Capítulo 54

noviembre 23, 2017

Li Shi Qing se acercó a Xiao Li en un intento de hacerle temblar bajo su cuerpo y caer. Cuando notó la humedad de la palma de su mano, una sonrisa se extendió por su rostro. Le chupó la oreja y dijo suavemente:
–Soy el único que sin importar qué, no te sacrificaría jamás.
A diferencia de lo que Li Shi Qing había esperado, Xiao Li no intentó evitarle. Se limitó a coger aire mientras que los escalofríos se detenían. Entonces, habló en voz baja y firme.
–¿Quieres matarle?
Li Shi Qing soltó una risotada.
–Te ha sacrificado, dejándote con el corazón roto y herido. ¿Qué hay de malo en ayudarte a matarle?
Xiao Li contestó con una cara neutral.
–Si habla, ¿le dejarás ir?
Li Shi Qing se quedó callado unos segundos antes de volver a hablar.
–No.
Xiao Li extendió la mano y le cogió por la muñeca, con la intención de separar la mano que le cubría la vista, sin embargo, antes de conseguirlo, Li Shi Qing ejerció todavía más fuerza.
–¿Qué haces?
–Han Jia dijo que eras más despiadado que Luo Dong, pero sé que no torturas a la gente por puro placer. – Dijo Xiao Li mientras apretaba su muñeca y hablaba sin revelar su humor. – Le tratas así porque quieres que muera. Pero si va a morir de todas formas, ¿no puedo matarle yo? – Li Shi Qing se quedó callado y Xiao Li le presionó. – ¿No?
Li Shi Qing le observe unos instantes y, finalmente, le soltó y ordenó.
–Parad.
Xiao Li volvió a abrir los ojos, ajustó la vista a la luz y se levantó de la cama. Qi Xiu Yuan estaba cubierto de heridas, en el suelo e inclinado en su dirección. Era obvio que le habían dislocado el brazo.
Hasta que no se acercó a él, Xiao Li no se percató que ya estaba seminconsciente. Tenía heridas por todo el cuerpo, la cara ensangrentada y uno de los ojos hinchado. Qi Xiu Yuan, ni en esas circunstancias, no se atrevió a emitir un simple sonido. Sólo era capaz de respirar rápida y cortadamente por el dolor. De repente, cuando Xiao Li apareció en su campo de visión, como si estuviera totalmente despierto, sonrió.
Xiao Li no reaccionó. Simplemente, colocó la mano en su pecho, estómago y espalda, examinando cada hueso por si había alguna fractura. Después de aquello, suspiró y, como si hubiese tomado una decisión importante, levantó la cabeza para mirar a Li Shi Qing.
–Qing Ye, ¿puedes olvidarlo?
Li Shi Qing se sentó en la cama y contempló la escena como si ya hubiese anticipado que Xiao Li le preguntaría algo así.
–Dame un motivo.
–Tienes razón, me ha sacrificado. Ha sido cruel conmigo. – Xiao Li le miró a los ojos. – No me volveré a ver con esta persona, pero no puedo dejarle morir. Su hermana es la novia de Xiao Yang. No quiero que mi hermano me odie.
Li Shi Qing se limitó a reír y mirarle la espalda.
–¿Crees que le dejaré marchar por ti?
Xiao Li sonrió, tranquilo.
–Quieres que muera… ¿no es por mí? – Bajó la cabeza y le echó un vistazo a Qi Xiu Yuan. – Es obvio que he venido a esta casa a buscarle yo mismo. Ya te he dicho que no volveré a verle, ¿qué motivo tienes para quererle muerto?
–Porque no me fío de ti. – Li Shi Qing sonrió sarcásticamente.
Xiao Li se arrodilló en el suelo y le miró, entonces, apretó los dientes, se levantó y volvió a arrodillarse delante de él. Levantó la cabeza y le miró. El tono de su voz era tranquilo.
–Cuando Xiao Li entró en la universidad y se fue al extranjero, no aproveché la oportunidad para marcharse. Cuando Ma Que Zi se reveló en mi contra, y Luo Dong me sobornó, no dudé. Esta herida de mi cintura es de hace dos años, cuando Da Gui me apuñaló por protegerte mientras tú huías. Sólo ves cómo tú me has tratado, pero, ¿cómo te he tratado yo? Piénsalo. Qing Ye, soy más fidedigno que tú.
Uno de los subordinados de Li Shi Qing, sorprendido, cogió aire. En segundos, el ambiente se tornó pesado. Pero incluso entonces, la expresión de Li Shi Qing era difícil de descifrar. Ni siquiera sabía cuándo Xiao Li había dejado de usar el “tú” formal para dirigirse a él, le había ofendido, sin embargo, la situación parecía complacerle.
Li Shi Qing extendió la mano para acariciar la cicatriz de su costado. Xiao Li no le evitó y se lo permitió obedientemente.
Entonces, Li Shi Qing alzó la ceja. Se levantó y se acercó a Qi Xiu Yuan, que seguía yaciendo en el suelo y le menospreció con arrogancia.
–Xiao Li, tú sí que me entiendes. Por desgracia, da igual lo que digas esta vez, no sirve de nada. ¡Es imposible que perdone a este bastardo al que has ido a buscar tú mismo!
Levantó la pierna y pateó el estómago de Qi Xiu Yuan despiadadamente, pero, antes de poder darle, Xiao Li se había abrazado a Qi Xiu Yuan a la velocidad de la luz, y por eso, ambos rodaron.
–A Long, ves a mirar si la señorita se ha despertado. – La orden fría creó un ambiente gélido. – Despiértala y traéla aquí.
–Para. – La voz de Xiao Li resonó exigente.
A Long se quedó quieto, sin saber qué hacer y mirando como Li Shi Qing se acercaba a Xiao Li y le cogía por la barbilla.
–¿Qué cojones estás-…?
–Qing Ye, no quería preguntártelo ahora mismo, pero tenía pensado hacerlo… – Xiao Li le interrumpió y se reincorporó para sentarse en el suelo mientras la espalda de Qi Xiu Yuan se apoyaba en su pecho y él le abrazaba con fuerza. Li Shi Qing le obligó a levantar el mentón. – ¿Cómo murió mi madre?
Li Shi Qing se tensó de inmediato. Xiao Li le miró a los ojos.
–Me dijiste que tu hermano, A Biao, le empujó por las escaleras. Eso es lo que dijo todo el mundo. Hasta le apuñalaron seis veces delante de la tumba de mi madre y casi le mataron allí mismo. Mucha gente mintió por ti pero, ¿has olvidado que fuiste tú quien la empujó?
Li Shi Qing sintió una corriente eléctrica, le soltó y se quedó en silencio un buen rato.
–Fue un accidente… – dijo en voz baja. – Y la llevé al hospital de inmediato… ¿Cuándo te has enterado?
–Hace tres años.
Xiao Li sonrió mientras Li Shi Qing le miraba atónito.
–Xiao Yang estaba en el extranjero y la pelea entre Luo Dong y nosotros no había acabado. Si fuera a marcharme, ¿cómo me habrías podido parar?
Li Shi Qing posó la mirada en las ventanas, como si esperase algo más.
–¿Y por qué no te fuiste? – preguntó.
–Quiero que me lo debas. – Xiao Li afirmó con firmeza. – Sé que todo tiene un precio. Nunca he querido estar en la mafia. Nunca he querido hacer nada por ti, pero el precio de abandonar la mafia es demasiado alto. Arriesgué mis extremidades y vida para hacer de todo, por la mafia, por ti, para que estuvieras en deuda conmigo. Así, algún día podré dejarte sin problemas.
La expresión de Li Shi Qing delató la sorpresa que se arremolinaba en su interior y miró a Xiao Li unas cuantas veces sin saber cómo reaccionar.
–Xiao Li, – una sonrisa incrédula se extendió por sus labios. – sé que puedes soportarlo todo. Al parecer, luchaste y te quedaste en el grupo para poder tirarme estas cartas a la cara algún día. “Mi madre murió por tu culpa”, “me han apuñalado por ti”, “me he desangrado por ti”. ¿Y ahora dirás: “estamos en paz”?
–Sí. – Xiao Li le mantuvo la mirada.
El rostro del hombre empalideció. Cogió un par de bocanadas de aire y, entonces, pareció querer reír.
–¡Eres ridículo, infantil e ingenuo! ¿Has pensado en cómo reaccionaría yo cuando llegase el momento? ¿Te crees que diré algo así como: “vale, llegados a este punto, estamos en paz, vete”? ¿De verdad crees que diría algo así?
–Sí. – Xiao Li le mantuvo la mirada y añadió. – Dirás eso.
Li Shi Qing le miró sonriendo.
–En realidad quiero saber de dónde sacas esa seguridad.
–Porque sé que no eres igual que Ma Que Zi o Luo Dong. Ya me habías dejado ir. – Xiao Li continuó mostrando la misma expresión y usando el mismo tono, como si todo el mundo supiese el desenlace. – Cuando tenía quince años, me dejaste marchar.
La penumbra se cernió por la habitación otra vez. Sólo se oía el sonido de la lluvia caer.
Li Shi Qing apenas podía mirarle a los ojos, se cubrió la cara con manos temblorosas.
Un rato después, por fin se apartó las manos de la cara y mostró una expresión exhausta. Hasta su voz sonaba opresiva.
–¿Y por qué estás sacando tus cartas ahora? ¿Por qué quieres intercambiarlas?
Xiao Li abrazó a Qi Xiu Yuan bajando la cabeza.

–Por él.

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