Capítulo 38

noviembre 13, 2017

El silencio acompañó a Li Shi Qing y a Xiao Li mientras permanecían sentados en los asientos traseros del coche, de camino a la ciudad. El conductor era un hombre robusto en la flor de la vida que llevaba trabajando para Li Shi Qing muchos años. Normalmente, también era su confidente y su guardaespaldas. Tenía fuerza física y era capaz de entender el lenguaje corporal. Por tanto, siendo consciente del ambiente tenso, decidió guardar silencio durante todo el trayecto.
El coche llegó a la ciudad y, al fin, Li Shi Qing empezó a hablar.
–¿Sabes que te has hecho mal o no?
Xiao Li estaba mirando el paisaje pasajero por la ventana en ese momento: su mente estaba en otro sitio, pero al escuchar esas palabras, volvió en sí y se dio la vuelta.
–Sé que he hecho mal, Qing Ye. – Susurró.
–¿Por qué?
–No debería haber ignorado la posición del grupo, ni haber actuado solo.
–¿Y qué más?
–Tendría que haber comprendido la situación del todo antes de tomar cartas en el asunto y provocarle una herida tan grave a Han Jia.
Li Shi Qing se volvió para mirar a Xiao Li. Le recorrió con los ojos, deteniéndose en la marca del golpe. Tendió la mano para tocarle y suspiró.
–Lo último que deberías haber hecho es ponerte en una situación tan peligrosa.
Xiao Li inclinó la cabeza para evitar su tacto.
–He roto una de las reglas del grupo. Castígame, Qing Ye.
Li Shi Qing no retiró la mano. Continuó observando la punta de sus dedos que permanecían al lado de Xiao Li.
–No tenías la intención de volver con vida cuando has ido a salvarle, ¿verdad?
Li Shi Qing no le obligó a contestar, simplemente, retiró la mano antes de proseguir:
–Has sido muy desobediente. Si no te castigo, la gente pensará que no sé ocuparme de mis hombres. Vuelve y mira cómo están las cosas, y dale la mitad del territorio este a Yan Ming.
–Sí, Qing Ye.
El coche se detuvo cuando llegaron a la residencia de Xiao Li. Xiao Li estaba a punto de bajarse del coche y se despidió de Li Shi Qing, pero éste, de repente, le cogió la mano.
–Deberías pensar en lo que te dije, Xiao Li.
Xiao Li retiró la mano y contestó:

–Adiós, Qing Ye. 

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