Capítulo 67: Colgando de un hilo

octubre 15, 2017

La mirada de Li Zhang Le, después de escuchar las palabras de Da Furen, cambió en vano. Giró la cabeza para mirar a Li Xiao Ran.
–Entiendo. – dijo con dulzura.
Entonces, como si se hubiese decidido, dio cada paso para ponerse delante de Li Xiao Ran y se arrodilló grácilmente.
–Agradezco a padre el amor y cuidado que me ha dado desde la infancia. Desde ahora, seré incapaz de satisfaceros. Padre, cuídate.
Li Xiao Ran la miró con un sentimiento extraño. Acabó suspirando y movio la mano.
–Vete.
Si una ofensa semejante no se castigase causaría un gran caos en la familia Li.
Li Zhang Le se levantó y le echó un vistazo distante a Li Wei Yang, con una pizca de burla difícil de detectar. Entonces, ocurrió un acontecimiento que nadie podría haber predicho: empezó a correr.
Al llegar al centro del salón principal, se detuvo para decir:
–¡No pienso admitir lo que no he hecho! ¡Prefiero morir! – Dicho esto, se dio la vuelta y corrió hacia una columna cercana.
Los gritos del salón se volvieron uno. Por suerte, Li Min Feng se movió deprisa y fue capaz de cogerla en el último momento crítico. Y por tanto, Li Zhang Le no se dio contra la columna, sólo se desmayó.
Da Furen se comportó como si pudiese desmayarse en cualquier momento y se tambaleó.
–¡Mi hija! ¡Ah!
Lao Furen soltó una exclamación, casi desmayándose del susto, pero Li Wei Yang sonrió débilmente observando la farsa con una expresión difusa. No se sabía si era burla o alegría. Ahora veía lo que Da Furen le había dicho a Li Zhang Le.
Por supuesto, el jengibre viejo es más picante[1]. No se puede conseguir una victoria sin asumir riesgos. Con este golpe, Li Zhang Le había conseguido algo.
Si tan dispuesta a morir estaba, ¿por qué no había esperado a estar afuera? ¿Por qué ahora? El rostro de Li Xiao Ran cambió de repente. Anduvo a paso ligero para revisar las heridas de Li Zhang Le.
–¡Médico Shen, ven a echar un vistazo, rápido!
El médico se acercó con su maletín, examinó las heridas de Li Zhang Le con prudencia y entonces, suspiró aliviado.
–Sólo se ha desmayado… Su vida no corre peligro.
Li Min Feng no daba crédito.
–Padre, – dijo con palabras altas y claras. – cómo puedes ver meimei está dispuesta a morir, está claro que la han agraviado.
Li Xiao Ran frunció el ceño, sin decir nada.
–Qué inconsciente es Da xiaojie. Sí que se ha dado bien. – Se mofó Er Furen.
–Er dimei, – empezó Da Furen con la voz ahogada. – has visto crecer a Zhang Le, ¿por qué dices algo tan cruel?
–Er Shen[2], – los labios de Li Min Feng se curvaron en una sonrisa. – si lo hubiese conseguido, una chica débil como Zhang Le habría muerto y esto se debe, claramente, a una injusticia. ¿Cuántos vais a continuar pensando que es culpable llegados a este punto?
–Da xiaojie no debería ser así, ni en sentimiento, ni en razón. ¿Esto no es como cuestionar la decisión de Lao Furen y Dabo[3]?
Todo el mundo guardó silencio.
Da Furen, asustada, lloró como si le hubieran roto el corazón mirando a Li Xiao Ran.
–Laoye, llevamos casados veinte años. Aunque no haya hecho ninguna hazaña, he trabajado muy duro. Zhang Le es mi queridísima hija, y la niña a la que es bañado en amor desde pequeña. Nunca la han tratado así y, ¡mírala ahora, con la cabeza llena de sangre! Sabes que lo que más valora es la apariencia, ¡arruinarse así la cara es peor que la muerte! ¿Cómo iba a tomar una medida tan drástica? ¡Laoye, la han angustiado muchísimo!
El médico Shen también revisó las heridas de Li Zhang Le, asintió y dijo:
–En efecto, cabe la posibilidad que le quedé una cicatriz en la frente.
Por supuesto, Da Furen sabía que la apariencia era importante, pero si enviaban al templo a Li Zhang Le, ¿cómo la miraría la gente? ¡Nadie querría una chica que su familia abandonó por un motivo desconocido! ¡Su vida estaría acabada!
Al final, Li Xiao Ran no pudo soportarlo y cedió.
–Que así sea, pues. Llevadla a que se recupere.
Li Min De estaba indignado, y justo cuando dio un paso para hablar, Li Wei Yang sacudió la cabeza, por lo que no le quedó de otra que callarse.
Li Zhang Le había llegado caminando, pero se iba en brazos, con la respiración pesada y con una hemorragia en la cabeza. Li Xiao Ran suspiró y, sin decir nada, se fue. Después de todo, él mismo no se habría creído que Li Zhang Le le maldijera, pero después de presenciarlo con sus propios ojos, no podía no creérselo.
Si Yiniang no comentó nada en toda la velada, pero cuando vio que Li Zhang Le se quedaba, un “como cabía esperar” le cruzó la vista con una decepción silenciosa. Sus ojos y los de Li Wei Yang se encontraron, entonces, sonrió y se marchó con Li Chang Xi y Li Chang Xiao.
Li Wei Yang acompañó a Lao Furen y, cuando volvía a su propio cuarto, se encontró a Li Min De esperándola en el pasillo. Sonrió y le saludó.
–Esta vez has asumido mucho riesgo, Jie. – Esta fue la primera frase de Li Min De.
Li Wei Yang levantó las cejas, le devolvió la mirada y dijo con dulzura:
–Min De.
Li Min De estaba triste. Su Sanjie era muy astuta, y sabía a la perfección que si le hablaba con tanta dulzura él no podría resistirse. Por lo cual, usar esa voz en un momento tan crítico era para que él no pudiese culparla por asumir tanto riesgo, ni por no decírselo. Muy astuta, Sanjie era muy astuta.
No obstante, debía admitir que al principio tuvo una sensación sofocante, la sensación de que no confiaba en él. Pero cuando ella pronunció su nombre con tanta dulzura, todas esas emociones se desvanecieron. Era incapaz de enfadarse con ella.
Li Wei Yang no pudo evitar coger aire, a sabiendas que Min De estaba descontento porque no le había contado nada, y dijo:
–Min De, sé que esta situación no es necesariamente buena. Es fácil que se filtre información y, además, es muy arriesgada.
–Estás diciendo… – Li Min De frunció el ceño. – ¿Que Si Yiniang podría girarse en tu contra en cualquier momento?
Li Wei Yang sonrió maravillada por su inteligencia y exactitud.
–Sí, aunque Si Yiniang haya estado de mi parte en este asunto, no consigo determinar el motivo por el que arrastraría a su propia hija a esto, y por tanto… Siempre estoy alerta, esperando a que se vuelva en mi contra. Aunque tal vez, esté pensando demasiado.
–Mi madre acaba de contarme que se ha enterado de que Da Furen y Da Bofu han estado discutiéndolo y que han prometido a Si Jiejie con Su Alteza Wu y a Wu Jiejie con el tercer hijo del duque Rong. – Li Min De sonrió.
Li Wei Yang no se sorprendió, en su vida anterior también prometieron a Li Chang Xiao con el quinto príncipe. Sin embargo, con su estatus actual, al casarse sólo conseguiría ser una concubina real. En cuanto a Li Chang Xi, en su vida anterior la casaron con el segundo hijo de Xu Mao Gong, pero ahora… ¿Por qué Da Furen querría casar a una hija con el rostro arruinado con un hijo legítimo del duque Rong? ¿Era posible? Aunque eran matrimonios provechosos para Da Furen, también lo eran para Si Yiniang.
–El tercer hijo del duque Rong, Cheng Lin, es noble y elegante en su actitud y forma de hablar. El duque Rong también forma parte de la nobleza. Superficialmente, no hay nada malo con este matrimonio, por eso Da Bofu lo está considerando.
–¿Superficialmente? ¿Podría ser que…? – Li Wei Yang frunció el ceño.
–Sanjie, ahora que eres una Xian Zhu, Su Alteza es quien decidirá tu matrimonio, por eso Da Furen no puede meterse. Pero, las otras están a su merced. Piénsalo, si no hubiese nada malo en todo esto, ¿por qué Si Yiniang saltaría? Mi madre también tenía sus dudas, así que preguntó y se enteró que al hijo de la familia Cheng le gusta la ópera e, incluso se trae a unas cuantas actrices a casa y las favorece a todas. No sólo escucha ópera todos los días, también comparte su lecho con ellas cada noche. Al final, el duque Rong ha ordenado que matasen a golpes a todas las actrices. Esto no es ningún secreto.
Para los hombres, el incidente del hijo del duque no era nada más que el espíritu libre de la juventud, algo de lo que se podían reír. Padre no se tomaría algo así en serio. Si Li Chang Xi siguiera siendo tan bella como una flor y tan hermosa como la luna, tal vez su padre reflexionaría sobre la promiscuidad del tercer hijo, pero sabiendo cómo era la apariencia actual de Li Chang Xi, ¿para qué molestarse? Sólo consideraba los beneficios que acarrearía el matrimonio. No obstante, para Si Yiniang, la fortuna y el rango era algo superfluo. La felicidad de su hija era lo más importante. Lo del tercer hijo del duque Rong era absurdo, pero ¿quién sabe cómo se comportaría después del matrimonio? Tenía que encontrar la forma de parar este matrimonio.
–Con el alboroto que ha montado Da Bomu, Da Bofu no podrá mencionar el matrimonio, y aunque lo haga, Lao Furen no estará contenta con eso. Puede que Si Yiniang haya ofendido a Da Furen, pero ha sido por el bien de Sijie y Wujie. – murmuró Li Min De.
Li Wei Yang se quedó callada. En efecto, Si Yiniang no podía evitar enfrentarse a Da Furen para evitar ese matrimonio. Podía ser estúpido, pero era fruto del amor de una madre.
Li Min De extendió la mano, cogiéndole la suya con cariño. Sus manos se calentaron a la vez, y su corazón también parecía más cálido.
–Me temo que, desde ahora, Da Furen no lo va a tolerar. – Dijo.
–Da Furen es muy perspicaz, astuta y peligrosa. El fin justifica los medios. Entre nosotras hay un odio asentado profundamente. Quiero venganza, no hay nada de malo en ello. Pero no quiero arrastrarte. Por eso, desde ahora, no te me acerques demasiado, sobretodo como hoy, que has estado constantemente yendo en contra de Da Furen, ¿entiendes, Min De?
Li Min De abrió los ojos como platos, sin parpadear.
Li Wei Yang, viéndole así, aclaró todavía más sus palabras.
–Digamos que, ahora mismo no tiene nada en tu contra. Así que, si quieres ayudarme, hazlo desde las sombras.
Li Min De bajó la cabeza y sintió como si su corazón flotase en el agua. Sabía que no era bueno provocar a Da Furen. Ni siquiera San Furen se atrevía a ir de cara, pero cuando escuchó a Wei Yang decir algo como eso, se enfadó. No sabía por qué estaba tan triste. Tal vez fuera por Da Furen, tal vez por SanJie o, quizás, por él mismo. ¿Por qué Sanjie tenía que adentrarse en tantos problemas? ¿Por qué tenía que ser tan calculadora y deshonesta con todo el mundo?
Sentía que Li Wei Yang no le había dicho eso porque le quisiera o porque fuera importante para ella, sino porque la ayuda desde las sombras la beneficiarían más.
–Sanjie, ¿eres buena conmigo porque estamos en el mismo barco?
Si llegase el día en que no estuvieran del mismo bando, ¿ella dejaría de sonreírle y hacerle caso?
Li Wei Yang se sorprendió. El muchacho era demasiado sensible. Tanto, que no sabía qué decir.
–Lo siento, soy un tonto… – Añadió Li Min De en voz baja.
No debería haber dicho palabras que pudieran sentarle mal a su SanJie.
Li Wei Yang sonrió, apretándole un poco más la mano.
–No, no te digo todo esto porque estemos del mismo lado. Todo lo contrario, me gustas, Min De, y por eso no quiero que te hagan daño.
Li Min De alzó la vista.
–Entonces, ¿soy tan débil que te daré problemas?
–No. – Li Wei Yang hizo una pausa antes de contestar mientras sacudía la cabeza.
–Sanjie, – sus ojos negros parecían no tener final. – hasta en momentos así, ¿sigues queriendo consolarme?
–Sólo he dicho la verdad. – Li Wei Yang le miró y habló con total seriedad. – Eres un niño listo. Algún día, serás mucho más inteligente que yo. Te convertirás en alguien en quien, tanto San Furen como yo, podamos apoyarnos. No tengo hermanos pequeños, pero tú es como si lo fueras. – Li Wei Yang sonrió con sus ojos fijos en él.
Los ojos de la muchacha brillaban tanto bajo la luz de las linternas que era imposible apartar la vista.
Li Min De se aferró a su mano, sin soltarla.
–Sanjie, ¿tanto les odias? Madre me ha comentado que quiere volver a Linchuan para visitar a la abuela y que, si allí es feliz, se comprará una casa para que podamos vivir y no volver nunca más. Podrías venirte con nosotros a vivir-…
La mirada de Li Wei Yang era gélida. Ella también quería una vida feliz, pero marcharse de ese lugar significaba dejar la venganza. Le era imposible olvidar como le cortaron las piernas. Esa escena en la que la carne y la sangre volaba por todas partes, desgarrándose; las voces horrorizadas, humilladas y desesperadas de los criados de palacio que murieron por su culpa, se acordaba de todo. Da Furen y su hija no la habían dejado en paz en ningún momento, aunque quisiera dejarlo estar, el otro lado no le permitiría ser feliz.
Li Wei Yang cogió aire.
–No puedo perdonarles, así que no, ¡no pienso dejarlo ir!
Li Min De se sorprendió y alzó las cejas.
–¿Sanjie?
Li Wei Yang parpadeó, en sus ojos había aparecido una emoción profunda que desató dulzura y, a la vez, tristeza.
–Lo siento, me he emocionado demasiado.
Se percató que le había hecho daño a Li Min De, así que le soltó la mano de inmediato. Li Wei Yang se dio la vuelta para mirar al cielo distante.
–La tolerancia es algo que no me puedo permitir, ni quiero.
Parecía que podía desaparecer en cualquier momento.
Li Min De sintió, repentinamente, un gran temor. Parecía que jamás sería capaz de entender a su elusiva Sanjie. A pesar de que, en esos momentos, no la comprendía, en su corazón debía haber secretos escondidos. Por tanto, Li Min De avanzó un paso, y la cogió por el brazo.
Li Wei Yang, sorprendida, cruzó miradas con él y, entonces, una expresión inexplicable le pasó por el rostro.
Li Min De aborrecía la tristeza, pero se obligó a mirar a Li Wei Yang y a sonreír.
–Si Sanjie no se va, yo tampoco. Te acompañaré. – Su tono era firme y bajo.
Li Wei Yang se movió un poco, justo cuando estaba pensando qué contestar, se escuchó un grito.
Una criada corría como loca a lo lejos, chocándose con varias personas que había por el camino. En pánico, corrió hasta ponerse ante Li Min De.
–¡Malas noticias! ¡Malas noticias, Shaoye! ¡San Furen acaba… Acaba de desmayarse!
Li Wei Yang se sorprendió. No sabía por qué tuvo una mala premonición.

*        *        *        *

La revisión determinó que San Furen estaba infectada de una epidemia. Lao Furen, al enterarse, fue a hacerle una visita dos veces, e incluso llevo consigo a un famoso doctor para ayudarla a recuperarse. Li Min De también se quedó al lado de su madre, día y noche.
Li Wei Yang temía que se infectase e intentó hacerle descansar muchas veces, pero él se negó.
Li Wei Yang no podía hacer nada, sólo esperar y desear en silencio que San Furen se recuperase.
El rostro de Wei Yang siempre era penumbroso. A pesar de que el doctor había repetido que la condición de San Furen había mejorado, el fin de año estaba cerca. Si tanto había mejorado su condición, ¿por qué no podía salir todavía?
Las ventanas de la habitación estaban cubiertas por cortinas gruesas, dificultado el paso de la luz del sol. Era una habitación sombría.  No muy lejos de la ventana había un gu qin[4]lleno de polvo. Nadie lo había tocado desde hacía mucho.
Cuando Li Min De vio entrar a Li Wei Yang se levantó de la silla. Su rostro a la luz lumbrosa era terriblemente pálido. Sus ojos negros albergaban desesperación.
Li Wei Yang se sorprendió, inquieta.
Una criada, al verla, arregló la cortina verde de la cama donde yacía San Furen. Li Wei Yang vio, de un vistazo, que la buena mujer se había vuelto terriblemente delgada y había perdido sus formas. Su rostro era como una hoja de papel y su cuerpo era tan fino, que una ráfaga de viento podría llevársela.  Estaba inesperadamente enferma.
¿Cómo se podía haber contagiado de una epidemia? Li Wei Yang no consiguió contener la amargura de su corazón.
–San Shen.
Desde que había enfermado, San Furen sólo admitía visitas de Lao Furen y de Li Min De. Cuando el resto iban a verla, les paraba en la puerta. La criada le murmuró al oído:
–Furen, San xiaojie está aquí.
San Furen abrió los ojos, miró a la muchacha y sonrió. Entonces, asintió a la criada que tenía al lado para que la ayudase a reincorporarse en la cama.
–Wei Yang, ¿todo bien? – preguntó.
Li Wei Yang sabía de qué hablaba.
–Aunque la herida de la frente de Dajie no es grave, sigue inconsciente. El médico dice que no sabe si habrá efectos secundarios.
–Así estarán tranquilos un tiempo. – Respondió con gentileza la señora.
San Furen, temblando de miedo, lo podía ver todo con claridad. Al parecer, padre no había ido a ver ni una sola vez a Li Zhang Le y se había alejado de Li Min Feng. Seguía con sospechas sobre si la brujería había sido real o no. Aunque era una lástima que no se hubieran ocupado de Li Zhang Le, al menos, si permanecía en esa casa, sus días no pasarían con tanta calma.
–¿Estás bien? – San Furen la miró.
–Sí, gracias por tus bendiciones.
–¿Gracias por mis bendiciones? – San Furen sonrió con cierto toque de amargura. – Ni siquiera me puedo proteger a mí misma, ¿cómo voy a bendecir nada?  Quiero ayudarte a ver caer a Da Furen, pero por desgracia…
–San Shen ya me ha ayudado muchísimo, no tienes de qué preocuparte. Descansa.
–Sé que eres lista y talentosa. Ahora que eres una Xian Zhu, Da Furen no puede dificultarte las cosas con el matrimonio, y tampoco puede atacarte con tanta facilidad. Es una suerte. – Dijo San Furen como para consolarla. – Escucha mi consejo, busca la manera de encontrar un buen matrimonio. Aléjate de esos lobos…
Li Wei Yang la observó, incapaz de ignorar su segundo significado.
–Recordaré tus palabras.
No estaba segura del por qué, pero las palabras de San Furen parecían las últimas que pronunciaría antes de su funeral. ¿Pero cómo podía ser? ¡Todo era muy repentino!
San Furen apoyó la cabeza en su cama. Lo primero que le vendría a la mente a cualquiera que la viera, sería la imagen de una flor marchita. Su rostro estaba muy gris, sus mejillas que cierta vez fueron tan rojas y hermosas, se habían vuelto delgadas por la pérdida extrema de peso, sin embargo, sus ojos seguían siendo sorprendentemente brillantes. En el corazón de Li Wei Yang había temor. Si algo le ocurriese a San Furen… Su mirada cayó sobre Li Min De que, alicaído, pensaba en algo.
–Furen, es hora de su medicina. – La criada que tenía al lado sostuvo la medicina.
San Furen observó el tazón de medicina y sacudió la cabeza. Li Wei Yang vio cómo su rostro palidecía, y su respiración se entrecortaba. Temía que se agotase demasiado y la persuadió para que descansara.  No obstante, San Furen bajo la voz lo máximo que pudo.
–¿Qué has dicho sobre mi enfermedad?
–He dicho que te recuperarás dentro de poco. – Li Wei Yang reflexionó un poco antes de contestar.
–No, tienes que decir que ya me he recuperado, que solo necesito un poco de descanso.
San Furen miró a Li Min De y suspiró. Si algo le pasase a ella, ¿podría ser que esa gente quisiera hacerle algo a Min De?
En efecto, Li Min De no era de la misma sangre que la familia Li. Si su madrastra que le quería tanto moría, sus días en la residencia se complicarían. Ya había rumores circulando, pero el papel no puede apagar el fuego.
–¿No ves que estoy bastante bien? – Dijo San Furen levantándose y apoyándose en la cama para mantenerse en pie. – Siento que estaré bien dentro de poco. –Sonrió, dio unos pocos pasos, pero le fallaron las piernas y, si no hubiese sido por Li Wei Yang, habría caído al suelo.
Los ojos de Li Min De se humedecieron de repente. No apartó la vista.
Li Wei Yang lo entendió, la salud de San Furen era muy mala. Su estado original ya no era bueno, y una epidemia no era una enfermedad común. ¿Qué podía hacer? La mente de Wei Yang iba todo lo deprisa que podía. Intentó pensar en cómo se las apañó para frenar la epidemia del desastre natural, pero al final, no se le ocurrió nada. Sólo sabía que las muertes causadas por esa enfermedad superaron las muertes del desastre y que los doctores no consiguieron nada.
Ayudó a sentarse a San Furen, los ojos de la mujer parecían buscar algo.
–¿Buscas el qin, madre? – preguntó con suavidad Li Min De.
Su apariencia madura del momento era como la de un completo desconocido, no la del niño de diez años que conocían. Li Wei Yang se apenó por él. ¿Por qué un niño tenía que pasar por tantas desgracias? Si perdiese a su madrastra de verdad, ¿qué haría?
San Furen asintió con la cabeza. Li Min De tomó la mano de su madre que sujetaba Li Wei Yang, y la acompañó hasta el instrumento, pasito a pasito.
San Furen levantó las manos y acarició las cuerdas con gentileza. Li Wei Yang frunció el ceño.
San Furen bajó la cabeza, concentrándose en tocar el qin. La canción que tocó era una muy emotiva. Li Wei Yang escuchó que San Furen solía sentarse en el patio sola a tocarla. San Shu la había compuesto para ella. Li Wei Yang suspiró. El corazón de San Shen no había olvidado jamás a su difunto marido. La canción de la buena mujer era emotiva y dolorosa, un cuento.
En ese momento, una cuerda saltó. Jadeando, San Furen se detuvo y se rio antes de murmurar:
–También pude ser madre.
Li Min De, sorprendido, dejó caer la cabeza. Desde la perspectiva de Li Wei Yang tan sólo se veía su piel translucida empalidecer todavía más.
–No pretendía contarle esto a nadie, sin embargo, parece que, si no lo cuento ya, nadie lo sabrá. ¿Sabes por qué te ayudé? Porque odio a Da Furen y estoy segura de que no sabes por qué la odio tanto. Da Furen parece muy benevolente, pero por dentro es arrogante y déspota, y por eso a Lao Furen tampoco le gusta. Por aquel entonces, Da Bo solía estar de viaje, la senguda rama era ilegitima, así que me quedé a cargo de la casa Li. Da Bo, al volver, fue ascendido a Primer Ministro, así que yo di el primer paso y cedí el manejo de la casa. ¿Quién iba a imaginarse que Da Furen pensaría que estaba fingiendo y me provocaría un aborto? Por eso, ya no he podido tener hijos. San Ye era débil pero amable. Cuando se enteró les detestó, pero por Da Bo, en lugar de culparles, murió de tristeza. Dime, ¿debería odiarla? – San Furen miró a Li Wei Yang que estaba sentada a su lado, y de repente, se rio de una forma muy extraña.
¿El dolor de su corazón era de haber sido tan confiada en aquel entonces? O, ¿acaso no había olvidado el odio de su corazón? Nadie estaba seguro. Tal vez, ni siquiera ella lo estuviera.
Li Wei Yang la observó y la compadeció. San Furen quiso rendirse, pero el otro lado no estaba dispuesto a creerla y decidió tomarlo por la fuerza para asegurarse. Puede que otras personas no fueran capaces de entender a San Furen, pero Li Wei Yang sí. Da Furen no toleraba que nada, ni nadie estuviera fuera de su alcance.
San Furen no dejaba de escupir en la escupidera que sostenía una criada a su lado.
–Pensaba que podría vivir unos cuantos años más. – Le dijo San Furen a Li Wei Yang entre jadeos. – Pero parece que no me quedan tantos días…
En la vida pasada de Li Wei Yang, San Furen había perecido poco después del percance de Li Min De. Ahora, sin embargo, que Li Min De estaba a salvo, ella se había contagiado de una epidemia. ¿Sería este incidente algo incambiable? Li Wei Yang cerró la mano en un puño, pero mostró una sonrisa consoladora.
–No, no, no puede ser. San Shen, vas a vivir una vida muy larga.
San Furen sacudió la cabeza con gracia.
–Olvídalo. – Miró a Li Wei Yang con una pequeña llama en los ojos. San Furen sonrió con la amargura de su corazón.
Esta niña rebosaba odio por Da Furen. La buena mujer recordó su matrimonio con la familia Li, a su propio marido y a su hijo no nato: todos desapareciendo, uno a uno. Al pensar en ello, un sentimiento indescriptible le invadió el corazón. En su corazón había un enorme pesar por culpa de Da Furen y, por eso, había estado ayudando a Li Wei Yang.
Sin embargo, la severidad de su enfermedad lo había disipado todo: su odio, su gracia, su rencor… Todo parecía carecer de importancia. Sólo había una cosa que no podía dejar.
San Furen le cogió de la mano a Li Wei Yang con fuerza.
–Después de todo lo que te he ayudado, sólo te pido una cosa.
Li Wei Yang la miró a los ojos, había un ápice de súplica en aquellos hermosos ojos negros. Li Wei Yang comprendió lo que quería decir.
–Cuida de Min De.
Li Wei Yang podía adivinar que, sin el cuidado de una madre y al no ser de la misma sangre, los días del niño serían muy duros en esta familia. Pero, acceder a su petición significaba que, desde entonces, además de Qi Yiniang, habría otra persona en la que tendría que pensar constantemente. LI Min De se convertiría en su responsabilidad…
Li Wei Yang titubeó momentáneamente, pero pensando en toda la ayuda que le había dado San Furen, no pudo negarse.
Li Min De tenía la cabeza tan gacha que nadie podía ver su expresión, su tristeza.
Li Wei Yang se quedó callada un rato. San Furen le cogió de las manos con fuerza. La muchacha parpadeó, miró a Li Min De, que estaba a su lado, y asintió con la cabeza.
–Puede que no sea capaz de protegerle del todo, pero haré todo lo que pueda. – Contestó.
San Furen sonrió.
–Gracias.

*        *        *        *

Li Wei Yang no pronunció ni una sola palabra de vuelta a sus aposentos. Bai Zhi y Mo Zhu observaron con cierta inquietud en sus corazones. A pesar de ignorar la condición de San Furen, podían adivinar viendo el estado de su xiaojie, que no debía ser buena.
San Furen era una amiga importante de xiajie. Lo sabían. Si algo le llegase a pasar no sería nada bueno.
La lluvia cayó a media noche. En aquel silencio sólo se podía escuchar el sonido del agua cayendo al suelo. Incapaz de dormir, Li Wei Yang se apoyaba en su lecho, con los ojos cerrados.
Escuchó un ruido fuera. Li Wei Yang se inclinó, reflexionó, cogió un abrigo y se levantó. Anduvo hacia la cama y, su corazón dio un vuelco cuando vio una sombra fuera, de pie. Entonces, abrió la ventana inconscientemente.
–¿Min De? – Preguntó entre susurros.
La silueta en la oscuridad se puso rígida y, un rato después, se dio la vuelta lentamente. Li Wei Yang consiguió vislumbrar el atractivo rostro de Li Min De con círculos rojos debajo de los ojos gracias a la tenue luz del pasillo.
–¿Qué haces aquí en mitad de la noche? – Le preguntó mirándole.
Li Min De no dijo nada, se limitó a bajar la cabeza.
Li Wei Yang suspiró y le hizo señas con la mano. Li Min De se quedó quieto en el mismo sitio, sin reaccionar.
–¿Quieres que te invite a pasar? ¿O estás preparado para que alguien te descubra colándote en mi habitación de noche? – Dijo Li Wei Yang, parpadeando.
A pesar de que eran primos y jóvenes, no sería bueno que alguien se enterase de aquello. Li Min De lo sabía, por lo que se apresuró a hacer caso. Li Wei Yang vio las numerosas piscinas de agua del suelo y la ropa empapada de Min De.  Lo que no sabía, es que la atención de Li Min De recaía en las prendas tan finas que llevaba puestas ella. El muchacho se ruborizó y bajó la cabeza deprisa.
Según el parecer de Li Wei Yang, Min De no era más que un niño, por lo que no se le ocurrió que eso pudiese pasar. Le ayudó a escurrirle la ropa y preguntó:
–¿Por qué no has usado un paraguas? ¿Crees que eres de hierro? ¿O quieres que San Shen se preocupe?
–¡No podía dormir! – Li Min De frunció el ceño.
Li Wei Yang no podía ignorar la rigidez de su cuerpo y le observó un rato.
Li Min De no sabía cómo enfrentarse a su mirada, por lo que apartó la vista inconscientemente.
–Te voy a llevar a casa.
Li Min De se sorprendió y el dolor apareció de inmediato en sus ojos. Li Wei Yang le miró sorprendida, entonces, pensó que tal vez estaba exagerando. Min De sólo era un niño, ¿cómo podía tener una expresión semejante? Le cogió de la mano, pero él se la apartó por la sorpresa.
–¿Puedo quedarme un rato? – Preguntó abriendo y cerrando la boca, mirándola con nerviosismo.
Li Wei Yang no reaccionó. El rostro del niño ya se había empalidecido, como si supiera que estaba pasándose de la raya.
Li Wei Yang se detuvo y posó la mirada en Li Min De. Justo cuando el muchacho pensaba que le iba a rechazar, Li Wei Yang pensó en lo adorable que era ese jovencito avergonzado y no pudo evitar extender la mano y acariciarle la cabeza.
Su cabello negro era suave.
Li Min De le cogió la mano, alzó la vista y la miró. Con una voz gentil y cierto ruego en su mirar dijo:
–Volveré cuando pare la lluvia, ¿vale?
Sus palmas estaban calientes y su corazón desbocado. En aquel momento, muchos pensamientos le pasaron por la mente a Li Wei Yang, pero al final, se resistió, sonrió y dijo:
–Vale, hasta que pare de llover.
Los ojos de él relucieron de inmediato, su sonrisa era encantadora.
–Min De, ¿San Shen ha estado bien desde que me he ido? – Li Wei Yang le ayudó a quitarse la ropa mojada y le tapó con una manta.
¿Quién iba a imaginarse que esa carita tan blanca y delicada, de repente, mostraría tanto resentimiento?
–No sé cuánto aguantará. Me ha protegido tantísimo y yo… Yo no puedo hacer nada para ayudarla… – Su cabello le tapaba los ojos, por lo que Li Wei Yang era incapaz de saber el sentimiento que albergaban.
La enfermedad de San Furen empeoraba. No había mejorado en ningún momento. Ya había tomado todas las medicinas raras que existían, pero, ninguna surgió efecto. San Furen, aquella noche, estaba como ausente. Li Min De le hablaba, pero ella no respondía. El muchacho no lo había podido soportar y se había escapado.
Li Wei Yang guardó silencio un buen rato, entonces, dudosa, posó la mano encima de su cabeza y le acarició. El cuerpo del jovencito se estremeció, era obvio que intentaba contener su dolor.
A Li Wei Yang le preocupaba su futuro. La casa Li, en apariencia, era como ramos de flores y montañas de bordados, un lugar repleto de gente de buen corazón, sin embargo, la realidad es que era un lugar frío y cruel. Sabía que, si algo le pasaba a San Furen, la tercera rama no tendría ningún tipo de apoyo. El motivo por el que Lao Furen siempre había cuidado a Lao Furen era porque le había dado pena, pero no le tenía un gran afecto a su nieto adoptivo.
Aunque había prometido cuidarle, todas las derrotas de Da Furen habían sido a costa de poner su propia vida en peligro. Pero, Si tenía que proteger a un niño, le sería más difícil moverse. ¿Qué iba a hacer con Li Min De?
–Da Furen… – Los ojos de Li Min De, de repente, desarrollaron un odio desconocido. Se mordió el labio hasta que empezó a sangrar. – Si no fuera por ella, mamá no se habría infectado…
Li Wei Yang se quedó estupefacta. Sintió que tras esas palabras había un significado oculto, pero sus pensamientos se disiparon y su respiración se volvió pesarosa.
–Min De, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo?
Li Min De ahogó la voz, enterró la cabeza entre sus manos y gruñó por el dolor y el enfado. Esa fue la primera vez que Li Wei Yang sentía un odio cruel y gélido, en lugar de la inherente timidez e ingenuidad de la juventud.
–Hace medio mes, madre salvó a una mujer joven que iba a rezarle a Buda. Le dio comida y agua. La mujer se lo agradeció muchísimo pero, más tarde, madre descubrió que provenía de un área afectado por la epidemia. Al principio no pensé mucho en ello, pero cuando madre enfermó, lo recordé. Me pareció había algo raro. Ese camino es para oficiales femeninas que van a rezar a las montañas. Aunque sean desertores, ¿por qué irían a una montaña remota, en lugar de un pueblo próspero? Seguro que por el camino se encontró con muchos carruajes, ¿por qué no le pidió a ninguno que la ayudase? Le dimos agua y comida, ¿por qué insistió tanto en agradecérselo en persona? Hasta le dio un collar de perlas de Buda a madre. Aunque no lo aceptó, lo tocó…
Li Wei Yang se quedó atónita. ¿Da Furen tenía algo que ver con que San Furen hubiese enfermado? Min De no habría dicho algo así sin morivos. Li Wei Yang abrió los ojos como platos, le abrió la mano y descubrió que se había hecho sangre de tanto apretarla.
–¡Te has vuelto loco! – Susurró Wei Yang.
–Mis padres me abandonaron de pequeño. No sé quién soy. Ni siquiera sé cuál es mi identidad. Madre me encontró en la entrada de un templo con un colgante de jade. Para que nadie sospechara, madre buscó la manera de pretender que era de otra familia para poder adoptarme, darme una familia de verdad. No me importa que la única que me quiera en esta familia sea ella, pero ¿qué voy a hacer si ni siquiera tengo a madre…?
Los cielos eran despiadadados y pretendían arrebatarle su única felicidad. La casa de los Li no era un refugio seguro. Todos los inquilinos eran terribles, gente que por fuera te sonreía y era amigable, pero que por dentro eran nauseabundamente asquerosos y sanguinarios.
–No tengo nada… Sólo a madre… ¿Por qué…? ¿Por qué no la han dejado en paz…? – Su voz juvenil fue cambiando de un tono ahogado a frialdad absoluta.
El muchacho bajó la cabeza, la claridad de su mirar estaba oscureciendo y profundizándose como una gema lujosa, más oscura que la noche, tan oscura que no le alcanzaba ni un rayo de luz.
Li Wei Yang se quedó muda unos instantes, no sabía cómo consolar a este niño que albergaba tanto resentimiento.
Abandonado por sus padres biológicos, teniéndose que enfrentar a la difícil situación de su madrastra… Li Wei Yang le miró. Hubo un momento en el que parecía que estuviese hablando de su propio pasado, de cuando estuvo de pie ante la puerta principal de la residencia de los Li sin saber si podría ganarse el favor de su padre y de Dimu para tener un camino que recorrer. Al igual que Min De, ella también quiso alguien que la quisiera, en lugar de moverse con precaución, dando cada paso con odio.
No quería que el niño se volviera como ella.
Li Wei Yang volvió a suspirar, levantó el rostro y, como esperaba, los ojos del muchacho se desbordaron por las lágrimas. Ella le sonrió.
–No llores, yo estoy aquí.
Li Min De le cogió las manos y se las puso en las mejillas, como si hubiese encontrado su único apoyo.



[1] “El jengibre viejo es más picante” o en chino: “还是老的辣”, significa que las generaciones anteriores son mejores, más experimentadas.
[2] El honorífico con el que Li Min Feng se dirige a Er Furen, “shěn” o en chino: “”, significa “tía paternal”, es decir, la esposa más joven del padre.
[3] “Dàbó” o en chino: “大伯” es o el marido, o el hermano mayor del padre.
[4] El “gu qin”, en chino: “古琴” , en Pinyin “Gǔqín” y en Wade-Giles “Ku-ch'in”, literalmente, “antiguo instrumento de cuerda”,  es un instrumento de siete cuerdas pulsadas parecido a la cítara. 

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