Capítulo 26

octubre 10, 2017

Cuando me despierto al día siguiente ya es de noche. He dormido mucho tiempo. Ye CanSheng no está a mi lado. Al levantarme mi cuerpo sigue dolorido, no puedo ni moverme. Todo lo que puedo hacer es yacer en la cama. Sigue sin haber nada en mi cuerpo, ni ropa, ni sábanas.
Mis dos piernas están abiertas. No siento demasiada incomodidad del sello que tengo en la pierna. Supongo que, o bien el clímax del dolor ya ha pasado, o me ha puesto medicina.
Seguramente es lo segundo porque noto cierto aroma a menta. Debe habérmelo puesto al levantarse por la mañana. Levanto mi débil brazo y contemplo, impotente, las marcas de atadura moradas de mi muñeca.
Tengo demasiadas cicatrices en mi cuerpo. Soy demasiado perezoso como para levantar el torso y examinarme. Todo lo que hago es quedarme tumbado en la enorme cama y pensar en los posibles futuros de Ye CanSheng y yo. Sin embargo, no puedo pensar en ningún futuro entre nosotros. Después de esto, no me dejará volver a poner un pie fuera de casa. Así que, ¿en qué me he convertido?
¿Un juguete? Un puto juguete para satisfacer la lujuria de otro. ¿Qué sentimientos? ¡Soy su juguete favorito! ¡Maldita sea! ¿Cómo voy mirar nuestro futuro con buenos ojos con tu posesividad? ¡Me estás obligando a abandonarte!
Cierro los ojos y me quedo dormido. Para cuando me despierto, Ye CanSheng ya ha vuelto. Al ver que he abierto los ojos, su rostro muestra cierta expresión de nerviosismo y de querer hablar, pero entonces, titubea y sale de la habitación en silencio.
No digo nada e intento mover mi cuerpo, extremadamente pesado, pero descubro, con decepción, que no puedo mover la pierna ni lo más mínimo.
Mi mente sigue recordando el miedo que desencadenó el sello. El tipo de dolor que casi abrasa mi alma.
El sello que abrasó mi piel está en mi cabeza, derritiendo mis vasos sanguíneos, perforando mi alma. Duele tanto que siento espasmos en las piernas. Aun así, quien me ha dado este sello tan cruel y tortuoso es quien me gusta, Ye CanSheng. Ese maldito…
Vuelvo a atragantarme con mis palabras, deteniendo mis maldiciones. No sé qué tengo que llamarle. Sé que lo hace por amor, pero este amor tiránico es demasiado cruel. No puedo soportarlo.
Mi mano intenta explorar mi muslo lentamente para comprobar si puedo sentir el sello de mi pierna. Supongo que ya he palpado la piel alrededor del sello. El dolor punzante me enloquece y se extiende por todas las extremidades y huesos como un parásito. Gotas de sudor aparecen por todo mi cuerpo. Duele muchísimo.
Parece hinchado, joder, ni siquiera lo puedo tocar.
Justo entonces, oigo la puerta abriéndose. Me asusto y miro la entrada. Ye CanSheng entra con un tazón de porcelana en las manos. No sé porqué, pero cuando le veo, sigo temblando sin parar. Mi cuerpo se encoge en una esquina. Cuando rozo la herida duele tantísimo que chillo. El dolor que me ha dado me deja un miedo permanente.
–YunSheng, no tengas miedo. Sólo son unas gachas.
Deja el tazón en la mesita de noche. Cuando se me acerca, no puedo evitar alejarme. La persona que tengo ante mí, con un par de ojos lamentosos, me asusta. Esa expresión de sangre fría sigue grabada en mi corazón y no consigo deshacerme de ella.
Con la voz ronca y empujándole del pecho, susurro:
–Vete…
–YunSheng, tienes que comer algo…
–No te preocupes por mí, vete. ¡Vete!
–¡YunSheng!
Me sujeta las muñecas y me contiene. Su rostro se acerca al mío. Su fuerza sigue siendo sorprendente.
–No te voy a hacer daño.
Salgo de mi aturdimiento, miro su cara teñida del color de la culpa y pregunto:
–¿Por quién me tomas?
Su cara es atractiva, sexy y brillante, lo que no se ve es su tiranía. Sus labios tocan los míos.
–Por mi pareja.
–¿Pareja? Jaja. ¿Le dejas una marca a tu pareja?
–YunSheng…
Se pierde a sí mismo momentáneamente. Deja caer la mirada. Sus pupilas negras y profundas revelan cierta angustia.
–Pero es la única manera de que seas mío y sólo mío.
–CanSheng, me das miedo. – Suspiro.
En cuanto termino esta frase, la fuerza que me sujeta las muñecas se intensifica. Ye CanSheng se me pone encima, con una expresión inquieta y atemorizada.
–¿Me quieres dejar?
El dolor de mis muñecas entra a mi cerebro. Arrugo la cara.
–Me duele mucho, CanSheng, suéltame.
–¡Di que no me vas a dejar!
Unas gotas de sudor ruedan por mi frente. Abro la boca:
–No te dejaré.
La fuerza de mis muñecas se relaja y me abraza.
–YunSheng, ¡eres lo único que no voy a dejar jamás!
Miro el techo mientras mi mente entra en un estado de desolación. CanSheng, ¿cómo se supone que tengo que enfrentarme a tu posesividad? Si te tolero, enloqueceré. No quiero, no quiero.
El dolor entre mis piernas hace del clamor de mis sentimientos negativos imparable, destrozando mi mente débil y frágil constantemente.
Le devuelvo el abrazo por la fuerza.

–Ye CanSheng, me duele mucho. Me duele todo el cuerpo… 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images