Capítulo 36

noviembre 06, 2017

Qi Xiu Yuan llamó al subdirector para pedirle un día libre y fue a comprar algunos artículos necesarios y el desayuno, aunque hubiera sería más adecuado llamarlo: “comida”. Con todo en la mano, se dirigió a la habitación de Han Jia.
Han Jia seguía inconsciente, aunque ya estaba fuera de peligro. Xiao Li estaba sentado a su vera, perdido en sus pensamientos mientras observaba el rostro pálido de su amigo.
Qi Xiu Yuan se acercó en silencio y dejó lo que había comprado sobre la mesa.
–Qué… relación tan buena tenéis…
Una sonrisita apareció en el rostro de Xiao Li que continuó presionándole con el silencio. Una sensación de pérdida cubrió el corazón de Qi Xiu Yuan. Le echó un vistazo rápido a Han Jia pero no dijo nada más, entonces, sacó la camiseta que le acababa de comprar a Xiao Li.
Xiao Li se levantó, fue al baño y desgarró las ropas empapadas de sangre. Las hizo una bola y las tiró a la papelera. A continuación, empleó una toalla mojada para lavarse la sangre del torso y, finalmente, se puso la camiseta que le había dado Qi Xiu Yuan.
Al salir, Qi Xiu Yuan ya estaba esperándole para desayunar sentado en la mesa. Miró de soslayo la mano vacía de Xiao Li y preguntó:
–¿Y la ropa?
–La he tirado.
Qi Xiu Yuan le miró y sonrió.
–Todas tus camisetas no habrán acabado así, ¿no?
Después de su comentario pudo ver un cambio en los ojos de Xiao Li, como si de repente le hubiese embargado la tristeza. Asintió de mala gana y se sentó para comer.
Qi Xiu Yuan se dio cuenta de que había dicho algo que no debería a pesar de que apenas supo por qué. Observó a Xiao Li comerse las gachas en silencio. Se comió la comida sosa y abrió la boca para hablar, pero, justo en ese momento, que pareció durar un día entero, escuchó la voz de Xiao Li.
–Sí.
Alzó la cabeza para mirar a Xiao Li, sin embargo, él no le devolvió la mirada. Se limitó bajar la cabeza y observar su tazón de comida, como si no hubiese dicho nada.
Qi Xiu Yuan hizo ademán de preguntar, pero Xiao Li mantuvo una expresión neutral.
–He tirado todas las camisetas manchadas de sangre. A veces, era mi sangre, pero la mayoría de las veces era de otr apersona. Qi Xiu Yuan, ya te lo he repetido muchas veces. Este es el tipo de persona que soy. Soy mucho más odioso y horrible de lo que imaginas. Si no quieres morir, tú… – Le miró con ojos fríos y feroces. – Será mejor que te alejes de mí.
Qi Xiu Yuan no le devolvió la mirada. En su lugar, se dio la vuelta y le echó un vistazo a Han Jia, que seguía en el lecho. Entonces, se giró hacia Xiao Li y le miró la cicatriz, los cortes que delataba el cuello de la camiseta y la mancha de sangre que no se había acabado de limpiar bien. Y sólo entonces, su mirada se encontró con la de Xiao Li.
–No me gusta que estés en la mafia, pero no le tengo miedo a esas cosas. – Habló con lentitud, firmeza y determinación. – Yo también te he repetido esto muchas veces.
Tenía razón, lo había dicho muchas veces. Cuando apareció en el callejón del Arco del Triunfo, en la escuela abandonada cuando Da Gui secuestró a Xiao Yang, cuando escaparon, cuando reapareció por segunda vez ante Da Gui y, una vez más, en aquel hospital a miles de kilómetros de su trabajo, mientras le ayudaba a cuidar de su amigo herido de bala.
Era un hombre amable, cariñoso, valiente y apasionado. Poseía las cualidades que siempre había admirado, un trabajo decente y andaba bajo el sol. Sin embargo, empleaba esa increíble dedicación suya y el valor para perseguirle a él. Eso agitaba y confundía a Xiao Li todavía más.
–¿Qué es lo que te gusta de mí exactamente? – Xiao Li no lo conseguía comprender. Le había preguntado lo mismo muchas veces, pero todavía no había recibido una respuesta. – Me odia hasta mi hermano pequeño-…
Su voz desapareció en la boca de Qi Xiu Yuan.
Qi Xiu Yuan se apoyaba en la mesita y con la otra sujetaba el hombro de Xiao Li.  Se inclinó para besarle, tirando la botella de salsa de soja.
El cuerpo de Xiao Li se quedó inmovilizado. Podría haber apartado a Qi Xiu Yuan en cualquier momento, y darle de puñetazos, pero los dedos de Qi Xiu Yuan le acariciaban los hombros con dulzura. Su beso era tierno y suave. Como si no fuera uno de los miembros violentos de una mafia, sino un tesoro frágil que tenía que tocar con amor y cariño. Sus labios sellaron los de él suavemente, y entonces, añadió un poco más de presión. Una sensación estremecedora apareció y se extendió desde donde le estaba tocando Qi Xiu Yuan. Xiao Li sintió algo cálido, suave y húmedo lamerle el labio superior. La lengua entró tímidamente, como alentada por su derrota, e intentó abrirle la boca del todo y explorar su calidez. Xiao Li, asustado por esa sensación cálida y húmeda, retrocedió. No obstante, en cuanto Qi Xiu Yuan fue consciente de su intento de escapar, sus dedos se clavaron firmemente en su hombro y abrió los ojos.
En Jin Ting, uno de sus territorios, Xiao Li había visto desde siempre todo tipo de ojos: maliciosos, ambiciosos, ansiosos y deseosos. Aunque en los ojos de Qi Xiu Yuan había aquella sensación tan familiar de anhelo y deseo, había algo más que fue incapaz de distinguir. En otras palabras, era como si le adorase, le amase. El simple pensamiento le inquietó todavía más.
Extendió las manos para empujar a Qi Xiu Yuan, sin embargo, QI Xiu Yuan, que parecía estar compitiendo contra él, empleó todavía más fuerza. Cuando no pudo llegar a sus labios para besarle, empezó a acariciarle la frente y las mejillas, como si no temiese que Xiao Li utilizase la fuerza bruta.
Mientras se debatían, alguien abrió la puerta.
–¿Qué estáis haciendo?
Li Shi Qing y su guardaespaldas aparecieron en la puerta con una expresión de disgusto en el rostro. Li Shi Qing entrecerró los ojos y miró a Qi Xiu Yuan de arriba abajo.
–¿Este quién es? – Preguntó con un aura casi asesina.

Qi Xiu Yuan sintió como si le estuviera atravesando con una espada.  

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