Capítulo 73: Identidad secreta

noviembre 05, 2017

Li Wei Yang no reflejó su dolor en la cara, en su lugar, arqueó las cejas.
–¿Esto es a lo que te referías con lo de: “no tenemos malas intenciones”?
–¡Vete! – Gritó el hombre de gris.
El hombre de verde que estaba detrás de Wei Yang retrocedió, aun en guardia y sin posicionarse demasiado lejos.
Li Wei Yang descubrió lo único que le preocupaba al hombre era la muerte de Li Min De. Para él, Li Wei Yang carecía de importancia, como las hormigas, pero por alguna razón, no quería acabar con su vida. Sus ojos se posaron en Li Min De, que ya estaba inconsciente.
–¡¿Qué quieres hacerle a Li Min De?! – Preguntó Li Wei Yang lentamente.
Todos los presentes se quedaron sin habla, hasta el hombre de gris se sorprendió. Tenían ante ellos una jovencita que, a pesar de enfrentarse al peligro y estar amenazada por una espada, era capaz de mantener la calma y pensar; aunque sabía que su objetivo era Li Min De. No era algo propio de una jovencita.
–¡Su respiración se está debilitando! – Anunció el hombre de verde.
La expresión del hombre de gris cambió drásticamente y se apresuró a agazaparse para recoger a Li Min De.
Li Wei Yang se detuvo delante de él, señaló a Li Min De y dijo, palabra por palabra:
–¡No podéis llevároslo!
El hombre de gris, por primera vez, titubeó, pero poco después volvió a actuar con decisión.
–¡Tú te vienes con nosotros!
La expresión de Li Wei Yang cambió un poco, pero al tomó una decisión rápidamente. El hombre de gris ordenó que le tapasen los ojos a Wei Yang y ella tuvo la sensación de que la metían en un carruaje.
–Mis dos criadas. – Dijo de repente la muchacha.
El hombre de gris cogió aire y contestó:
–Enviaré a gente a buscarlas.
El carruaje viajó muy lejos y, hasta que no llegaron a un a casa, no le quitaron la venda a Wei Yang.
–Oficial, el médico está listo… – La criada saludó y habló pero no le dirigió ni una sola mirada a Li Wei Yang.
–Bien, empezaremos el tratamiento de inmediato. – Anunció el hombre de gris.
Li Wei Yang observó la escena y la identidad de esas personas se volvió todavía más incierta.
–Xianzhu se quedará aquí un tiempecito. – Expresó el hombre de gris.
Li Wei Yang miró a Li Min De, a quien el hombre llevaba en brazos, y frunció el ceño.
–Quiero estar segura de que estará sano y salvo.
El hombre de gris no insistió más y metió a Li Min De en la habitación, entró y se dio la vuelta para mirar a Li Wei Yang.
–Entra.
Li Wei Yang entró y cerró la puerta detrás de ella. Que esa persona le hubiese permitido entrar, indicaba que no estaban en una situación tan mala como parecía. Al menos, no querían acabar con sus vidas. Li Wei Yang exhaló, alzó la cabeza y revisó todo el cuarto. Había un biombo con dibujos de montañas y ríos, y un aroma delicado; también había pinceles preparados para escribir, pero todo estaba como nuevo. Era difícil adivinar los gustos del señor de la casa y su identidad a través de sus muebles.
Un hombre de pelo cano entró en la habitación temblando de miedo. El hombre de gris depositó a Li Min De en el sofá con cuidado y susurró:
–Cúrale.
El médico asintió, bajó la cabeza y revisó la herida de Li Min De.
Li Min De seguía durmiendo, su piel ceniza no mostraba signos de vida. Li Wei Yang no sabía cuándo había perdido el adorno del pelo. El cabello le caía sobre el cuerpo como una seda.
–Min De… – Li Wei Yang se tensó, de repente, y no pudo evitar volver a murmurar su nombre.
–No pasará nada… – Le aseguró el hombre de gris. – ¡No le puede pasar nada! – Dicho esto, cerró las manos en un puño y su voz se tornó ronca.
Llevaba años escapando de peligros para encontrarle, y ahora que le tenía ante sus ojos…
El médico giró la cabeza con una expresión penumbrosa.
–¿Está bien? – El hombre de gris estaba agitado. Avanzó un paso y observó al médico de mala manera.
–Aunque he podido eliminar la mayoría de las toxinas, hay algunas que ya se han mezclado con la sangre. Es una situación muy peligrosa… – El médico habló entre temblores.
–¿No le puedes curar? – Un indicio de enfado apareció en el rostro del hombre de gris mientras cogía al médico por el cuello.
La cara del médico cambió hasta tal punto que no podía ni hablar. Li Wei Yang empezó a sentirse ansiosa por la situación y, enfadada, clamó:
–Suelta al médico. ¿Quieres que Min De muera?
El hombre de gris se sorprendió. Las criadas que estaban en la habitación también se quedaron perplejas y les cambió el color de la cara. No podían creer que Li Wei Yang se hubiese atrevido a hablarle de esa manera al hombre de gris.
–Estoy bien. – De repente, resonó una vocecita.
Todo el mundo miró a la cama al momento.
–Por fin se levanta… – El hombre de gris estaba excitado. Dejó caer al médico y avanzó unos pasos.
La expresión de Li Min De no era buena, en sus ojos no había ni alegría ni gratitud, más bien, parecía estar harto.
Li Wei Yang estaba convencida, no se equivocaba. Cuando Li Min De vio al hombre de gris, el cansancio relampagueó en sus ojos.
–No he dicho nada… – dijo afanosamente el hombre de gris. A mitad de su frase, recordó algo y sus ojos cayeron sobre Li Wei Yang que seguía ahí de pie, en silencio y con algo despiadado en su mirar.
Li Wei Yang suspiró disimuladamente. Al parecer, no querían que supiera la verdad. Le echó un vistazo a Li Min De y la tristeza inundó su corazón. Estaba segura de que Min De sabía algo y se sorprendió de sentirse mal por ello. Lo que la preocupaba era lo que el muchacho le estaba ocultando.
–Min De, – empezó Li Wei Yang tranquilamente. – como os conocéis, supongo que lo mejor será que te quedes aquí y te recuperes. – Se giró hacia el hombre de gris y dijo. – Espero que me lleves a casa, viendo que me he visto arrastrada a esto.
Li Min De empalideció, hasta la última cara de vida desapareció de sus labios. Se incorporó con dificultad.
–¡No! ¡No me quiero quedar aquí!
Su tono de voz era determinado. Era como si en aquel lugar sólo le esperasen azotes.
–No, no te puedes marchar… – La mirada del hombre de gris repasó a Li Wei Yang y, sin pizca de emoción, prosiguió. – Nadie puede irse hasta que estemos seguros de que está a salvo.
–¿Oh? – Li Wei Yang se burló.  – ¿Me vas a encerrar?
El hombre de gris no volvió a abrir la boca y la habitación permaneció en silencio.
–Quiero ir con ella. – Li Min De se debatió.
El hombre de gris cambió su tono de voz de inmediato y miró a Li Wei Yang. Se esforzó por usar un tono moderado.
–Xianzhu, está en peligro, no podemos precipitarnos. Te ruego que-…
Li Wei Yang frunció y posó la mirada en la pálida tez de Li Min De. En sus ojos había temor, el temor de que le abandonase. Li Wei Yang sacudió la cabeza sin que nadie pudiera darse cuenta. Le había prometido a San Furen que no abandonaría a su hijo en ningún caso. ¿Pero qué le escondía? ¿Acaso esa gente le estaba amenazando? No, la actitud del hombre del hombre de gris con él era muy respetuosa, como si Min De fuera su señor.
Li Wei Yang empezó a sospechar todavía más mientras que el hombre de gris la observaba con cautela.
–Bueno, – Wei Yang terminó asintiendo con la cabeza. – me tendré que ir cuando llegue el alba.
No tenía tiempo para reflexionar en esos asuntos y, ante todo, debía mantener su promesa con San Furen.
Li Min De suspiró aliviado, la mano que descansaba sobre su rodilla se tensó y, a los segundos, cayó. El rostro gélido del hombre de gris se descompuso y les ordenó a las criadas que le trajeran agua.
Las criadas calentaron una taza de té y la llenaron de agua. Entonces, se la entregaron con ambas manos conforme se acercaban a la cama y se arrodillaban.
Li Wei Yang estudió la escena sumida en sus pensamientos. No creía que todas esas personas conocieran a Min De, todo aquello debía tener algo que ver con la identidad de su primo.  Pero él le había dicho que lo abandonaron de bebé. Entonces, ¿de dónde habían salido todas estas personas?
Li Min De se desmayó al acabarse el agua. El médico corrió a tomarle el pulso.
El hombre de gris se volvió hacia Li Wei Yang, rencoroso. Era inconscientemente incapaz de tratarla como a una jovencita y ella, por su parte, era plenamente conocedora de la posición en la que se hallaba. El hombre se levantó y dio un paso hacia ella. Entonces, desenvainó la espada y apuntó a Li Wei Yang.
La expresión de la muchacha cambió.
–No le temes a nada. ¿Cómo puede ser que exista alguien que no le tema a la muerte? – Se burló.
Li Wei Yang cogió aire y sonrió.
–No hay nadie en este mundo que no le tema a la muerte, pero ¿vale la pena? Si yo muero, él morirá de tristeza. – habló con desdén. – Y eso hará que todos tus esfuerzos por salvarle sean inútiles.
El hombre de gris se puso rígido.
–Tienes agallas. – Reconoció de mala gana.
Li Wei Yang sonrió.
–Lo único que quieres es que guarde el secreto, pero ¿cómo voy a contar algo que desconozco?
El hombre de gris la observó y bajó la espada lentamente. No lo hizo porque no se sintiese amenazado por la inteligencia de Li Wei Yang, todo lo contrario, creía que la muchacha había adivinado algo. Pero tenía razón, su señor no le perdonaría si matase a Wei Yang.
El médico se puso más ansioso. Giró la cabeza y dijo:
–Corre más peligro que antes…
Li Wei Yang estaba perpleja y se acercó.
–Imposible, acaba de hablar.
–Está ansioso, por eso su flujo de sangre va más rápido… – El médico hablo con lentitud. – Me es imposible curar este tipo de veneno, no lo había visto nunca…
El corazón de Li Wei Yang dio un pequeño vuelco.
–Este veneno se llama Zhu Hong… – El hombre de gris habló lentamente. Miró a Min De y demostró su agitación. – No tiene color, ni gusto, así que no se descubre con facilidad. Con solo un poco, si llega a los órganos, puede sofocar a su víctima hasta la muerte.
Si Li Wei Yang no hubiese eliminado la mayoría de las toxinas, el joven ya sería un cadáver.
–¿Cómo lo sabes? – Li Wei Yang le miró.
El hombre de gris puso una cara horrenda, pero no respondió.
–Lo único que podemos hacer es atacar el veneno con más veneno. – Al médico le sudaban las manos.
¿Atacar el veneno con más veneno? Li Wei Yang se quedó helada. Tuvo un mal presentimiento que no se atrevió a decir.
–¿Qué clase de medicina quieres usar?
El médico se lo pensó y contestó:
–Arsénico, cinabrio, piedras blancas, la novena aguja, cola de escorpión, veneno de serpiente.
Li Wei Yang y el hombre de gris intercambiaron miradas, empalideciendo. Todo era tóxico.
El hombre de gris parecía ser el más agitado, cogió aire, contuvo sus emociones y amenazó:
–Debe vivir, si no, te mataré.
Una enorme gota de sudor recorrió la frente del médico. Li Wei Yang levantó la mano y le interrumpió.
–Si quieres que el médico se concentre, tendrás que dejar de hablar de matar y pegar. 
–¡No necesito que me adoctrines! – El hombre de gris estaba furioso.
Li Wei Yang le observó pacientemente, implacable.
El pecho del hombre de gris se hinchó y desinfló y su humor no cambió hasta un buen rato después. No sabía por qué, pero la jovencita tenía el poder e influencia de una autoridad. ¿Cómo podía ser el caso cuando sólo era la hija del Primer ministro que poco le importaba? De todos modos, parecía que su audacia había perdido su utilidad ante ella.
–Si no quieres matarle, cállate. – Li Wei Yang habló con suavidad, entonces, le preguntó al médico. – ¿Hay otra manera?
El médico meditó durante unos instantes y sacudió la cabeza con solemnidad. Li Wei Yang guardó silencio, entonces, alzó la cabeza y le dijo:
–Te han traído aquí para que cures a alguien, pero cuando termines, esta persona... – Señaló al hombre de gris. – te matará. Sin embargo, sin consigues curarle, te prometo que saldrás con vida.
El médico miró a Li Wei Yang y percibió que la complicada mente de aquella jovencita atemorizaba a la gente.
–¿Quién te ha dado el poder de decisión? – El hombre de gris no pudo contenerse y la regañó.
Li Wei Yang le miró y declaró:
–¡Yo tengo la última palabra!
–¿No quieres seguir viviendo? – El hombre de gris sonrió con frialdad.
–A no ser que estés preparado para no hacer nada y mirar cómo se muere. – Continuó la joven.
El hombre de gris no consiguió decir nada más. Miró a la muchacha y le pareció estar viendo fantasmas. La tranquilidad de Li Wei Yang había dejado una profunda impresión en el corazón de ese hombre. A pesar de repetirse constantemente que no podía creérselo, la facilidad de aceptación de Wei Yang le dejaba perplejo.
Los ojos del hombre se debatieron y miraron directamente a Li Wei Yang por primera vez.
–Creo que sabes lo que haces, pero desconoces su verdadera identidad… – Li Wei Yang le miró sin decir nada. El hombre asintió. – De acuerdo, te haré caso temporalmente. Pero si le pasa algo, lo pagarás con tu vida.

*        *        *        *

La primera persona en descubrir que Li Wei Yang había desaparecido fue Tuoba Zhen. Los demás invitados creían que Li Wei Yang había vuelto en el carruaje de los Li, mientras que la familia Li estaba convencida de que seguía en la residencia de la princesa. El único que descubrió que algo andaba mal fue Tuoba Zhen, que había enviado gente a monitorizar los movimientos de la muchacha.
–¿El carruaje ha desaparecido? – La información de su sirviente fue inesperada.
–Al parecer, ha cambiado su itinerario, ha ido por otro camino y su carruaje ha desaparecido de repente.
–¿Cómo puede ser?
Aunque fuera un camino pequeño, seguía siendo un camino oficial. No había mucho peligro allí, así que no esperaba que alguien intentase matar a Li Wei Yang en un lugar como ese. El joven, frunció el ceño y dio golpecitos con la punta del dedo sobre la mesa.
¡Era imposible! ¿Cómo podía ser? ¿Acaso había huido? ¿Quería abandonar la familia Li? Siempre había sentido esa animosidad que Li Wei Yang tenía por la familia Li, así que era una posibilidad.
–Había rastros de sangre en el suelo, pero no había ningún cadáver. – Continuó afanosamente el criado.
¿Rastros de sangre? ¿La muchacha estaría intentando engañarles? ¿O de verdad había estado en peligro? Tuoba Zhen asintió con la cabeza, movió la mano y el criado se retiró. Tendió la mano y alzó la taza de té mientras que el rostro de LI Wei Yang revoloteaba ante sus ojos. Tenía sus dudas sobre todo aquel asunto. El rastro de sangre en el suelo… Si de verdad la habían atacado… Li Wei Yang era astuta, ¿quién iba a atreverse a intentar algo en una carretera oficial? ¿Da Furen de la familia Li? No, todavía no había llegado al punto de poder encubrirlo todo. Si de verdad hubiese querido deshacerse de Li Wei Yang, lo habría hecho de incógnito. Si la Xianzhu a la que el mismísimo Emperador le había concedido el título fuese asesinada en la parte trasera de la residencia de la princesa, se armaría un buen revuelo, y Da Furen no era tan estúpida. Entonces, ¿quién podía ser?
–Su Alteza…
Alguien llegó para informarle de algo, cortando el hilo de sus pensamientos.
–Lo acabamos de recibir. – El criado le entregó una carta con sumo respeto.
Tuoba Zhen, con el ceño fruncido, ojeó las palabras con una expresión neutral.
El séptimo príncipe había vuelto a la residencia herido y, después de atender sus heridas, había vuelto a marcharse sin sus soldados.
¿Qué estaba pasando?
El cielo nocturno estaba oscuro y, en ese momento, empezó a oírse el sonido de la lluvia.
Tuoba Zhen se levantó, anduvo hasta la ventana y la abrió. El viento era frío.  Todo el patio estaba cubierto de lluvia y niebla. En el silencio de la noche, los árboles del jardín se volvían vastos y misteriosos hasta el punto de dar miedo.
Tuoba Zhen hizo una mueca y pensó en si Li Wei Yang y Tuoba Yu habían unido sus fuerzas. Tuoba Yu estaba obviamente herido, pero había vuelto a salir en busca de alguien, ¿quién podía ser?
Frunció el ceño de nuevo y parecía disgustado por pasar tanto tiempo pensando en algo así. Ignoraba el motivo, pero, todos sus pensamientos eran sobre esa chica.

*        *        *        *

Li Wei Yang estaba muy nerviosa. El sonido de la lluvia en las ventanas hacía el ambiente todavía más imponente.
Las ropas del médico estaban completamente empapadas de sudor al terminar de darle el tazón con medicina al muchacho. Era un momento peligroso: si el chico no sobrevivía, él también iba a perder su vida.
Li Wei Yang cogió la manta que había a un lado y la puso sobre la cintura de Li Min De. El chico tenía los ojos cerrados, con la frente arrugada y llena de sudor. Debía ser muy doloroso.
Li Wei Yang se entristeció y tomó la iniciativa de quitarle el pañuelo de las manos a la criada para secarle la frente con dulzura. Era muy cuidadosa y, sin embargo, cada vez que tocaba a Li Min De, él temblaba.
–¿Cómo está? – Susurró el hombre de gris.
–Si vive hasta el amanecer, sobrevivirá. – El médico contestó mientras se secaba la frente. – Que sea un fracaso o un éxito depende de esto…
–¿Qué probabilidades hay? – El hombre de gris no pudo evitar volver a preguntarle como cada media hora.
El médico fue poniéndose más y más nervioso después de cada pregunta. Él mismo no estaba muy seguro, pero no podía decirlo.
Min De abrió los ojos en ese momento. El muchacho miró a Li Wei Yang con cierto dolor y, entonces, se dirigió al hombre de gris.
–Dejadnos.
Era una orden.
–Su Alteza… – Soltó el hombre de gris.
El rostro de Li Min De cambió de repente y el hombre de gris comprendió lo que quería decir de inmediato. Le dedicó una última mirada feroz a Li Wei Yang, y se marchó de mala gana.
Obviamente, Li Wei Yang lo había escuchado todo, sin embargo, dejó que su sonrisa habitual asomase en sus labios y pretendió no notar cómo Li Min De apretaba el puño. Se sentó a su lado y susurró:
–¿Estás bien?
El hermoso par de ojos de Li Min De eran como las flores del melocotón, llenos de afecto. Tenía el cabello suelto y varios mechones se le pegaban a la frente. Estaba en pánico y, de repente, se abrazó a la cintura de Li Wei Yang.
Li Wei Yang no supo qué hacer por unos instantes. La mano en su cintura temblaba. Ella relajó, lentamente, la espalda rígida y le habló en voz baja:
–¿Qué pasa?
En ese preciso momento, un rayo de luz entró a través de la ventana, dibujando las delicadas facciones de la cara de Li Min De. Todavía le temblaban las pestañas que contenían alguna que otra lágrima esporádica de jade. Li Wei Yang preguntó casi ausente:
–¿Qué ha pasado?
–No me dejes… Te metí. Me vinieron a buscar y me dijeron que mi padre biológico se había esforzado mucho por encontrarme durante todos estos años. Querían que me fuera con ellos, pero yo no quiero…
Li Min De yacía en las rodillas de ella. Temblaba tanto que hasta Wei Yang empezó a temblar. Lo había adivinado: era un asunto relacionado con su verdadera identidad.
Li Wei Yang dejó escapar un suspiro largo y le acarició la espalda con dulzura. El Min De de sus brazos no notó sus pensamientos.
–No quería hacerte enfadar, ni escondértelo.
El muchacho hizo una pausa. En su corazón todavía sentía un miedo profundo. Había una cosa, una cosa sobre su identidad, que no podía contarle a Li Wei Yang bajo ningún concepto, sino le odiaría y le parecería repugnante. ¡No quería eso! ¡En absoluto! Guardaría este secreto, aunque tuviese que morir. No podía permitir que San jie lo descubriese.
Tenía las manos y los pies fríos; su corazón parecía hundido en agua helada, no sentía ninguna calidez. La oscuridad entre la tierra y los cielos yacía en su corazón.
Li Wei Yang notó su preocupación.
–No te culpo. – Sonrió.
Todo el mundo tiene su secreto, ella también tenía el suyo. Al igual que ella no le contaría a nadie lo de su renacimiento; Li Min De también debía tener sus propios secretos. Que estuviera dispuesto a contarle algo, ya era más que suficiente como para demostrar la confianza y dependencia que tenía de ella.
–No te culparé, ni te abandonaré jamás, sin importar qué.
Así respondió.
Li Min De alzó la vista y la miró a los ojos con sinceridad. Entonces, al ver que no había ni pizca de duda en los ojos de ella, descansó su cuerpo, que parecía arder, en su regazo.
–Vale, yo tampoco de abandonaré jamás.
Este niño dependía demasiado de ella. Li Wei Yang no supo cómo reaccionar por un momento. Si era incapaz de sobrevivir a aquella noche, no estaría con ella toda la eternidad.
–Estoy muy cansado, quiero dormir un poco. – Dijo Li Min De.
Li Wei Yang comprendía muy bien que, si se dormía, cabía la posibilidad de que no volviese a despertarse nunca más. Así que le cogió de la mano y le rogó:
–No duermas, se te ha caído el adorno. Mañana te daré otra cosa, ¿qué te gustaría?
Li Min De se movió un poco y abrió los ojos.
–Un año, mi madre me hizo un tazón de fideos de la longevidad[1]para mi cumpleaños, los hizo ella misma…
Li Wei Yang le ayudó a incorporarse y a apoyarse contra un cojín blandito.
–¿Quieres fideos de la longevidad? – Una sonrisa se extendió por la cara de Li Wei Yang.
–Sí. – Asintió él.
–No cocino muy bien, no se puede ni comparar con el cocinero de la familia. Pero hacer fideos no será un problema. Cuando volvamos, te lo cocinaré.
Li Min De sonrió, pero su cara perdió más color. Li Wei Yang sabía que eso no era buena señal, pero no quiso revelarlo en su expresión.
–Ahora no me puedo dormir. Habla conmigo, no te duermas. – Dijo.
Li Min De se las apañó para abrir los ojos y asintió.
–¿Qué te parece si jugamos a un juego? – Li Wei Yang alzó la cabeza ingeniosamente.
–No soy un niño.
–Este juego te gustará sin importar lo mayor que seas. – Li Wei Yang soltó una risita con seguridad en los ojos. – Te lo enseñaré, es un espectáculo…
–¿Un espectáculo? – Repitió Li Min De.
Li Wei Yang sonrió y sacudió su mano vacía delante de Li Min De. Entonces, se la pasó por detrás del cuello y, de repente, apareció una peonía. Li Min De abrió los ojos como platos y la miró atónito. Li Wei Yang sacudió la mano y la peonía volvió a desaparecer. Li Min De iba a preguntarle cómo lo había hecho, pero Li Wei Yang levantó la mano y la peonía de su manga se transformó en una paloma que dio dos vueltas por la habitación antes de salir volando por la lluvia.
–¿Dónde lo has aprendido? – Li Min De estaba sorprendido.
–Mañana te lo cuento. – Li Wei Yang le sonrió.
Li Min De quería cuestionarla más, pero el hombre de gris, ignorándolo todo, entró en la habitación.
–Son truquillos. Si el joven amo quiere, yo, tu siervo, puedo mostrarte todo lo que desees.
Sabía que a Li Min De no le gustaba que le llamaran: “Su Alteza”, por lo que cambió su forma de referirse a él pero, el muchacho frunció el ceño de todas formas.
–¿No te había dicho que te fueras?
–Joven amo, – el hombre de gris suspiro. – si no estoy en guardia, no consigo calmarme.
Sentía que Li Wei Yang era demasiado poderosa y temía que hechizase a su joven amo.
–Vete. – Ordenó Li Min De totalmente serio.
A pesar de su juventud, su expresión había perdido toda amabilidad, dando paso a la frialdad.
Li Wei Yang suspiró. La personalidad de San Furen siempre había sido fría, pero se preocupaba mucho por LI Min De así que su vida en la familia Li siempre había sido estable. Por desgracia, a su muerte, Li Min De perdió la única persona en la que podía apoyarse y moverse en esa familia tan despiadada y competitiva se había vuelto más complicado. No obstante, era inteligente y perseverante; pretendía ser aparentemente inocente y débil para engañar a sus enemigos. Tal vez aquella noche estaba viendo otra de sus caras.
De repente, una serpiente se deslizó por la ventana y entró. Li Wei Yang fue la primera en verla y su expresión cambió. Sin embargo, el hombre de gris no se alarmó y se acercó. Tendió la mano y permitió que la serpiente se le subiera a la mano. Li Wei Yang le observó, dudosa, y con el corazón lleno de sospecha. Había oído hablar de gente que entrenaba serpientes para usarlas de mensajeras, pero como las serpientes eran tan extremadamente peligrosas y difíciles de controlar, nunca lo había visto con sus propios ojos.
En el cuello de la serpiente había un lacito con dos líneas escritas. El hombre de gris lo cogió y lo leyó con detenimiento. Entonces, se acercó a la vela y lo quemó. Ninguno supo qué podía haber escrito antes de volver a atarle un papel a la serpiente.
Li Wei Yang contempló como la serpiente, que era más delgada que unos palillos de bambú, desaparecía por la ventana y el interés asomó en su rostro.
A Li Min De no le interesaba la serpiente, pero viendo que a Li Wei Yang sí, preguntó:
–¿Cómo has adiestrado a la serpiente?
El hombre de gris se sorprendió, abrumado. Era la primera vez que Li Min De le hablaba en un tono benigno, y por eso, no estaba seguro de cómo responder.
–Se llama Bi Yang. Joven amo, mire. – Se desató una bolsita que colgaba de su cintura y se la entregó. – Esto es una medicina secreta que sólo Bi Yang puede detectar; los humanos no pueden.
Con que así es cómo funcionaba. Li Wei Yang estaba maravillada y Li Min De continuó:
–¿Hay más gente que pueda darle órdenes a la serpiente?
Esa pregunta volvió a tomar por sorpresa al hombre de gris que sacudió la cabeza. Había empleado gran esfuerzo en entrenar a la serpiente para poder usarla de mensajera en situaciones calamitosas. Nadie podía acercársele. Bi Yang era pequeña pero altamente venenosa.
Li Wei Yang, de repente, se decepcionó por su interés en la pequeña serpiente. Por supuesto, Li Min De vio la sutil expresión de Li Wei Yang.
–¿Hay otras formas?
El hombre de gris creyó que su joven amo era quien estaba interesado y se llenó de júbilo.
–Si el Joven amo quiere, puedo ayudarle a criar dos serpientes que sólo sigan sus órdenes y que no te hieran.
Li Min De asintió.
El hombre de gris mostró cierta duda, Li Wei Yang lo notó y supo que quería decir algo por lo que se levantó.
–Llevo mucho rato en la habitación, quiero salir a andar un poco.
El hombre de gris expresó su disgusto. No temía que Li Wei Yang fuera a escapar porque tenía a su gente fuera. Sin su consentimiento ni siquiera una mosca podía marcharse de aquel lugar.
Li Min De se apoyó contra el cojín después de que Li Wei Yang se marchase. Era obvio que, a pesar del dolor que le recorría el cuerpo, estaba fingiendo tranquilidad. En su garganta y órganos había un fuego que parecía que fuera a partirle en dos en cualquier momento. Jamás había experimentado un dolor semejante.
El hombre de gris avanzó un paso y susurró:
–Joven amo, he estado pensado que no podemos dejar a la chica. Piénselo. Si descubre su identidad…
–Si quieres hacerle daño, ¡que sea por encima de mi cadáver! – Li Min De se incorporó ansioso. Cuando se posicionó sobre la cama sintió como si alguien hubiese dejado un caldero hirviente en su pecho y no dejase de intentar encenderlo. Era como si tuviera algodón en la boca y en la nariz, dificultándole la respiración. Hizo acopió de todas sus fuerzas para inhalar y se cayó de inmediato.
El hombre de gris no se hubiese imaginado nunca escuchar al débil Min De pronunciar unas palabras tan frías. Siempre había visto a su joven amo como alguien hermoso, pero al crecer en el seno de la familia Li, no se parecía mucho a su señor. Pero en esos instantes, podía ver la perseverancia y la crueldad de su señor en el joven. Estaba dispuesto a sacrificar su propia vida para proteger a alguien. ¡Igual que su señor!
Había pensado en hacerlo, pero no se atrevió a actuar sin permiso, por lo que se arrodilló.
–Joven amo, no se enfade. ¡No lo volveré a hacer!
Li Min De quería hablar, pero no dijo ni una sola palabra. Sus vasos sanguíneos iban de derecha a izquierda, llegando a su cabeza a prisa. Sentía como si un millón de hormigas le estuvieran mordiendo, sus extremidades le dolían, veía luces y le fue costando más y más respirar a causa del mareo. Como si fuera a explotar.
De repente, sintió miedo e intentó coger algo desesperadamente. Inconscientemente, llamó a Li Wei Yang. El hombre de gris notó que algo iba mal y llamó a su gente.
Li Min De pensó que no sobreviviría, pero en esos momentos, un par de manos amables le abrazaron. El muchacho abrió los ojos, desesperado, y vio el rostro de Li Wei Yang. Su tranquilidad y dulzura habitual había desaparecido, sólo quedaba el pánico.
Li Wei Yang no había creído encontrarse con algo así al volver. No sabía en qué momento ese muchacho se había convertido en alguien tan importante para ella. Al principio había creído que no sería nada más que una responsabilidad y una molestia, pero al parecer, ahora era su familia.
–¡Min De, aguanta! ¡Hice una promesa con tu madre! ¡No permitas que la decepcione! ¡Min De! ¡Escúchame! – Li Wei Yang siguió hablándole hasta que el chico recuperó el conocimiento.
Li Min De se mordió los labios para sobrepasar el dolor al ver a Li Wei Yang ante sus ojos. Se las apañó para soportarlo y sonrió.
–Estoy… bien…
Tenía los ojos secos con un rastro de sangre.
Li Wei Yang se serenó y cogió la taza que le ofrecía la criada. Se mojó con el agua y humedeció los labios de Li Min De.
–Sobrevivirás. Todavía te tengo que enseñar a hacer el truco de magia…
Li Min De no pudo evitar sonreír con los ojos casi cerrados. Al menos, podía usar el dolor para conseguir su simpatía. No pasaba nada, ella no le abandonaría como había hecho su madre.
Su madre le había prometido que se quedaría a su lado, sin embargo, la muerte se la llevó. Ahora, la única persona que le quedaba en este mundo, la única persona en la que confiaba era ella.
El médico volvió a entrar para entregar la medicina. El espíritu de Li Min De estaba en llamas y estaba más dormido que despierto. La luz de la vela era amarilla. Lo único que parecía real para el muchacho era Wei Yang. Tenía que beberse la medicina amarga pero su estado seminconsciente le hizo renuente a ello.
–Min De, es la segunda dosis. Si te lo bebes, te encontrarás bien... – La suave y dulce voz que mecía sus oídos le hizo beberse la medicina a sorbos. – Me has prometido que estarías a mi lado, ¿te acuerdas?
Li Min De casi no respondió, el hombre de gris miró atrás.
–¿No habías dicho que, si eliminábamos todas las toxinas, sobreviviría?
La frente del médico estaba empapada de sudor. Había hecho todo lo posible por eliminar el veneno. Lo había cocinado tres veces y lo había hecho polvo. También había añadido ingredientes medicinales raros pero el veneno, al fin y al cabo, no dejaba de ser veneno. La medicina no sería efectiva si no quedaba ninguna toxina. Para salvar el cuerpo del muchacho las toxinas debían reemplazarse por otras.
–¡Cállate! – Li Wei Yang frunció el ceño.
¿Qué hora era? ¿Cómo podía seguir tan enfadado? El hombre de gris estaba sombrío. Ya era viejo y, a parte de su señor, nadie se había atrevido a hablar de esa forma jamás. El ambiente del cuarto se tornó pesado.

*        *        *        *

Li Min De despertó rodeado de oscuridad. Pestañeó hasta que un fuego emergió a su lado. Era pequeño pero suficiente como para mantenerle despierto. Sabía que Li Wei Yang le había estado hablando, que no le había abandonado en ningún momento.
El dolor se convirtió en calidez y el dolor de su cuerpo fue desapareciendo poco a poco, pero se percató que era incapaz de hablar. Se debatió y gritó y sólo entonces, abrió los ojos.
Li Wei Yang estaba tumbada al lado de su cama, despierta. Cuando vio que Min De abría los ojos pudo relajarse por fin.
–¿San jie? – Li Min De la miró atónito.
¿Había yacido ahí toda la noche?
–Sí. – Li Wei Yang le tendió la mano.
Li Min De estaba sorprendido, siempre había pensado que los ojos de su San jie eran hermoso. Tenía las pestañas ordenadas y rizadas, sus ojos eran justos y sus pupilas negras eran como cristales oscuros, claros como un lago primaveral. Sin embargo, en esos momentos, el lago en su mirar contenía rastros de sangre que demostraban su fatiga.
–¡Tenemos que volver! – Li Min De luchó por incorporarse.
Li Wei Yang se sorprendió y comprendió lo que trataba de decir de inmediato. Que una doncella se hubiese quedado toda la noche fuera daría que hablar. ¡Cuánto la llegarían a difamar Da Furen y los demás! Aunque soportase el cautiverio, nadie simpatizaría con ella. Se convertiría en una niña que había perdido la inocencia y la marginarían para siempre.
Ella misma ya había pensado en eso la noche anterior, pero no podía abandonar a Li Min De.
–¡No puede marcharse, joven amo! – El hombre de gris le detuvo.
–¡Prepara el carruaje! – Ordenó con una mirada glacial.
–¡Ya saben que está en la familia Li! ¡No dejarán de llegarle problemas! ¡Esto podría volver a suceder!  – El hombre de gris no pudo evitar advertírselo.
Li Wei Yang contempló la luz de fuera. No podía retrasarse, el cielo estaría claro en poco tiempo.
–¡Prepara el carruaje, ahora mismo! – Repitió Li Min De.
El hombre de gris apretó los dientes mientras miraba a Li Wei Yang. Entonces, alzó la vista y contestó afirmativamente.
–Sí.
Las sacudidas continuas del carruaje no eran apropiadas para un paciente. La expresión de Li Min De empalideció e insistió en ir con Li Wei Yang. El hombre de gris, furioso, ordenó preparar el mejor carruaje con los cojines más finos. Li Wei Yang supo que daría problemas y apartó la vista sin querer.
El hombre de gris se quedó de pie ante el carruaje.
–Cuando vuelvas, verás a tus criadas, pero… Será mejor que no les digas ni una palabra de lo sucedido. – Susurró con frialdad.
–Estúpido… – Li Wei Yang pronunció esa palabra mientras le contemplaba con frialdad.
¿Por qué iba a contarle a nadie lo ocurrido? ¿Acaso era tonta?
Al hombre de gris siempre le habían respetado, por lo que, cuando escuchó el insulto de la niña, su rostro se tornó lívido.
–¡¿Cómo osas?!
–Gracias por tu elogio, me voy. – Li Wei Yang le repasó con la mirada y ordenó al conductor que se apresurase.
El carruaje se sacudió unas cuantas veces antes de estabilizarse y se alejó a toda prisa.
Delante de la puerta, el hombre de gris escupió y susurró:
–Informa al señor que han herido al joven amo.
–¡Sí!


[1] Los “fideos de la longevidad” de los que habla Li Min De son, ni más ni menos, que Yi Mein (伊面), un tipo de fideos chinos planos de huevo hechos con harina de trigo, conocidos por su color amarillo dorado y su textura. Cuando los fideos yi mein se consumen en cumpleaños, simbolizan la longevidad y se les suele llamar sau mein (壽麵/寿面), acompañándose habitualmente bollos.

You Might Also Like

1 comentarios

  1. Diria "El macho pero es una mujer" xD Li Wei Yang tiene unos nervios de acero

    ResponderEliminar

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images