Capítulo 72: Emboscada a mediachone

noviembre 04, 2017

El soldado iba a pedir ayuda cuando sintió que toda la boca y la cara le ardía y dolía como si se estuvieran extendiendo llamas en él, incapaz de hacer sonido alguno.
–Li Wei Yang, ¿qué has hecho? – Tuoba Yu se giró hacia ella.
Li Wei Yang sonrió mostrando sus hoyuelos. Sin embargo, al mismo tiempo, tenía un aire frío, implacable impropio de alguien de su edad.
–Su Alteza, tú mismo lo has visto. ¡Una oruga venenosa ha salido de las perlas!
Tuoba Yu estaba estupefacto. Justo después, como si se hubiera dado cuenta de algo, movió la mano, haciéndole señas a los soldados que estaban más lejos para que se acercasen.
–Ayudadle. Le ha picado una oruga venenosa.
Los soldados habían estado bastante lejos, así que no sabía qué había pasado, pero viendo la expresión disgustada del príncipe Qi, se llevaron rápidamente a su compañero.
–Las perlas son tóxicas. – Las palabras de Tuoba Yu eran una confirmación.
Li Wei Yang no respondió. Sostuvo la taza llena de pétalos de flores y dio dos sorbos lentamente para saborear el regusto aromático y claro del té y miel. Entonces, añadió con indiferencia:
–Es una oruga venenosa de Miao. Normalmente no sale, pero por desgracia, le encantan los dulces y no es difícil de atraerla.
–Sólo con eso ya sale. ¿Tan simple es el enemigo?
Las comisuras de los labios de Wei Yang se levantaron.
–La esperanza de vida de las orugas venenosas es bastante corta, así que cuando llegan a la edad adulta es imposible conseguir que salgan. El enemigo no tenía intención de usar las perlas en este momento porque todavía no era el momento, ni el lugar apropiado. Sin embargo, como he intervenido no le ha quedado de otra y no ha podido esperar a que madure. Su Alteza debería comprender lo que trato de decir.
Olas tormentosas y vientos fuertes atacaron el corazón de Tuoba Yu, que fue incapaz de mantener la calma. Estaba anocheciendo. La luz se colaba entre las nubes y relucía en su rostro, mostrando su atractivo.
–Al escucharte hablar, parece que conoces bien este tipo de veneno.
Li Wei Yang alzó las cejas y sonrió con frialdad.
–No puedo decir que sepa mucho, pero sé lo suficiente como para poder decir que si Su Alteza se hubiese aferrado a estas perlas durante un año, tu esperanza de vida habría disminuido unos diez o veinte años.
Li Wei Yang no quería saber tanto, era una pena que había estado al lado de Tuoba Zhen en medio de la lucha por el poder de Da Li. Como era obvio, había tenido la oportunidad de toparse con información crítica. A pesar de que Tuoba Zhen había sido precavido con ella, no le quedó de otra que compartir algo de información para ganarse su apoyo.
Si hubiese tenido esas perlas con él… Sólo de pensarlo, Tuoba Yu empalideció y un sudor frío le recorrió la espalda. Reflexionó en ello y, de repente, sonrió. Li Wei Yang había creído que esa sonrisa era como una brisa primaveral, cálida, pero ahora era totalmente distinta. Estaba incómoda y frunció el ceño.
–Si te apena el soldado, piensa en ello como que me he pasado de la raya.
Dicho esto, hizo el ademán de darse la vuelta para marcharse. De repente, Tuoba Yu se posicionó delante de ella, deteniéndola con la mirada clara.
–No, quiero agradecértelo. Si no hubieses intervenido, habría caído en su trampa.
–¿No me culpas por herir a tu soldado? – Li Wei Yang alzó las cejas.
Tuoba Yu sonrió.
–Que haya estado conmigo tantos años no significa que sea fidedigno.
Li Wei Yang asintió. Por ahora todo iba bien. Tal vez no había malgastado sus esfuerzos después de todo.
–¿Puede ser que la persona detrás de todo esto haya sido alguien que haya estado aquí? – Tuoba Yu habló de repente.
Li Wei Yang parpadeó.
–¿Qué opinas, Su Alteza?
–¿Que Taizi me quiere muerto? – Tuoba Yu forzó una sonrisa.
Li Wei Yang sacudió la cabeza. Mostró una sonrisa neutral y una expresión tristona.
–Sólo temo que, si pasase algo, Su Alteza culpe al inocente Taizi.
–Tuoba Zhen. – Las esquinas de la boca de Tuoba Yu se volvieron una burla sutil.
Li Wei Yang sonrió, como una flor en viva coloración al final del otoño, suavizando el corazón de todo el mundo.
–¡Qué deseoso debe estar! – La expresión de Tuoba Yu se tornó solemne.
El hecho de usar el nombre y la autoridad de Taizi había sido para hacer pensar al resto que era cosa suya. Tuoba Zhen era un hueso duro de roer.
Las esquinas de los labios de Li Wei Yang se curvaron, su sonrisa fue más evidente.
–Ahora que Su Alteza está al tanto, lo mejor será estar alerta.
El rostro de él revelaba su apariencia pulcra, pero sus palabras apenas contenían una pizca de humor.
–En realidad, quiero saber cómo sabes estás cosas y por qué me estás ayudando.
Li Wei Yang no podía contarle la verdad, pero tampoco quería engañarle, así que permaneció en silencio.
–Li Wei Yang, – Tuoba Yu comprendió y adivinó que no quería decírselo, por lo que no insistió. Sus labios se torcieron en una débil sonrisa. – ¿Sueles sonreírle así a los demás normalmente?
–¿Ah? – Li Wei Yang se quedó algo estupefacta. Reconoció el significado tras sus absurdas palabras y su rostro se tornó sepulcral. – Su Alteza, no malentiendas mis buenas intenciones.
No era una chiquilla ingenua. Nadie debía siquiera plantearse que podía hacer lo que quisiera y elegir su respuesta.
Tuoba Yu se rió y dijo:
–Qué suerte que te haya conocido, sino podría haber pasado algo malo. – Se dio la vuelta, cambiando de tema. – ¿Ya te has acostumbrado a este sitio?
Li Wei Yang tuvo una sensación extraña y continuó mirándole sin decir nada.
–La vida en el campo es tediosa, pero es mucho más tranquila que en la Capital. En este lugar hay muchas peleas, pero todavía tienes que acostumbrarte a ello. – Dijo con suavidad.
Li Wei Yang se sorprendió, pero Tuoba Yu se limitó a sonreír irónicamente como si no hubiese pronunciado esas palabras.
Li Wei Yang miró a la distancia inconscientemente. La gente se había reunido alrededor de las flores y miraban en su dirección. El corazón de Li Wei Yang volvió a enfriarse. Había demasiados ojos y sería problemático que pensasen que ella y Su Alteza habían estado hablando de algo en secreto.
Tuoba Yu habló como si le hubiese leído la mente.
–Li Wei Yang. – él la miró, a ella que era oscura como las sombras nocturnas, como el cristal obsidiana. – Encontraré una forma de resolver el asunto de Liu Yue, los guardias no dirán nada.
Li Wei Yang se arregló la ropa y llevó a cabo un saludo ceremonial.
–Gracias, Su Alteza.
Tuoba Yu sonrió disimuladamente y, de repente, se acercó un paso antes de que Wei Yang tuviese tiempo a reaccionar.
–Los conflictos de la Capital no son como te imaginas. – Le susurró al oído. – No seas tan temeraria.
Li Wei Yang tembló inconscientemente, bajó la vista y se concentró en la hierba.
–Sí, gracias, Su Alteza. – Se dio la vuelta, recuperó la compostura de su estado mental y se marchó a prisa.

*        *        *        *

Li Wei Yang suspiró aliviada cuando perdió de vista el pabellón. Bai Zhi se sorprendió al verla.
–¡Pensaba que xiaojie no estaba nada preocupada!
Li Wei Yang sonrió.
–¿Cómo no iba a estarlo? ¡Tengo el corazón acelerado! Ya has visto como es, frío como un glaciar, hablar con él me hace perder el aliento.
Mo Zhu se acercó.
–Xiaojie – dijo. – Me he quedado fuera vigilando y, poco después de que entrases, han venido dos criadas que querían invitar a xiaojie. Les he dicho que te has cansado de tanto caminar y has entrado a descansar un poco…
–¿Te han creído? – Preguntó Li Wei Yang.
–Eso parece. – Mo Zhu se rió. – Me han importunado todo lo que han querido, pero al final no han conseguido acercarse al pabellón. Puedes estar tranquila, xiaojie, aunque sospechen algo no han podido escuchar nada de lo que habéis dicho.
Li Wei Yang sonrió.
–No pensaba que eras tan lista.
–Hasta un idiota se volvería listo después de seguir a xiaojie durante tanto tiempo. – Respondió la criada.
Li Wei Yang rió de repente y en voz alta.
–¿Ese no es San Gongzi?
Los ojos de Bai Zhi se abrieron como platos cuando miró donde señalaba Li Wei Yang.
–¡Eso parece! – Exclamó aturdida.
–¿Habéis visto a alguien más, aparte de Min de, vestido de gris?
–No, – Bai Zhi se sorprendió. – sólo a San Gongzi.
–Acabo de ver a San Gongzi al lado de alguien vestido de gris. – comentó Mo Zhu al lado de Bai Zhi.
Li Wei Yang insistió para que le contase más detalles.
–¿Has reconocido a esa persona?
Mo Zhu sacudió la cabeza.
–Estaba ocupándome de las órdenes de xiaojie, así que no me fijé. Además, como iba vestido como un soldado normal no le presté mucha atención.
–Lo que xiaojie intenta decir es… – Bai Zhi frunció el ceño.
Li Wei Yang sonrió.
–Últimamente, he notado que Min De ha estado un poco raro, pero no se me ocurría ninguna razón. Ahora tengo un par de pistas, pero no quiero apresurarme.
Li Wei Yang hizo el ademán de acercarse, pero, entonces, escuchó una voz detrás de ella.
–Espera, Xianzhu.
Miró atrás y vio a Tuoba Zhen salir de detrás de una roca. A su lado estaba “el príncipe Ba”, o mejor dicho, la princesa Jiu, examinando sus alrededores.
La princesa Jiu sonrió.
–He visto que has estado hablando con Qi ge un buen rato, ¿de qué?
Ese lugar estaba a cientos de metros del pabellón, sin contar con los soldados de Tuoba Yu que lo rodeaban, por lo que a Li Wei Yang no le preocupaba que les pudiesen haber oído y sonrío.
–Su Alteza Qi me ha contado un secreto.
A la princesa Jiu se le iluminó la sonrisa y se acercó corriendo.
–¡Cuéntamelo! ¡Los secretos son lo que más me gusta!
Li Wei Yang tosió con suavidad.
–Su Alteza Qi me ha contado que te escapaste de palacio, disfrazada del príncipe Ba y que eso le dio un buen dolor de cabeza. Su Alteza no sabe cómo responder ante Su Majestad. Sinceramente, a Su Alteza teme que castiguen a la princesa Jiu, pero se sentiría culpable si tuviese que mentir a Su Majestad…
–¿Qué? ¿Te lo ha contado? ¡Qi ge es demasiado! ¡Tengo que encontrarle! – La carita de la princesa Jiu se sonrojó. Furiosa, olvidó preguntarle los detalles a Li Wei Yang momentáneamente y corrió en dirección al pabellón.
–Qué astuta, Xianzhu. Has conseguido echarla con un par de palabras. –Tuoba Zhen sonrió.
La princesa Yonging les había invitado a tomar el té. Tuoba Yu se había quedado con la criada aquí para conseguir más detalles, así que la princesa Jiu y Tuoba Zhen habían ido primero. Sin embargo, Tuoba Yu acabó sin ir, cosa que extrañó a Tuoba Zhen y, en cuanto la princesa Jiu exigió salir, se las apañó para llevarla hasta el pabellón. ¿Quién se hubiera imaginado que se encontraría Tuoba Yu y a Li Wei Yang conversando, casi felizmente en el pabellón? Esa imagen estrujó su corazón, incomodándole. ¡Incomodándole mucho!
Li Wei Yang no dejaba de rechazar sus invitaciones, y sin embargo, le sonreía alegremente al príncipe Qi, haciéndole sentir despreciado. ¡Y ese era el sentimiento que más odiaba!
Posó su mirada en Wei Yang, que seguía sin inmutarse.
–Li Wei Yang, parece que has depositado las esperanzas en el sitio equivocado.  – Comentó con frialdad.
Li Wei Yang sonrió.
–Su Alteza San, yo creo en mis propios ojos.
La expresión de Tuoba Zhen se tornó hostil de repente, fría y desinteresada, y miró a Li Wei Yang que seguía impasible. Sin embargo, Bai Zhi que estaba detrás de ella sintió que una extraña frialdad asía su corazón. Había seguido a su xiaojie el suficiente tiempo como para cruzarse con varias personas, como Da xiaojie y su bondad superficial o Da Furen y su crueldad y malicia, pero esa fue la primera vez que sintió miedo desde lo más hondo de su corazón.
Cuando Bai Zhi y Mo Zhu sintieron que se estaban enfrentando a una enemistad terrible, Tuoba Zhen sonrió amigablemente y con dulzura, pero con segundas intenciones. Li Wei Yang le observó con la mirada vacía. En comparación con su lado terrorífico que no se molestaba por esconder, su impredecibilidad inspiraba miedo en el resto como un bosque oscuro, porque nadie podía estar seguro de qué quería aquel monstruo.
Tuoba Zhen no dijo nada, simplemente agarró la mano de Wei Yang y tiró de ella.
–¿Qué haces? – Preguntó Li Wei Yang furiosa.
–Ven a mirar juego de ajedrez que decidirá quién gana de nosotros. – Tuoba Zhen sonrió con indiferencia.
¿Quién iba a imaginarse que Li Wei Yang le apartaría la mano?
–No hace falta que me arrastres, ¡puedo ir solita!
Tuoba Zhen entrecerró los ojos mientras Li Wei Yang le pasaba de largo y se mofó con frialdad antes de seguirla.
Li Wei Yang volvió al pabellón y vio a la princesa Jiu cogida del brazo de Tuoba Yu, yendo de un lado para el otro, molestándole para que le hablase. Tuoba Yu se sorprendió al ver que Li Wei Yang volvía.
–Me han invitado a mirar la partida. – Li Wei Yang hizo una mueca mientras se sentaba.
Tuoba Yu echó un vistazo a las piezas de la mesa. No creía que a Tuoba Zhen le siguiera importando su partida de ajedrez.
–Bueno, pues, San ge, mueve tu pieza.
Tuoba Zhen sonrió efímeramente y se sentó. Li Wei Yang le ignoró y mantuvo la vista fija en las piezas blancas y negras que se asesinaban sin cesar en una lucha inquieta. Ningún bando tenía ventaja por lo que era difícil determinar quién sería el vencedor.
Li Wei Yang no destacaba en las artes que se suponía que, como mujer, debía controlar como la pintura, la poesía, el baile y la música – excepto en el ajedrez. Para ganar el favor de Tuoba Zhen, a quien le encantaba el ajedrez, le dedicó mucho esfuerzo y tiempo. Se pasó la mayor parte de su tiempo dejándole ganar para tenerle contento, perdiendo de una forma plausible. Pero ahora, allí sentada, no sabía si llorar o reír al verle jugar con otra persona. Ah, qué irónico.
Tuoba Zhen movía las fichas blancas y Tuoba Yu las negras. Los dos bandos se esparcían por todo el tablero, como dos ejércitos en medio de un combate feroz.
Li Wei Yang reconoció con claridad que sus estrategias eran casi idénticas. Por eso luchaban con ferocidad, aceptando los sacrificios como algo necesario para el triunfo.
La mirada de Tuoba Zhen parecía fija en el tablero, todavía no había posicionado su pieza.
–Xianzhu, – la princesa Jiu se inclinó hacia Li Wei Yang, ladeando la cabeza. – ¿quién crees que ganará?
–Tienen las mismas posibilidades de ganar, los dos juegan excelentemente. – Respondió Li Wei Yang tranquilamente. – Todavía queda una larga batalla antes de poder determinar un vencedor.
Eso es lo que contestó, pero en su corazón comprendía que las piezas reflejaban el verdadero carácter de aquellos hombres. Tuoba Zhen destacaba en ocuparse de las cosas por atrás, en tramar y era prudente en todos los aspectos. Su único fallo era, tal vez, pensárselo demasiado y, además, emparanoiarse y ser tan cauteloso. Y Tuoba Yu, era apático y verdaderamente inteligente, pero era sencillo aprovecharse de su poco cuidado. El más mínimo error al enfrentarse a un contrincante como Tuoba Zhen, podía costárselo todo.
Tal y como había predicho Li Wei Yang, los dos hombres se debatieron un buen rato. Incluso cuando la princesa Jiu se tumbó para dormir, todavía no había emergido ningún vencedor.
–Xianzhu, es hora de volver.
Lao Furen había enviado a alguien a buscar a Li Wei Yang. Tuoba Zhen, al escuchar esas palabras, respondió con toda la tranquilidad:
–Dile a Lao Furen que Xianzhu está aquí para vigilar la partida entre Qidi y yo, cuando acabé, yo la escoltaré personalmente a casa.
No tenía ninguna intención de dejarla marchar. Li Wei Yang frunció el ceño.
–La princesa Jiu puede substituirme.
Tuoba Yu alzó la vista y la miró.
–Jiumei es una niña. Además, está profundamente dormida, no deberíamos molestarla. Tendremos que molestarte a ti.
Li Wei Yang se levantó, cogió la ficha que Tuoba Yu tenía en la mano y la dejó, firmemente, en el tablero.
Tuoba Zhen empalideció. Li Wei Yang se giró para mirarle con una sonrisa. La muchacha era radiante y amigable, pero su sonrisa tenía un encanto distinto que aceleraba y oprimía el corazón de Tuoba Zhen.
El vencedor estaba decidido.
La princesa Jiu, de repente, se incorporó y gritó:
–¡Ah! ¡Ha ganado Qi ge!
Tuoba Zhen miró fríamente a Li Wei Yang. Li Wei Yang no consiguió ocultar la impaciencia de su mirar.
–Se ha terminado el juego. Tengo que irme.
Tuoba Yu se dio la vuelta y echó un vistazo a los jardines de flores. En efecto, la mayoría de los invitados se había ido.
–Gracias por ayudarme a ganar a San ge, Xianzhu. – se rió en voz baja. – Nos volveremos a ver.
Li Wei Yang asintió y guio a Bai Zhi y Mo Zhu, marchándose de inmediato.
El único que la esperaba delante del carruaje era Li Min De.
–Nos han avisado de que Nan An Hou Furen ha venido de visita a la residencia. Lao Furen no ha podido esperarse más y se ha ido. Da Furen y Da xiaojie también se han ido ya. He oído que el príncipe Wu se ha dado cuenta de que se estaba haciendo tarde y ha temido que los caminos fueran demasiado difíciles para el viaje, así que las ha escoltado personalmente.
Li Zhang Le estaba, claramente, con las de perder y no le quedaba suficiente dignidad como para quedarse a esperar. Al príncipe Wu le gustaba tener el papel de mensajero, así que no era de extrañar.
–Vámonos. – Li Wei Yang asintió.

*        *        *        *

Se dirigieron directamente a la residencia del Primer Ministro. Cuando llegaron al cruce del oeste, de repente, escucharon una voz desde fuera.
–Xianzhu, tenemos que dar un rodeo. El carruaje de Liu Yu Shi ha volcado.
Bai Zhi levantó la cortina y vio el caos de fuera con dicho carruaje por los suelos y frunció el ceño.
–Deberíamos ir por otro camino, xiaojie.
La residencia de la princesa estaba a las afueras de la Capital. El cielo se había vuelto negro como el carbón. Tenían que volver cuanto antes. Li Wei Yang miró el cielo y dijo:
–Pues demos un rodeo.
Li Min De nunca había estado tan solemne. Su apariencia era excepcional. Bajo la luz de una única vela, el muchacho no parecía libre de defectos.
Li Wei Yang pensó que el joven ante ella parecía distante, desconocido. Cuando se conocieron por primera vez, él sólo era un niño débil pero ahora tuvo una extraña premonición. Era como si el Li Min De que tenía delante fuera sólo una sombra de su verdadero yo, algo que todavía tenía que acabar de comprender.
Li Min De se sorprendió al encontrarse a Li Wei Yang estudiándolo. Li Wei Yang vio su sorpresa y sonrió.
Li Wei Yang era de complexión delicada y las emociones de su rostro tenían la claridad de los paisajes de Jiangnan.  Aunque no era rival para la belleza de Li Zhang Le, cuando Li Wei Yang sonreía aparecían sus hoyuelos que la hacían más encantadora. A pesar de las dificultades por las que había pasado, su sonrisa era tan clara como el cielo después de la lluvia, como si jamás hubiesen existido los malos tragos. De repente, Li Min De se quedó atónito.
–¿Con quién te has encontrado? – Preguntó Li Wei Yang.
A Li Min De eso le pilló por sorpresa.
–¿Encontrarme con quién? – Preguntó.
Li Wei Yang no insistió con su pregunta. Hizo una pausa antes de sacarse un jade de la manga. Le quitó el adorno del pelo a Li Min De y se lo reemplazó con gentileza por el suyo.
–Hoy es tu cumpleaños. ¿Se te había olvidado?
Li Min De se sorprendió momentáneamente antes de pasar los dedos por el adorno de jade y apreciarlo.
–¿De verdad?
Tenía una memoria impecable, una vez veía algo no lo olvidaba, sin embargo, era incapaz de recordar su propio cumpleaños.
La mirada de Li Wei Yang no era clara.
–Verás, el tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos. – Empezó a decir un rato después. – Ya eres un año más mayor.
Pensaba que él dependía totalmente de ella y que se creía cada una de sus palabras. No sabía cuándo había empezado a guardar más secretos que ella.
El segundo significado de sus palabras era obvio. Li Min De se debatió en si contárselo o no, y tembló mientras decía:
–Si pudiera, estaría dispuesto a volver a como estábamos antes.
Las palabras brotaron desde la sinceridad de las profundidades de su corazón. No quería que Li Wei Yang le malinterpretase, pero tal y como estaban las cosas, no quería preocuparla.
Li Wei Yang suspiró al ver su renuencia a decir la verdad.
–Debes estar cansado. Cierra los ojos y descansa. Te despertaré cuando lleguemos.
Li Min De tembló. Li Wei Yang siempre estaba cerca de él y nunca había sido tan indiferente. Su tono de voz fue reservado y solemne. Cogió aire y se mordió el labio mientras se daba la vuelta.
–Sé que me culpas.
En el rostro del muchacho había una pizca de soledad.
La mirada de Li Wei Yang se suavizó, eliminó la preocupación de su corazón y le contestó con dulzura.
–No te culpo.
Li Min De se hizo un ovillo, alejándose de ella, con una expresión tan pálida como un cadáver. Li Wei Yang vio que se le había movido el adorno del pelo y extendió la mano para arreglárselo como habría hecho en el pasado. Li Min De levantó la cabeza abruptamente, con los ojos rojos y determinados.
–¡Hay una cosa que quiero decirte!
Li Wei Yang se preguntó si había sido demasiado dura con él viéndole tan serio.
Bai Zhi escuchó un ruido detrás de ellos, de repente. Echó un vistazo por la ventana y vio muchas siluetas precipitándose hacia ellos como el viento.
–¡Xiaojie! – Gritó.
De repente, el carruaje volcó y Li Wei Yang y el resto cayeron. Li Wei Yang se quedó estupefacta durante unos instantes antes de tirar a Li Min De detrás de los soldados que los habían acompañado. Apenas habían dado unos pasos cuando las sombras aparecieron de la nada, bloqueándoles el paso.
Era difícil adivinar con exactitud cuántos eran, tal vez de veinte a treinta personas, todos de negro. Avanzaron rápidamente y lucharon contra la docena de soldados que protegían el carruaje del Primer Ministro. Los viajeros del camino se dispersaron caóticamente, no salieron corriendo, pero buscaron un escondrijo a lo lejos.
Li Min De frunció el ceño. Li Wei Yang le cogió de la mano. Cuando se tocaron ya tenían las manos sudorosas y pegajosas.
–Xiaojie, ¿y ahora qué hacemos? – Bai Zhi estaba pálida y se aferraba a Mo Zhu temerosa. Ambas se abrazaban, temblorosas.
–Vosotros…
Su objetivo era Li Min De y ella. Wei Yang se dio la vuelta y susurró:
–No entréis en pánico. Buscad un escondite lejos de aquí. ¡Cuánto más lejos, mejor!
Bai Zhi y Mo Zhu asintieron.
–Xiaojie, ¡ten cuidado! – murmuró Bai Zhi.
Sabía que si se quedaban sólo serían una molestia para su xiaojie, por lo que todo lo que podían hacer era correr en busca de ayuda. Por eso mismo, tiró de Mo Zhu y corrió.
Las sombras vieron a las criadas huir, pero no eran sus objetivos, así que no las persiguieron. Se dividieron para formar un semicírculo para rodear a los soldados. Los soldados ignoraron sus vidas y cargaron hacia adelante para protegerles. Pero, por desgracia, había demasiados asesinos y les ganaban en número.
La suave brisa elevó el hedor a sangre. Li Wei Yang descubrió que había algo raro en todo aquello y se apresuró a proteger a Li Min De. En un abrir y cerrar de ojos, una espada en llamas salió volando. Dos soldados combinaron sus fuerzas para protegerles.
–¡¿Qué sois?! – Li Min De gritó.
Las sombras no malgastaron su aliento, avanzaron y acabaron con los dos soldados. Li Wei Yang tiró de Li Min De conforme retrocedían. Los asesinos esgrimieron sus espadas machadas de sangre hacia ellos. En ese preciso instante, el brillo de una espada interceptó al asesino que iba en cabeza. Sorprendida, Li Wei Yang vio a Tuoba Yu montado a caballo acercándose deprisa con otros diez soldados.
Entraron al meollo y giraron las tornas de inmediato. El asesino de negro sonrió, alzó la cabeza y silbó. Entonces, otros diez hombres aparecieron de las sombras. Parecía que siempre habían estado allí, esperando.
Su objetivo era Wei Yang y los demás, matarlos. No dudaron en atacar a los soldados de Tuoba Yu con la intención de echarles por la fuerza. Li Wei Yang escuchó el sonido de dos armas chocando al lado de su oreja y se dio la vuelta para ver como Tuoba Yu partía la daga de su contrincante con la espada. El asesino cayó para atrás sangrando por la boca.
Li Wei Yang sabía que Tuoba Yu había estado entrenando muchos años en artes marciales y que destacaban en ello, pero nunca hubiese imaginado que fuese tan habilidoso.
Tuoba Yu subió el puño y unas llamas iluminaron el cielo.
Li Wei Yang supo entonces que Tuoba Yu estaba reuniendo a sus fuerzas. Su corazón latente no conseguía hallar paz. Cuando los asesinos se percataron de la situación, se volvieron todavía más despiadados.
Li Wei Yang escuchó pasos detrás de ella y pensó que habían llegado los refuerzos de Tuoba Yu. Se dio la vuelta y vio más asesinos de negro cargando hacia adelante con intento asesino.
Tuoba Yu no había esperado que sus refuerzos se retrasaran, y mucho menos que llegasen todavía más asesinos. Su rostro se tornó solemne mientras bloqueaba las espadas que tenían delante. Les lanzaron miles de espadas.
Li Wei Yang acercó a Li Min De. En medio de la batalla, el hedor a sangre era sofocante. Era la primera vez que sentía tan de cerca la muerte. Vio como decapitaban a un soldado ante sus propios ojos y cómo la sangre fluía de su cuerpo inerte. Su cuerpo se entumeció, pero su mente barajó todo un seguido de posibilidades.
¿Era Da Furen? ¿Da Furen había enviado a gente para matarla?
No, no había sido ella. Da Furen no se atrevería a hacer algo tan cerca de la capital. Además, acababa de atender al banquete de la princesa donde había un sinfín de nobles y oficiales. Si los asesinos hubiesen atacado a otra persona por error la habrían descubierto fácilmente. Da Furen no era tan estúpida. Así que, ¿quién podía querer su vida?
Tuoba Yu luchó para acabar con los asesinos él solo. La mitad de sus hombres habían muerto. La sangre oscurecía sin cesar el suelo, aterrorizando a cualquiera que presenciase la escena. Todos los caminos estaban cortados. Si Wei Yang hubiese querido escapar, no habría podido.
Un rato después uno de los soldados que protegían el círculo cayó y los asesinos corrieron a por ellos con las espadas. En ese instante, Li Wei Yang sintió un escalofrío, paralizándola en el peor de los momentos. Li Min De la empujó de repente y la protegió. Li Wei Yang se horrorizó, una espada estaba a punto de tocar el cabello de Li Min De. Li Wei Yang estaba empapada de sudor y enervada por la ráfaga de viento. Sin embargo, Li Min De vio a los asesinos caer al suelo, ensangrentados.
–¡Han llegado los refuerzos! – Li Min De vio a diez individuos de azul corriendo hacia adelante, apuñalando y rajando a los asesinos. El alivio apareció en sus ojos.
–No, esos no son mis refuerzos. – Aseguró Tuoba Yu sin dejar de mover la espada.
Los asesinos aprovecharon la confusión para dispersarse. Al ver que no estaban solos, Tuoba Yu cambió de pensamiento. Silbó una vez y rocín blanco apareció.
–¡Al caballo! – Atacó a un asesino que se le acercaba y ayudó a Li Wei Yang a subirse al caballo. Por supuesto, no tenía la más mínima intención de salvar a Li Min De.
Li Wei Yang tiró de las riendas del caballo con firmeza y miró a Tuoba Yu inquisitivamente. Tuoba Yu se sorprendió, entonces, frunció el ceño y empujó a Li Min De hacia el corcel, permitiéndole montar.
–¡Rápido, vete!
Li Wei Yang sólo oía los gritos del viento, como si hubiese una flecha persiguiéndoles. Contuvo el aliento y se aferró a la mano de Li Min De. Dos flechas le atravesaron el pelo.
–¡Min De! ¡Agáchate! – Li Wei Yang bajó la voz.
Justo después, levantó las riendas e instó al caballo a acelerar, dejando atrás a los asesinos.
Su entorno desapareció como si estuvieran volando. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el caballo seguía corriendo y, cuánto más lejos llegaban, menos tardaba todo en desaparecer.
Su corazón no se tranquilizó hasta asegurarse de que no quedaban más perseguidores.  El viento nocturno y su característico frío era como un cuchillo.
–Min De… – Movió la cabeza. Li Wei Yang se detuvo para coger aire, pero lo único que consiguió fue que el frío le calase hasta los huesos.
Pronunció el nombre de Min De dos veces, pero no le respondió, como si no la escuchase. Li Wei Yang pensó que no la había escuchado y repitió su nombre otras tres o cuatro veces, pero siguió guardando silencio.
Li Wei Yang se dio la vuelta aterrorizada y estudió su rostro. Estaba pálido, con los ojos cerrados y la frente sudorosa como si estuviese conteniendo algo.
Li WEI Yang sintió que algo iba mal.
–Min De, ¿qué te pasa? – murmuró.
–San Jie… – Le temblaba la voz y pareció necesitar todas sus fuerzas para pronunciar las pocas palabras que dijo. – Yo… Yo…
A LI Wei Yang se le hundió el corazón.
Los asesinos y los de azul tuvieron la intención de perseguir a Li Min De y a Li Wei Yang, sin embargo, los refuerzos de Tuoba Yu ya habían llegado.
–¡Su Alteza!
–¡Capturadles con vida! – Tuoba Yu estiró el brazo.
Los individuos de azul eran muy perceptivos. Silbaron una vez y se retiraron a prisa. No obstante, los asesinos tardaron en reaccionar.
Li Wei Yang, en el bosque, tiró de las riendas y el caballo se detuvo.
Li Wei Yang quería examinar la condición de Li Min De. Li Min De, que había estado aferrándose a su cintura, no decía nada y cayó al suelo. Li Wei Yang entró en pánico y tiró de él, pero no tuvo fuerza suficiente y ambos acabaron en el suelo. El caballo, asustado, relinchó y salió corriendo como enloquecido.
–¡Min De!
Le llamó por su nombre, pero él continuaba con los ojos cerrados y no reaccionaba. Li Wei Yang sintió que algo no iba bien y le revisó la espalda donde descubrió una mancha húmeda. Bajo la luz de la luna supo que se trataba de sangre fresca. Li Wei Yang estudió la mancha con detenimiento y descubrió una flecha pequeña que sobresalía de su espalda.
Le había dicho, con total claridad, que se agachase. ¿No le había hecho caso? Entonces, lo comprendió. Si se hubiese agacho ella hubiese quedado expuesta al enemigo, y la herida hubiese sido suya. El corazón le dolió en cuanto le pasó el pensamiento por la cabeza. Dificultándole la respiración.
–¡Min De! ¡Min De! – Ya no podía pensar.
Miró a su alrededor. Presa del pánico no había podido examinar su entorno y ahora no veía a nadie.
¿Qué iba a hacer? ¡¿Dejar morir a Li Min De?! ¡No! ¡No podía! ¡De ninguna manera! Le había prometido a San Furen que le mantendría con vida a toda costa.
Li Wei Yang le rasgó la ropa y examinó la herida de la flecha. No era muy grande pero la sangre que fluía se había vuelto negra. La flecha debía estar envenenada.
Li Wei Yang no necesitó pensar. Sacó la flecha y posó la boca en la herida para chupar la sangre venenosa. Perdió la noción del tiempo, preocupada por no ser capaz de salvar a Min De, chupando y escupiendo sangre, pero la espalda de Min De, lentamente, volvió a recuperar su color. Suspiró aliviada y se rasgó la falda para vendar la herida con la tela.  
De repente, escuchó pisadas por el camino, alarmándola. ¿Qué ocurría? Apenas tuvo tiempo de girarse que ya tenía una daga en la garganta.
–Xianzhu, no te haremos daño mientras que no hagas nada. – La voz era fría, razonable e inteligente.
Li Wei Yang repasó las incontables posibilidades. Los asesinos les habían atacado con las espadas e iban tras sus vidas, sin embargo, esta persona no había actuado de inmediato, por lo que no debía estar en el mismo grupo. En cualquier caso, le había puesto una espada en la garganta, hecho que demostraba que no formaba parte de los refuerzos de Tuoba Yu. De los tres grupos, sólo podía pertenecer al azul.
Li Wei Yang se serenó.
Ya había muerto una vez y estaba volviendo a vivir por la gracia de los cielos. Siempre había mantenido la calma desde que había vuelto a la Capital y, en aquella oscura carretera, no iba a permitirse el lujo de entrar en pánico. Todavía no había llegado al final.
–¿Quieres eres? – Posó la mirada en la persona que tenía delante.
Aunque el individuo en cuestión llevaba una máscara, tenía canas. No era una persona joven y sus ojos eran penetrantes y fríos. Al ver la compostura serena de Li Wei Yang, en sus ojos asomó un elogio. La verdadera naturaleza de una persona se conoce en los momentos de desesperación. A pesar de que la muchacha sólo debía tener trece o catorce años, era capaz de mantener la calma en una situación de vida o muerte. Era inevitable que se la mirasen con otros ojos.
Li Wei Yang echó un vistazo a su uniforme gris. En la cabeza de Li Wei Yang aparecieron un sinfín de posibilidades, pero fue descartando hasta encontrar la opción más probable. La persona de gris vio a Li Min De en el suelo y, de repente, entró en pánico hasta el punto de retirar la espada para comprobar la condición del mozo.
–¿Conoces a Min De? – Preguntó.
Él no le prestó atención. Después de comprobar que Min De continuaba respirando y que le habían quitado el veneno, suspiró aliviado.
Li Wei Yang le miró con frialdad. Bajo la luz de la luna, su rostro juvenil parecía una estatua con ojos claros y brillantes. Esos ojos vigilaban cada movimiento y acción de la persona vestida de gris.
–Xianzhu, no tenemos malas intenciones.
Li Wei Yang oteó su entorno y descubrió las muchas siluetas de azul que les rodeaban, eran como fantasmas. 
Todas aquellas personas les habían rodeado en un abrir y cerrar de ojos, y ella no se había dado cuenta. No podía decir nada. La situación se había vuelto extrañamente tranquila.
–Sois los que nos habéis salvado antes. – Li Wei Yang supo que tenía razón por la expresión facial de esa persona.
Por muy inteligente que fuera, no conseguía explicarse por qué había aparecido un grupo de asesinos de repente. Tuoba Yu seguramente había intervenido para devolverle el favor, pero ¿Cuáles eran las intenciones de los de azul?
Li Wei Yang recordó la expresión preocupada de la persona de gris al ver a Min De y pensó en una única posibilidad.
–Si tan honrado y justo eres, no te importará quitarte la máscara. – Li Wei Yang continuó con frialdad. – Sino, no hace falta decir más.
La persona de gris hizo una pausa antes de quitarse la máscara. Se acercó y reveló su rostro. A diferencia de la mayoría de la mayoría, era un hombre sobre los cuarenta, alto y en forma.
–No tenemos ninguna intención de heriros. Xianzhu, no nos malentiendas, por favor. Si hubiéramos querido eso, no os habríamos salvado.
No eran asesinos, pero tampoco revelaron su intención. Li Wei Yang se mofó por dentro.
–¿Seguís negándoos a exponer vuestras intenciones?

En cuando las palabras salieron de su boca, una espada subió a su garganta. Era como si pudiese oír el sonido de la espada, cortándole la carne. Entonces, la sangre empezó a fluir y arder por su piel. 

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4 comentarios

  1. Gracias! Me encantó el capítulo! Todos los días entro en la página para ver si ya han actualizado, muchas gracias por traducir una serie tan buena!esperaré con ansias el próximo!

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  2. ¡Gracias a ti por seguir la serie!

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  3. Gracias por el cap .... creo o falta el cap 71 ?

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    Respuestas
    1. ¡No!
      Entra en la página de la novela y verás la lista completa de los capítulos:
      http://happybubblesubss.blogspot.com.es/2016/09/la-princesa-wei-yang.html

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