Capítulo 46

diciembre 03, 2017

Esta no es la primera vez que lo hago con él, pero ha bebido tanto alcohol que es más duro y pesado de lo normal. Y como tampoco sabe controlar la fuerza de sus manos, me hace daño.
–¡YunSheng, eres tan bueno…! – El jadeo que se mezcla con su voz es tan sexy que podría morirme.
Me penetra sin parar mientras que yo sollozo. Una vez más, este muchacho no tiene ni idea de lo que significa “control” y se limita a entrar como le place. Siento una oleada de dolor en las paredes de mi entrada. Es un dolor extremadamente ardiente.
Ye CanSheng tampoco suele hablar, supongo que el alcohol le hace actuar atolondradamente, sin miedo.
–Ay… S-Suéltame la mano…
Tengo ambas manos detrás de la espalda, es una posición muy incómoda. Le ruego entre sollozos y, en realidad, pensaba que accedería a ello, nunca me habría imaginado que bajaría el cuerpo hasta que nuestras pieles entrasen en contacto antes de hablar como un niño mimado.
–No quiero.
Acompañando sus palabras, sus caderas se mueven hacia adelante despiadadamente, pillándome totalmente desprevenido.
–¡Niñato! Ah…
Mi tono de voz empieza a cambiar hacia el final. Tengo la cara caliente y se me acelera el corazón por escucharme.
Su penetración alcanza un lugar extraordinario. Un repentino placer se extiende desde mi coxis por todo el cuerpo. No puedo evitar temblar y estrechar la parte inferior de mi cuerpo.
Por supuesto, mi primera reacción y pensamiento es: “¡estoy acabado”. El movimiento detrás de mí se detiene, tal y como esperaba. Me pongo rígido y él me suelta las manos. CanSheng me coge el miembro alegre desde detrás.
–YunSheng, está duro… – Siguiendo sus palabras, un toque cálido me susurra en el oído y un agua lasciva resuena en mis orejas. Se me pone la piel de gallina.
–Calla. – Todo mi cuerpo se retuerce del placer.
Hundo la cabeza en el cojín mientras suelto maldiciones.
Como el sexo con Ye CanSheng siempre va acompañado de una posesividad violenta y una tortura cruel, raramente siento placer de esas sesiones. Lo mejor que puede pasarme en esas sesiones es conseguir no gritar por el dolor, sin embargo, esta vez… En esta posición…
–Jaja… – La risa demoníaca de Ye CanSheng resuena detrás de mí.
Es extremadamente sexy, pero me aterroriza.
–CanSheng…
Me inmoviliza y se me acerca por detrás y, al siguiente momento, me penetra con gran pasión.
–¡Ah…!
Entra en el mismo sitio que antes. Yo suelto una exclamación sorprendida sin querer. Una sensación extraña se eleva desde mi abdomen, y estrecho mi entrada.
–¡N-no!
Esto no está bien, hay algo raro.
–Ye… CanSheng… Para, para… No lo aguanto… Ay…
Puedo sentir la lengua y los labios de Ye CanSheng repasándome el cuello y la espalda. De vez en cuando, noto una oleada de aroma alcohol. Está borracho y sigue pensando en mí.
Sus manos me pellizcan y manosean los pezones, es placentero.
Siento que la pasión de mi cuerpo ha llegado al epitomo del fuego. Quiero dispersar ese deseo, pero no tengo fuerzas, así que no hay nada que pueda hacer. Mis sollozos han perdido toda sensación de dolor, lo único que albergan es una lujuria que me abochorna.
–Ay, ay… Ah…
La única manera de describir mi estado es “puro éxtasis”.  ¡Maldito seas, niñato! ¡Cabezón como una mula! penetrándome en el mismo sitio todo el rato…
–¡Joder! ¡Ah…! Esto… – Antes de poder insultar, sus penetraciones los hace añicos.
Casi se me cae la baba y uso casi todas mis fuerzas para alzar el cuerpo. No quiero ser el único insatisfecho. Me doy la vuelta, abrazo a CanSheng y le muerdo los labios.
Nuestras lenguas exploran las bocas del otro, entrelazándose. Es un toque resbaladizo acompañado con una dulzura que hace que sea imposible de parar. El aroma a alcohol se junta con los bochornosos gemidos. La lascivia acaba con mi razón. Me aferro a su cuello y ruego que lo suelte todo, como un pez a punto de sofocarse.
–YunSheng…
Lo hace con habilidad y facilidad, con una mano me coge la parte inferior del abdomen, sin dejar de meterla y sacarla a distintas profundidades, sin parar. Su otra mano me coge el miembro, que está apunto de explotar, y se mueve arriba y abajo.
–¡Ah! ¡CanSheng, rápido!
Se me tensa todo el cuerpo, me sacudo incontrolablemente. Entonces, veo una luz blanca y, de nuevo, me corro en sus manos.
–CanSheng…
Le llamo débilmente, él me muerde el cuello y me chupa la piel.

–Te amo, YunSheng…

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