Capítulo 68: Encuentro por el camino

octubre 19, 2017

En ese preciso momento unos toquecitos desesperados se escucharon desde fuera. Li Wei Yang frunció el ceño.
–¿Quién es?
–Soy Mo Zhu, xiaojie. – susurró. La desesperación de su voz le dio un mal presentimiento a Li Wei Yang.
–¡Adelante!
Cuando Mo Zhu entró y vio a LI Min De, su expresión reveló cierta sorpresa y, de inmediato, se le arremolinaron lágrimas en los ojos.
–Xiaojie, San Furen… San Furen ya no puede más…
Un dolor golpeó el corazón de Wei Yang e, inconscientemente, miró al muchacho. La expresión del niño en ese momento mostraba ni una pizca de anormalidad. Como si no hubiese escuchado nada sobre la enfermedad de su madre y se tratase de algo que no iba con él. Pero sus manos temblaban, los movimientos de sus ojos eran indudablemente dolorosas y difíciles de ocultar.
Después de todo, era un niño. Li Wei Yang le cogió la mano con fuerza.
–Tengo que volver ya. – Le dijo él sonriéndole.
–Iré contigo. – Li Wei Yang suspiró y habló con ternura.

*        *        *        *

Un hilo rojo de las cortinas de San Furen se había salido del marco. Lao Furen llamó a un médico imperial para que le tomase el pulso. La barba del anciano ya le pasaba del pecho; tenía los ojos entrecerrados y recitaba algo.
Li Wei Yang sintió unas palpitaciones a pesar de que ya había visto el estado de San Furen por el día. San Furen, que siempre había sido hermosa y gentil, se había marchitado hasta convertirse en una sombra delgada. Yacía sobre varias capas de ropa, respirando pesarosa. Parecía que, si se saltaba una respiración, su vida acabaría.
En esos momentos, Lao Furen no estaba muy lejos y miró al médico ansiosa. Da Furen y Er Furen estaban a los lados. Lao Furen ya había perdido a un hijo, ya había experimentado el dolor de ser testigo de algo así y ahora, su nuera, también la estaba dejado atrás.  Todos los criados de San Furen tenían ganas de llorar, pero nadie se atrevía a hacerlo porque todavía no había fallecido. Si lloraban, sería como anticipar su muerte.
La complexión de Da Furen era normal, sin embargo, Li Wei Yang consiguió descifrar sus verdaderas emociones. Al verlo, Li Wei Yang sintió como si una roca la estuviera aplastando.
–¿Cómo puede ser que no estés al lado de tu madre con lo seria que es su enfermedad? – Preguntó Da Furen con el ceño fruncido.
Todos los presentes miraron a Li Min De con una expresión impredecible. Él, por otra parte, no respondió a ninguna de sus miradas y anduvo hacia el lado de la cama.  Le echó un vistazo a la mujer de la cama y su corazón se hundió. Ya no quedaba ni rastro de esa madre con una figura llena que siempre mostraba una expresión dulce y brillaba con fulgor. Verla era como si un cuchillo le atravesase el corazón.
–Madre, ya estoy aquí. – Min De presionó los labios cerca de los oídos de ella y lloró en silencio.
San Furen abrió los ojos y, para sorpresa de Wei Yang, ya no eran turbios, sino claros y relucientes, aunque algo embriagados.
Li Wei Yang no pudo evitar suspirar.
–Wei Yang. – De repente, escuchó la débil voz de la mujer llamándola y la muchacha avanzó hasta ella. Cuando estuvo cerca, San Furen le cogió por la muñeca con su mano gélida y delgada.
Li Wei Yang se sorprendió, sintió como transmitía paz y, cuando bajó la vista para mirarla, vio que en sus ojos había un fulgor que jamás le había visto. Era desesperación o simpatía.
–Wei Yang. – Tenía la garganta seca y su voz temblaba. – Eres una niña que cumple con sus promesas… – Se detuvo justo ahí y en su mirada había miles de palabras pero, al final, no pronunció ni una. Simplemente, sonrió con amargura y una pizca de misericordia y amor, y su voz se debilitó como una seda frágil.
Li Wei Yang la miró y asintió.
–Le juro a los Cielos, que no me retractaré de mi promesa.
Al final, San Furen miró de soslayo a Li Min De y sonrió. Su mano se deslizó de la muñeca de Li Wei Yang y aterrizó sobre la sábana de satín.
Lao Furen cerró los ojos y lloró en silencio. Las criadas que habían estado conteniéndose, finalmente, rompieron a llorar. Li Wei Yang no consiguió derramar ni una lágrima, no fue porque no estuviese triste, pero no pudo. Era como si tuviese algo en el pecho, algo que le dificultaba la respiración. Además del dolor de haber perdido a una amiga, su corazón se derrumbaba. Era como si su espíritu hubiese perdido su pilar. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que, para ella, San Furen no había sido sólo una aliada.
Da Furen suspiró. El gesto de secarse las lágrimas no ocultó el movimiento de sus labios. Estaba llorando abiertamente cuando sintió como si le hubieran pinchado con una aguja. Miró a su alrededor y encontró a Li Min De mirándole con rabia. En sus ojos había rabia y venganza.
Da Furen se percató que el niño era conocedor de sus malas acciones. Sonrió con frialdad y dejó de prestarle atención mientras continuaba fingiendo que lloraba y se secaba las lágrimas con un pañuelo. A pesar de no aparentarlo, su corazón empezó a latir más rápido. Había preparado el plan sin fallos, ¿cómo podía haberla descubierto un niño?
Para entonces, la gente de afuera ya se había empezado a mover. Las noticias de la muerte de San Furen les había despertado.
San Furen siempre había preferido lo simple, así que, para su funeral, Lao Furen siguió su decisión y no lo hizo demasiado extravagante. Por tanto, el servicio funerario no fue demasiado largo, aunque muchos nobles y oficiales llegaron a ofrecer sus respetos. Da Furen se encargó de preparar el funeral. Todo estaba tan bien organizado y era tan digno que todo el mundo pensó en lo virtuosa y generosa, además de justa que era, a pesar de ignorar que ella había sido el cerebro tras la muerte de San Furen. Los únicos que sabían que había sido ella eran Li Wei Yang y Li Min De. Li Wei Yang envió a que investigasen el asunto, pero Da Furen debía haber erradicado todas las pruebas para atreverse a hacer algo así.
Li Wei Yang la resintió. Si no fuera por la ayuda de San Furen, tal vez, Da Furen no habría hecho algo así. Estaba claro que la próxima persona a por la que iría sería ella. Sin embargo, Li Wei Yang no se podía comparar con San Furen. Sus experiencias de su vida pasada la habían hecho capaz de ver a través de todos estos planes, además de hacerle extremadamente precavida, por lo que Da Furen no hallaba el momento de actuar.
Todo el mundo carecía de alegría y excitación por el año nuevo a causa de la muerte de San Furen. Además, Lao Ye todavía no se había reunido con Da xiaojie por lo que había pasado, ya que se pasaba los días escondida en su cuarto. Da Furen estaba triste y castigaba con gran severidad a las criadas.
El Emperador pacificó el caos por el desastre y tranquilizó a las gentes. Se ejecutó a un puñado de oficiales y, conforme pasaba el año nuevo, más gente empezó a visitar a la familia Li porque el Primer Ministro Li tenía la potestad de rellenar las posiciones vagantes.
 Tuoba Zhen fue a visitar a la familia Li, gracias a la intervención del Príncipe heredero, pero no esperaba encontrarse con el quinto príncipe, Tuoba Rui.
–Quinto hermano, ¿cómo puede ser que tengas tiempo de hacer visitas? – En el rostro de Tuoba Zhen flotaba una capa de tranquilidad risueña.
Los ojos de Tuoba Rui recorrieron la cara de Tuoba Zhen y sonrió.
–Hermano, tú has venido por el príncipe heredero y  yo por la Da xiaojie de la familia. No vamos al mismo sitio.
¿Por Li Zhang Le? Al parecer, el quinto príncipe tenía a Da xiaojie en la cabeza. Tuoba Zhen reflexionó en lo que había pasado la última vez; el Emperador les regañó tanto a él como al príncipe heredero y todo por caer en la trampa de Li Wei Yang. Además, Li Zhang Le estaba metida en un buen lío y por eso, nadie le procesaba buenos sentimientos, ni los nobles, ni los plebeyos. Si no fuera porque su padre estaba en una buena posición, estaría deambulando por las calles. Hasta él mismo dudaba en pedir su mano en matrimonio, pero al parecer, el quinto príncipe se había adelantado. Parecía estar bajo el hechizo de la lujuria y la belleza.
Tuoba Zhen sonrió con frialdad, nada era tan importante como el trono.
–Quinto hermano, entra tú primero, por favor.
Ambos anduvieron juntos y se dirigieron al jardín. El rostro de Li Min Feng se llenó de júbilo cuando fue a darles la bienvenida.
–Habéis venido los dos. ¡Qué raro!
Tuoba Zhen y Li Min Feng intercambiaron miradas.
–¿Sí? – Dijo Tuoba Zhen risueño. – Es mera casualidad.
Li Min Feng le sonrió con dulzura.
–No habéis venido sólo vosotros. Hoy tenemos muchos invitados, seguidme, por favor.
En el jardín había un pabellón con dos calentadores cargados de carbón. Gao Jin mecía su silla con un melocotón en la mano mientras se lo comía ruidosamente.
Gao Min estaba sentado esplendorosamente sentado. Sus cejas eran largas y finas, su complexión cremosa y su frente mostraba su belleza. Al ver a Tuoba Zhen la felicidad apareció en su rostro. Sabía que no debía ser demasiado ansiosa por su estatus, por lo que anduvo tranquilamente e hizo una reverencia. Se dio la vuelta y vio que Gao Jin seguía meciéndose en la silla.
–¡Hermano!
Gao Jin movió la vista y se percató que habían venido los dos príncipes. No les temía en absoluto y les saludó felizmente con las manos todavía en el melocotón a medio comer.
A pesar de que el quinto príncipe aceptó sus saludos, su mirada voló de inmediato a la otra chica que había en el pabellón: Li Zhang Le, vestida de blanco, con ojos tan gentiles como el agua y labios de pétalo. Todo aquello apareció ante sus ojos. El quinto príncipe se quedó atónito. No sabía dónde estaba, pero la belleza de una mujer estaba provocando todo este torrente de admiración.
–Cuánto tiempo, Da xiaojie, qué delgada estás. – Dijo subconscientemente.
Li Zhang Le sacudió la cabeza y sus pestañas se bañaron en el rocío. Su rostro de palabras nunca dichas parecía haber sufrido demasiado.
–No hemos podido dormir y comer bien desde que una demonio llegó a casa. Es muy triste. – Comentó Li Min Feng después de organizar los asientos.
–La demonio de la que habláis… – El quinto príncipe, Tuoba Rui, frunció el ceño.
Tuoba Zhen bajó la vista y le dio un sorbo a su té, como si no hubiera escuchado nada.
–¿Esa pequeña-….? – Gao Min empezó a murmurar, pero de repente, se percató que su tono era demasiado crudo, tosió y continuó. – Esa tal, Wei Yang.
–¿Te refieres a Anping Xianzhu? – Tuoba Rui arqueó las cejas.
Gao Jin, que seguía comiendo melocotones, se rio en voz alta.
–¿Qué dices de Anping Xianzhu? Sólo es una criada que ha tenido la osadía de intervenir en asuntos del estado con unas palabrejas.
Después de lo mucho que le pegaron se pasó dos meses ingresado, por lo que todavía sentía bastante rencor hacia Li Wei Yang.
Tuoba Zhen miró a Li Zhang Le mientras los escuchaba hablar y no pudo evitar sacudir la cabeza. Tenía belleza, pero carecía de cerebro. Tenía que tomarse más tiempo en reconsiderar su matrimonio con ella.
–Lao Furen no nos presta atención. Hasta padre se ha enfadado con nosotros. Ni siquiera quiere ver a mi hermana. ¿Cómo no va estar así?
–¿Cómo puede culpar a Da xiaojie de esto? – Dijo el quinto príncipe viendo a la belleza en líos. – Es culpa de quien hizo el plan. Lo han arruinado.
Li Zhang Le se tapó las esquinas de los ojos con el pañuelo y susurró:
–Da ge, no hace falta que expongas sus travesuras delante de los dos príncipes. Da igual lo ridícula que sea meimei, sigue siendo de la familia. Todavía es muy joven y no conoce-…
–Anping Xianzhu se ha criado en un pueblo, – el quinto príncipe suspiró. – así que no conoce los modales y las bases de las relaciones. Han tratado injustamente a Da xiaojie. No te preocupes, me encargaré de que madre le hable bien de ti al Emperador y a la Emperatriz. No dejes que esto te afecte.
Los hermosos ojos de Li Zhang Le contemplaron al quinto príncipe, y entonces, bajó la mirada.
–Gracias, quinto príncipe.
Gao Jin, que seguía concentrado en comerse el melocotón, tosió con frialdad.
–Mirad, mirad, mirad quién viene.
Todo el mundo alzó la vista y observó el distante lago, los capullos florecidos de color rojo al otro lado y los suelos gélidos.
–¿Cómo puede ser que ese siga en la familia Li? – Preguntó Gao Jin sorprendido.
–Mmm… El chico ha empezado a comportarse de una forma extraña. – Li Min Feng sonrió con frialdad y prosiguió. – Después de que se muriese San shen, se ha convertido en el perrito faldero de San meimei. Va a donde sea que ella vaya.  En mi opinión, padre no debería dejar que se quedase. No tiene lazos sanguíneos con la familia Li, ¿cómo va a continuar el linaje de San shu?
–Da ge, han añadido a San di en el registro familiar. – Le recordó Li Zhang Le.
A Li Min Feng no le gustaba ese niño que era más guapo que las chicas.
–Siempre podemos sacarle del registro. Nuestra familia no puede aceptar a alguien con una identidad dudosa.
Tuoba Zhen sonrió un poco.
–Mucho me temo que no será fácil echarle, por mucho que sea Li Xiong quien quiera que se vaya, mientras esté bajo la protección de Anping Xianzhu.
–¿No sería más fácil obligarle a causar problemas? – Gao Jin soltó una risotada.
–No entiendo qué quieres decir, Biao ge. – Li Zhang Le sonrió y habló con delicadeza.
La sonrisa de Gao Jin tenía una mueca siniestra.
–Pronto lo harás.
Dicho esto, se balanceó en su asiento y tiró el melocotón a medio comer sobre la cabeza de Li Min De.
–¡Hey! ¡Tú! ¡Ven aquí!
El melocotón que aterrizó sobre la cabeza del muchacho cayó al suelo y rodó. En el hermoso rostro níveo de Li Min De apareció una marca de suciedad. Giró la cabeza con suavidad y observó a la gente del pabellón.
–Hey, recoge el melocotón… – Gao Jin se mecía en su silla. – Es un producto raro. Te otorgo el honor de probarlo…
Todas las criadas bajaron las cabezas y escondieron sus sonrisas mientras disfrutaban de las desgracias de otra persona.
Li Min De observó el melocotón. Dejó caer la cabeza y una luz relampagueó por sus ojos, pero se desvaneció al poco tiempo.
Le había prometido a su madre que lo aguantaría todo, sin importar de qué se tratase. Esa era la única forma de permanecer en la familia Li.
Se agachó para recoger el melocotón aplastado. En el rostro de Li Min Feng quedaba el rastro de una sonrisa gélida. Li Min De limpió el fruto con la manga y abrió la boca para darle un bocado.
Todo el mundo, incluido el tercer príncipe, Tuoba Zhen, se quedaron de piedra. Miró de soslayo al niño y pensó que tal vez al ser tan joven todavía no comprendía esas burlas. ¿O tal vez era capaz de tolerar cosas que pocos podrían?
–¿Está bueno?
–Delicioso. Gracias, Biao ge. – Su flequillo era tan largo que le cubría los ojos cristalinos. Alzó la cabeza y mostró una sonrisa.
La luz del sol dibujó la silueta delgada y menuda de su cuerpo.
Algunos exhalaron sorprendidos mientras otros musitaron palabras de sorpresa.
–¡Se lo ha comido! ¡Dios mío, qué asco! ¡Qué bajeza! ¡¿Cómo se lo ha podido comer?! Es un perro vagabundo, ahora que su dueña ya no está tiene que ir a moverle la cola a otros.
–Xiaojie…–Bai Zhi observó la escena preocupada. No podía creerse que hubiesen molestado de esa forma al muchacho. Sn shaoye siempre habí sido orgulloso, ¿cómo había conseguido soportar semejante tormento?
Li Wei Yang frunció el ceño desde lejos. Al ver el comportamiento de Li Min De se quedó estupefacta y sintió cierta opresión en su pecho.
El joven ahí de pie seguía siendo atractivo, pero se había vuelto más y más delgado hasta el punto de olvidar su arrogancia pasada.
Había perdido su posición en la familia Li después de perder a su tutora. No tenía ningún otro lugar al que ir, así que no podía oponerse a estas humillaciones y debía fingir ignorancia.
Su par de ojos se habían cubierto de polvo y restricciones a causa de tantas crueldades.
Gao Min comentó:
–Te has criado en la familia Li y te han educado con modales… ¡¿Cómo has podido comportarte de una forma tan indigna?! ¡Qué bochorno!
–¡Ja! Es sólo un perro. – Gao Jin soltó una carcajada, dio un salto y, de un paso, se colocó ante Li Min De. Le miró con desdén y desafío.
Sin embargo, la expresión de Li Min De seguía implacable. Gao Jin quería provocarle.
–¿Qué? ¿No estás de acuerdo con lo que he dicho?
Gao Min no pudo evitar estallar en carcajadas. Tuoba Zhen sonrió, ese jovenzuelo era muy interesante.
Los ojos de Wei Yang, que observaba la escena desde lejos, albergaban cierto ácido. No pudo evitar pensar en qué estaría pensando Li Min De; en cuándo habría decidido usar esa actitud para enfrentarse a aquellos que le insultaban, humillaban y atormentaban y, en cómo podía controlarse.
No sabía por qué, pero le sentaba mal que el muchacho tuviese que pasar por todo aquello.
¿Por qué hacer pasar a un niño tan joven por tanta humillación? ¿Por qué tenían que destrozar su orgullo por completo? Ni siquiera ella había podido soportar ese tipo de dolor, ¿cómo iba a poder hacerlo un crío?
Li Min De sonrió de repente, sus ojos parecían un charco de agua y, su expresión, les hacía imposible a los demás apartar la vista. Alzó las cejas y, con total despreocupación, contestó.
–Sí, claro, estoy de acuerdo.
Gao Jin se quedó de piedra.
–¿Qué has dicho?
–Biao ge tiene razón, no tengo nada que decir. – Repitió Li Min De con todos sus respetos.
Gao Jin se tocó la nariz y se enfadó de repente, entonces, le miró de mala manera.
–Más te vale no estar jugando.
Li Min De no pudo evitar apretar los puños por dentro de las mangas, sin embargo, sonrió.
–Biao ge, soy de bajo estatus. No me puedo ni comparar contigo, ¿cómo me iba a atrever a jugar a nada?
Gao Jin soltó una risita al verle así y, súbitamente, cogió el vino que sujetaba una criada y lo derramó por encima de la cabeza del muchacho.
El vino empapó el cabello del joven; sus ojos se volvieron extremadamente fríos por unos instantes, pero después, volvieron a la normalidad y Gao Jin levantó la botella para reventarla en la cabeza de Li Min De. Las comisuras de los labios de Li Zhang Le se levantaron escondiéndose del resto que, a diferencia de ella, observaron la escena con lástima.
Tuoba Zhen, al final, bajó la cabeza y continuó sorbiendo su té. Se limitó a callarse porque las luchas internas de la familia Li no eran asunto suyo.
–¡Para! – De repente, alguien le sujetó la mano a Gao Jin.
–¡¿Li Wei Yang, cómo te atreves?! – Gritó furioso Gao Jin.
–Biao ge, ¿qué estás intentando hacerle a San di en plena luz del sol? – La voz de Wei Yang era suave.
–¡¿A ti qué te importa?!  – Gao Jin sonrió con frialdad.
–Lao Furen ha invitado a San di a He Xiang Yuan. ¿Qué te ha puesto de tan mal humor? – Contestó con tranquilidad Li Wei Yang.
La expresión de Gao Jin se tornó rígida y no supo qué decir. Después de la última vez, cuando le pegaron, temía a Li Wei Yang. Si no hubiera tanta gente presente, le hubieran fallado las rodillas.
Gao Min se acercó y observó con desdén a Li Wei Yang.
–¿Cómo osas hablarle así a mi Er ge?
Los dichosos ojos de Li Wei Yang parpadearon y le respondió risueña.
–Me atrevo a preguntarte otra cosa, ¿de qué rango es tu Er ge?
Gao Min se quedó estupefacta. Gao Jin era un libertino, ¿qué rango iba a tener?  La expresión de Li Min Feng y la de su hermana cambiaron. Li Zhang Le se tocó el pelo inconscientemente. La última vez tuvo que utilizar medidas extremas para poder quedarse en la residencia y aquello había dejado una cicatriz. Cada vez que veía a Li Wei Yang recordaba su herida y de dónde provenía y resentía a Li Wei Yang.
–Biao jie, lo que San mei quiere decir es que ella es la gran Anping Xianzhu, Biao ge no puede hablarle.
Decir aquello implicaba demostrar lo dominante que era Wei Yang. El quinto príncipe frunció el ceño y comentó.
–¡¿Cómo te atreves a usar esas palabras?! Sólo eres una Anping Xianzhu de segunda.
Los ojos del príncipe se concentraron en Li Zhang Le. Li Wei Yang nunca esperó buenas palabras de su parte. Le escuchó y sonrió.
–Quint príncipe, ¿cómo puede pensar que ser de segundo rango es poco? Oh, para mí, el premio que me otorgó el Emperador ya me es suficiente.  Nunca anhelé tener el primer rango. Además, todos los rangos los concede el Emperador, ¿no cree?
–Li Wei Yang, no agarres el brazo cuando te han ofrecido uan mano. – Tuoba Rui se disgustó.
–Me horroriza que usted pueda pensar que yo estoy haciendo algo así. – Dijo despreocupadamente Wei Yang, con cierta burla en sus ojos negros como la noche.
Seguramente, Tuoba Rui no sabía ni entrar a palacio por culpa de lo ciego que estaba por Li Zhang Le. No importaba lo inútil que fuese el título de Anping Xianzhu, seguía siendo algo otorgado por el Emperador y ella, debía ser la única hija de un oficial en el mundo con semejante honor. Ni siquiera un príncipe podía ser arrogante en cuanto la autoridad de un Emperador.
Tuoba Zhen tosió.
–Wu di, Anping Xianzhu tiene razón. Nuestro padre es quien le concedió su posición. Gao Gongzi no debería haber gritado delante de ella. – No pudo evitar posar la mirada en Li Wei Yang mientras hablaba. Su tono de voz se hizo más grave. – Wu di es impulsivo, espero que no le culpes por ello.
–¿Qué dice? – Li Wei Yang le contestó entre risas. – ¿Cómo me atrevería a ofender a un príncipe?
–Gao Gongzi sólo estaba gastándole una broma a San Gongzi. – Tuoba Zhen se detuvo.
Gao Jin gritó por instinto:
–¡No iba en broma!
Tuoba Zhen rechistó. Gao Jin encogió el cuello, sin embargo, todos los presentes vieron como le miraba.
–Su Alteza San, yo-…
¡No sabía cuándo parar! Tuoba Zhen hundió el rostro y le regañó.
–Cierra la boca.
Gao Jin se asustó y se quedó quieto, mientras que la expresión de Gao Min se llenó de todavía más envidia cuando miró a Li Wei Yang.
Li Wei Yang se limitó a mirar a Li Zhang Le con una gran sonrisa y una pizca de enemistad en los ojos.
Tuoba Zhen sintió que la inteligencia de Li Wei Yang estaba por encima de la media.  Qué lástima que fuera hija de una concubina. Jamás superaría a Li Zhang Le en el corazón del Primer Ministro Li.
–San Gongzi,  –habló con cierta burla en la voz. – Gao Gongzi sólo quería cuidarte, por eso te ha dado un melocotón. No te lo tomes a pecho.
Los ojos de todos los presentes se posaron en la víctima: Li Min De.
Li Wei Yang cerró las manos en un puño inconscientemente. Si hubiese podido, le habría destrozado esa cara tan bonita a Tuoba Zhen. Descubrió que los humanos podían llegar a este punto de desprecio.
Li Min De no dijo nada hasta un rato después, levantó la cara y sus ojos perdieron color.
–Sí, ha sido culpa mía. No tiene nada que ver con Gao Jin Biao ge. – En su rostro apareció una sonrisa deslumbrante y habló con dulzura. – San jie, no te enfades.
–Siendo así, – Tuoba Zhen volvió a su comportamiento habitual, sonriendo. –llévatelo, Xianzhu.
El ceño fruncido de Li Wei Yang y sus ojos justos, junto a un conjunto de emociones que le cruzaron el rostro fue lo que respondió al príncipe. Parecía triste.
Li Wei Yang se sentía mal por él, por Li Min De, y este hecho sorprendió al muchacho cuyo rabia y enemistad que yacía en su corazón empeoró.
–Vámonos, Min De. – Dijo Wei Yang con suavidad.
Li Zhang Le observó con frialdad y, de repente, le parpadeó a Gao Min. Gao Min se movió hacia adelante y empujó a Gao Jin. Entonces, Gao Jin pisó la parte más baja del atuendo de Li Min De.
Li Wei Yang giró la cabeza y presenció la escena. Los nobles cuidaban su conducta, especialmente ante las mujeres, por lo que solían portarse bien. Sin embargo, también había gente como Gao Jin, cuyo estatus no era del todo bajo. Por fin comprendió por qué al marqués de Bo Chang no le gustaba su hijo; era abominable.
¿Qué pretendía?
Li Wei Yang bajó la voz para esconder su rabia y preguntó con total determinación:
–¿Qué más quieres decir? – Sus rasgos faciales eran tranquilos, su sonrisa habitual seguía dando la impresión de amabilidad y calma, pero en esos momentos, la muchacha parecía un tigre al que le habían pisado la cola. Le enemistad fluía de su ceño mientras miraba a Gao Jin de mala manera, como una serpiente que estudia a su presa.
Gao Jin tuvo miedo por un momento, pero recordando que su hermosa Biao jie le había prometido enviarle una de sus criadas, se comportó como si nada.
–¡Le he regalado un melocotón, pero no se lo ha acabado! – Gao Jin sonrió con frialdad.
Li Wei Yang arqueó las cejas. Sus ojos eran tan afilados como cuchillos. Gao Jin estaba tan aterrorizado que retrocedió.
–¡Tú...!
–Vaya, vaya. Biao ge, ¿por qué estás tan asustado…? – Li Wei Yang habló mientras recogía el melocotón del suelo y se lo metía en la boca a Gao Jin. Le sonrió con dulzura. – ¿Cómo vamos a darle un melocotón tan bueno a San di? Deberías comértelo tú.
Gao Jin no se lo esperaba. Mantuvo el melocotón sucio en la boca y , de inmediato, lo escupió.
–¡Li Wei Yang, maleducada! – Gritó.
Li Wei Yang sonrió, sus ojos vagaron por el pabellón.
–Biao ge, el Emperador me elogio diciendo que era decorosa y respetuosa, distinguida y recatada, ¿no estarás contradiciéndole? ¡Oh, te atreves a decir algo así delante de dos príncipes! ¡Estás ofendiendo la autoridad real en sus caras!
La complexión de todos los presentes cambió súbitamente. Gao Jin estaba furioso, pero no se atrevía a atacar a Li Wei Yang. Corrió a arrastrar a Li Min De, pero Li Wei Yang evitó su intentó. No fue capaz de conseguir tocar a Li Min De, pero su dedo tocó el cabello de Li Wei Yang sin querer, y una de sus horquillas cayó al suelo. Sólo se escuchó un ruido sordo y el sonido de la horquilla cayendo al lago.
Gao Jin estalló en carcajadas. Li Wei Yang le ignoró y se anduvo unos cuantos pasos para mirar en el lago.
–San biaojie, no lo he hecho a propósito. Oh, qué pena, una horquilla tan bonita. Pareces muy preocupada, ¿te lo había regalado un amante? No parecía tener mucho valor, Biao ge te regalará uno mejor.
Li Wei Yang alzó las cejas. Gao Jin sonrió encantado.
–¿Qué? ¿Tanto te gustaba? Pues salta y búscalo. He oído que te criaste en el campo y sé que sabes nadar. No me sorprendería que lo encontrases.
Él sabía que la muchacha no saltaría y estalló en carcajadas, pero su risa se detuvo de repente y su expresión cambió. Nadie alcanzó a ver con claridad como Li Wei Yang se acercó, sólo vieron cómo abofeteaba a Gao Jin. Gao Jin se tambaleó y cayó de espaldas del golpe; se quedó ahí, mirándola con incredulidad. Todos los que había en el pabellón se levantaron de repente.
–¡¿Estás loca?! – Gritó Gao Min, y corrió para examinar a Gao Jin. – Er ge, ¿estás bien?
Gao Jin tenía la cara hinchada y se le habían caído unos dientes. Estaba tan desconcertado que no podía ni reaccionar.
–¡Estás siendo demasiado imprudente, Li Wei Yang! – Li Min Feng se acercó a paso ligero. – ¡Aunque seas una xianzhu no puedes pegar a alguien sin motivo!
El tercer príncipe, Tuoba Zhen observó a Li Wei Yang con frialdad, pensando que se había pasado.
–¡Li Wei Yang, me aseguraré de informar a padre y hacerle saber tus malas acciones! – Tuoba Rui, el quinto príncipe, la censuró.
Li Wei Yang sonrió de repente, su sonrisa tenía una pizca de crueldad.
–Quinto príncipe, no olvide decirle al Emperador que lo que me había regalado, la horquilla de ocho jades, se ha caído al lago por culpa de Biao ge. Me pregunto si el Emperador será indulgente con él sabiendo que ha dañado un regalo imperial.
Todo el mundo se quedó impactado.
–¿De verdad te lo dio el Emperador? – Preguntó Li Zhang Le.
Li Wei Yang dio un paso hacia ella y movió los accesorios de su cabello junto al anillo de su mano.
–Sí, el Emperador me dio todo esto.
–¿Estás loca? ¿Cómo puedes ir por ahí con los regalos del Emperador? – Gao Min no podía creérselo
Li Wei Yang torció la boca.
–Me lo regaló personalmente el Emperador, ¡si lo llevo me quedo más tranquila! ¿Quién iba a imaginarse que Bio ge tendría la audacia de echar a perder algo así? Es una ofensa que podría hacer desaparecer al clan entero. Oh, parece que Biao ge nos ha incriminado a todos. No sé si el Emperador dejará nuestros cuerpos intactos…
Gao Jin se asustó tanto que se subió al puente y miró el lago de olas interminables, aterrorizado. ¡Una horquilla siendo un regalo Imperial! ¿Eliminar un clan entero por una horquilla? ¡¿Qué iba a hacer?! ¡¿Qué podía hacer?!
Los ojos Li Zhang Le daban tumbos y estaba a punto de hablar cuando Li Wei Yang dijo algo.
–Da jie, no puedo escapar la responsabilidad por lo que le ha pasado al regalo imperial que me otorgaron. No puedo evitar la ejecución. A mí no me importa, pero tú eres tan hermosa… Mucho me temo que, esta vez, te cortarán la cabeza conmigo.
Li Zhang Le quiso culpar a Li Wei Yang por perder su horquilla, pero ahora no podía decir nada. Su hermoso rostro cambió de color y sus dientes empezaron a castañear.
–¿Por qué? ¡¿Por qué nos tienen que ejecutar cuando eres tú quien lo ha perdido?! – La voz de Gao Min era lúgubre.
Li Wei Yang suspiró.
–No es que yo quiera que pase, pero romper un regalo imperial significa la ejecución de todo el clan. Yo no puedo escapar, y Da jie tampoco. ¡Todos tenemos que morir! Ah, sí, quinto príncipe, cuando informes al Emperador, no olvide culparme sólo a mí. Así, a lo mejor el Emperador cambia el castigo de Da jie y en lugar de descuartizarla, le hace beber vino envenenado.
Cuando terminó de hablar, se giró hacia Tuoba Rui. Su cabello era tan oscuro como la noche, su rostro níveo, y su figura extremadamente grácil parecía poder desaparecer en el viento y, sin embargo, albergaba una fuerza inexplicable.
Tuoba Rui estaba atónito. Jamás hubiese imaginado que Li Wei Yang fuese una mujer astuta a la que le importase tan poco su vida.
–Hace tiempo, el mentor del príncipe heredero rompió un anillo de jade. El anterior Emperador se enfadó tanto que ordenó que lo ejecutasen a pesar de las súplicas de los oficiales. Hizo desaparecer a toda la familia Wang. ¿Lo recordáis, verdad, príncipes?
Li Wei Yang sonrió mientras hacía la preguntaba. Wang Yun no fue sólo ejecutado por el anillo, pero sí fue ese incidente lo que lo detonó todo.
Tuoba Zhen miró a Li Wei Yang. Siempre solía sonreír, pero en esta ocasión, estaba serio.
Li Min De observó a Li Wei Yang ponerse delante de él, usando su poder para protegerle. Algo se disolvió en sus ojos y se condensó. No podía moverse, ni sonreír, ni hablar; sólo observar.
Li Zhang Le se percató de la verdad. Ella había vivido y crecido en la familia Li, también su clan la había favorecido. Aunque se casase, tendría que seguir apoyándose en la reputación de su familia y en la autoridad de su padre, pero a Li Wei Yang no le importaba. Además, parecía que quería arrastrar a todos los miembros de su familia al infierno con ella. Por eso podía hablar de un castigo tan severo como si no fuera con ella.
¿Cómo no se van a romper los huevos si se destruye el nido[1]? A Li Wei Yang no le importaba. O le temía a la muerte, de hecho, la buscaba. Li Zhang Le se horrorizó.
–¡Tú…! – Gao Min quiso acercarse y abofetear a Li Wei Yang.
LI Wei Yang sonrió como si albergase intenciones maliciosas. Meció la joya de su mano.
–¡Biao ge, deberías tener cuidado!
Gao Min se contuvo y se cruzó en su camino con los ojos rojos por la ira. Li Wei Yang lo había hecho a propósito. Había llevado consigo los regalos imperiales para que cualquiera que chocase con ella tuviese que enfrentarse a un castigo mortal.
–San mei, no te enfades. – Li Min Feng reaccionó rápido. – Enviaré a gente para que busquen la horquilla. El lago está lleno de barro, no creo que se haya roto. Lo encontraremos y te lo devolveremos.
Li Wei Yang sonrió y contestó:
–Da ge, quiero que sea Biao ge quien lo busque.
La expresión de Gao Jin cambió con sólo oír esa frase. El rostro de Gao Min rebosaba ira.
–¡No vayas tan lejos, Wei Yang! – Sus ojos en forma de almendra se abrieron como platos.
¿Ir demasiado lejos? O sea que, ¿sólo se meten con los que son débiles y fáciles? Los ojos claros y gélidos de Wei Yang miraron furtivamente a Gao Jin.
–Biao ge, te estoy dando la oportunidad de compensar tus malas acciones. Si no quieres hacerlo… – Miró al quinto príncipe encantada. – Entonces, el quinto príncipe debería informar al Emperador.
–¡Tú…! – La complexión de Gao Jin parecía ceniza. Casi no podía hablar cuando, al fin, murmuró. – Vale, lo buscaré.
Al acabar de hablar, se remangó las mangas de la ropa y saltó al lago.
–Er ge, no le hagas caso, ven–… – Gao Min cerró las manos en puños.
–¿Oh? ¿Min biaojie quiere ayudarle? – Li Wei Yang sonrió.
Gao Min se quedó callada, sus ojos podrían haberse comido a Wei Yang cuando la miró. Dio un pisotón en el suelo, giró la cabeza y preguntó:
–Tercer príncipe, ¿qué opina?
Tuoba Zhen sacudió la cabeza. Li Wei Yang era dominante, pero sus palabras eran todas racionales. No se le ocurrió ningún argumento para combatirla, por lo que se limitó a sacudir la cabeza.
Los ojos de Li Zhang Le brillaron por las lágrimas.
–Tercer príncipe, Biao ge da mucha pena, hace frío ¿y si–…?
Li Wei Yang arqueó las cejas y sonrió.
–Da jie, date prisa y ordena que alguien ayude a Biao Ge a buscar. Hay que encontrar la horquilla antes de que caiga la noche, o sino…
No dijo nada más, simplemente dejó que su par de ojos negros se posaran sobre su hermana.
El rostro de Gao Jin, que estaba en el agua, rebosaba pavor y usó todas sus fuerzas para rebuscar por el agua.
Li Wei Yang sonrió y le dijo a Li Min De:
–Vámonos, Lao Furen nos espera. – Tiró de Li Min De y, tras dar dos pasos, se giró y les dedicó una sonrisa encantadora. – Recordar enviármelo cuando lo encontréis.



[1] “¿Cómo no se van a romper los huevos si se destruye el nido?” o en chino “覆巢之下焉有完卵” significa que, si una familia se rompe, los miembros de ésta no pueden sobrevivir. 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images