Capítulo 41

noviembre 20, 2017

“El Emperador no organiza cortes matutinas con una belleza a su lado”, estas palabras de DongYan fueron muy vívidas y descriptivas.  El motivo de estas palabras es que, Ye CanSheng se aferra a mí durante otros cuatro días enteros después de que yo empiece a hacerle caso. En realidad, sus palabras me gustaron mucho. Sí, “belleza”. Y pensar que alguien me pueda llamar algo así con el pelo que llevo.
Nadie aguanta el temperamento de mi CanSheng, así que, los cuatro peces gordos han tenido que venir ellos mismos. Cuando acabamos de comer juntos, él se reúne con esos cuatro miembros y yo me quedo en la hamaca, relajándome mientras abrazo a Cacahuete. El perro es especialmente obediente después de comer y beber, por lo que me permite acariciarle la cabecita mientras duerme.
Nunca he estado tan tranquilo, pero la calma nunca dura. Justo cuando se me empiezan a cerrar los ojos oigo un grito que sorprende y despierta a mi Golden terrier. Abro los ojos y me encuentro a DongYan delante de mí. Me froto los ojos por el dolor de cabeza.
¿Por qué CanSheng habrá traído a los cuatro peces gordos al jardín?
–¿Cómo es que habéis venido? ¿No os da miedo que me entere de cosas que no debería saber? – Me froto la cabeza y dejo a Cacahuete en los brazos de CanSheng.
De repente, me doy cuenta de que todo mi entorno está demasiado tranquilo. Levanto la cabeza y veo a los que se están acercando.
DongYan deja de masticar el chicle y ladea la cabeza con una expresión sofocante; XiYan sujeta el cigarro con dos dedos y NanYan le da la espalda a BeiYan que está a punto de quedarse dormido.
No puedo evitar suspirar. Continúo sentado al lado de Ye CanSheng y le miro furtivamente.
–Si os queréis reír, adelante. Tened cuidado de no provocaros heridas internas de tanto aguantaros.
¿Por qué parece que hayan visto un fantasma? Es sólo un corte de pelo.
–Ye Sao, ¿lo has hecho a propósito?
–Ten cuidado de no se te escape volando el chicle de tanto reírte.
–¿Una nueva moda? Ye Sao, ¡qué talento tienes! ¡Jajaja!
–¿Ya no quieres el caramelito? – Le dedico una mirada furtiva a Ye CanSheng otra vez. – ¡Preguntadle a vuestro joven amo!
En cuanto termino la frase, ambos hombres dejan de reírse. Ye CanSheng coopera cruzándose de piernas y repasándoles con la vista.
–Es muy artístico.  – XiYan es el más listo.
–¿Qué tenéis en contra? – También me cruzo de piernas. Cojo la taza de té que hay en la mesa y le doy un sorbo. Imito a Ye CanSheng y les estudio con la mirada.
–Nada…
En el pabellón hay cinco personas y un perro disfrutando de la tranquilidad de una tarde de Otoño. La luz lleva consigo un aroma a eglatinas.
XiYan deposita a BeiYan, que parece un cadáver, en la hamaca. Me siento extraño viendo cómo todos se toman el té que he hecho.
–¿Habéis venido a reíros de mí o a beberos mi té?
–¡Hemos venido a dar buenas noticias!
XiYan lame una piruleta que ha sacado de Dios sabe dónde.
–¿Qué buenas noticias?
–Dejarte salir. – La voz de Ye CanSheng inunda mi oreja, su tono muestra su renuencia.
Me parece estar teniendo alucinaciones.
–R-Repite eso… – Me pellizco la oreja un par de veces.
Ye CanShen gira la cabeza.
–Dejarte salir… Mañana…
Se me cae la taza de té al suelo, sacando así a BeiYan de su sueño. Se frota los ojos y se cae de la hamaca. Después, vuelve a sentarse en ella como si no hubiese pasado nada y me mira como ausente.
–Qué feo…
En estos momentos estoy de muy buen humor, así que no monto ningún alboroto por lo que ha podido hacer o decir un niño pequeño.

Sin embargo, si supiera que me encontraría con ShangFan y que por culpa de ello toda esta tranquilidad iba a cambiar, hubiese preferido que Ye CanSheng me encerrase. 

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images