Capítulo 71: Para salvar una vida

noviembre 04, 2017

Quien pronunció esas palabras fue un muchacho joven. Alguien había dicho que el príncipe Qi era tan atractivo que parecía haber salido de un cuadro y que su talento era extraordinario, sin embargo, aquel joven era distinto. Había estado allí sentado en silencio, sin llamar la atención. Pero cuando habló, nadie pudo evitar dirigir su atención hacia él. Era la pintura más bella aun sin sonreír. No existía artista en el mundo capaz de pintar semejante majestuosidad ahora que estaba sonriendo.
Al parecer, se trataba del joven amo de San fang de la residencia del primer ministro Li.
Li Min De sonrió. El intelecto que reflejaban sus ojos iba más allá de una persona de sus edad y entusiasmo.
–Princesa, ¿quién haga llegar la flecha más lejos será el vencedor de verdad? ¿Sí?
Sun xiaojie, que estaba al lado de Yan xiaojie, murmuró:
–Ese es el joven amo de San fang de la familia Li, ¿no? ¡Parece buena persona y también es guapo!
–¡Bueno, he oído decir que no tienen lazos de sangre! ¿A qué familia pertenece un niño tan hermoso?
–Exactamente. Veamos que tiene que decir.
La princesa vio que el joven era de una edad parecida a la del príncipe Ba y rió mientras contestaba:
–Eso es.
–¿Oh? – Un fulgor cruzó los ojos de Li Min De. – Me gustaría probar.
En cuanto terminó de decir esas palabras, las carcajadas estallaron de todas partes. ¿Cómo podía ser? Li Min De era bastante joven y, tal vez, ni siquiera sabía sujetar el arco. La princesa Yongning reflexionó y dijo con amabilidad:
–¿Puedes esgrimir un arco?
Li Min De sonrió como una vivacidad primaveral.
–Si el ganador es quien consiga que la flecha llegue más lejos, creo que podré.
–¿Ha perdido la cabeza? – Escupió Yan xiaojie. – ¿Cómo va a hacerlo?
–Tienes razón. El quinto príncipe ha tirado la flecha muy lejos. ¿Cómo va a tener la fuerza para disparar todavía más lejos?
–Imposible…
Li Wei Yang miró a Li Min De desde su lado, ignorando el motivo por el que estaba haciendo aquello.
–¿Quieres probar de verdad? Si no lo consigues, luego no llores. – Tuoba Zhen terminó lo que decía y miró a Li Wei Yang de soslayo, como advirtiéndole que no manosease el arco.
Tuoba Yu sacudió la cabeza.
–Imposible. ¡No lo conseguirás!
Si a él se le otorgase una segunda oportunidad sí conseguiría llegar más lejos, pero un niño tan joven no tenía la fuerza para hacerlo.
–Os lo demostraré a todos. Sin embargo… – La sonrisa de Li Min De se hizo más obvia. – Cuando eso pase, el premio será mío.
El príncipe Wu, Tuoba Rui, frunció el ceño.
–¿Tan seguro estás? – Estudió a Min De de los pies a la cabeza. Sonrió sin alegría ninguna y, al final, tosió discretamente. – No te lamentes cuando no lo hayas conseguido.
Li Min De ignoró a Tuoba Rui y se levantó. Se posicionó en medio del escenario para coger el arco y la flecha que le ofrecían. Todo el mundo contempló con curiosidad cómo esgrimía el arco y la flecha. Antes de disparar, alzó la cabeza y preguntó:
–¿Es un concurso de distancia y ya está?
–Sí. La flecha que esté más lejos gana. – Asintió la princesa.
–¿Hay más condiciones?
Li Wei Yang tenía una expresión extraña, sus ojos relucían.
–No, ya está. – Asintió, la princesa, otra vez.
–Muy bien.
Todos los presentes observaron cómo Li Min De se acercaba a una jaula de pájaros que estaba colgada de un árbol cercano con un gerifalte dentro. Ató la flecha al cuerpo del gerifalte y le acarició las alas con dulzura. Entonces, lanzó el ave al cielo, soltándolo y, al rato, desapareció de la vista.
Li Min De se dio la vuelta y, todavía en medio del escenario, con los ojos brillando como si albergasen toda la luz del mundo, oprimiendo el corazón de los presentes y con una gran sonrisa, dijo:
–Ya estoy.
No utilizó la fuerza, ni ninguna estratagema sabia y encubierta. Se limitó a liberar a un pájaro y, ahora, la flecha estaba miles de millas a lo lejos. Un método simple, pero, en aquel momento, la audiencia se quedó atónita.
De repente, la princesa Yonging estalló en carcajadas. El príncipe Wu estaba furioso.
–¡¿Qué clase de táctica es esta?! ¡Ni siquiera has usado el arco!
Li Min De miró al príncipe y se limitó a sonreír.
De repente, Tuoba Rui se percató que la princesa sólo había dicho que quería ver cuán lejos llegaba la flecha, nunca había mencionado que se debiera utilizar el arco. La primera táctica que se les había ocurrido había sido utilizar el arco, no obstante, era una tarea fácil de completar sin la ayuda del instrumento en cuestión. ¡Era un muchacho listo!
Li Wei Yang sonrió. No había esperado que ese niño emplease una táctica tan similar a las suyas.
La mirada de la princesa Yongning era raramente tan amable como la que tenía en aquellos instantes.
–Muy bien, el método que has usado no se salta las normas, aunque ha sido un poco rebuscado. El espejo de bronce te pertenece.
Li Min De miró el espejo y sonrió. Los ojos de todo el mundo se posaron en el muchacho. Hasta hacía unos momentos había sido un invitado desconocido, sin embargo, ahora todo el mundo conocía su nombre. Aunque su método había sido algo injusto, tenían que admitir que el joven era mucho más interesante que los demás. Las proezas con el arco no eran tan importantes como comprender los pensamientos de la princesa y hacerla feliz.
La novena princesa dejo su miedo atrás y notó como su rostro enrojecía sin saber por qué. Al parecer, ese era el tipo de persona que era Li Min De. Se acercó a Li Min De en silencio y le dijo:
–Me gusta el espejo.
Li Min De la miró, sonriendo como si no hubiese oído nada. Ese hecho hizo que la princesa Jiu, que estaba disfrazada del príncipe Ba, perdiese un poco el interés, pero no consiguió apartar los ojos. Siguió estudiando intensamente a Li Min De.
–Bueno, – continuó Gao Min. – como podéis ver, es mejor pasar poco tiempo con gente como esa. No piensan como la gente normal.
Li Zhang Le estaba cabizbaja, dificultando saber en qué estaba pensando.

*        *        *        *

La princesa decidió cambiarse de atuendo en esos momentos por lo que se les permitió a los invitados vagar por los jardines de flores libremente. Las mujeres de buen estatus decidieron dividirse en grupos desde tres a cinco y admirar las flores, mientras que los hombres dieron un paseo o jugaron al ajedrez o a lanzarle cosas a una botella de vino.
Tuoba Zhen, en el pabellón, ordenó a los criados que despejasen el área. Alguien trajo un té aromático y un tablón de ajedrez. Sonrió y le dijo al príncipe Qi:
–Qi di, ¿te apetece jugar?
Tuoba Yu se sentó. Tuoba Rui y la princesa Jiu también descansaron a los lados para mirar su partida.
Ese tablón era uno de los mayores tesoros de la residencia de la princesa. Estaba hecho de jade y repleto de grabados. El color no tenía rival. Nadie podía apartar la vista del fulgor del jade. Un hilo dorado, de indudable oro refinado, bordeaba cada uno de los recuadros del tablón. Las piezas eran de oro y cautivaban como un sol pequeño sobre el tablón de jade blanco. La existencia semejante tesoro era suficiente para confirmar que el Emperador favorecía a la princesa. Tuoba Yu sonrió. Tanto amor y favor debía podía compararse con un sentimiento de culpa todavía mayor.
La princesa Jiu parpadeó, miró hacia Li Min De para ver cómo le entregaba el espejo de bronce a Li Wei Yang. Tambaleó los dedos sobre su mejilla, habiendo perdido el interés.
–¿Qué ocurre? – Le preguntó Tuoba Rui, a su lado.
La princesa Jiu reflexionó unos instantes.
–¡No me puedo creer que Fu Huang le haya dado este tablón de ajedrez a Huang jie a pesar de que yo ya se lo había pedido!
–Fu Huang siempre ha tratado a Huang jie un poco diferente. – Tuoba Rui sonrió.
-Qing Lan, – La princesa Jiu hizo un gesto con la mano y ordenó. – tráeme unos aperitivos.
Una criada le trajo unos aperitivos, balanceándose suavemente, como una hoja en el viento. Tuoba Rui estaba concentrado en la partida de ajedrez, pero de repente, miró de soslayo una mano tan pálida como el mismo jade que depositaba con suma gracia un plato en la mesa. Estupefacto, siguió el brazo con la mirada y, como si le hubiese dado un rayo, se quedó paralizado, como si su alma hubiese ascendido a los cielos. ¡La criada era bellísima!
La criada vio que Tuoba Rui la estaba observando sin parpadear y sonrió un poco, su rostro brillaba tanto como una flor, era verdaderamente hermosa. Fue entonces cuando Tuoba Rui se percató que había estado aguantando el aliento y se obligó a toser, para esconderlo, pero no consiguió pronunciar palabra alguna.
Era un hombre que excedía en literatura y en las artes marciales, su único fallo era que la belleza le atraía fácilmente. Estaba hechizado por la belleza refinada de Li Zhang Le, pero ahora, miraba a esa joven de encanto atrayente que tan distinto era al de xiao jia jade.
Al darse cuenta de que el príncipe Wu tenía la mirada perdida en ella, la sonrisa de la criada se tornó más encantadora, y se retiró meciendo las caderas.
–Xiao Jiu, esa joven tiene buen aspecto. – Tuoba Rui estaba intrigado. – ¿Dónde la has encontrado? Nunca la había visto en palacio.
La princesa Jiu echó un vistazo al tablón de ajedrez y le contestó aburrida:
–La conocí la última vez que salí de palacio, y me la traje. Solía vender pasteles de almendra en las calles. ¡Unos jovenzuelos estaban a punto de robarle, pero yo me interpuse por la voluntad de los cielos!
–¿Hermana? – Preguntó Tuoba Rui sorprendido. – ¿En la voluntad de los cielos?
Tuoba Zhen colocó su pieza de ajedrez, alzó la vista y comentó:
–Me temo que mei dio problemas.
La princesa Jiu soltó una risita.
–No es que hiciera algo malo tampoco. No soporto ver a los débiles e impotentes así. ¡No tienen vergüenza! Así que usé la fuera para vencer a Jingzhao Yin gongzi–…–Antes de terminar, se sumió en silencio al darse cuenta de que se había pasado de la línea.
Los tres hermanos levantaron la vista y la miraron. El rostro de ella enrojeció de inmediato.
–¿Por qué me miráis? ¡Sólo presencié una injusticia y simpaticé con ella! ¡Fu Huang tampoco me culpó de nada cuando se enteró, hasta le dijo a Jingzhao Yin que se disculpase conmigo!
Una princesa había salido corriendo a salvar a alguien, reivindicando que lo hacía por la voluntad de los cielos. Los tres hermanos sacudieron la cabeza.
–¡Eres demasiado! – Tuoba Rui le dio un golpecito en la frente.
La princesa Jiu puso mala cara con las mejillas rojas como una manzana.
–Yo no haría algo porque me apetece. Había oído que el abuelo de esa joven era un oficial de Lao Luo Guogong. Es una lástima que cuando su abuelo murió, su padre apostó todo su dinero y su casa.
¿Lao Luo Guogong? El príncipe Qi alzó la cabeza de repente y la expresión neutral de su cara desapareció.  Se trataba de la mu fei de Lao Luo Guogong, el padre de Zhang Defei, y su abuelo. Siendo así, esa joven tenía una conexión especial con su abuelo.
La pieza de ajedrez en la mano del príncipe Qi se quedó quieta en alto.
–¿Por qué? ¿Te gusta? –La princesa Jiu no notó las expresiones del príncipe Qi, estaba centrada en Tuoba Rui. – En comparación con la Da xiaojie de la familia Li su belleza es del montón.
–Sólo preguntaba, mei. – Tuoba Rui continuó sacudió la mano y su cara se sonrojó todavía más.
Tenía la intención de casarse con Li Zhang Le y tenerla como su zheng fei[1], pero aquella encantadora joven…
Tuoba Zhen escuchó en silencio y, cuando le pareció el momento apropiado, se rió y añadió:
–Jiu mei, parece que a Wu di le gusta mucho esa criada, ¿por qué no se la das?
A la princesa Jiu no le importaba mucho esa criada, por lo que no dudó mucho.
–Si le gusta, se la doy. – Fue directa. – ¡Pero la próxima vez que salga de palacio, Wu ge tiene que venir conmigo!
Tuoba Rui estaba encantado, pero la rechazó.
–¿Cómo voy a aceptar esto?
–Puedes jugar con ella y ya. – La princesa parecía seria. – ¡No te lo pienses demasiado!
–Sólo para jugar… – Tuoba Rui estableció su decisión. – Bueno, siendo así…
Al que más había favorecido siempre el Emperador era Tuuoba Rui, pero el joven tenía un hábito horrible desde muy pequeño: era incapaz de apartar los ojos de las mujeres bonitas. El Emperador era consciente de ello y de lo preocupante que era. En el rostro de Tuoba Zhen apareció el rastro de una sonrisa helada.
–Como soy una persona humilde, me la quedaré. – Aceptó el príncipe Qi.
Todo el mundo se sorprendió y cierta satisfacción apareció en los ojos de Tuoba Zhen.
Li Wei Yang observó, desde lejos, como se llegaba a ese desenlace. Su mirada se posó en la joven que se había retirado de la mesa y se mofó con frialdad. Tuoba Zhen, ah, Tuoba Zhen, tus planes siempre habían sido así de elaborados.
El recuerdo de cierta noche, medio año después de haberse casado, reapareció ante ella.

*        *        *        *

En aquel entonces, Tuoba Zhen era considerado y la cuidaba, pero a veces era distante y otras cercano; como si tomase precauciones con ella. El motivo era que, en aquellos momentos, Li Zhang Le iba a casarse con el príncipe Qi, y Li Chang Xi con el príncipe Wu, por lo que temía que ella fuese una espía y siempre le había preocupado que algún día llegase a traicionarle. Por eso mismo, mantenía las apariencias y la trataba bien, pero nunca le contaba nada.
Li Wei Yang estaba en continua riña consigo misma. Estaba casada con él y estaba dispuesta a soportar todos sus problemas con él. Esa noche, Tuoba Zhen regresó herido, pero se dirigió a su estudio en silencio. Li Wei Yang le siguió y le descubrió aplicándose el ungüento medicinal. Estaba destrozada por lo que presenciaba, pero se atrevió a preguntar:
–Permítame servirle como esposa suya que soy, Su Alteza. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por usted… Permítame quedarme a su lado, ¿sí?
–¿Qué dices? ¿No has estado conmigo todo este tiempo? – Tuoba Zhen sonrió de mala gana.
–¡No, me escondes algo! – Li Wei Yang le miró con cierta rebeldía.
–Ah… – La sonrisa de Tuoba Zhen era tensa e indiferente. Se la acercó hasta que su cabeza descansaba en el hombre de él. Le acarició el cabello con suavidad y, de repente, su expresión se tornó solemne. – Sabía que me entenderías… Los cielos son injustos. Taizi y yo somos los dos hijos de Fu Huang, pero él será Emperador en el futuro, y yo debo arrodillarme y desear que viva mil años. Esto no es nada, verás, mi herida es una advertencia y sólo porque sospecha que no le soy leal. Wei Yang, cuando vivamos bajo sus pies, sólo hará falta una pequeña ofensa para que acabe con mi vida. ¿Qué puedo hacer? Lo único que puedo hacer en esta vida es elogiarle y espantarme. ¿Puedo continuar siguiendo al príncipe heredero?
A Li Wei Yang le dolió el corazón y no le prestó demasiada atención al fulgor astuto que albergaban los ojos de Tuoba Zhen.
–Has entregado tu mente, cuerpo y alma a Taizi, y has hecho un incontable número de cosas por él. ¡No esperaba que fuese un bastardo tan despiadado y frío!
Una sonrisa sutil apareció en la comisura de los labios de Tuoba Zhen mientras la abrazaba.
–Por eso puede ser el príncipe heredero. No sólo es el hijo mayor, también es el hijo de la Emperatriz. Fu Huang siempre ha respetado y amado a Madre Imperial, pero ¿quién sabe lo que le queda por vivir con su salud? No puede proteger a Taizi para siempre. Wei Yang, necesito que me ayudes con algo. ¿Estás dispuesta a ello?
Li Wei Yang no tuvo que pensárselo, asintió de inmediato.
Tuoba Zhen sonrió y le tocó el rostro con cariño.
–Todavía queda una persona que tiene más influencia que la Emperatriz: la Emperatriz Viuda. He hecho todo lo posible para expresar mi piedad filial ante la Emperatriz Viuda, para que me apoye y conseguir que influya a Fu Huang. Por supuesto, se necesita tiempo y cuidado para acercarse a ella. Pero como soy un hombre, no es apropiado que me quede a su lado, así que voy a necesitar tu ayuda.
Tuoba Zhen hizo ver que no pasaba nada cuando le preguntó aquello. Hasta permitió que Wei Yang cumpliese con los deberes filiales que le correspondían a él para ganarse el favor de la Emperatriz Viuda. Su estratagema maliciosa había sido digna de elogio desde un principio.
Li Wei Yang no supo reconocer sus motivos. Se justificó diciéndose que era para salvar a su marida, para que Taizi, ni nadie más, le involucrasen en sus planes. Sabía que su estatus se regía por una jerarquía y que, como mujer, no podía protegerlo, así que eso era lo único que había podido hacer por él.
Después de aquello, no tuvieron que hacer nada más. Tuoba Zhen tomó prestada la influencia y autoridad de Taizi como si fueran suyas, dejando que se enfrentasen entre ellos, pero, delante del Emperador, siempre pretendía ser leal a Taizi. Li WeI Yang iba a visitar a la Emperatriz Viuda cada día y complacía a Huang Zhu Mu por él. Todo aquello le sería muy útil en el futuro. 

*        *        *        *

Li Wei Yang desvió la mirada del pabellón con una mueca burlona en los labios. Tuoba Zhen siempre escondía algo, siempre pretendía ser un buen hijo del Emperador y fingía ser devoto a Taizi, hasta el punto de que, cuando el Emperador murió, viejo y cansado de todos sus hijos, el único en el que confío fue en su tercer vástago. Nadie se habría imaginado que Tuoba Zhen había estado tramando sin parar a sus espaldas. En el año treinta y ocho de la dinastía actual, Tuoba Zhen había sido el objetivo de un asesinato, en el año cuarenta y uno, el príncipe Qi le preparó una emboscada a Tuoba Zhen . Li Wei Yang, en aquel entonces, había creído que todos los príncipes querían tomar la vida de su marido, pero ahora que se paraba a pensar, la realidad era que todas esas personas habían descubierto la verdadera cara de Tuoba Zhen y se habían querido deshacer de él. Tuoba Zhen había hecho uso de crímenes falsos y acusaciones erróneas para agraviar al resto. ¡Qué ignorante había sido Wei Yang! A pesar de que había creído estar sacrificándose por amor, sólo la habían usado.
–¿Estás bien, Sanjie? – Preguntó Li Min De.
–No pasa nada. – Li Wei Yang se había distanciado y su voz se había apagado.
Li Min De la miró preocupado. Hizo el ademán de decir algo, pero vio una silueta y su rostro se volvió solemne.
–Sanjie, – asintió. – tengo que hacer una cosa, me voy a ir un rato.
Li Min De se marchó a prisa sin esperar su respuesta.
–Xiaojie, – empezó Bai Zhi. – ¿no notas a San shaoye un poco raro últimamente?
Li Wei Yang siguió la figura de Li Min De que se alejaba.
–Sí, – contestó con solemnidad. – sí que está raro.
Sin embargo, acababa de perder a su madre. Era inevitable. Suspiró pesadamente.

*        *        *        *

Había pasado un buen rato y la partida que se estaba llevando a cabo en el pabellón todavía no había terminado. Las criadas de la princesa invitaron a Tuoba Zhen y Tuoba Rui a té, hecho que permitió que el príncipe Qi pudiese hablar con aquella joven.
Li Wei Yang sonrió y se acercó lentamente.
–¿Tu abuelo era Liu Xiao Wei? Él me enseñó técnicas de espada cuando era pequeño. – El rostro de Tuoba Yu no tenía ningún fallo, y su voz era sorprendentemente suave y cálida.
Cualquiera que hubiese visto a Tuoba Yu de esa forma se habría quedado estupefacto, pero Li Wei Yang sabía que no se trataba de nada extraordinario. Él era un ser humano con sus debilidades y la mayor de sus debilidades era Lao Luo Guogong, su abuelo. Desde corta edad había seguido a Luo Guogong, quien le había enseñado todo tipo de arte y artes marciales, por lo que tenían unos lazos emocionales fuertes. Se decía que Tuoba Yu era insensible y carecía de emociones, pero cualquier cosa relacionada con su abuelo podría evaporar su tranquilidad.
La piel de la joven mujer, al escuchar las palabras del príncipe Qi, se volvió de un tono rosado.
–Mi abuelo me nombró a Su Alteza Qi una vez. Me dijo que cuando Su Alteza era pequeño-…
–Te dijo que era sumamente inteligente y rebelde, ¿verdad? – De repente, una voz clara resonó por el pabellón.
Tuoba Yu alzó la vista para ver a Li Wei Yang sonriendo, de pie en las escaleras.
Tuoba Yu alzó las cejas. No había esperado que esa joven viniese hasta ahí. Vaya sorpresa.
Li Wei Yang vestía una falda con cientos de mariposas rodeando flores porque estaba atendiendo a un banquete. Había escogido colores simples a propósito, pero, aun así, el brillo rosado de su cara llegaba a los corazones de los demás. En ese momento, sus brillantes ojos estaban posados en él.
Tuoba Yu vio la sonrisa repentina de Li Wei Yang, encantadora y alegre, y se sorprendió. Cierta intriga le cruzó por los ojos.
Nadie se acercaba a otra persona sin ningún motivo, no creía que esa joven hubiese ido a hablar con él con buenas intenciones en mente.
La mujer joven que estaba a su lado se llamaba Yue er y parecía tener unos quince o dieciséis años. Tenía la cara delgada y ojos amables; vestía un atuendo dorado con flores de loto en el collar y las mangas. Su vestimenta era apropiada, no usaba polvos, ni pintalabios, ni horquillas, ni joyas, y parecía lo suficientemente segura de su apariencia como para no usar maquillaje. Al ver a Li Wei Yang, Yue er se irguió y se arrodilló, la tela de su faldilla revoloteó como unos pétalos cayendo al estanque.
–Saludos, Xianzhu.
Li Wei Yang le sonrió. Tuoba Yu dijo:
–Si no te importa, siéntate y descansa.
Yue er, al escucharlo, deseó que Li Wei Yang se marchase, sin embargo, sonrió y sirvió el té con todo el respeto posible.  Li Wei Yang no rechazó el ofrecimiento y se sentó.
–¿Conoce a esta muchacha, Su Alteza? – Li Wei Yang le echó un vistazo a Yue er.
Tuoba Yu recorrió el jade que tenía en la mano ociosamente, sonriendo.
–Ah, sí. Es la nieta de un viejo amigo. Mi abuelo me ordenó que buscase a Liu Xiao Wei. No me esperaba encontrarme a su nieta un día como hoy.
Li Wei Yang sonrió, con una luz seria en su mirar.
–Efectivamente, muy astuto.
Tuoba Yu hizo una pausa, que ella se burlase de él le inquietó. No pudo evitar prestarle más atención, pero no dijo nada.
Yue er se sintió ansiosa al escuchar sus palabras. Siempre había sentido que esa San xiaojie de la familia Li había venido para dar problemas, pero no podía decirlo en voz alta, así que tuvo que contestar de la siguiente manera:
–Tengo suerte. La princesa me salvó cuando me estaban atacando, y hoy me encuentro con Su Alteza Qi-…
Todavía no había terminado de hablar cuando Li Wei Yang parpadeó y, aparentemente, reconoció:
–Tienes la suerte de ser lo suficientemente lista para pedirle ayuda a la persona indicada, pero tengo curiosidad. De toda la gente que había en el camino, escogiste rogarle ayuda a una señorita, ¿qué motivo te empujo a hacerlo?
A Yue er esa pregunta la tomó por sorpresa.
–Es porque la princesa llevaba una ropa extravagante. Parecía ser alguien con influencia. Por eso yo…
Li Wei Yang le sonrió al príncipe Qi, su brillante sonrisa albergaba intenciones dudosas.
–En efecto, influenciable y justa…
Estando en peligro había decidido pedirle ayuda a una jovencita noble, ¿no era raro? Li Wei Yang parpadeó. Tal vez Tuoba Yu todavía no lo había comprendido.
Cuando Tuoba Yu lo escuchó, la sonrisa de su rostro se endureció. Miró a Li Wei Yang reflexivo, como si se estuviese debatiendo entre algo, su expresión era algo extraña.
Li Wei Yang reconoció la vaga sospecha en su mirar, además de la renuencia a creerlo, por lo que decidió volver a intervenir.
Su mirada cayó sobre la muñeca de Yue Er y vio que llevaba una pulsera de perlas de rezo budistas hechas de sándalo.
–Qué perlas tan exquisitas. ¿Puedo verlas?
Un destello de inquietud cruzó los ojos de Yue er que, inconscientemente, se aferró las perlas.
Li Wei Yang sonrió.
–¿Eh? ¿No soportas la idea de separarte de ellas? Sólo voy a echarles un vistazo, no las voy a romper.
Yue er miró a Tuoba Yu y vio que él también estaba observando las perlas budistas con una mirada gélida. Su corazón se hizo un puño, pero todavía había una sonrisa en sus labios.
–Por supuesto, si es lo que Xianzhu desea no hay problema. Pero… Tienen un valor sentimental muy grande para mí.
–Es sólo un brazalete de rezo, – Preguntó Li Wei Yang sin inmutarse y con claridad. – ¿hay alguna razón?
Yue er se mordió el labio y en su rostro apareció un titubeó. En un principio, había tenido la intención de esperar unos días a que el príncipe Qi confiase en ella totalmente para regalarle las perlas. Pero ya no podría esperar a ese momento. Sonrió y se quitó las perlas, pero no se las dio a Li Wei Yang, sino que se las entregó a Tuoba Yu.
–Tienen inscripciones secretas que mi abuelo me dejó. Es una herencia familiar. Mi abuelo ordenó que no se revelase a ningún desconocido. Se lo cedió a mi padre, pero por lástima, él no fue merecedor de las perlas. Mi abuelo no esperaba mucho de él y grabó todos sus secretos en estas perlas.
Tuoba Yu estaba estupefacto y preguntó de inmediato:
–¿La orden Jiugong?
–Sí. – Yue er sonrió.
–Parece ser del estilo de Su Alteza Qi. Debe ser una orden valiosa. – Comento Wei Yang.
–La orden Jiugong está diseñada según el azimut de Jiugong. – Tuoba Yu asintió y prosiguió. – He oído que hace veinte años, Liu Xiao Wei lo usó en uno de sus logros. Waigong no describió en detalle en qué castillo lo dejó y, cuando Liu Xiao Wei murió, el paradero de la orden Jiugong desapareció. – Su mirada emanaba llamas intensas y ardientes, intrigado por la orden.
Tuoba Yu le había oído mencionar a Lao Luo Guogong que varias décadas antes, unos mercaderes extranjeros habían traído una copia a Da Li pero que, tras pasar por tantas manos, se había extraviado. Eran las escrituras con las que soñaba cualquiera que dirigiese ejércitos. Luo Guogong enviaba un número incontable de gente a buscar estas escrituras cada año y acabó descubriendo que se habían dividido en diez volúmenes dentro de los cuales, se hallaban cuarenta y nueve tipos de estrategias militares que se habían perdido en las manos de muchos. Entre éstas, estaba la formación Jiugong de Liu Xiao Wei. A pesar de que Luo Guogong supuso que se trataba de la orden Jiugong decidió no obligar a Liu Xiao Wei a dársela por ser un oficial leal. Ese sería un asunto que Lao Luo Guogong lamentaría el resto de su vida. Tuoba Yu le prometió encontrar las cuarenta y nueve estrategias en su honor.
Era evidente lo contento que estaba por haber encontrado la orden Jiugong. Tuoba Yu expresó un seguido de emociones y aceptó las perlas con sumo cuidado. Tras examinarlas con detenimiento, descubrió unas cuantas palabras antiguas grabadas en las perlas. Suspiró y exclamó:
–Está en Miao, sólo entiendo una o dos partes. ¡Qué lástima!
Li Wei Yang sonrió y miró a Yue er.
–Aunque ese sea el caso, ¿por qué está tallado en Miao?
Los encantadores ojos de Yue er se abrieron como platos, inocentemente.
–Xianzhu, mi abuela es de Xinjiang sur. Por eso mi abuelo conocía el idioma de xinjiang. Además, la orden de Jiugong tiene un valor incalculable. Mi abuelo no quería que los demás se enterasen, por eso usó caracteres Miao.
Los ojos de Li Wei Yang eran tan negros como la tinta, relucían como perlas de un ónix, pero en ese momento, destellaron. Sabía que la abuela de Yue er era una Miao, también sabía que la propia Yue er era una maestra en las técnicas de veneno de Miaojiang. En su vida anterior, se había acercado a Tuoba Yu y le había regalado la valiosa orden Jiugong que tanto atesoraba. Entonces, de una u otra forma, encontró el resto de escrituras para él y, después de aquello, Liu Yue se convirtió en una confidente de confianza. Sin embargo, Liu Yue no era una persona simple.
Por el momento, Liu Yue no era consciente de estar bajo el escrutinio de alguien más y buscaba la forma de complacer a Tuoba Yu.
–Su Alteza Qi, sé Miao y puedo traducírselo.
 Tuoba Yu arqueó las cejas y miró de mala manera a Liu Yue. Su sonrisa era bellísima, radiante, y nadie adivinaría que podría estar pasando algo malo. Pero sabía que Li Wei Yang no mencionaría ese tipo de cosas sin ninguna razón, no era alguien que perdiera el tiempo.
–¿Oh? ¿Traducírmelo? Qué atenta eres. – La sonrisa amigable de Tuoba Yu tenía una pizca de frialdad.
Liu Yue reconoció algo extraño en su tono de voz y sus ojos se volvieron vidriosos, revelando una belleza que aceleraba el corazón de quien la viera.
–Su Alteza Qi, ¿he hecho algo?
–Es una herencia familiar, – Tuoba Yu tocó las perlas. – ¿Por qué me las das?
–Era la posesión de mi abuelo. – Dijo Liu Yue asustada. – No concedía separarse de ellas sin importar lo mala que fuera la situación, pero soy una mujer y este tipo de cosas no me sirven para nada, por lo que sería mejor que Su Alteza las tuviera. Le ruego a Su Alteza que me siga teniendo con él y así dejarme tener un hogar. Sin embargo, quiero pedirle algo… Mi abuelo murió en el campo de batalla. Es una lástima que mi padre sea tan inútil que haya usado hasta los fondos de emergencia para apostar, así que no pudimos organizarle un enterramiento como es debido. Si Su Alteza acepta, me gustaría que le proporcionase un lugar para descansar a mi abuelo…
Sus palabras eran razonables y su rostro tan encantador como una flor en la lluvia.
Li Wei Yang asintió y la elogió por dentro. ¡Incomparable! ¡Sin rival! La puesta en escena, las emociones… Ni siquiera la palabra: “perfecto” le era digna. ¡Decir que no había podido enterrar dignamente a su abuelo pintaba vívidamente el sufrimiento de una joven! Lin Yue sólo tenía que decir dos o tres palabras para evocar emociones en Tuoba Yu que estaba tan unido a su abuelo. Además, cualquiera sospecharía de alguien que no pide nada a cambio. Sin embargo, si pedía demasiado, Tuoba Yu se llevaría una mala impresión de ella. Por ese motivo, su petición era algo pequeño y apropiado. Su Alteza Qi prepararía el lugar conveniente y le permitiría confiar en Liu Yue. Aunque tener a una mujer hermosa, pasional y amable a su lado no derritiese el corazón helado de Tuoba Yu, como mínimo se ganaría su confianza y eso le sería útil. Si Li Wei Yang no conociese las verdaderas intenciones de Liu Yue, también se la habría creído porque tanto sus emociones como sus palabras tenían sentido.
Tuoba Zhen, Ay, Tuoba Zhen. ¡Qué astuto e inteligente era! ¡No se le podía subestimar! Li Wei Yang sacudió la cabeza. La mayoría de noticias que recibía Tuoba Zhen provenían de esta mujercita. ¿Quién se habría imaginado que la verdadera Liu Yue hacía tiempo que estaba muerta y que la espía de Tuoba Zhen la había reemplazado?
Era un peón. Tuoba Zhen podría esconderla cinco años, diez años, lo que le hiciera falta. Tenía un corazón verdaderamente malévolo.
Li Wei Yang albergaba gran remordimiento en su corazón, pero no era visible en su rostro. Sonreía como siempre. Había muchas cosas que sabía pero que no podía decir delante de nadie. Si le dijera a Tuoba Yu que esa mujer era una espía, no la creería, y si la creyese, eso sólo le traería problemas. Sin embargo, Li Wei Yang no iba a quedarse sentada y mirar cómo Tuoba Zhen conseguía lo que quería.
Liu Yue se movió inquieta. La intención había sido sacar las perlas en el momento adecuado. Pero ahora Anping Xianzhu se había entrometido y no estaba segura de si había descubierto algo, por eso mismo, no le quedó alternativa que retroceder.
Tuoba Yu contempló las perlas de su mano sonriente.
–Me gustan estas perlas y simpatizo con tu piedad filial. Me ocuparé de lo de tu abuelo. Retírate.
Liu Yue le miró en silencio, satisfecha de no notar nada fuera de lo normal en su expresión.
–Sí, me retiro. – Su expresión era de absoluto agradecimiento.
Li Wei Yang la miró conforme se marchaba y, de repente, sonrió.
Tuoba Yu entrecerró los ojos y miró a Wei Yang con ojos astutos y una sonrisa.
–Dime, ¿cuándo has descubierto que había algo raro en ella?
Los ojos negros como la tinta de Wei Yang relucieron.
–Su Alteza, yo nunca he dicho que pasase nada.
Las pestañas de Tuoba Yu se estremecieron, sus ojos de fénix se posaron en ella, hechizantes.
–Deja de fingir. Lo he visto todo.
Li Wei Yang sintió que un escalofrío helado le recorría hasta los pies al oírle decir esto. En un abrir y cerrar de ojos, pensó que el joven ante ella había visto a través de ella. ¿Podía ser que él supiera…? ¡No! ¡Imposible! ¿Quién pensaría algo tan ridículo?
Oh, – su rostro era un exquisito cuadro de tinta, sus ojos brillaban como llamas. – me pregunto dónde se me habrá escapado.
–Antes has dicho “princesa”, no “príncipe Ba”.
Li Wei Yang debería haber visto al “príncipe Ba” regalándole a Liu Yue, sin embargo, cuando Liu Yue dijo que “la princesa” la había salvado, a Li Wei Yang no le sorprendió, sino que prosiguió tan tranquila como siempre. A Tuoba Yu sólo se le ocurría una posibilidad: que hubiese reconocido a la princesa Jiu.
–Ni siquiera las criadas de palacio consiguen distinguir a Jiu mei y Ba di. ¿Cómo es, que Anping Xianzhu sí que puede?
La perspicacia de Tuoba Yu excedió las expectativas de Li Wei Yang. Si Tuoba Zhen no hubiese adivinado que su debilidad era Luo Guogong, tal vez no habría caído en su trampa. Además, Liu Yue era una experta estudiadamente escogida que crearía muchas situaciones peligrosas para el príncipe Qi para poder ganarse su confianza. Li Wei Yang suspiró aliviada, aún sonriente.
–Estuve en el palacio una vez, reconocer a la princesa Jiu no es nada raro. Además… – Su sonrisa se hizo más evidente. – Si fuera el príncipe Ba, ¿cómo iba a mirar a mi San di con tanta admiración?
Eso pilló desprevenido a Tuoba Yu. En un abrir y cerrar de ojos, casi aplaudió a Li Wei Yang por su habilidad para improvisar, pero sentía que la mujer ante él le estaba mintiendo. Al no haber pruebas, podía engañar a mucha gente y no ser una buena persona. Tuoba Yu decidió preguntar para asegurarse:
–Aun así, ¿cómo has descubierto que lo de Liu Yue era raro?
Li Wei Yang sonrió con amabilidad.
–Su Alteza Qi ha estado buscando durante mucho tiempo y, de repente, aparece, así como así. ¿Cómo puede ser que usted no haya sospechado nada? Si yo estuviera en peligro no le pediría ayuda a una señorita, ¿no?
–¿Y por qué iba a tramar un complot contra mí? – Tuoba Yu sonrió de repente.
Li Wei Yang estalló en una risita, las horquillas de su cabello temblaron un poco, iluminando el pabellón.
–Lo único que me temo es que no es la princesa Jiu.
–Eso también es verdad. – Tuoba Yu sonrió. – Mucha gente me quiere muerto.
Li Wei Yang no tenía intención de decirle quién era el verdadero amo de Liu Yue, lo mejor sería que supiese sólo lo suficiente. Tuoba Yu no era un ignorante, todo lo contrario, lo mejor era conseguir que él mismo investigase, en lugar de contarle algo y hacer que te creyese. Lo único es que, al ver que las perlas de rezo no abandonaban sus manos, Li Wei Yang se las quitó de la mano, sonriendo.
–Y en cuanto a esto, será mejor que Su Alteza no las toque mucho.
La mirada fría y desprevenida de Tuoba Yu se posó en Li Wei Yang. Había una pizca de sospecha que no desaparecía de sus ojos.
A ella no le importó, su mirada cayó sobre el soldado que parecía estar prestando atención a la situación.
–Su Alteza, ¿ese soldado es…?
Tuoba Yu se dio la vuelta y vio el soldado que había mencionado y contestó sin miramientos.
–Es alguien que lleva siguiéndome diez años.
Li Wei Yang sonrió disimuladamente. La cara de ese soldado era similar al que había visto en el estudio de Tuoba Zhen en su vida pasada. Bajó la cabeza, derramó algo de té sobre las perlas. Después, avanzó hasta el soldado que, confundido, le echó una mirada a Tuoba Yu. Tuoba Yu se percató de ello y el guardia se puso firme de inmediato.
De repente, Li Wei Yang le tiró las perlas a la cara.
La visión del soldado se tornó oscura como un pozo. En su cara había algo frío y húmedo, retrocedió un par de pasos asustado por la oscuridad entre tambaleos. Iba a abrir la boca para pedir ayuda, pero justo cuando hizo el ademán, algo suave y viscoso se arrastró por su boca. Horrorizado, estiró las manos y se aplastó la cara. Aquella cosa se fue volando, soltando un chirrido.
–¿Qué es esto? – Tuoba Yu se levantó de repente.



[1] Zhēng fēi (正妃): Esposa legítima. 

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