado desesperantes y, por eso, ahora es difícil encontrar la seguridad de la que ha carecido durante veinte años. Por lo que, cuando me abre las piernas, no repito su nombre nervioso como siempre e intento despertar su tiranía, en cambio, me relajo sin oponer ninguna resistencia para que pueda entrar sin problemas.
Este proceso es muy lento cuando está acompañado de doloro.
Poco a poco, saboreo esa sensación malhumorada, noto que mi interior se sacude y cómo él lleva su carne hasta las profundidades de mi ser. Me duele tanto que quiero chillar.
–Ay… CanSheng, despacio…
Miro a Ye CanSheng con la cabeza de lado, pero me vuelve a poner en la posición en la que estaba con un solo movimiento. Me tira del pelo y entra en mí con todavía más suavidad.
–¡¿Te he dejado escapar?! ¡¿Te he dejado escapar?!
Oigo como rechina los dientes del enfado. Después de tragarme mis sollozos hasta el punto que hablar me es doloroso, intento volver a explicarme. No espero que pare con su violencia, sólo quiero que no me malentienda. ¿Cómo voy a querer dejarle?
–Yo… No quería escapar… ¡Ah! Quería… quedarme contigo…
Mi discurso es intermitente. Después de acabar la frase, la persona que está detrás de mí deja de moverse de inmediato, pero una vez más, vuelve a mover la cadera despiadadamente.
–¡Se ha atrevido a tocarte! ¡Has dejado que te tome!
Me penetra con gran fuerza y, entonces, me coge del pelo y me levanta. Antes de poder girar la cabeza, me muerde el cuello, desgarrándome la piel.
–Ay…
Noto su cálida respiración.
–¡¿Te ha tocado?!
–Ay…
Mi cuerpo está en una posición sumamente complicada. El trasero en pompa, las caderas rígidas y el cuello estirado además de los movimientos duros de Ye CanSheng. Por eso, no consigo responder, sólo jadear.
Me tira todavía más del pelo, jadeo y él me penetra todavía más hondo. Los caninos en mi cuello desgarran todavía más la frágil piel de la zona.
–¡No! ¡No me ha tocado…!
–Mentiroso.
–¡Es verdad! ¡Ah…! ¡Es verdad…!
Una de sus manos me sujeta el cuerpo, la otra me coge del pelo, manteniéndome en esta posición. Ye CanSheng no deja de penetrarte. No me quedan fuerzas, soy como un barco en un riachuelo, todo lo que puedo hacer es balancearme al ritmo de sus movimientos.
–¡Te fuiste arbitrariamente, te quedaste con otro y dejaste que te tomase! ¡Es tu padrastro, ¿no?! ¡Ya te había follado, ¿verdad?!
Al final, no siento nada más que dolor de pies a cabeza. Tengo las manos tan entumecidas que el resto de mi cuerpo está frío, no puedo ni cerrar las piernas, todo lo que siento es a Ye CanSheng moviéndose sin parar: dentro y fuera, dentro y fuera.
Se me acaba la paciencia poco a poco. Mi corazón se agota y disgusta cada vez más. Estoy harto.
–Ye CanSheng, para. Para ya… No quería… ¡No quería dejarte! Ay… Ya vale de hacer el tonto, para…
Cuando me despierto de mi segundo desmayo. Estoy harto. ¿Por qué no comprende mis palabras? Si no hubiese roto mi móvil…
Maldita sea, tanta imprudencia…
La noche es muy miserable. La noche más miserable hasta ahora, pero no es Ye CanSheng quien me hace miserable, sino el nombre: “Ye CanSheng”, que tengo grabado en la parte interior de mi muslo.

Esa misma noche es cuando se me graba su sello. 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images